Wednesday, December 19, 2007

OTRA VIDA DENTRO DE LA VIDA



Mertxe habla de "otra vida dentro de la vida". Esto enlaza con la historia del encuentro entre Vila-Matas y Sophie Calle -que comienza con una nota dictada por el aburrimiento, una nota inventora, en su cuaderno rojo de notas rápidas- y que se nos cuenta en "Porque ella no lo pidió", quizás uno de los cuentos de "Exploradores del abismo", último libro del escritor. Porque el encuentro tiene su origen en que "no fue pedido": es la falta de esa llamada la que origina la fabulación de la llamada y pone en marcha la historia del encargo. Verdadero o no, realidad o farsa, el encuentro en el Cafe Flore de París, forma parte ya de la vida real de Enrique Vila-Matas. La realidad no se desarrolla en un solo plano, sino en forma de espejos que se reflejan.

Leo en una entrevista del autor para "Nuestro Tiempo": "El escritor peruano Ribeyro ha dicho que donde empieza la felicidad, empieza el silencio. Es decir, donde empieza la escritura empieza la infelicidad. Si uno está encantado de la vida no se le ocurre apartarse de esa situación y ponerse a escribir. La escritura siempre parte de algo que falta". El origen de eso que falta pudo ser algo que uno no vivió, pero vio y escuchó, siquiera como fantasía o reflejo, siendo niño, en un sueño del que fue despertado/destetado, un movimiento interrumpido del deseo que quedó congelado y fijo en un punto.


Eso que falta y que buscamos al escribir, es la vitalidad que quedó interrumpida, la que admite todas las posibilidades, todas las derivas, todas las oportunidades. Y Sophie Calle, en la fábula, "quería cambiar de vida" y por ello propuso a Vila-Matas que escribiera una historia que ella habría de vivir, punto por punto, durante un año de su vida. A su vez Vila-Matas deseaba volver a la invención, para salir del callejón al que le había llevado su reflexión sobre el hecho de escribir y sobre la desaparición del autor. Queria inventar una historia que le permitiera dar un paso más allá, hacia el vacío que provocaba la inexistencia de un libro ("me apetecía ver qué sucedía cuando uno vivía las aventuras que previamente había escrito, es decir, cuando uno daba el salto de su propia literatura a su propia vida").

La literatura era consecuencia de la falta de vida, pero a su vez, podía dar argumento a la vida. Sentido. Porque lo importante era esto: tratar de vivir un argumento. Lo importante era preguntarse qué clase de vida llebaba la vida. Y qué era lo que realmente entendíamos por vida, en tiempos confusos como estos.

Todos pensamos alguna vez qué hubiera sucedido si hubieramos dicho lo que no dijimos a esa mujer que bajó del autobús y no retuvimos, si no nos hubiera importado el novio que tenía, si hubiéramos hecho el gesto necesario..."Pensamos haber vivido lo que se vivió como si fuese un borrador, algo que puede ser transformado..." Transformar lo que se vivió, reviviéndolo. "Como si ciertos fragmentos de mi diario hubieran sido hasta ahora sólo borradores de mi vida".



Sophie Calle ha sabido hacer de su vida un argumento artístico: el argumento de sus pechos, por ejemplo, de los que surge la historia de cuando -de pequeña- era completamente plana y se reían de su "sujeta-nada" y como esos pechos luego crecieron y fueron normales y ahora podía mostrarlos entre sus manos. Y hacer de esa frustración infantil una provocación adulta. Como dijo Ciorán (y cita Juan Luis) “Todo lo que en mí es auténtico proviene de la timidez de mi juventud”.

Saturday, December 15, 2007

PIEDRAS JUNTO AL MAR


Nos alojamos junto al mar. Allí, al lado del hotel, se levantan los menhires: las grandes piedras solitarias, han abandonado su aislamiento, y forman un grupo, hecho de individuos diferentes. En el centro de cada bloque se ha abierto una ventana por la que puedan circular los vientos marinos. La piedra cede y deja parte de su dureza, y se hace porosa, y parece comunicarse con las otras piedras cercanas, a través del hueco abierto en el lugar donde estaría el corazón. Con esa abertura en medio, el menhir ha dejado de ser un monumento funerario, ha dejado de mirar al cielo (absorto y desafiante) y ha bajado a la tierra, al encuentro de sus semejantes, y forma una comunidad, hecha de relaciones pétreas. El espíritu arrogante ha cedido para abrirse a la corriente que fluye, que entra y sale, renovándolo todo cada día.

Por allí hemos paseado esta mañana y nos hemos contado las ventanas, ahora puertas, que cada uno de nosotros ha ido abriendo durante estos dos años. Y hemos mirado juntos al mar, hacia las olas, a la gran Torre próxima, cuyo cimiento es la cabeza de un gigante. Sobre los restos de la lógica se alza el mito. Allí, al partir, nos intercambiamos un libro que ninguno habíamos leído y que podría contener alguna clave para añadir a este encuentro tan esperado.

Ahora, de vuelta, y para cuando regreses, escribo esto. La clave está -ya he leído el libro- en el hueco. Ese hueco, hecho de pérdidas, de desapariciones, que nos ensancha y ahonda. Ese hueco que -por lo mismo- está lleno de contenido. Lo que desaparece, se queda para siempre. Lo que un día tuvimos, nadie nos lo puede quitar.

La esencia del mito es vivir en lo invisible (dice Leonardo Sciascia). Tú y yo hemos ido creando nuestro propio mito, al escribirnos y al leernos. Y esa vida invisible continúa abriendo huecos en la otra (la real, la cotidiana), aligerándola y haciéndola esponjosa, rica, aventurera y mágica. Y así, cimentado sobre los escombros de la lógica, se ha ido alzando un faro que nos ilumina. Remando hacia la luz y hacia la vida, deseo para nosotros que nos siga circulando la magia, por entre las rendijas de la realidad.

Fotografía: Carmen Martinez Torrón

http://superkarmen.blogspot.com/

Wednesday, December 05, 2007

JUDITH: EL AMOR Y LA MUERTE


Cada Caravaggio es un tesoro. No es que sean escasos. Es que son únicos. Vengo de Roma y allí he encontrado uno que no conocía. Justo enfrente de mi hotel, cuya habitación se abría a la preciosa fuente del Tritón de Bernini. En el Palazzo Barberini. La familia del Papa Urbano VIII, cuya divisa era la abeja. "Judith et Oloferne". Una pintura que impresiona. Se trata de un episodio del Antiguo Testamento. La joven heroína judia (Judith: hasta en su nombre se identifica con su pueblo), degüella al general enemigo, con el que -presumiblemente- acaba de mantener una relación amorosa. Mientras él se ha quedado dormido en el lecho, tras el placer amoroso, ella se apodera de su espada. Es casi una niña, pero ya ha perdido la inocencia. Ha sabido pasar por traidora ante los suyos -querida del que tiraniza a su pueblo- ha sabido seducir a ese hombre mayor que le ha permitido acceder a su intimidad. Y ahora se muestra aquí resuelta, pero impresionada por la enormidad de su empresa. Este acto, repulsivo y cruel, que desvela su juego.

Él tiene un despertar de pesadilla. Caravaggio parece cautivado por su sorpresa. Capta esa mirada de incredulidad. Con los ojos busca intentando comprender. Su amante parece evitar el encuentro con su mirada. Caravaggio nos muestra la asfixia de Holofernes: su vida se le escapa urgente, como esos chorros de sangre, por el tajo en el cuello que le impide respirar. Creo que hay algo en esta escena que habla a lo profundo de todo hombre y toda mujer. En otras versiones pictóricas, Judith aparece con sus pechos desnudos, halagando la sensualidad del espectador. Pero en realidad la sensualidad no está en tanto en la desnudez de la carne, como en el rostro de esa muchacha. En esa inocencia capaz de asesinar.

Artemisia Gentileschi -la mujer pintora- volvió a este tema dos ocasiones. En ambas con similar violencia. La Judith de Artemisia ya no muestra esa nobleza, ni le repugna su propio crimen. Ya no hay aquí la hipocresía de cargar a la vieja el peso del mal. Aquí son las dos mujeres las que se enfrentan al hombre y acaban con él. Es su empuje el que se nos transmite con ese ímpetu al empujar la cara de Holofernes, para no ver su muerte. El hombre se resiste, lucha por su vida. Es necesaria la fuerza de las dos para reducirlo. Una fuerza sostenida por el odio. Él es un gigante. Su poder ha sido lo que las ha hecho impotentes. Ahora hay un deseo de acabar con ese poder, por encima de cualquier heroísmo. Ya no importa el pueblo sino el poder. Él no importa a Artemisia. No le angustia su asfixia, ni le conmueve su sorpresa. Artemisia parece empujar también, junto a las otras, para dar muerte al poder del hombre.

En el Holofernes de Caravaggio hay más humanidad. El pintor se acerca al misterio de la muerte como algo que reduce las distancias, algo que iguala. Al morir, Holofernes es un hombre, no un general, no un enemigo. Y es al ver al hombre -al desaparecer la capa del odio- cuando Judith retrocede, se hace consciente. En el Holofernes de Artemisia falta la piedad. Predomina la pulsión de terminar lo iniciado. No hay consciencia de proximidad al hombre que muere. No hay duda. Por eso es un cuadro menos humano. Se queda en un pronunciamiento ideológico: reclama solidaridad entre las mujeres para liberarse de la opresión masculina, la opresión machista ejercida sobre ellas. Proclama resolución y firmeza, por encima del amor. El amor sería una trampa. Holofernes no es un ser individual, una persona que muere. Es apenas un emblema, un monigote de espanto.

Friday, November 30, 2007

ENIGMAS COTIDIANOS


Suceden cosas que presentan la cualidad del enigma. Como si fueran pequeños acertijos, cuyo significado se nos escapa, como un koan japonés.

Junto al Hospital de los Venerables, en el barrio de Santa Cruz, en una mañana soleada de noviembre, libre de obligaciones, disfruto en buena compañía de una cerveza y un plato de jamón, en una mesita a la puerta de la Hostería del Laurel. La placita está preciosa. La vista se recrea en los colores y pienso en el regalo de estar aquí ahora, rodeado de turistas (italianos, ingleses...), viéndolo todo ahora con los mismos ojos de novedad que ellos. Uno de esos turistas está echando miguitas de pan a los pájaros. Vienen palomas y gorriones. Él -se nota- intenta que el manjar llegue a los más pequeños, lanzando las bolitas fuera del alcance de las palomas. Le digo a mi compañera: "¿Por qué hace esto? Las palomas son más grandes y necesitan más alimento para mantenerse". Desde la mesa de al lado, empiezo a lanzar miguitas a las palomas. Pero éstas parecen tener problemas. Llegan lo gorriones en rápido vuelo y delante de sus picos se llevan los trocitos más grandes. Las palomas son más torpes: picotean el alimento en el suelo y no pueden más que con las bolitas pequeñas. Llega de nuevo el camarero con la copita de rioja que hemos pedido y me dice: "Yo los tengo alimentados a todos estos. Pero a las palomas no hay que echarles comida. Son dañinas."

Dias después acudo a la farmacia. Voy con una receta para un anti-inflamatorio y un protector gástrico. Al pagar, el protector cuesta cinco veces más que el anti-inflamatorio. El problema no era de estómago ¿No es el anti-inflamatorio el que lo provoca? Del dinero que gasto, la mayor parte es para solucionar un problema que no tenía. Un problema provocado por el medicamento.

Esa noche le comento a Sergio el suceso. Él me ha dicho que una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental. Le respondo que son los laboratorios los que han convertido en enfermedad lo que antes eran frustraciones o altibajos de la vida, y una vez diagnosticada la enfermedad, han aportado el oportuno medicamento, con sus oportunas contraindicaciones y efectos secundarios, para los cuales están indicados otros medicamentos más caros. Entre tanto, los médicos siguen recibiendo regalos y ofertas de viajes, de parte de los laboratorios.

Tuesday, November 27, 2007

EL DIA SEÑALADO


En "El día señalado" (uno de los relatos contenidos en el último libro de Vila-Matas, "Exploradores del abismo"), a la protagonista se le anticipan las circunstancias de su muerte. El pronóstico de una gitana, a los diez años, y extraños sueños, ya en su juventud, le hacen comprender que una determinada conjunción de circunstancias será fatal. A partir de ese momento toda su vida consistirá en evitar esa conjunción, siempre alrededor de una fecha determinada. Cada año, al acercarse el día, contemplará aterrada la presencia, uno tras otro, de los improbables elementos cuya conjunción configura el fatal augurio. Sólo podrá librarse de la angustia cuando, realmente, se enfrente a la muerte y vea reunirse todas las piezas de su pesadilla.

En la vida hay momentos que siempre se recuerdan demasiado bien. Son situaciones que nunca podrás olvidar. Y recuerdas todas las circunstancias que precedieron a la catástrofe. Llovía con violencia. El cristal se empañaba y el limpia no podía despejar el agua. Ella llevaba meses padeciendo los efectos de una cruel dermatitis, que la tenía postrada y sin ánimo. Tú no dormías bien. La sensación de fatiga era angustiosa. El estrés había aparecido en tu vida el año anterior, en forma de difusos dolores que tus amigos no tomaban en serio. Temías morir (no sabías que de pánico nadie muere). La capa de tristeza y cansancio había caído sobre tu hogar y todo parecía melancólico y terminal. Entonces te llamaron para llevar a cabo ese trabajo que tanto esperabas. Era el momento adecuado para dar un paso importante en tu carrera. Pero casi de inmediato fue abierta esa zanja en tu vida. Hubo que dejarlo todo aparcado. Había otras ocupaciones. Había que ser fuerte.

Al cabo de veinte años, los elementos de aquella conjunción se empiezan a presentar de nuevo. Un día caen ciento diez litros en Sevilla y dentro de tu coche rememoras aquél otro día oscuro y frío. Llega de nuevo la dermatitis. Ya hace un par de semanas te había sorprendido recibir -con veinte años de retraso- la misma propuesta que entonces declinaste. Ahora que todo esto ocurre, que el tiempo se adensa, que ha vuelto el cansancio, se abre la posibilidad de un cambio profesional importante...Y estás aterrado, porque ya no confías en la vida. Quisieras aplazarlo todo. Congelar el tiempo. Pero tienes que seguir adelante: sólo te curarás cuando todo se consume y transcurra el día que tú sabes. Estás asomado al abismo, explorándolo... esperando avanzar un paso más y traspasar el miedo.

Friday, November 23, 2007

CROSSROAD


La encrucijada se presenta de repente mientras íbamos andando. Hay que decidir por dónde seguir el camino. El que llevábamos se cruza con otro. Otro que tal vez parece más estrecho. Hay que hacer una cosa o la otra. "El camino estrecho" (proponía el Maestro). "El camino del corazón" (señalaba el místico). En la encrucijada -según las leyendas del Blues americano- se tiene una cita con el diablo, para proponerle vender el alma. ¿A cambio de qué? De ser el guitarrista más rápido. El que más dinero va a ganar, el más famoso...Tocar más rápido de lo que uno toca. Ser distinto -mejor- que lo que uno es. A partir de ese contrato, nuestra alma ya no nos pertenece.

En la encrucijada hay que acertar. ¿Quiere uno hacer ese trato? ¿Cuál es el destino? "El destino es el camino que haces". ¿Qué camino quieres andar? ¿Te da miedo perderte? ¿Es más cómodo continuar el camino que llevas? ¿Necesitas salir a otros caminos? ¿Cómo decidir? Sólo de dentro llega la respuesta. Pero es difícil hacer el silencio para escuchar (hay que acallar las voces de los otros, de los amigos, los que nos quieren, los que esperan mucho de nosotros, las razones, los posibles fantasmas). Alguien que soy de verdad yo, dentro de mí, escondido, conoce la respuesta.
"Nunca me he sentido libre de decidir lo que de verdad quería hacer, cómo deseaba vivir mi vida. De alguna manera he estado siempre decidiendo lo que se esperaba de mí, viviendo para otros". Eso venía a decir el protagonista de una película que ví este fin de semana en la televisión. Afortunadamente no se casaba al final con su novia. Su hermano descubría en esa muchacha tímida y envarada la alocada vividora que latía escondida. Y el novio -sólo en las películas sucede- encontraba en la hermana de la chica el verdadero amor. Debe ser muy triste al cabo del tiempo escuchar a tu hijo decir algo como lo que decía ese joven.

Monday, November 19, 2007

EL HOMBRE SIN EDAD


Una noche de estreno. Por primera vez tengo la oportunidad de escuchar en un escenario al coloso del saxofón. Sonny Rollins. No sé los años que puede tener. Sé que "Tune Up" fue el primer tema suyo que -hace ya años- escuché en un álbum recopilatorio de Blue Note y desde entonces ha sido uno de mis favoritos, con otros como "Airegin" (que era también uno de los preferidos de Tete Montoliú, que lo toco magistralmente en el legendario concierto del Palau).
El cartel que anuncia el evento es precioso. De un color rojo fuerte. Sonny es ya anciano, con todo su pelo blanco. Él que siempre fue rompiendo moldes. Con aquél corte mohicano en los años cuarenta o con su mosca y el cráneo rapado. Ahora su mirada vaga por el infinito, con un cierto cansancio. Pero todo es elegancia y clase.
Al hacer su entrada, veo a un hombre pequeño (yo lo esperaba más alto), encorvado sobre su saxofón. Hecho un cuatro. Temo lo peor: que sólo se nos venda nostalgia.
Pero desde el principio se ve que su técnica sigue impecable y su fuerza impresiona. El sonido agudo (saca sonidos de saxo alto a su tenor), pleno. La mente ágil, descomponiendo las melodías y recomponiéndolas una y otra vez. Él es Historia de la música y está ahí. Impetuoso, lírico...todo se ha dicho de él. "Esta noche vamos a tocar para ustedes..." -dice- y es verdad: cada noche se alza el telón del espectáculo. Y el jazz lo es. Esta noche es una más en una carrera que no termina, que nunca culmina. El artista de jazz se reinventa constantemente. Desde la pasión por el sonido de su instrumento. Desde la vitalidad de la improvisación y el renacer cada noche. Siempre buscando ese sonido perfecto.
La formación que presenta en esta gira está integrada por Bob Cranshaw al bajo, Clifton Anderson al trombón, Bobby Broom guitarra, Jerome Jennings batería y Kimati Dinizulu percusión.
Es una formación a la medida del lider, con un sonido que envuelve y da densidad al saxofón. Dos horas y pico que vuelan. Nos embauca a todos. Mis compañeros de fila llevan el ritmo con el pie, golpean con la espalda los sillones, menean la cabeza o estiran el cuello. Es apasionante sentirse unidos en este éxtasis de sonidos. Setenta y ocho años -leo en el programa de mano- y nos está haciendo mover a todos. Al terminar, tras haber cantado un blues y haber hecho mil diabluras con el saxo, se parodia a sí mismo e imita que corre. No puede. No sé como está dos horas de pie. Es una lección de profesionalidad, de constancia, de preparación (muchas horas diarias).
Tras esas gafas oscuras que hoy lleva está el hombre que hace dos años perdió a la compañera de su vida (Lucille), tras haber perdido a tantos y tantos compañeros de trabajo y amigos. Cumplir muchos años es irse quedando solo. Y ese hombre ha tirado para delante. Vuelve como gran maestro a viajar por el mundo, en una gira que nos muestra al último gigante del jazz vivo. Sonny Rollins. Un hombre sin edad, más allá del tiempo, que ha vencido al tiempo y se ríe de todo jugando con su saxofón, con la humildad y sencillez de cualquier principiante. Con el puntillo de demostrar que su edad no significa más que una cifra. En busca de ese sonido con el que sigue soñando y que suelta y atrapa de nuevo. Le dejamos ir (silenciamos las palmas para evitarle una segunda salida). Todos somos conscientes de que ha sido un gran esfuerzo y un gran concierto. Es suficiente. Sale con el puño en alto, feliz de haber tocado bien. Genial Sonny Rollins: en esa constante ilusión de cada noche está el secreto. Bien por usted, maestro.
Abandonamos satisfechos el teatro y nos perdemos entre las calles de Sevilla buscando un lugar donde comentarlo.

Friday, November 16, 2007

TIEMPO LENTO: DEBILIDAD

Hay momentos en que todo parece que se frena y se remansa. Está uno sin ganas. Se ha quedado vacío. Produce poco. Hace pocas cosas. No pone apenas empeño en nada. Deja que pase el rato sin más. Relajadamente, sin agobio ni angustia. Simplemente dejándose estar, dejándose vivir.

En ese tiempo de reflujo, alguien me recuerda la parábola del sembrador. Él siembra y luego se va a dormir. Y al día siguiente se levanta. Y pasan muchas semanas...Y él está tranquilo, aunque no hace nada. Sabe que la tierra tiene su propia fuerza para hacer crecer la semilla. No se le pasa por la cabeza que dependa de él lo que en la tierra va sucediendo. El poder está ahí y está a nuestro favor, pero no es nuestro. Es de la vida, lenta y poderosa, que va cumpliendo su tarea. Y nos hace llegar a todos -tarde o temprano, por más o menos meandros- al conocimiento, al amor, a la plenitud, a la paz, a la belleza.

Cuando uno consigue algo, cuando llega el fruto, es el momento de la humildad: no es tuyo el fruto que recoges, es obra de la buena semilla y de la tierra. No puedes apropiarte de ese poder. No es tuyo. Tú has sido el instrumento útil, a través del cual la vida ha producido esa riqueza.

Siempre, siempre, la cosecha es un don gratuito, un don amoroso de la vida. Un regalo, sin proporción a nuestras fuerzas. Lo que cuajó y se cumplió (un libro, un alumno, un amigo), no lo conseguíste tú. Lo que no prosperó (un libro, un alumno, un amigo), tampoco fue tu culpa. Has puesto tu parte y luego te has retirado a descansar. Y está bien.

Las cosas son como deben ser. Estamos los que teníamos que estar. Por más que breguemos, lo principal no lo ponemos nosotros. Las cosas llegan a su momento. No cuando tú crees que era tiempo. El maestro llega cuando el alumno está preparado. Cuando ha deseado sin tregua que llegase...Aunque el maestro es un indicador: lo principal nadie puede enseñarlo, porque sólo puede aprenderlo uno cuando llega su tiempo. El que necesite. El suyo. Todo lo que antecede -las pruebas, los fracasos- no es baldío, por tanto, sino preparación, vaciamiento. Todo tiene un sentido. Uno está donde está, pero a la vez, está en el camino. Permanecer en él es suficiente. El camino te lleva, cuando lo has elegido.

Cuando vuelva la marea, la actividad, el reto, la acción...será otro tiempo. Un tiempo diferente. Intenso y fuerte. Pero este tiempo vacío también trae un regalo: la paz, el desprendimiento. Alguien me dijo que buscaba su debilidad, porque se sentía en exceso poderosa. Y ese sentimiento es, a la vez, una forma de devolver su poder a la vida, que es la que sabiamente nos lleva. Y es la que -a través de cada uno de nosotros- generosamente brinda los dones y realiza los milagros.

Tuesday, November 13, 2007

LA TOXINA DEL MIEDO


Sonoma. California. Una pequeña ciudad, típicamente americana. Con construcciones antiguas (allí lo antiguo es de mil ochocientos setenta), que se conservan primorosamente, con sus estancias y patios adaptados como modernas terrazas, donde tomarse tranquilamente una cerveza. Como siempre, para conocer un lugar, conviene saber qué consumen. En el supermarket, la sorpresa me la depara la sección de alimentación. Maravillosa, fotogénica, la sección de frutas y verduras. Una gran extensión, en su mayor parte de productos calificados de "orgánicos". Aquí, en España, la agricultura ecológica sigue en un ridículo porcentaje del uno por ciento de ventas.
A la vuelta me han llevado a visitar un olivar en Córdoba. Allí grandes olivos, colmados de fruto. Y grandes distancias entre ellos. Donde tienen menos espacio, producen menos. La tierra no es tonta. Esto, me dicen, es para quitarlo todo y poner riego por goteo. Hoy el futuro, me dicen, es el olivar superintensivo. Crecimiento vertiginoso. Enorme producción. Vida corta, diez años. Los olivos viven apretados unos junto a otros, son olivos enanos.
Y recuerdo ese maravilloso Jardín japonés en el Golden Gate Park. Qué bonito, dije. Pero ella me recordó el sufrimiento de estos pequeños árboles enanos. Podados a diario. Aplastados con pesos para que no crezcan. Árboles martirizados. Sufrimiento que me era totalmente ajeno. Bastaba la belleza. El resultado. Un bosque disponible para el disfrute del ojo humano, en la reducida extensión de un patio. Pero para ello se había tenido que retener el crecimiento de las plantas (qué distinto ese jardín al cercano bosque de secuoyas centenarias, erguidas decenas de metros por encima de la altura del hombre: qué orgullo el del hombre sometiendo a esos gigantes a ridículas miniaturas).
Y ese sufrimiento, más cercano, de los animales, de los pollos sin espacio para vivir, despojados de movimientos, alimentados por una máquina, sin ver el sol, sin vida familiar (suena decirlo hasta ridículo, pero ¿por qué?). Y esos traslados en camiones, los cerdos, hacinados, haciéndose encima sus necesidades. Ese miedo de los animales que comemos. Comemos miedo, con su carne. Ellos, grandes sacrificados, en sus pequeñas vidas, en su derecho (algunos creen que es ridículo hablar de derechos de los animales, pero ¿por qué?), derecho a una dignidad propia de todo lo que tiene vida. Perdonadme árboles, hasta ahora no os incluía en el dolor. Gracias Ana por abrirme los ojos.
La toxima del miedo que se nos mete en el cuerpo al comer esa vida sufriente. Esa toxina que nos enferma con el estrés inoculado por nosotros en la naturaleza.
Aumenta la rentabilidad: menos espacio, más unidades, mayor producción. Vida más corta, vida estresada, vida en el miedo. Esa rentabilidad ¿es humana? Esa toxina que comemos ¿no nos cuesta un precio añadido?
No a eso. Es negarse a ese tipo de consumo. Y en esto, los americanos, esos "tontos sin historia", están por delante. En sus supermercados se paga el coste marginal necesario para que ese animal, esa planta, puedan disfrutar de sus días. Puedan, con todas las comillas que queramos ponerle a la frase, "ser felices". Y puedan darnos esa felicidad. Que al comerlos incorporemos parte de ese legado de vidas plenas, para nuestra propia plenitud que estará, sin duda, en compartir nuestros derechos con todas las criaturas, grandes y pequeñas, que nos acompañan, y que se nos dan. Y -como pedía Jalil Gibrán, el poeta libanés- que al comernos esos frutos de la vida no nos olvidemos de darles las gracias por eso que nos dan, esa energía de vida. Energía sin toxinas. Cultivos naturales, que den su espacio a los animales y a las plantas. Ganadería y agricultura orgánicas, ecológicas. Todos podemos, en lo que esté de nuestra parte, pedir otras condiciones de vida, de muerte, de crianza, de transporte, para los animales y todos los seres vivos.

Monday, November 05, 2007

EL REGRESO

Como dijo Olvido, "el regreso es el verdadero viaje". Nos vamos quizás para volver. Y volver con un amuleto, una prueba del otro lado. ¿Qué amuleto encontré? "Las puertas del pasado" (ese lugar junto a un templo circular, frente a una superficie de agua) que es una de las claves del vértigo. Éste es miedo y a la vez fijación en algo, deseo y temor a lo que se desea. Hay algo de lo cual no podemos apartar la vista, algo que nos atrae profundamente pero que nos causa pavor. En esa tensión, la mirada queda cautiva y uno se siente paralizado, sin libertad ni poder para seguir adelante.
Las puertas del pasado están abiertas. Y el pasado se vuelve a presentar como un lugar al que volver. Una puerta que quiere ser abierta una y otra vez. Algo que nos engulle, negándonos la posibilidad de comenzar de nuevo.
"El cementerio de Misión Dolores". Es la otra clave. Un lugar de tumbas, un lugar de paz y de belleza. La tierra de los muertos es un lugar lleno de flores, que crecen de esa tierra, un lugar donde quedarse, como si una tumba abierta nos atrajera, nos llamase a desansar allí...La tumba de uno, la muerte de uno. Esa adivinanza que es el bosque de las secuoyas sempervivas. Árboles milenarios que convierten la vida humana en una dimensión minúscula entre dos eternidades de vacío, como la temblorosa línea dibujada en el tronco de un arbol, en medio de un bosque que nos engulle.
La tumba, agujero negro, sexo femenino, que atrae y a la vez aterroriza. Torre a cuya cima no podemos llegar. Pasillo con fragmentos de espejos rotos, que de seguirse andando, conducirá de cierto a un punto sin retorno. Parálisis del miedo.
La imposibilidad de regresar es el gran miedo. Perder el vuelo de vuelta. Quedarse para siempre deambulando por los pasillos de un enorme aeropuerto. Pero el regreso (el presente) es el verdadero viaje. Ir a nuestro pasado y volver. Liberarnos. Cerrar esas puertas. Cruzar ese puente hacia el otro lado. Ese puente hecho de treinta mil cables de acero. Rígido, pero capaz de sostener la pasarela. Ese cable, del que hemos ido tendiendo los tirantes de un puente al otro lado. A la luz de Sausalito. A las casas lacustres, a la libertad de nuestro mayores, los hippyes, que creyeron en tantas cosas olvidadas, y que hoy recalan allí todavía, con sus barbas amarillas, con su vestimenta informal, con sus flores, con la su sencilla belleza, como un recordatorio de los anhelos de tantos que vivieron su juventud como una proclamación de derechos del ser humano. Los últimos románticos. Su testimonio. Lo que fuimos aquél verano de 1.967. El legado de esos jóvenes universales. El futuro está en el pasado quizás.
Hemos ido a Castro, donde el sexo se siente liberado de tabúes, pero siento que por el camino se ha perdido algo importante. El sexo era emblema de libertad, pero al final la libertad se ha devaluado, se ha quedado en pura imagen. Ahora la homosexualidad es un estatus vinculado a un cierto nivel de vida, a una capacidad de gasto, a una estética. Algo excesivamente inmediato e impulsivo, primario y vacío. No era eso. No se trataba de liberar los sentidos sino también la mente, no se trataba de crear un nuevo ghetto, otra bolsa de consumidores. Era algo más. La conquista ha sido también una rendición.
Vuelvo del pasado al presente. Y en el viaje de vuelta, "Hairspray", un musical sobre los sesenta, que recrea aquellos años en que era posible la juventud, esas rupturas que hoy nos parecen inofensivas y pueriles. Y sin embargo, esos jóvenes con su pacifismo, su integración racial, su hedonismo, su rock and roll, hicieron historia. El regreso es el verdadero viaje.

Thursday, October 25, 2007

KIM NOVAK, REVIVIDA



¿Qué me lleva allí? A esa bahía donde él la salvó de la muerte. A esa mujer que acostó por la noche en su cama. La que se paseó semi desnuda por el apartamento, a la luz artificial de la noche. La mujer misteriosa, a la que perseguía incesantemente por las calles, como en un trance sonámbulo, para nunca encontrarla del todo, nunca suya, siempre lejana, siempre misterio sin respuesta. Aquella que volvería de entre los muertos, ya entregada a él. Ya vencida, venida desde dentro de sí mismo, como una creación de su mente.


Marcho allí. Cruzo el Océano en busca de esos lugares donde el deseo pueda encontrarla al fin. Voy para salvar de las aguas mi pasión. Para rescatar del fondo las ganas de vivir. Recuperar, de entre la multitud de los muertos, la vida milagrosa del que ama. El vértigo del abismo, al que me asomo, en ese escote de mis miedos, como un bucle de pelo, mirando a los ojos de una nueva Kim Novak que, revivida para mí, me acompaña en este viaje, distante y fría, inalcanzable, pero que me mira como un naúfrago o como una suicida que se ahoga, para que la rescate a la vida, y así ella me rescate de la muerte. No sé a qué voy allí, ni a qué va ella. Nadie sabe qué le regalan los viajes. Allí está la ciudad de mi nombre. Allí me espera algo, algo que quizás acabe por entregárseme, algo que pueda traerme cuando vuelva, ya mío, para seguir -con vida- en la vida. Adiós, deseadme suerte.


Sunday, October 21, 2007

ABRAZARSE

Iba a por el coche, después de la comida, para volver a casa. He pasado por delante del Hotel. Había mucha gente con sus maletas, llegándose a los autobuses ya, para regresar del fin de semana. Hoy hay turistas en la playa todavía, con este calor tardío, disfrutando del sol en pleno otoño. Al pasar entre toda esa gente he reconocido las caras y los movimientos peculiares de las personas con retraso. Había allí sindromes de Down, bulliciosos, riéndose con sus compañeros. De pronto uno mayor, grandote y pesado, ha salido corriendo al encuentro de un señor que le ha llamado por su nombre. "Papá, papá...". Y se han abrazado los dos grandullones, con un abrazo apretado y fuerte, acompasado en un baile de cuerpos y palmadas, el padre riendo con los ojos, feliz, abarcando al hijo con sus brazos mientras éste, cobijado en su pecho, se agarraba más a él. Yo me he quedado allí parado, en medio de la calle, mirándoles abrazarse en ese abrazo que continuaba y no soltaban, y emocionado con la emoción de ellos, con la pura felicidad de ese encuentro (después -quizás- de unos días sin verse, de uno días difíciles de no estar juntos). Ha sido un momento bonito y tierno. Yo sonreía y respiraba hondo.
Pero había también, en mí, una sombra de tristeza. Porque conozco ese profundo deseo del padre de proteger al hijo más débil, ese deseo de no separarse nunca, de no faltarle, de no dejarle solo. Y en el abrazo, al aferrarnos al ser querido, hay un trasfondo de impotencia y frustración (pues aunque lo desearíamos, sabemos que nadie puede proteger a otro de su destino).
Por la mañana había leído que la mujer de Mario Conde murió cogida de su mano, y que él ha dicho que hasta ahora no ha sabido lo que era de verdad el dolor (a pesar de lo mucho ya sufrido).
Agarrarse de las manos y abrazarse...

Friday, October 19, 2007

NO HAY OTRA VIDA

Esta noche volvió a meterse en mi cama. Era ella con su risa abierta y su alegría de entonces. Yo me decía (en el propio sueño): "has vuelto ¿no es la mayor felicidad?".
Alguien me dijo: "no vuelve nadie a la vida". No lo entendía. Sí. Hay -puede haber- algo después de la vida. Pero ésta es la única vez que estamos aquí. No vamos a volver. Este gusto de la brisa, este placer de dar la vuelta en la cama y seguir la siesta, estos cielos. Ya algunas cosas se han perdido. Personas que ya se fueron. Lugares que fueron cambiando sin nosotros. No volveremos. "Si tienes bicicletas, móntalas". Esto es un breve suspiro. Y no tiene que ver la fe. Puedes creer en otra vida, pero ésta es tu única vida en la Tierra. En la querida Tierra, en la contradictoria compañía humana.
Pero en el sueño, o en la eternidad de un momento, a veces puede uno escapar del tiempo y su lógica.

Monday, October 15, 2007

PAPELES

El fin de semana volví a Sevilla. Paseando en una mañana preciosa, con la temperatura justa, templada del otoño, tomando en buena compañía unas copitas de manzanilla y un buen tapeo por el centro, llegamos a un bar que no había visitado antes. Me suelo quedar mirando el ajetreo detrás de una barra. Cuando aquello funciona es como una máquinaria bien engrasada, desplegando una actividad eficiente, comandas bien servidas, coordinación en los movimientos de unos y otros, trabajo agradable, buen ambiente, buenas caras, rapidez. El cliente disfruta viendo esto. Pero en ese bar nuevo, donde todo funcionaba, me llamó la atención algo. Uno de los camareros claramente sobreactuaba. Desplegaba su relación personal de tú a tú con su clientela, un trato hecho de desparpajo y risas. El gracioso. Pero una gracia que -bien lo sentía yo- no era su natural. Percibí un agotamiento al fondo de ese actuar gesticulante y exagerado. El agotamiento que es desempeñar cada día el papel que uno se inventó un día para ganar la atención de los demás. Era el único esclavo de su papel. Los demás se movían naturalmente, sin desidia pero sin empeño. Él, el popular, el reído, el desenvuelto...gastaba su vida en ese empeño de no ser uno más.
Al salir pensaba cuál es el papel que me está quedando estrecho. Y leía en "Exploradores del abismo" a Vila-Matas, que un día -tras un colapso físico- él se sintió ajeno al escritor conocido que era. "Desde entonces, soy alguien que necesita de las leves discordancias con el antiguo inquilino de su cuerpo, discrepar con él ligera y sutilmente y, siempre que pueda, a modo de redundancia jocosa, hacerle perder peso en sus razonamientos". Demasiado peso. Ese era el papel que le quedaba estrecho para su futuro. "El parecía haber llegado a un callejón sin salida, a un abismo final y a los límites de la literatura, y yo en cambio, sin tanto dramatismo, me siento ya simplemente fuera de aquí y he optado por dar un paso más y asomar mi mirada a otros espacios, convertirme en un explorador de ese famoso abismo, que parecía cerrarle todas las salidas". Ese abismo: la necesidad diaria de seguir adelante, y seguir aunque sea a fuerza de nuestra negativa a avanzar, como dijo Pasavento.
Es lo que pasa a alguien en un blog. Pasa un año sin escribir, y al volver encuentra esperándole a los mismos lectores. El sueño de ser otro, de renacer convertido en alguien totalmente diferente, es vano: Vila-Matas es ya un producto de sus lectores.

Thursday, October 11, 2007

SENTIR

"Paladear". De repente está hablándote alguien interesante. Alguien que te cuenta cómo hace quince años repitió el viaje de Colón, con tres carabelas, al mando de treinta y nueve hombres; que te explica el arte de la cartografía en Italia, los alisios y contraalísios, por qué Americo Vespucio aunque era italiano llevaba veinticinco años viviendo en España, dirigiendo los embarques en el puerto de Indias, cómo pudo encontrar Colón su ruta, cómo la tecnología de los viajes marinos era distinta en el Mediterráneo y el Atántico (Enrique el Navegante), cómo la autonomía de un periplo marino era de treinta y cinco días, como máximo, porqué las muertes, el hacinamiento en las bodegas de aquellas embarcaciones, con doscientos jinetes y sus caballos, cómo se contaban cada día dos o tres cadáveres arrojados al mar. Alguién -frente a tí, que no conoces- vestido con el uniforme de gala de la Armada (blanco impoluto, lleno de condecoraciones, una cruz al cuello), un navegante alto, de barba entrecana, seco de carnes, que te transmite con su gesto, con los ojos, el placer de la aventura, la ciencia de la navegación, la historia de los descubrimientos..."Paladear". Estar ahí. Presente y sin prisa, disfrutando ese encuentro casual, ese momento regalado por el azar, en un acto institucional en el que uno no esperaba sino encuentros formales. Sentir que la velocidad puede desaparecer, que podemos dejar de mirar el reloj, dejar de mirar a los lados buscando el siguiente interlocutor, dejar de preguntarnos qué hago yo aqúí, qué sentido tiene esto. Convertir el tiempo en algo propio, en algo que puedo vivir como quiero, cuando quiero. En algo mío, quieto, detenido.

Tuesday, October 09, 2007

COMPLEJIDAD

INSECTO

Un insecto es más complejo que un poema
No tiene autor
Lo mueve una oscura energía
Un insecto es más complejo que una hidroeléctrica

También más complejo
que una hidroeléctrica es un poema (menos complejo que un insecto)

y puede a veces
(el poema)
con su energía

iluminar la avenida
o quien sabe
una vida


Ferreira Gullar

Quiero dedicar este poema, y la foto que le acompaña, a BDG. Con cariño.


Foto: Altamar (http://gbvalle.blogspot.com/)

Wednesday, October 03, 2007

PADRES E HIJOS ( I )

LOS NIÑOS, LAS TARDES


El parque guarda el sur algunas tardes,

lo hace al recoger la luz que vierte

desde las hojas limpias

exactamente al verde de tus ojos.

Te miro junto a mí sin que lo sepas

y no importa el silencio ni el cansancio,

ni la dicha vulgar que justifica

sólo el curso del tiempo.

Yo tan sólo quisiera,

desde tus siete años,

que te hicieras tan fuerte

como aquel olmo, igual de vertical,

como aquel olmo aceptando ese lastre

sencillo y necesario de las ramas,

tan esbelto y viril,

dispuesto a soportar calmadamente

y con ese rebosar de templanza

noches del norte adverso,

que guardaras su luz en la dorada

rama del corazón como sus ramas

guardan el dulce verde de tus ojos,

que también me quisieras

tal como soy ahora,

con la sinceridad de estos altivos

árboles que me conmueven,

no cuando el tiempo falte entre nosotros

y el recuerdo nos mienta.

El parque guarda el sur y tus palabras

guardan mi corazón, así lo envuelven,

como sus hojas brillan

envolviendo este tronco

en ropajes de sueños.

Sólo por verte aquí, junto a este árbol,

jugando alrededor de mis confusos

ademanes de asombro,

aceptando que nadie se conmueva

por contar estas cosas,

aceptando que incluso se desate

en algunos la envidia,

que provoca la maliciosa burla;

sólo por verte así, junto a este árbol,

porvenir del otoño,

mirador de la calma,

elevado confín, alto murmullo,

me pasara en el norte

el tiempo más intenso de mi vida.

Ese tiempo eres tú.

Y también eres tú todo este parque.

Y eres también el norte y me conmueve.




Jesús García Calderón

(De "Un lugar en el norte", Del Oeste Ediciones, Badajoz, 1999. Recogido en "La soledad partida (Antología 1991-2006)" Editora Regional de Extremadura, 2006)



Sunday, September 30, 2007

ABOLIR EL PASADO


Ella decía: "Me gustaría dejarlo todo, ir a otro lugar y empezar de nuevo, desde cero otra vez, sin pasado". Y él -que leía "El círculo de tiza" y "El tercer ojo"- contestaba: "Allí donde vayas llevas todo contigo, nada cambiará el lugar en que estés".
Ahora Badly reseña un sueño de Dorian Gray: despertar -salir de la oscuridad- y que todo haya cambiado, que haya desaparecido el pasado.
El caso es que el sueño del soñador resultó ser profético. A Oscar Wilde le sucedió: al salir de la prisión (tras dos años), su pasado no acudió a su encuentro, le abandonaron sus amigos, su ánimo, el público. Él mismo había cambiado y tampoco encontraba esa voz literaria que había sido suya. Todo era nuevo. Se sentía otro y veía su pasado desde ese nuevo lugar. Con su luz de ahora, veía su pasado como un error fatal.
Hay muchos que prefieren ese último Wilde (perdedor, marchito, auténtico) al primero (triunfador, exquisito, frívolo). Como había soñado, un día se despertó sin pasado (el presente lo cubría de sombras). Pero ese sueño se convirtió en pesadilla: de ese punto cero no supo elaborar un punto de partida, sino un punto final. Wilde escribiría a partir de ese momento sólo para rumiar el pasado.

Thursday, September 27, 2007

LA NOVELA DE UNA VIDA

Estoy ahora mismo en el trabajo. Ella acaba de salir. Cuando llegué por la mañana, al sentarme en mi sitio, sentí esa sensación de reiterado fracaso, tras veinte años haciendo lo mismo (la gente del pueblo se ha acostumbrado a mí, nos saludamos por la calle, me aprecian y me respetan, pero soy un personaje ajeno a sus vidas). He recordado entonces lo que alguien comentó el otro día: "cada persona es una novela". Ella es peruana, tramita la venta de un terreno cercano a Lima, una parcela de siete mil metros, frente a un bosque (son los datos que veo en sus papeles). Es una muchacha joven, bella, de piel oscura y pelo negro. ¿Cuál será la novela de esta mujer? me he preguntado al mirarla a unos ojos oscuros que sonríen. ¿Cómo fue su infancia, tan lejos? ¿Cómo es ese bosque? ¿Qué significa ser peruano en España? ¿Qué peripecia ha supuesto obtener estos papeles que me enseña y mecánicamente compruebo? Nada le he preguntado y se ha ido. Nuestra relación no ha pasado del ritual cortés que impone la burocracia. La dejo marchar sintiendo que me he perdido esa historia. Pero, al menos, por un momento -en el cruce de nuestras vidas- me ha visitado la magia de las preguntas sin respuesta y las ilusiones románticas. Y al despedirnos mi saludo ha sido en verdad un deseo insatisfecho. "Cada persona es una novela". Y esa riqueza pasa por delante cada día ¿Cómo abrir ese libro para leer la historia?

Tuesday, September 25, 2007

GORDILLO: EL ARTE DE SER LIBRE

El fin de semana, en Madrid. “Noche en blanco”. Noche de museos abiertos, de bares abiertos, de fiesta en la calle. Al día siguiente, por la mañana y gratis, visitamos la ampliación del Reina Sofía.

Exposición antológica del pintor sevillano Luis Gordillo. A la entrada, una foto del artista flotando sobre un rulo dentro de una piscina, vestido. Nació en 1934. Calculo: 73 años. Increíble. Dos menos que mi madre y sigue jugando, sigue riéndose de su imagen -después de haber recibido el premio Velázquez a toda su trayectoria, de manos del Rey-, continúa ajeno a las pompas y empaques de la edad.

Artista pop en los sesenta. Los rostros elegantes que pinta durante esos años reflejan una satisfacción juvenil un tanto estúpida. Pero la imagen no es perfecta, hay borrones, espacios en blanco: algo hueco. Algo que falta. Falta una identidad o una entidad. Son efigies. Todo suena a americano. La pintura, la frivolidad, la satisfacción.

De su producción reciente, "Dios Hembra", una serie basada en la duplicación. Como en un test de Roschard el espectador es invitado por estas imágenes a participar en el juego y dejarse llevar por lo que ve. Lo que veo en esa duplicación son destellos de la carrocería de un Mustang americano, atravesando una soleada Avenida en Florida. Pero luego miro otra vez y se me aparece, como hecha de aluminio, la luminosa estructura de los ovarios. Ese interior misterioso del cuerpo femenino (hueco, de éter, esponjoso), es aquí metálico o cristalino. En él todo parece aséptico y la cibernética es la nueva matriz en que los óvulos se desarrollan. Nacerán máquinas del huevo fertilizado.

La imagen del automovil, como estandarte de modernidad. Se me ha vuelto a venir al admirar la aparatosa decoración del nuevo restaurante del Museo. Es un lujo de formas postizas encastradas en el armazón de la sala. Algo artificioso e inútil, y por lo mismo ejemplarmente moderno. Tiene la voluptuosidad del rojo acharolado de un traje ceñido de mujer y el contoneo suave de las curvas de una carrocería Porsche. Cúpula, cópula se superponen. El placer y el lujo ocupa el centro en el centro oficial del arte moderno. El consumo es arte y el arte es un artículo más de consumo.


La pintura de Gordillo en esos años es una pintura identificable con sus referentes americanos. Es una pintura de generación. Pero no se escucha en ella una voz propia. Para asquirirla Gordillo deberá atravesar -como todos- su desierto (su noche oscura). Sufre una gran crisis creativa que dura varios años. Piensa incluso en abandonar la pintura. Sólo dibuja líneas, de forma automática. Se limita a rayar papel. Abandona el color. Es un tiempo de ahondamiento interior. De purificación. Entra Gordillo en su mundo interior y se pone a escuchar. En una de las salas de la muestra la total amplitud de la pared la ocupa un dibujo muy ampliado, en el que se diría que Gordillo ha recuperado los trazos infantiles. Ha olvidado todo lo que aprendido (como hiciera Picasso). Desaprender es el camino de la vida. Es lo más difícil y lo único que importa: quitar lo que no es nuestro. Las adherencias. Para volver al niño que juega. Al placer de la libertad.


Los años setenta. Después de la aniquilación llega la cosecha en explosión de creatividad y de color: Un despliegue de versatilidad, derroche de colores, libertad absoluta, dominio lúdico, irónico de las formas. Gordillo inventa constantemente, utilizando la fotografía sobre la que raya creando efectos, multiplicando los motivos y las secuencias, los efectos y los defectos, el juego de lo múltiple, de lo duplicado, de lo descompuesto y desordenado, de lo alterado…Ya seguro de su camino creativo. Aunque él proclama la crisis permanente, como componente esencial de su identidad y motor de su pintura.

Y ahora viene el juego con la realidad: el niño flota en su piscina vestido. Y se pinta, por ejemplo, ese señor todo cabeza, el andarín cabezón, que es como un retrato irónico y lúcido del hombre de hoy, todo sensatez y prisa: un enano emocional, risible y estresado. Ese personaje de la foto reproducida miles de veces, decorando los pasillos y una de las salas, con su traje y en calzoncillos, llevando su maletín.

O esas figuras (Judas Iscariote), personajes de la Historia, que en realidad son artilugios de un juego matemático o geométrico. Risibles gusanos duplicados, llenos de patas.

Anécdota para la Historia del Arte: en una de las últimas salas, ante uno de esos cuadros de gran formato del Gordillo de hoy, me encuentro con dos jóvenes extranjeros comentando detalles. Se fijan en la secuencia de los colores en el cuadro y la comparan con la secuencia de los motivos del suelo, que imita losetas cerámicas. Uno de ellos agachado mide con los dedos la distancia entre las manchas azules del motivo ornamental y el otro dibuja su disposición en una agenda que lleva: ambos de espaldas ya al cuadro ¿Surrealismo puro o ciencia? Quizás se reiría Gordillo, quizás han entendido un enigma, un arcano encerrado en esa sala (y Gordillo no juega a flotar sobre su rulo, sino a las matemáticas).

Termino. A través del pasillo que lleva a la salida, en una pantalla Luis Gordillo se explica ante el espectador. Sentados, algunas personas le escuchan. Yo sólo atravieso. Quiero salir ya. Tengo prisa. Pero lo que escucho basta: “…Y te preguntas si puedes permitirte esto. Y dices. Sí. Puedo. Porque es en manos del artista donde la sociedad ha dejado la libertad”.

En nuestra sociedad ¿sigue siendo el artista el único al que por serlo se le reconoce el derecho de ser libre? ¿O puedo ser el artista de mi propia vida? Las obras de Gordillo me invitan a contemplar el artista que hay en mí, a jugar con él como espectador de su obra.

Thursday, September 20, 2007

UN ESCRITOR ES ALGUIEN QUE LEE

Leo una entrevista a Andrés Trapiello, realizada por Antonio Pau.
Antonio, admirable ensayista, traza un perfil personal y literario del autor de “El arca de las palabras”. Llegó a Madrid -cuenta- con dos billetes, uno de tren y otro de quinientas pesetas, para dedicarse a escribir. Pero no tiene prisa y reconoce que la mayor parte de lo que ha escrito lo hubiera escrito aunque no le hubiesen pagado.
Da la impresión, al leerlo, de que la actitud de Trapiello es la de quedarse, muy conscientemente, un paso atrás…Prefiere la expresión sencilla a la expresión enfática, la voz coloquial a la impostada, los tonos suaves a los intensos…Y prefiere la melancolía del olvido a la contumacia de la memoria”.




En sus contestaciones, Trapiello hace una llamada al entusiasmo del lector. “Acaso no podemos dejar de escribir con cierto escepticismo, teniendo en cuenta lo que sucede a nuestro alrededor, lleno de penurias y de historias tristísimos, pero sería una desdicha no poder leer con entusiasmo".
Es la poesía para Trapiello el alma de toda literatura. La poesía que descubre en los pequeños sucesos de cada día, aquello que nos salva y nos trasciende.
"Entusiasmo -dice Trapiello- para leer, y no sólo en los libros, sino en nuestros semejantes, en los hechos excepcionales y comunes, es el que mantiene abierto el libro inagotable de la vida…Todo consiste en prestar atención a lo que tenemos alrededor. Y preguntar. La gente acaba contando su historia, por desgarradora y triste que sea, si se le pregunta por ella con delicadeza y respeto…un escritor empieza a serlo no cuando dice él su palabra, sino cuando escucha la de los demás”.

Trapiello, sentado en su biblioteca, con el gato en el regazo, es una presencia serena. Procura una vida austera y aislada. Una tranquila regularidad que huye de la celebridad y los halagos. Lo suyo es ser "alguien corriente", vivir una vida cotidiana distinguiendo en su entraña la luz y la sal.

El comentario del lector tiene para mí la emoción de una pisada de Viernes en la playa. Uno está solo escribiendo y escribe para dejar de estarlo. A veces, cuando transito por otras páginas, quiero hablar, dejar escrita mi huella para encontrar la respuesta de otro Robinson. Deseo escribir, pero puede que Trapiello tenga razón y lo primero para el que quiere escribir sea escuchar a los demás.

Monday, September 17, 2007

VUELO EN LA NOCHE

Para El Aviador Capotado

Decía Saint-Exupéry que lo que importa es lo que un hombre llega a ser, no lo que es, (que eso no se sabe). El asunto de la vocación, de no traicionar la propia vocación, era, para él, lo esencial de la vida humana. Por eso para el autor del Principito, el hombre “tarda en nacer” (lo que me recuerda al "Para nacer he nacido" de Neruda). Un hombre que sigue su vocación sin traicionarla, a menudo no halla la dicha, pero sí la densidad de la propia vida.
En otro lugar, se compadecerá del burócrata, ese hombre amodorrado que, para alcanzar la paz, ha cerrado con cemento todas las posibles vías a la luz y ha quedado atrapado en sí mismo, haciendo imposible ya para siempre que emerja el ingeniero, el médico, el inventor, el actor, el periodista…que alentaba dentro de él. Desde niño, Antoine quisó ser aviador. Su bautismo del aire tuvo lugar a los doce años, pero el ya soñaba con volar desde los cuatro.


Saint-Exupéry, presionado por una mujer a la que amaba, renunció a entrar en el Ejército del Aires y entró a trabajar como oficinista en el faubourg Saint-Honoré. Aguantó poco. En pleno marasmo emocional, la aviación comercial le salvó. Allí encontró una misión y unos compañeros. Siempre creyó que el único lujo verdadero de un hombre eran sus relaciones personales. Y ese vínculo se forja luchando con otros por un objetivo común, para el que cada uno se hace responsable de todos. Aquél equipo de pilotos que mantuvo la línea aérea Toulouse-Casablanca-Buenos Aires, con vuelos transoceánicos nocturnos y haciendo frente a los peligros del desierto y las acciones armadas de las tribus levantadas en el Marruecos colonial.
Didier Daurat, director de explotación de la Compañía Latecoere, le nombró jefe de la base aérea de Cabo Juby, situada en Rio de Oro y que era escala obligada de los aviones en la ruta Casablanca-Dakar. Rio de Oro era una región insurrecta en el Marruecos español. Muchos aterrizajes forzosos habían terminado con los pilotos secuestrados o asesiandos. Organizó hasta 14 expediciones de salvamento.
Aquellos heroicos pioneros del correo postal fueron la verdadera familia de Saint-Exupéry. Sintió que su vida se anudaba a la de ellos. Y encontró el sentido de lo humano en la experiencia del desierto. Allí, "los hombres azules" eran príncipes sin poseer nada. Descubrió la alegría expontánea del pueblo, los artesanos, las gentes en las medinas. Los lazos con los demás son los que dan sentido a los actos del hombre. Esos lazos rotos por el individualismo de nuestras ciudades. En medio de la pobreza había riqueza y en medio de la ignorancia sabiduría del vivir. Conoció esa vida intensamente comunitaria, tan distinta de la vida europea.

Estaba licenciado. Tenía 44 años. No debía volar. Europa estaba en guerra. Para el la guerra era la oportunidad de volar. De tomar su responsabilidad. De cumplir un deber. Tuvo que mover cielo y tierra (y conseguir una recomendación del hijo del Presidente de Estados Unidos) para ser enviado al frente. Mientras llegaba la autorización esperaba en la habitación de su hotel, escribiendo Ciudadela, su obra más ambiciosa y desconocida. Al fin le autorizaron para realizar únicamente cuatro vuelos. Arrancó de sus mandos, como favor, la oportunidad de llevar a cabo una última misión. Despegó de Alghero, en Córcega a las 8,30.A las 13,30 no había regresado. Le quedaba gasolina para una hora. A las 14,30 se le dio por desaparecido. El había dicho que guardar unas cuantas ovejas bajo las estrellas significa mucho si el pastor tiene conciencia de su papel, si se da cuenta de que es más que un servidor. "Es un centinela.Y cada centinela es responsable de todo un imperio"

Friday, September 14, 2007

RETRATO DE UN MÉDICO FILÓSOFO

Decía Hesse que no somos nosotros los que buscamos los temas sino que son los temas los que nos buscan a nosotros.
A.E., médico. Le dan asco los enfermos. Su profesión le asquea. Considera que es inútil (Andrés Hurtado, el médico de "El árbol de la vida" barojiano llega a la misma conclusión tras asistir impotente a la muerte de su hermano menor, de su hijo y de su esposa). Siempre existirá el dolor en el mundo. A nadie le importa nada. La revolución no se hará porque los ricos tienen ideas de ricos y los mujik ideas de mujik. El mujik besa la bota que aplasta su cabeza. A.E. sólo encuentra placer en la filosofía, en el mundo de las ideas. Pasa el día en su casa leyendo. Apenas acude al Hospital cuya dirección tiene encomendada. ¿Para qué? No hay medios, nada puede hacerse. La brutalidad impera en esta sociedad. El toma cada día su cerveza a media tarde y discute sobre estos temas con su amigo, el encargado de Correos...hasta que un día se encuentra en el pabellón número seis con un enfermo singular. Es profesor universitario, paranóico incurable. Pero su conversación exaltada, su defensa irreductible de la libertad, su fe en la revolución venidera llenan de gozo a A.E. y despiertan en él hacia el enfermo una sincera simpatía. Discutirá con él, tratará de que acepte su condición de enfermo aislado, invocará la doctrina estóica: el dolor es nuestra conciencia del dolor...Cree tener al fin una misión, algo que hacer por otra persona.
"El pabellón número 6". Antón Chéjov. Lo leí a los catorce años. Y sigue ahí. Y vuelve. Y yo soy -yo puedo ser- Andrei Efimich, el médico incompetente, el médico negligente que se desentiende de los que sufren y se recluye en mil filosofías para abandonar el trabajo, para hacer frente al doloroso tedio del vivir ("hastío, pajarraco de mis horas"). Y mientras tanto otros se apoderan del Hospital, personajes sin escrupulos que medrarán imponiendo a los enfermos un régimen brutal, administrado por el guardián del pabellón. El que se aisla de la doliente realidad en una poltrona de comodidad autocompasiva, acaba siendo la víctima de su propia indolencia. "A nuestos puestos". Este parece ser el grito fraternal que nos lanza Chéjov.
Los temas nos buscan. Porque acabamos pareciéndonos a lo que odiamos.

Sunday, September 09, 2007

LA BELLLEZA CASUAL

Esa tarde estoy ansioso. En un libro leo la frase de Heráclito: "El orden más bello es el que emana de un montón de escombros apilados al azar" (Si miramos... -me digo-, porque delante de una obra de arte solemos abrir bien los ojos buscando la belleza pero cuando vemos una pila de escombros ni miramos).
A veces no miramos lo que tenemos delante, porque estamos pensando en otras cosas. Porque la rutina nos nubla la vista. Para provocar la entrada de lo casual en mi vida, -a modo de ejercicio- el libro sugiere buscar una determinada línea en una determinada página del libro que tenga en la mesilla de noche, para preguntarme cómo se relacionan esas palabras casuales con mi momento presente.
No tengo cosa mejor que hacer. Tomo el libro ("La mesa limón", de Julian Barnes), busco la página 103 y en ella la línea 19 y leo: "...la cosa es que hicieron su viaje juntos. Ahora podría ser evocado, mejorado, transformado en la encarnación, la realización del si-hubiera. Él siguió invocándolo hasta la muerte. Fué, en un sentido, su último viaje, el último del corazón. 'Mi vida queda atrás' -escribió- 'y aquella hora pasada en un vagón de tren, en que casi me sentí como un joven de veinte años, fue la última llamarada".
Hasta aquí la cita. Quedo perplejo y cautivado. Ya había leído este cuento, pero no para mí, no como una profecía que tuviera que ver con mi vida.

El relato se titula "El reestreno". Narra la aventura amorosa de un Tolstoy de sesenta años con la actriz que protagonizó el reestreno de una de sus obras teatrales de juventud. Él se enamora quizás de su personaje o de su juventud al escribirlo. Ella del autor que escribió el texto que ha interiorizado. Ambos se enamoran de algo que no existe ya. Pero lo importante es que su corazón late, funciona. Sienten la llamarada.

Sin embargo Tolstoy ha asumido la idea de renuncia y evita el amor. Tolstoy idealiza, evita la realización, prefiere mantenerse en el pasado condicional, en el si-hubiera (sido más joven), al presente de indicativo. Y la aventura no pasará de una hora de besos en un vagón de ferrocarril. Y de una fantasía de ese momento: la posibilidad de liarse la manta a la cabeza juntos y provocar un escándalo.

Años más tarde el anciano Tolstoy dirá a unos amigos que él solo se enamoró una vez en su vida "o quizás dos". El estreno y el reestreno. El estreno es un momento único que pasa. Lo otro es un "quizás", algo ilusorio. Porque ya no existe la seguridad del principio, ni la ilusión de la primera vez. Uno ya sabe hacerse trampas.
¿De verdad todo esto tiene que ver conmigo? No lo sé...Pero decido dejar los juegos de azar y sus retos y seguir atento en mi vida.

Thursday, September 06, 2007

CAÓTICA BELLEZA



De “Caótica Ana” me sorprendió la cantidad de subvenciones públicas, algunas sin aparente relación con la película (Gobierno de Canarias, Gobierno vasco…). Luego me enteré de que es la más cara de Julio Medem y que ha costado cinco millones de euros.
Después de verla, hace unos días, sigo recordando escenas, siguen viniéndome imágenes, ideas. Me tuvo con los ojos muy abiertos las dos horas que dura. Pero en cambio mi acompañante se aburrió y me dijo que le parecía infumable.
Yo hubiera dicho que es “rara”. Pero es que a mí me gustan las pelis raras. Busco una opinión profesional y leo las críticas. Son despiadadas: el guión es un puro despropósito, a Medem se la ha ido la olla, es un presuntuoso, los desnudos de la protagonista son gratuitos, los diálogos absurdos, el personaje de Bebe no aporta nada…La conclusión, un bodrio: el autor no hace más que mirarse al ombligo a costa del dinero público. La escena final –dice alguno- es una vergüenza para el cine español y nos demuestra lo bajo que ha caído. Todo por este estilo.
No es por llevar la contraria pero a mi me ha gustado. Antes que nada, creo que a Medem se la tienen muchos guardada por su película sobre la violencia en el País Vasco. Era descabellado
hacer cine de autor sobre un tema como ese. Contar su visión fue un riesgo excesivo, pues aunque existe la libertad en España, hoy por hoy, la “equidistancia” (que también practica algún que otro obispo) es una posición imposible de sostener en presencia de las víctimas. Aquí creo que fue un ingenuo Medem.
Dejando este espinoso tema (que Julio Medem no quiso dejar o no tuvo la sensatez de dejar), vuelvo a su película.
Peca de la misma falta de sensatez. La insensatez consiste en hacer lo que te de la gana en ese momento, sin respetar la lógica, las convenciones, el buen gusto…las reglas del juego. Y sin embargo el creador, el autor ¿no se arriesga más si se amolda a todas esas reglas? Por eso, lo que habría que preguntarse es si esta película es puro Medem o no. Si lo es, el autor sigue el único camino posible para él y honesto (aunque se quede solo y esta sea su última película).





Para mí, visualmente, es una película fascinante. Las localizaciones ofrecen imágenes de una belleza impresionante (el desierto de Arizona, el poblado indio en las rocas, la entrada en el puerto de Manhatan…). Los actores son también, cada uno a su forma, seres bellos, que parecen elegidos por esa belleza. Estética pura que se ve punteada aquí y allí con los cuadros de la hermana de Medem, muerta en el 2000 y a la que dedica la película.
Del contenido, aparte incoherencias, me quedo con la vida en esa especie de república libre de artistas que inventa Medem en un palacio de Madrid, comuna en la que cada cual hace lo que le viene en gana, pagado todo por una mecenas (que luego se lleva el 60% de las ventas). Viene a ser un sueño de libertad, que creo que es el sueño del propio Medem (pagado, eso sí, por un mecenas público).

Monday, September 03, 2007

DOS PAJAROS Y UN TIRO

Para Amanda


Este verano es el de los conciertos de Serrat y Sabina y el de las tardes de José Tomás. Como somos así, la gente se siente obligada a definirse y unos dicen que son de Serrat (seguramente también lo fueron de los Beatles) y otros que de Sabina (seguramente también serían de los Rolling Stones). Lo tierno y lo fuerte en el amor, lo tierno y lo fuerte en la música. Romanticismo y sexo.
Yo era de Serrat y hasta me disgustaba un poco físicamente Sabina. Pero estoy cambiando. Cada vez me gusta más Sabina. ¿Por qué? Quizás porque también en ese desgarro y en esa chulería voy descubriendo ahora una ternura (oculta, vergonzante, pero ternura al fin y al cabo) y el hecho de esconder ese desamparo lo voy atribuyendo a pudor, más que a cinismo. Y si es como creo, ya entiendo ahora esta armonía de contrarios que (de tanto explotar sus diferencias), con el tiempo, se han hecho amigos. Es que ellos también cambian: se ha serratizado Sabina con los años y se ha sabinizado Serrat al envejecer. Y ya entiendo ahora que, con los años, el que quería abolir la fiesta de los toros, acabe llorando ante una faena de José Tomás. ¿Por qué no, si en el fondo, aunque no lo creamos,somos un tanto parecidos? Y somos siempre algo que cambia, algo que va perdiendo el pudor o que lo gana, algo que aprende a emocionarse y llorar o algo que aprende a encubrir sus emociones para hacerlas más hondas.

(Niños malos y niños buenos. Pero no. Porque siempre maliciamos que los niños buenos no eran tan buenos, y que los niños malos tenían su corazoncito. Y siempre intuímos que había más peligro -y más morbo- en el niño malo que por melindre se hacía pasar (y luego te la jugaba y se quedaba con las niñas buenas -y con sus madres-), que en ese niño feo, siempre empeñado en tener mal pronto, pero sin acabar de ser canalla. Todos supimos, en el fondo, que el sexo muestra lo que la palabra encubre; que la piel da verdad y el romanticismo gato por liebre; que el sexo cura y la palabra envenena; que el cuerpo va derecho y desnudo a la soledad esencial y el ideal se engríe, cree poder y se alza, y es vanidoso. Porque el sexo es la sabiduría del amor, ya resignada. Siempre tuvimos que haber sabido que había más peligro en "Esas pequeñas cosas" que en cualquier canción procaz y arrabalera).

Wednesday, August 29, 2007

EL POEMA VIAJERO ( I I )


DUNAS


Un horizonte de nubes

ilumina el camino hacia tus caderas,

ebrias, cálidas,

rebosantes de agua salvaje

capaces de ahogar abismos,

rutinas

y silencios.

En las dunas de tu piel

se detiene la nieve

que mi cuerpo derrama.

Avanzo hacia ti con deseo

trenzado en la voz.

Tus noches y mis días

se consumen

al calor del último iceberg.


Marta Navarro ("Ocho islas y un invierno")



Fotografías de Lucien Clergue

Thursday, August 23, 2007

EL POEMA VIAJERO ( I )



El nudo en los confines



Igual que recordamos unos ojos

que nos miraron una vez tan sólo

y ese recuerdo ingrato se convierte

en una coordenada incomprensible,

igual que nos conmueve la derrota

o nos educa el alma la experiencia:

Hay ciudades electas que se anudan

como una dulce envidia a nuestra vida.

Su voz nos reconoce de improviso

al encontrar sus calles, sus paisajes

familiares y extraños, sus rincones

parece que han mirado nuestros pasos

desde la propia infancia, sus razones

parece que son nuestras y en su clima

azaroso destilan

aromas conocidos que parecen

llegar desde un lugar que hemos perdido

en un tiempo inconsciente de la vida.

Hay recuerdos dormidos que parecen

despertar en nosotros.

De todas mis ciudades deseadas

es la más alejada la que añoro.

Aquella que se alzaba sobre hostiles

confines, la que asediaban aguas

extranjeras, la trazada por amplias

fortalezas, vencedora de asedios,

delicada y altiva, sospechosa

colonia inteligente que se inunda

cada tarde de luz y de horizonte,

yo añoro muchas veces la paciente

ciudad de La Valleta y he tenido

en sus correctas calles la templanza

saliendo de mis ojos por mirarla.

Sí, recuerdo ese lugar como si fuera

un regalo del tiempo, una ganancia.




Jesus García Calderón, "Los nudos de la vida" (Ánfora Nova, 20o6)



Tuesday, August 21, 2007

Monday, August 20, 2007

Thursday, August 16, 2007

UN DULCE OLOR A VIDA

En estos días, propicios para la lectura, entre la selva de literatura formalista y conceptista, me llega la frescura narrativa de Guillermo Arriaga. Su novela "Un dulce olor a muerte", me trae -paradógicamente- toda la vitalidad de la vida rural mexicana.





Se trata de un relato en el que engaña la trama policial. No es, aunque lo parezca, una novela policiaca. Es una historia de sentimientos profundos, una novela pegada a la tierra y a la naturaleza, en la que casi se escuchan los vientos, se siente el calor insoportable en la noche, se perciben olores y sonidos de pájaros revoloteando por los campos de sorgo.


Una muchacha aparece muerta, desnuda, acuchillada por la espalda. Un joven encargado de la cantina del pueblo es considerado por todos, desde que aparece el cadáver, el novio de la difunta, verdad que se le impone con la fuerza del pueblo y que le condena a vengar esa muerte.


Conocía a Arriaga como autor de guiones de cine ("Babel", "21 gramos"). Ahora, en la carátula del libro (Belacqua), lo veo con su cara y me sorprende que naciera el mismo año que yo. Tanto más viejo me parece, tocado con su sombrero de ala ancha. Pero luego, la perfecta hilatura de la narración, su dominio del tiempo en que va avanzando la historia, me desvela un autor que conoce bien su tierra y sus gentes.

Este es, para mí, un verano marcado por México. Primero fue el conciertazo de Maná, en Sevilla. Luego, en el Camino de Santiago, el amigo mano, con el que anduve. Ahora se me vuelve a asaltar el deje y la entonación charra en esta novela.
Estos días sigo el viaje virtual que va narrando nuestro amigo Jesús Alonso en su blog (http://unalbornozllenodenotas.blogspot.com/).

A él quiero dedicarle esta foto, para completar su álbum. Me la envió un amigo presente en la Feria del Libro de Guadalajara. Es del más puro estilo Jalisco: situada en un ayuntamiento o juzgado, no recuerdo. Esa vida fronteriza y macha que hoy consideramos desde lo alto de nuestra vida "civilizada".



Tuesday, August 07, 2007

EL SIRVIENTE


Cuenta Vila-Matas que Robert Walser se sentía atraído por los mayordomos. Walser hallaba el gozo de vivir mayormente en las regiones inferiores de la vida. Allí donde el orgullo no tenía dónde posarse.
Pero no era esa probablemente la única razón.
El sirviente se identifica de tal forma con el amo que convierte su existir en el eco de la vida de otro, consiguiendo, mediante la obediencia, sustraerse a la feroz dictadura de la propia identidad.
Walser quiso olvidarse de sí y para ello, renunciando a la condición de escritor reconocido, encarnó el personaje de paseante anónimo. Para él la superioridad moral consistía ceder el sitio a otro. Quedar en segundo plano, libre ya del nombre. El siervo, amo de su nada.
Walser buscó la oportunidad de una nueva vida. Una vida vacía, secundaria. Yo tengo hoy el recuerdo de una vida así, hace muchos años, una vida vacía, en la que disponía con libertad (y sin angustia) del propio vacío de mi tiempo y mi corazón. Walser, en sus días finales, durante sus paseos quizás recordaría vagamente otras vidas, casi ya como si otra persona distinta las hubiera vivido.

Friday, August 03, 2007

INVISIBLE


Ahí esta ella trabajando en la cocina. No la ven. Está sola. Pero escucha una voz antigua: la del resentimiento. Ella prepara la comida. La otra escucha al Maestro. ¿No se da cuenta de que hay mucha gente para comer y ella está sola para tanta tarea? Ella ama: con obras. Cocina para el Maestro. Le han enseñado a sacrificarse. La otra es una egoísta que siempre va a lo suyo (todo esto se lo va diciendo esa vieja fea que le calienta los cascos con reproches de injusticia). "A ella nadie le pone la mano en el hombro, como si fuese invisible". Y esa voz se ha ido apoderando de ella y el rencor creciendo y ocupando todo... Si al menos el maestro se diera cuenta. Él le diría algo a la otra. (María está entre los hombres. Eso no es correcto. No es su sitio…).
Pobre Marta cansada,turbada... Hasta que vomita su verdad: se acerca al maestro y se queja de su hermana. Y tiene que escuchar estas palabras de boca de Jesús: “Te ocupas de muchas cosas pero sólo una importa. María ha escogido lo mejor y no le será quitado”. Luego, el maestro que predica el amor ¿no la ama a ella? Y el amor de Marta se desploma. Y ella se viene abajo. En este momento no puede comprender lo que Él le dice.
¿Qué es lo que importa, que es lo mejor, lo que no puede faltar? La alegría de la vida, el gozo. Eso es lo que nadie puede quitar ahora a María. Marta en cambio está triste. Ha dado lo que no quería dar y se ha quedado vacía. Y es verdad que sólo podemos dar de nuestra abundancia. Lo que tenemos para los demás, lo que sobreabunda despues de quedar saciados. Dar de verdad es un deseo de dar lo que tenemos. Es un don de la alegría.

Tuesday, July 31, 2007

NO HACER


El amor no es algo que ponemos nosotros en la vida: está ahí. Nos mira. A veces no lo vemos: dormimos al amor. El amor es algo que a veces dejamos que entre en nosotros: nos abrimos a recibir el entusiasmo de la vida. Y en ese momento los objetos brillan.


Amar es permanecer despierto, atento. Amar es una facultad de apreciar las cosas, las personas, los milagros, las sorpresas...Es permanecer agradecido...a la belleza que se nos entrega, y merecemos porque nos es entregada (aunque nos la neguemos). Amar es dejarse "llenar de gracia": porque el amor se nos da sin merecerlo.



(Cuadro de Giorgio di Chirico)

Thursday, July 26, 2007

YA SOMOS HISTORIA

Mi abuelo solía decir, para alabar la comida que preparaba mi madre: "en esta casa se come mejor que en el hotel la Perla”.

El hotel formaba parte del decorado de mi infancia. Allí, en la esquina de la Plaza del Castillo, bajo los soportales, solía esperar de niño el autobús. Allí perdí en una ocasión mi cartera, con sus asas de plástico. Allí, al lado, en una peluquería, me pelaban. Luego supe que en ese hotel se hospedaba Hemingway, el gran novelista (y Nobel) americano, cuando venía por San Fermín (nueve años vino, a vino beber y a vivir ese estado especial de humanidad que es la fiesta en Pamplona). En la habitación 207, desde cuyo balcón veía pasar el encierro camino de la Estafeta, todo se conservaba igual desde que murió el escritor (en 1961) y contaban que un editor sueco la había alquilado hasta el año 5000. Pero el hotel, a pesar de su tradición, había ido decayendo (los toreros preferían el Yoldy).






Por eso nos sonaba a cuento viejo y nos daba un poco de risa cuando el abuelo seguía poniéndolo como el mejor lugar para comer. Para comer de verdad, “Las Pocholas”, en el Paseo de Sarasate. Allí es donde iban a comer los catedros de la Universidad. Allí se contaba que comió un día San Josemaría Escrivá, el santo al que tuve ocasión de tocar siendo un muchacho. También había ido decayendo el restaurante. Sólo vivían dos de las ocho o nueve hermanas que guisaban en ese templo de la gastronomía navarra. Hasta que un día cerró el restaurante, tras 69 años de vida, sin más anuncio, y en el local al cabo de unos años, acabó abriendo su primera oficina en Pamplona "La Kutxa".




Ver “Las Pocholas” convertido en una sucursal bancaria; ver el hotel “La Perla” convertido en un edificio apuntalado…eran razones para sentir el doloroso paso del tiempo, cuando en los últimos años volvía de visita por mi tierra. Parecía una ciudad amortajada, un resto en ruinas de lo que fue, sobre todo la parte vieja. Como si todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo en olvidar. El colmo fue el año en que me dirigí a la Plaza del Castillo y ¡no estaba! Había en su lugar un tremendo socavón.
Pero lo que se fue a veces vuelve. Me entero que el Hotel La Perla ha abierto de nuevo, convertido en un cinco estrellas. La habitación de Hemingway, se ha conservado intacta (milagros de la tecnología) y se puede reservar por 8.000 euros la noche (un capricho). Y en cuanto a la comida…el restaurante del hotel se llama “Las Pocholas” y reproduce fielmente el antiguo del Paseo de Sarasate, con el busto del Rey de Navarra presidiendo el salón. La dirección del restaurante se ha encomendado a las dos “Pocholas” que viven, ya muy mayores: Josefina y Conchita Guerendiáin. Todo resucita. Incluso Hemingway. Es el milagro de la memoria. Milagro que se transforma de repente en una ensoñación...


al poder compartir ahora la barra del café Iruña ¡con el mismísimo Don Ernest! al que encuentras bebiendo tranquilamente una copa de "Fundador" en su rincón de siempre. ¿Estaremos en 1959?


Pamplona recupera una parte de su historia: los años cincuenta y sesenta. Mi infancia es ya historia, pero historia al fin recuperada.