Tuesday, July 31, 2007

NO HACER


El amor no es algo que ponemos nosotros en la vida: está ahí. Nos mira. A veces no lo vemos: dormimos al amor. El amor es algo que a veces dejamos que entre en nosotros: nos abrimos a recibir el entusiasmo de la vida. Y en ese momento los objetos brillan.


Amar es permanecer despierto, atento. Amar es una facultad de apreciar las cosas, las personas, los milagros, las sorpresas...Es permanecer agradecido...a la belleza que se nos entrega, y merecemos porque nos es entregada (aunque nos la neguemos). Amar es dejarse "llenar de gracia": porque el amor se nos da sin merecerlo.



(Cuadro de Giorgio di Chirico)

Thursday, July 26, 2007

YA SOMOS HISTORIA

Mi abuelo solía decir, para alabar la comida que preparaba mi madre: "en esta casa se come mejor que en el hotel la Perla”.

El hotel formaba parte del decorado de mi infancia. Allí, en la esquina de la Plaza del Castillo, bajo los soportales, solía esperar de niño el autobús. Allí perdí en una ocasión mi cartera, con sus asas de plástico. Allí, al lado, en una peluquería, me pelaban. Luego supe que en ese hotel se hospedaba Hemingway, el gran novelista (y Nobel) americano, cuando venía por San Fermín (nueve años vino, a vino beber y a vivir ese estado especial de humanidad que es la fiesta en Pamplona). En la habitación 207, desde cuyo balcón veía pasar el encierro camino de la Estafeta, todo se conservaba igual desde que murió el escritor (en 1961) y contaban que un editor sueco la había alquilado hasta el año 5000. Pero el hotel, a pesar de su tradición, había ido decayendo (los toreros preferían el Yoldy).






Por eso nos sonaba a cuento viejo y nos daba un poco de risa cuando el abuelo seguía poniéndolo como el mejor lugar para comer. Para comer de verdad, “Las Pocholas”, en el Paseo de Sarasate. Allí es donde iban a comer los catedros de la Universidad. Allí se contaba que comió un día San Josemaría Escrivá, el santo al que tuve ocasión de tocar siendo un muchacho. También había ido decayendo el restaurante. Sólo vivían dos de las ocho o nueve hermanas que guisaban en ese templo de la gastronomía navarra. Hasta que un día cerró el restaurante, tras 69 años de vida, sin más anuncio, y en el local al cabo de unos años, acabó abriendo su primera oficina en Pamplona "La Kutxa".




Ver “Las Pocholas” convertido en una sucursal bancaria; ver el hotel “La Perla” convertido en un edificio apuntalado…eran razones para sentir el doloroso paso del tiempo, cuando en los últimos años volvía de visita por mi tierra. Parecía una ciudad amortajada, un resto en ruinas de lo que fue, sobre todo la parte vieja. Como si todo el mundo se hubiera puesto de acuerdo en olvidar. El colmo fue el año en que me dirigí a la Plaza del Castillo y ¡no estaba! Había en su lugar un tremendo socavón.
Pero lo que se fue a veces vuelve. Me entero que el Hotel La Perla ha abierto de nuevo, convertido en un cinco estrellas. La habitación de Hemingway, se ha conservado intacta (milagros de la tecnología) y se puede reservar por 8.000 euros la noche (un capricho). Y en cuanto a la comida…el restaurante del hotel se llama “Las Pocholas” y reproduce fielmente el antiguo del Paseo de Sarasate, con el busto del Rey de Navarra presidiendo el salón. La dirección del restaurante se ha encomendado a las dos “Pocholas” que viven, ya muy mayores: Josefina y Conchita Guerendiáin. Todo resucita. Incluso Hemingway. Es el milagro de la memoria. Milagro que se transforma de repente en una ensoñación...


al poder compartir ahora la barra del café Iruña ¡con el mismísimo Don Ernest! al que encuentras bebiendo tranquilamente una copa de "Fundador" en su rincón de siempre. ¿Estaremos en 1959?


Pamplona recupera una parte de su historia: los años cincuenta y sesenta. Mi infancia es ya historia, pero historia al fin recuperada.

Tuesday, July 24, 2007

PATRICIA ELENA VLIEG


En el Camino siempre hay sorpresas. Pasan cosas. Cosas que uno no pudo imaginar cuando se puso en marcha. Entre los hechos insólitos de esta singladura: recibo un regalo ¡que me llega de Panamá! Natxo Andrio me ha traido un CD de Patricia Elena Vlieg, "Origen". Y su voz ha hecho el Camino conmigo en la mochila, como una promesa para la vuelta a casa.
Llego al asfalto, desde los frondosos bosques, a la contaminación desde el aire puro, al calor sevillano desde el frescor gallego. Pero ahora, entre las calles hacia el trabajo, escucho la voz de Patricia, sus letras de serena poesía, su música que desgrana las palabras en una riqueza de ritmos y sonidos, con aportes instrumentales de calidad -cuerdas, bajo, flauta- y su punto jazzístico también...El Camino me regaló el placer de esta música.

Pero voy leyendo las letras y allí encuento una canción 'Sesenta Lunas' que lleva una dedicatoria: "A una niña de cinco años que abandonó su casa para escapar de la violencia doméstica y hoy vaga sola en la noche de una ciudad cualquiera". La letra, de su hermana, Ana Lucía Vlieg. Entre los agradecimientos: "a Natxo, buscador y caminante por contarme la historia de las sesenta lunas que luego se hizo canción" (Natxo que ahora marcha a Guatemala, para trabajar con los niños de la calle).

SESENTA LUNAS

Tú le estás hablando
luna de cristal,
y ella apenas piensa en huir y andar.
¿Qué le están deseando,
estrellas del cielo?
‘Que encuentres abrigo
que encuentres consuelo’

Ella solo lleva
el recuerdo aquél,
abismo en el alma,
golpes en la piel.
Sesenta lunas, cinco veranos,
el corazón ya te han marcado,
sin un arrullo, sin un abrazo,
sin la caricia, sin el regazo.

¿Qué le van diciendo
las calles desiertas?
‘Para ti no hay sitio
ni puertas abiertas’
¿Qué le va diciendo
nuestra indiferencia?
‘Aca yo en mi vida
allá tu sentencia’.
…..
Niña del viento,
niña del llanto,
retoño frágil ya sin raíz.
Vamos, que un día se acabe el llanto
y llegue el tiempo de ser feliz.

El Camino es de alegría, pero es más: envuelto en música, me trae un compromiso de combatir el llanto.

Friday, July 13, 2007

EL CAMINO DEL NORTE

Me voy al Camino. A volver a recordar eso de ir atento a las señales. A conectar de nuevo con mi ritmo de marcha. Abierto a los mensajes del camino... Dispuesto a convivir con otros caminantes que me esperan y hacer junto a ellos esta singladura. Saliendo a andar cada mañana, haga sol o llueva. Para escuchar y oler, para llenar la vista con el verde de los campos y el color de las hortensias. Para sentir el frescor de las frondosas sendas. Me voy a repetir lo que tantos antes que yo hicieron, durante siglos: ponerse en camino y dejarse transformar por el camino. Peregrino por tierras de Galicia, hacia Santiago. Buen camino.

Thursday, July 12, 2007

EL REGALO ESCONDIDO


El 16 de mayo de 1954 fue hallado el coche en que viajaban al fondo de un precipicio, en una carretera montañosa de los Andes. Los tres cadáveres correspondían al fotógrafo Werner Bischof, al geólogo Ile de Szepessy y al conductor del vehículo. La foto fue encontrada en su último carrete y quizás fue hecha poco antes del accidente. La imagen del muchacho peruano tocando la flauta es un canto a la vida, a la naturaleza majestuosa, a la sencilla alegría. Siento, al ver la foto, la misma emoción que hizo disparar su cámara a Werner. Quizás ese sentimiento de paz y gozo sereno se mantuvo en su corazón y pudo llevárselo consigo. Él que en sus viajes a la India había retratado la miseria y el hambre, que había contemplado el llanto de los niños de vientres hinchados y la desesperación de los ancianos famélicos. Él que había descubierto en Japón y sus templos un mundo espiritual, hecho de gestos y vacío, pero de espaldas a la vida cotidiana. Al final de la vida fue llevado a la cima de una montaña para que allí se cruzase con la emoción de un hecho corriente: un niño que va por el camino, tocando despreocupadamente su canción.
Cuanto sucede a nuestro alrededor puede encerrar un regalo oculto para nosotros. El corazón sensible que saber mirar agradecido, demorando el tiempo en la mirada, recibe acaso el don de la belleza, que habita en las cosas pequeñas del mundo.

Wednesday, July 11, 2007

LA TUMBA DEL HÉROE



En Grunewald Forest, un cementerio de Berlín, descansa en su tumba, en la que una negra lápida une el suyo al nombre de su madre. Me emociona este encuentro final tras el peregrinaje de una vida, nómada entre los nómadas. No sé si expresó el deseo de volver o fueron razones prosaicas las que hicieron que fuera enterrada allí y en esa compañía. En todo caso, lo que importa es lo que siento yo ante ese túmulo. Siento algo de la circularidad de toda existencia, que emprende un camino que la lleva muy lejos para siempre terminar en el origen. Ella volvió. Descansa en brazos de su madre la que siempre anduvo emancipada por el mundo, sin hogar ni apellidos, apátrida, apenas un fantasma o adorno señero, pero dueña de su tiempo y su secreto.


Me emociona también esa muerte prosaica y casual, al caer de una bicicleta, mientras descansaba un verano en Ibiza, cuando ya parecía serenarse su vida. La muerte en debilidad de una vida llena de fortaleza. Una de esas muertes propiciatorias, como la de T. E. Lawrence, que llega a los héroes al final de su aventura, todavía jóvenes, como un piadoso don, para sustraerlos de la decrepitud y preservarnos a los mortales el brillo de su leyenda. Emocionan estos héroes terminales, tan pronto con la vida a cuestas, como una carga ya de su destino, que mueren por nosotros, para que recordemos su plenitud. El resto, lo que queda del mito, el frágil envoltorio de la vida, vuelve a la casa, a la madre y a la tierra.

Thursday, July 05, 2007

PRESANFERMINERO (II) VISPERAS


Para Cristina

Hoy la ciudad está quieta. Silenciosa. Espectante. En las calles se palpa un ambiente especial. Retenido, ansioso. Se hacen las compras un tanto precipitadamente. La risa es pronta. Hay nervios. Se aceleran los preparativos. Hace días que fueron llegando visitantes. Se ven mochilas, maletas, forasteros en chancletas, jóvenes risueños con rastas y pendientes, que miran con ojos muy abiertos las botas de las tres Zetas en el escaparate. Jóvenes inquietos, tensos. Los paseos de la ciudad, sin embargo, están tranquilos. Desde el balcón de la Media Luna se ve como todos los días, majestuosa, la nave de la Catedral, que tantas cosas ha visto pasar y las montañas que protegen la ciudad.
Mañana un cohete romperá el aire y un silbido rajará el silencio...Estallará la fiesta. Y será otra ciudad (otro mundo) durante una semana.

Wednesday, July 04, 2007

PAÍS: UN POEMA DE ROCIO ARANA


A veces, en mi casa, cuando gritan
los perros, cuando ladran los minutos,
cuando no sé qué hacer, pero no tengo
mapas para mis manos y mis ojos,
cuando las cosas lloran su silencio
entonces, lentamente voy girando
la cara para ver tu luz de tarde.
Has venido, me tomas por sorpresa.
Como un país lejano,
una pequeña flor gritando vida
en un camino seco, se me cuelan
tus últimas palabras, ese gesto
de mirar tu reloj en una isla,
la sonrisa perfecta, chimenea.
Te quedarás conmigo
te mostraré mis nueve manuscritos,
cenaremos al fin en la terraza
entre limones, viento y buganvilla,
y luego marcharás.
A veces, cuando vuelvo de tu vida
a mis manos vacías en mi cuarto,
a los perros, la tarde y la pantalla,
de pronto surges tú
de un país remotísimo, poblado
por islas y volcanes,
donde te estoy viviendo cada día.
23.VI.2003
Rocio Arana ("Pampaluna". Adonais. 2004)