Wednesday, December 24, 2008

HOY NACE UN NIÑO


Va a nacer entre los más pobres, pero es Dios. El todopoderoso elige hacerse todomenesteroso. Y quiere estar ahí, con los más humildes, con los pequeños del Mundo. Desde entonces podemos encontrarlo en la debilidad (en lo débil que hay también en cada uno de nosotros). En mi debilidad, te haces fuerte Tú.
Feliz Navidad.
Foto: Maternidad en Cité Soleil. Cristina de Middel (Haití)

Tuesday, December 23, 2008

POR TU AUSENCIA



POR TU AUSENCIA

Algunos años han pasado ya,

Y mi corazón no deja de llorar

Por tu ausencia, por tu ausencia

Y no comprendo yo

Porque te llevo Dios

Y te quito de mi

También te quiero yo

Sin ser tu creador

Naciste para mi

Yo te canto de corazón,

Yo te canto con mi voz

Yo te canto de corazón,

Yo te canto con mi voz

Y si me falta la voz yo te canto con las manos

Y si me faltan las manos, yo te canto con el corazón

Y si me falta el corazón, es que en el cielo estamos los dos

Lamentándose están ya las cuerdas de aquella guitarra

Que tu con tus manos tocabas y yo la escuchaba

Y aquel pajarillo escondido cantaba y cantaba ah ah ah

Mientras yo soñador como siempre la ventana miraba

Y yo ya no me hago reproches pues ya no te tengo

El señor ha querido que vivas con el en cielo

Y yo como siempre me quedo llorando y cantando ah ah ah

El destino ha querido tenernos a los dos separados


(26 de diciembre)

Sunday, December 21, 2008

SUPRIMIR UN BLOG, SIN UN ADIÓS

Empecé mi blog por emulación. No sabía que existía esto hasta que me dijeron que mi amigo Jesús García Calderón tenía un blog. En él escribía de poesía y contaba sus viajes, sus lecturas, sus descubrimientos culturales. Sería bonito tener un blog -pensé- tan elegante como ese . Y empecé el mío, tomando el suyo como modelo. Fue mi primer enlace. Algunas veces estuve tentado de dejarlo y él me animó a seguir. Ayer quise entrar a visitarlo pero ha sido suprimido. Ya no existe. Todo lo escrito, todo lo leído allí. Sentí, como otras veces, un especial desasosiego.

Algunos no suprimen su blog, se limitan a silenciarlo. Pero nos dejan lo que escribieron, como José Ángel cuya última página suelo leer de vez en cuando y que contó cosas nuestras en su blog, como Gatito Viejo, con quien fuimos fieles corresponsales durante casi dos años. Éstos blogueros silenciados permiten que volvamos por allí -de puntillas o dejando nuestros comentarios- y así, conservamos archivos de una gran calidad literaria y gráfica, como el de Danae. Otros desactivan la posibilidad de hacer comentarios nuevos y quieren permanecer aparentemente solos en el espacio, como Amanda. Esta Amanda tremenda, que compartió con todos nosotros (con una sinceridad espeluznante) el día a día riguroso de su ruptura matrimonial, dejándonos al final una última entrada en la que -bajo el epígrafe "el futuro"- con esa fotografía del agua que cae en la alberca y se funde en ella, parece anunciarnos la opción por el anonimato.


Desaparecer para siempre como la gota en el agua, desaparecer sin dejar huella, no es, sin embargo, humano...Es imposible haber sido y no haber cambiado en nada el Universo. La demostración es este blog, epígono del suprimido. O esa parte de su vida compartida con nosotros por Amanda. Algo queda, aunque sea -como diría el poeta- el recuerdo de un olvido. Suprimir lo que existió es una decisión irrevocable y que nos empobrece a todos. El creador ejerce el derecho de destruir su criatura, sí. Pero también el lector habría de tener derechos, siquiera a la despedida. Porque el que suprime su blog se va sin darnos ocasión de despedirnos, como el suicida. Peor, sin dejar siquiera una carta.

Justo Serna cree la mayor parte de lo que se escribe en los blogs es perfectamente prescindible. En la plétora de Internet, los blogs aparecen y desaparecen, son efímeros. Cuando lleva uno tiempo -no demasiado incluso- en esto, como los viejos, tiene que acostumbrarse a las sombras de los muertos, poco a poco van sumándose nuevas pérdidas y es como si las voces que callan nos fueran dejando solos. En este sentido, si uno sigue adelante, habrá que conformarse con la desaparición de los textos, de las imágenes, contenidos quizás prescindibles, pero no me conformo con el carácter prescindible de las personas que en los blogs se nos dan a conocer: no para mí.

Tengo que suprimir ahora esos dolorosos enlaces con los blogs suprimidos, y me da rabia y no me resigno. Por eso rebusco en Internet algo que haya sobrevivido del blog que he perdido: otros copiaron retazos de la brillante escritura de Jesús, algo se ha salvado y -quizás contra la voluntad de su autor- como lector, rescato, para celebrarlo esas líneas y copio esa hoja suelta, débil, del poema, tan frágil como la memoria, o como el blog, pero que nos acompaña y da calor en el invierno.
P.D. Ahora que esta añoranza me ha devuelto (como de otro mundo) la querida voz de Amanda, con el maravilloso regalo de una presencia que sin haberlo sabido yo me acompañaba, quisiera decir que a veces, rastreando por ahí, en algún rincón de la blogosfera, me agarra la emoción de escuchar de nuevo una voz callada (el otro día Innes, en el blog de la Princesa), y entonces es como si tuviera noticias de un amigo que marchó lejos, pero que sigue bien y envía sus recuerdos.
Innes, por cierto, de cuyo blog del subsuelo copié en su día para mi disco duro un texto originalísimo sobre el escritor y las letras de su teclado y así lo salvé de la destrucción.

Friday, December 19, 2008

PRESENCIA DE FERNANDO SARRÍA

Fernando Sarría ha escrito un texto que quiero guardar aquí, porque con su velocidad de escritura ha pasado ya a "entradas antiguas" en su blog. Ese texto melancólico de algún modo me refleja y en él me veo yo también siendo a veces la fiel copia de todo aquello que no quiero ser. Gracias por escribirlo con esa belleza. Probablemente, en los bolsillos de tu abrigo, se van juntando palabras aladas a lo largo de tus paseos zaragozanos (cierzo que va, cierzo que se queda), y luego nos las muestras como un puñado de brillantes en tu mano.
Esa melodía en prosa tuya es para mí evocadora de unas horas juntos, hablando en lucha por comunicarnos, posiblemente mixtificando literariamente nuestras personalidades, en ese encuentro esperado. La maravillosa música que acompaña esas reflexiones es también algo mío, jazz profundamente evocador. Quiero añadir que la melancolía del texto reside, según creo, en la sorpresa que nos asalta a veces de ser fantasmas de nosotros mismos. Un día tras otro, te dices: "que no soy yo". Eres ese ser huidizo, colonizado por tu cabeza.

Una noche tras otra, al volver de una cena con los amigos, te das cuenta de que las palabras te han ocultado, de que no has podido evitar esconderte, por pura timidez, entre galas y fuegos de artificio, por pura necesidad menesterosa de la atención de los demás y de su amor.

Y asombrado compruebas que no has consiguido estár ahí, con el otro, que no has conseguido comunicarte con él. Que hay algo que siempre queda dentro y no sabes manifestar. Y eres menos o más que tú. Y muchas veces acabas siendo una copia casi idéntica del que no quisieras ser.
Fotos: Depardon y Richter

Saturday, December 13, 2008

DIAS DE POESÍA EN ZARAGOZA

No la conocía. No les conocía.

Iba en el AVE pensando en qué diría. Tenía que decir algo, estaba anunciado. En este viaje se mezclaban tantas cosas...Empezó siendo un poema que irradiaba en mí algo profundo. Pero había también un factor biográfico: este viaje parecía un bucle del destino. Leí aquél poema y deseé editar el libro. Luego resultó que la autora -la misteriosa mujer de pelo irlandés- era de Zaragoza. Allí, hace veinticinco años fui muy desgraciado. Y ahora regresaba a esa ciudad que nunca supe hacer mía, esa ciudad en la que iba por las calles como encerrado en una cárcel. Para mí era importante volver, era importante encontrar esa ciudad, ahora, tanto tiempo y tantas cosas después, de la mano de una amiga -la primera allí- alguien a quien no conocía. El poema era pues, también, un regreso para mí.



En el AVE había cargado con "Doctor Pasavento", para releer cómo Vila-Matas cuenta que también él pensaba en el AVE de qué hablaría al llegar a Sevilla. El viaje hoy era a la inversa, pero el tema -en definitiva- el mismo: cómo la realidad se confunde con la ficción, cómo se preñan una a la otra, cómo a veces siente uno como si esperase que el cuento de su vida se siga contando por su cuenta.


Pesaba mucho para mí el paralelismo: la sincronicidad te deja perplejo, como si se tratase de un diseño artístico del destino. Por eso, durante el viaje, pensé contar que hace veintinco años estaba en Zaragoza desesperadamente solo, que hace diez años era yo el autor que presentaba su libro y Bernardo Víctor Carande -mi amigo ya muerto- el editor que amparó en su colección una novela de un autor desconocido, mi novela, que contaba aquellos años míos en Zaragoza. Pensé decir que "El Desembarco" había nacido como editorial -precisamente- para publicar un texto de Bernardo, una humilde columna de periódico del "Hoy" de Badajoz, titulada "Añora el hambre de Van Gogh" -que me llegó muy dentro- y en la que Bernardo rememora a Vicent Van Gogh por esos campos de la Camargue francesa, con sus pinceles al cinto y su caballete a cuestas, anda que te andarás, sin haber comido nada, pintándose lo que se le presenta, si es un cielo nublado o un trigal, si pobre, por lo mismo libre...Ese texto había despertado en mí un deseo, no conocido hasta entonces: el de editar. Ese mismo deseo que había sentido de nuevo leyendo "Regreso a Taormina"...Añoraba Bernardo ese hambre de Van Gogh cuando tenía que hacer pasillos para rellenar instancias, pedir subvenciones, llevar ese papeleo burocrático para el que no servía, para el que ningún poeta sirve, con tal de llevar adelante la finca que su padre le dejó, Capela, su pequeña explotación ganadera, de la que vivía.


Y yo pensaba que -si no lo suficientemente valiente para vivir con la libertad que él- al menos como editor vivía la pobreza, en un voluntario apartamiento del tráfico comercial, con la perentoriedad de poder ser cada libro el último de mi vida como editor, lo que enriquece la elección, lo mismo que se llena de valor y autenticidad la vida que está a punto de perderse.


Y meditaba en todo esto -que era mío, pero era pasado- cuando llegué a Zaragoza para la presentación del libro. Pero no dije nada de lo que había escrito.


Ya he vuelto. Se presentó el libro, "Ocho islas y un invierno". Pero sucede que conocí a Marta Navarro, su autora. A ella y a Chesus Yuste, a Fernando Sarría, a Luisa Miñana...compartí ese momento de celebración con sus amigos, con Alfredo, con Mónica, con Inma...con José Antonio Labordeta, en la distancia, con la poesía de Pedro Casaldáliga, presente entre nosotros desde Brasil...Han sido días de amistad y de poesía.


Y el pasado -mi pasado- desapareció con todo su peso. Porque me inundó el presente como un regalo, me inundó incluso la promesa de futuro de una amistad naciente. Comprendí que el azar no me traía a Zaragoza, Yo era apenas un instrumento para que se materializase esa belleza -que ya no nos pertenece, que es de todos- y todo esto era el arte que sucedía, en versos cotidianos y sencillos. Y supe que la literatura es una excusa de la realidad para ir más lejos. Gracias Marta, por tu naturalidad y cariño. Gracias Chesus por el acompañamiento y por los links. Gracias por estos días pasados junto a vosotros.

Tuesday, December 09, 2008

HOUDINI, POR ARTE DE MAGIA

La vuelta comenzó antes de lo previsto. Comenzó en el AVE. Comenzó con una película de Catherine Zeta-Jones y Guy Pearce, “El último gran mago”, que relata los últimos días de Harry Houdini, el judío que asombró al mundo con su capacidad para liberarse de todo tipo de ataduras.

El AVE me conducía hacia el norte, pero hasta unos días después no pensaba volver a Zaragoza. Mi primera noticia de Houdini fue en esos lejanos años que viví en esa ciudad. Aparecía en una filmación de los años veinte, en Nueva York, en otra película, “Ragtime”, de Milos Forman, que se estrenaba en un cine del Paseo de la Independencia. Yo iba al cine los sábados por la tarde. En la ciudad no había otra cosa que hacer. Era barato y me encontraba solo. De hecho fui a ver "Ragtime" dos días consecutivos (tanto me gustó). Escapar era para mí –en 1981- algo impensable. Estaba sometido a un destino que yo mismo había forzado y cuyo final incierto me tenía atrapado en esa ciudad...Paseaba por las calles como si llevase una camisa de fuerza puesta, una de esas camisas de fuerza de las que siempre escapaba Houdini.


Muchos años después había visto en televisión “Katchanka”. El niño protagonista está también encerrado, en una casa en el campo, lejos de sus amigos, aburrido. El niño encuentra entonces un libro que cuenta la vida de Houdini, un libro en el que el niño aprende el arte de escapar, el arte de desmaterializarse y desaparecer. Houdini, su nuevo héroe, había sido un niño pobre y solitario, había tenido que trabajar de limpiabotas, luego de aprendiz de un cerrajero y contorsionista en un circo; había aprendido a aguantar todo eso, a aguantar el dolor, a aguantarlo todo, para ser el mejor mago del mundo y desaparecer. Houdini se había casado con Bess, una chica menuda y morena, a la que hacía desaparecer en sus números juveniles. El niño, al leer esta parte de la vida del mago, probablemente soñaba con encontrar también una chica con la que poder compartir sus juegos, con la que tener la misma complicidad que ellos tenían.

Viendo en el AVE la película, viendo a Houdini con los pies encadenados, para ser introducido boca abajo en una pecera, recuerdo cómo a Houdini le gustaba el peligro de la inmersión, desafiando a la asfixia. Y recuerdo ese dato biográfico que leí en algún lugar y que crea un vínculo misterioso entre el mago y yo. Ambos, siendo niños (concretamente, a los siete años) vivimos la experiencia de caer a un río y estar a punto de ahogarnos. Recuerdo, haber contemplado el sol a través del agua y las burbujas de mi propia respiración, mientras caía al fondo. Y luego, al recuperar la consciencia, recuerdo la impresión extrañamente irreal de la gente que me rodeaba; era como si estuviese "en otro mundo". Había escapado de la muerte. O había vuelto de ella.


Escapar cuando uno está a punto de ahogarse. Hundirse y salir a flote de nuevo. Eso es la vida. Burlar a la muerte, irse y volver. Escapar puede ser tan fácil como ser capaz de esconder una pequeña llave en cualquier orificio del cuerpo, o –como hacía Houdini- tragarla y regurgitarla luego. Eso no es más que un truco: pero en Houdini, junto al truco está la verdad, el trabajo constante, durante años, para aprender a aguantar, a aguantar el frío, mediante inmersiones en bañeras con hielo; aguantar la respiración, hasta casi de tres minutos; aguantar los golpes que cualquier desconocido quisiera propinarle (uno de ellos, que le sorprendió antes de que pudiera prepararse para encajarlo, le llevó a la muerte, en 1926). Houdini aguantaba todo, y aguantaba con una sonrisa. Porque sabía fingir. En el fondo era un hombre del espectáculo, un actor o si se quiere, un farsante. El siguió siendo siempre un niño pobre, un niño judío, un niño junto a su madre, a la que adoraba, con una pasión extraña.

Por arte de magia, con Houdini, he escapado hoy de nuevo, escribiendo esta entrada, a Zaragoza, a la sala de proyección en que un joven asustado libraba una batalla con la desesperanza.

Sunday, November 30, 2008

EL MUNDO COMO REPRESENTACIÓN


Como este Al-Idrissi, que trazó su mapa situando a África por encima de Europa. ¿Qué -de lo que creemos- es una imposición? Iba a decir que el Norte siempre está arriba del Sur, pero ¿arriba y abajo tiene sentido hablando de puntos cardinales? ¿No será que bajo cuerda del idioma se nos cuela un gol ideológico?

Hay que representarse la realidad, hay que diseñar los mapas, para situarse uno y situar las cosas. Pero está bien saber que trabajamos con meras convenciones. A veces, darle la vuela al pensamiento habitual, pensar al revés, puede ayudar a relativizar. Y ver a Europa por debajo de África sorprende y cuestiona.

Friday, November 21, 2008

MAÑANA DE LIBROS USADOS

Salgo y me encuentro la Feria. El libro antiguo y de ocasión se expone en Plaza Nueva, donde han colocado obras de Rodin ("El pensador" parece meditar a las puertas del Ayuntamiento). Sevilla resplandece y decido perderme por los puestos en esta hora del mediodía. Es una fiesta que aspira a los encuentros.


Y encuentro y compro una edición de "El mago de Lublín". Isaac Bashevis Singer debe ser uno de los Premios Nobel que menos se reeditan. El libro lo leí adolescente y quedó con los demás en mi casa, cuando me fui. Entonces sentía que nada era mío todavía. Quería, como todos a esa edad, empezar de cero a construir mi vida. El adolescente se despide cuando todavía no hay nada que ocupe el lugar vacío.


Sigo. Y encuentro una biografía de Dante, de Giovani Papini. Es una de mis fijaciones. Recuerdo aquella clase en el Instituto Ximenez de Rada, en que don José Lampreabe, con su estilo engolado de catedrático redicho, nos contó los pormenores de la vida del poeta, precisando el lugar, el día y la hora del encuentro con Beatriz. Fue a la salida de misa mayor, de la Iglesia de la Trinidad, ese momento único que plasmó el pintor inglés Henri Holiday en su famoso cuadro.


Luego, llegaría a mis manos un ejemplar de la Divina Comedia, regalo de mi tía Remedios en una de sus visitas anuales. La traducción de José Eugenio Hartzenbuch, romántica hasta el éxtasis, me hacía parar a cada frase para padalear cada palabra; las ilustraciones de Gustavo Doré, las notas eruditas al pie...fue mi primer libro verdadero. Al comprar ahora esa biografía secretamente quiero recordar la hora concreta y los minutos, no sólo de aquél encuentro mítico, sino de aquella lejana clase en que mis compañeros no atendían, en que mis compañeros se dormían o se burlaban de don José. abstraído en su discuros, lleno de ampulosidades y afectación, pero también de una erudición que me tenía embelesado. La literatura era más que los libros, una forma de vivir: la de los escritores.
Ahí empezó quizás mi fetichismo. Como me pasa con Onetti. Un hombre al que imagino tumbado permanentemente en su cama, fumando y bebiendo, contra el dictamen de los médicos: enfrentado a un destino literario, como lo dibuja Delfini.

Compro sus "Cuentos completos" en edición primorosa del Círculo de Lectores, y meto en la bolsa mi propio miedo a la vida. Y termino comprando "Madrid de corte a checa", de Agustín de Foxá, otro que vivió sin miedo y que nos dejó ese verso: "Y pensar que después que yo me muera, aún surgirán mañanas luminosas". Sigo mi camino al sol y vuelvo a casa.

Friday, November 14, 2008

WHAT'S NEW


Esta tarde de viernes permanece acostado. Escucha de nuevo a Betty Carter. Nada entiende de letras y poco sabe de la vida de esta mujer (murió en el noventa y ocho) que deletrea melodías emotivas con inverosimil lentitud. Escucha cómo canta y siente cosas, es como si ambos pudieran comunicarse en esas prolongadas notas, que él acompaña con su voz, fundiéndose con ella, como compañeros de un secreto viaje y dueños de una clave secreta que los une y hermana, de un sentimiento excesivo, quizás, que comparten en esta tarde de viernes, en que ha despertado de la siesta, despues de tomar, sí, unas copas y de ahí ese estado excesivamente receptivo, esa forma de percibir la música tan honda. Y así, cuando ella canta "What's New"...es cierto: qué hay nuevo en su vida...y es como si ambos sintieran ese vacío, sintieran que nada nuevo hubiera ya para uno y que nada había ya para la otra, como si hubiera acabado la magia y se hubieran representado todos los papeles. Y así, "Every Time We Say Goodbye", suena realmente triste, porque siempre estamos diciendo adiós, decir adiós...a personas que no aparecen de nuevo en nuestra vidas, a lugares que ya hemos olvidado y sobre todo que ya nos han olvidado, esas cartas que no se reciben y sobre todo esas cartas que no se envían...porque ya no tienen destinatario. Betty es esa mujer amiga que canta para él esta tarde, esa mujer que él imagina como alguien que se despide también cada vez que canta, de alguien o de su pasado, desde la oscuridad del escenario, sola, con sus fieles músicos, que intentan acompañar esa soledad, creando un fondo musical que tejer de silencios la interpretación de Betty, en un tempo lento...lentísimo. Como contrapunto "What a Little Moonlight Means To You", una pequeña luz de luna (quizás el recuerdo de una noche enamorada), cuando la luna era una presencia...o ese "Social call", que recuerda la llamada que hay que hacer más tarde, esa llamada que nos mantiene unidos a otros, otros con los que esta noche él saldrá, pero la música sigue sonando todavía un rato. "Whit no Words": no hay palabras -piensa- es bueno, cuando no se dicen palabras está uno cerca de la verdad, cuando no son necesarias o cuando no son posibles, porque a veces uno no puede decirlas (no se entenderían) o uno, en todo caso, no las dice -piensa- porque la vida tiene unos limites de realidad, porque las palabras engañan, encierran y confunden. Ha ido perdiéndose, así, en la música, en sus ensoñaciones, en su cama todavía, con la lasitud de esta tarde que se prolonga hasta que salga esta noche con los amigos. Pero llega "Favourite Things", y eso le recuerda esas cosas que prefiere, esas aficiones, esas cosas a las que se entrega para pasar la vida, entre tanto la vida llega (como cuando deja perder sus pasos por los expositores de libros del VIPS, antes de subir a casa), esa vida esquiva que acaba presentándose un viernes como este, por la tarde, vestida de melancolía y música. Y recuerda el blog y que no ha escrito nada, y se levanta y escribe esta entrada.

Sunday, November 09, 2008

REGRESO AL PRESENTE

Ibamos a emprender el viaje a Sicilia. Barajas T4, día 29 de septiembre de 2008. La crisis económica mundial, desatada por la quiebra de Lehman Brothers, tiene al mundo pendiente de la aprobación del plan de recuperación de Bush. Cada uno lleva dentro su propia crisis, su angustia. Yo, desde hace unos meses me descubro pensando en lo que fue, esperando de algún modo que lo que fue vuelva. Esa despreocupada abundancia. Este viaje que emprendo es también una forma de olvido.

De nuevo la majestad arquitectónica del aeropuerto madrileño me sobrecoge: luz, mucha luz, en esta mañana de promesas, como siempre al emprender vuelo. Y en esa nos movemos, sin prisa, como paseantes despreocupados de Domingo.


De repente, nos sorprente en un hall de la terminal la exposición de Manolo Valdés, ese escultor que ha hecho procesionar a sus meninas por los paseos y parques de media Europa, dotando de gracia a la imponente materia de sus grandes volúmenes.

Por cierto, esa gracia que no entienden algunos. Hace unas semanas habíamos acudido al reclamo de sus esculturas a ese desastre urbanístico en que han convertido la Alameda de Hércules. Me habían impresionado el tamaño y la rotundidad de sus figuras. Pero más me apenó la falta de respeto y la incomprensión de esos desaprensivos que habían pitorroteado las piezas: arte popular, según ellos. Me dio pena de aquellas piezas indefensas en medio del paseo, con las heridas de la incultura encima.

En Barajas se exponen tres piezas, tres cabezas de mujer, con textos de Vargas Llosa. La coqueta (adoro la mujer coqueta). La realista..no me gusta. Pero me detengo a leer y enseguida transcribo en mi libreta de notas, el texto al pie de esta cabeza.


LA REALISTA


Sólo existe lo que piso, miro, siento y toco:
la lluvia que nos moja, los perros que nos huelen
y los apresurados transeuntes.


Detesto las mentiras de la irrealidad.
Acato sin protestar la tiranía de todo lo existente.

Sólo amo lo posible
y me sublevo contra el hechizo de las ilusiones.

Pobres amigas, ustedes tienen miedo a la vida
y por eso se esconden
entre las musarañas de la fantasía.

Yo sé vivir.

Las frases me llegan como una verdad tan rotunda como las piezas de Valdés. Es como si me hablase una desconocida (una mujer bella y distante) para traerme a la realidad y darme un un tirón de orejas. Es como si me dijera que para vivir tengo que silenciar todo ese jaleo mental que llevo encima y que me impide acercarme a las cosas y abrazarme a ellas, ese lastre que es como esas cajas que Valdés coloca a ambos lados de las cabezas de sus piezas, cajas que imagino llenas de libros, de discursos, de razones.

Tanta palabrería, tanto ladrar y tan poco morder. Vivir es soltar ese lastre para salir corriendo al encuentro de lo que está justo a nuestro lado. Aquello que nos mira y se acerca.

Y así emprendo el viaje (vuelto al centro del presente), con el propósito de abrazar todo aquello que encuentre y aprovechar cada momento para disfrutar de lo que ese momento depare. Ahora, es el momento. Esto que hay es el regalo que la vida tiene para mí

Sunday, November 02, 2008

HERBIE HANCOCK: CONCIERTO EN SEVILLA

Para Miguel y Amelia, y para su hijo.

Recuerdo que en mi casa había un piano. Yo era un niño y me sentaba frente a él y tocaba una música que sólo yo comprendía. Más tarde, en algún cambio de fortuna familiar, el piano fue vendido. Nadie me dijo nada, por eso debo suponer que no hubo más remedio. Años despué, ya en el piso nuevo, mi madre compró un pequeño piano. Yo tenía quince años y sólo escuchaba discos de jazz. Nunca aprendí música, pero me gustaba teclear mis discos favoritos y disfrutaba acompañando de oído las composiciones que sabía de memoria. Era una pasión vivida en soledad y yo abría la ventana de mi habitación para que alguien pudiera participar de eso que para mí era belleza y placer, alguien que -de alguna forma- pudiera ser un amigo desconocido. Eran momentos de descanso en mi estudio, en los que me evadía totalmente de la esclavitud memorística de las lecciones y me sentía un poco músico de jazz también, evocando la libertad de esas vidas viajeras, siempre en alas de la inspiración del momento, como las que leía en las contraportadas (a veces adivinando una traducción del inglés, idioma que tampoco nunca he llegado a aprender). Uno de esos discos a cuya música intentaba aportar mis notas, fue un doble album de Chick Corea y Herbie Hancock: un duo de piano solo que formaron en los setenta. Recuerdo "Fiesta", recuerdo, casi de memoria, "Lisa", colgada ahora en You Tube (tampoco he aprendido a colocar aquí músicas, espero que Marta me enseñe cuando nos veamos).

Ayer, antes del concierto, estaba muy nervioso. Toda esta historia de soledad adolescente terminaba. Iba a tener la oportunidad de escuchar en directo al propio Herbie Hancock en persona. Y además había conseguido un asiento en la fila cinco. Allí iban reuniéndose ese tipo de personajes que yo hubiera querido ser. Ese chico enclenque descansando la cabeza en el hombro de su compañera, que le acaricia el pelo. Esa pareja de aficionados maduros con sus ropas amplias, gorras y sus cortes de pelo especiales. Gente informal. Todos estos hubieran podido ser mis amigos. Todos compartimos esta música.
Mi emoción crecía y tuve que hacer una llamada, a Cristina, para contarle dónde estaba, pero su teléfono no estaba disponible. Quería decirle que iba a escuchar a una leyenda viva del jazz.

Inevitablemente el concierto me defraudó. Herbie Hancock (ha hecho bien) decidió no quedarse en los setenta (como quizás yo sí me quedé). Hubo mucho ritmo, pero poca melodía. Una música a ratos estridente. Aporreaba el piano bien, sabiamente, pero yo no veía ahí sino energía en bruto, sin una finalidad, sin un sentido. Poca alma.

Decidí no buscar lo que esperaba encontrar y aprovechar el momento, con lo que me ofrecía. Dejar de vivir el recuerdo. Entonces cerré los ojos y escuché. Escuché esa exhibición de un joven músico suizo, que toca la armónica con un sentido del tempo increíble (Gregoire Maret, Ginebra, 1975, un músico que ha tocado con Marcus Miller).
Sus genuflexiones rítmicas junto al guitarrista (el africano Lionel Loueke) generaban bellos momentos de música pura. Y sobre todo la dirección de aquello parecía llevarla un bateria para mí desconocido (Kendrick Scott), formal con su corbata, capaz de engrasar la máquina en cualquier momento, de lanzar o frenar, de galopar o mantener el trote, creativo a tope. Entre todos ellos, Hancock oficiaba de mero pianista (quizás, con sus casi setenta años, su sabiduría consiste en descubrir el genio en los demás y avanzar con los jóvenes por nuevos caminos).


Cuando ya el concierto iba por la mitad, Herbie se quedó solo en el escenario y el piano sono solo. Era música inclasificable. El tema, unas cortas escalas, ascendente y descendente, me hizo imaginar la voz de una niña, una pequeña que juega en la casa y ríe, y después cerre los ojos y escuche esos sonidos como caricias. Pensaba que Herbie pensaría quizás, como yo, en aquellos músicos de jazz que se fueron ya, o en aquellos niños que fuimos y ellos fueron. Se me cortó el rollo y me enfrié durante un buen rato.

Al final del concierto, la música se transformó en un juego intrascendente, en un fin de fiesta, con aires un poco de comedia. "Chamaleon", un antiguo éxito, sacó a Herbie de su piano y con una guitarra-piano lo llevó por todo el escenario, compitiendo en solos con sus compañeros, en una alegre y hueca exhibición de piruetas. Un Herbie Hancock feliz, que acaba de recibir un premio Emy, al mejor disco de jazz de 2007 ("River: The Joni Letters"), y que sigue su camino sin mirar atrás.
Al salir afuera, siento que los discos conservan una música perdida, que el músico verdadero tiene que reinventarse cada día, y que el aficionado verdadero no puede apegarse a sus recuerdos. Evolucionar y seguir vivo.
Y salimos todos disparados a tomar unas tapitas por el Arenal.

Saturday, November 01, 2008

BUSCA EL CAMINO


La mujer está saliendo a la superficie, viene del fondo de un sótano, de un lugar claustrofóbico y se dirige a la salida, se ha abrigado para salir porque hace frío, quizás llueve afuera...
Pero no, si miramos bien, la mujer viene de la calle y asciende hacia el piso donde vive. En ese caso, regresa a un lugar cerrado donde se quitará la gabardina y abandonará el paquete que lleva bajo el brazo.
No. La mujer de la foto está en medio, en un lugar inhóspito, donde no es posible permanecer mucho tiempo, un lugar que invita a salir de allí hacia otra parte, un lugar que no es suyo y en el que se encuentra sola.

Friday, October 31, 2008

BOTHISATVAS

He leído que existen "bothisatvas" inversos. Seres muy evolucionados que vuelven a la tierra para ayudarnos, haciéndonos precisamente la puñeta, fastidiándonos y haciéndosenos odiosos. Así nos enseñan a trabajar el amor en nuestro interior. El amor incondicional que reconoce en el otro parte de nosotros mismos, y en lo que rechazamos del otro, aquello que en nosotros devemos perdonar y reconciliar.

Aprender a amar. Porque amar a alguien es mirarlo con amor, en su debilidad, ver por debajo de su careta de agresividad, de reproches, de quejas, de desdén.

Amar a alguien es ver en él lo mejor que hay, lo más inocente, y admirarlo en eso, confiar en esa parte que en él hay, ese don, en sus posibilidades, por encima de nuestra incomprensión a sus actitudes, a veces, o sus defectos o errores.

Amar a alguien es renunciar al amor propio, a pedir explicaciones, a tener derechos adquiridos, a que todo con él nos resulte claro, seguro y fácil, a que nos haga felices, a entenderlo siempre, a que todo en él sea equilibrado, a ser lo único que él necesita para ser feliz

Thursday, October 30, 2008

MI UNIVERSIDAD

Como antiguo alumno de la Universidad de Navarra, quiero condenar desde este modesto rincón el atentado de esta mañana. Las fotografías del Edificio Central en llamas o de ese maravilloso campus humeante, son muy dolorosas para todos los que creemos en la cultura, en el diálogo, en el estudio y en el esfuerzo. Querer destruir todo esto no es sino una expresión salvaje del odio analfabeto de los intolerantes fundamentalistas. Todo lo opuesto a lo que es la Universidad.

El campus universitario es un lugar hermoso, espléndido, un jardín botánico en que cada árbol y cada rincon ha sido cuidado con mimo. Es el lugar donde muchos jóvenes pasean sus primeros noviazgos o comparten los momentos distendidos de la jornada docente. La Universidad es algo hecho con el cariño de mucha gente, un lugar por el que, los que hemos pasado por allí, conservamos un cariño especial.

Mi recuerdo para todas las familias que tienen hijos estudiando en Pamplona y que hoy habrán vivido el sobresalto la noticia y la inquietud por sus chicos. Mi solidaridad con los heridos, sus familiares y amigos. La Universidad es una gran familia impulsada por un espíritu de superación y apertura, y estoy seguro de que este espíritu pasa por encima de los odios. Allí aprendí muchas cosas para la vida. Gracias a mis profesores de entonces y a todos los que continúan esa noble tarea.

Sunday, October 26, 2008

DOKTOR FAUST

Mientras me arreglan el ordenador, aprovecho ratos perdidos ordenadores ajenos -apremiado por sus dueños- para escribir a vuela pluma y mantener viva (superviviente al menos) esta página (la única en que insisto). Mi proceso como bloguero, como todo proceso vivo, ha conocido la exaltación y el debilitamiento. Ahora escribo de lo que me va pasando y casi no leo, no tengo capacidad de leer, nada de lo que escriben aquellos que me acompañan. Hay apenas un hilillo que queda, pero sigue el deseo de expresarme, en este tiempo un tanto desconcertado e intranquilo en que, un tanto perdido, apenas encuentro reposo. Me propongo aguantar el paso de la noche, hasta una nueva aurora, en que recuperre la serenidad y el tiempo.

Ayer - y cuento el dìa a día- me salió al encuentro una fiesta de cumpleaños, un reciente cincuentón que soplaba las velas, como yo lo hice, y allí, amistades, unas de hace tiempo (queridas) y otras nuevas y prometedoras, risas, carnes argentina en el asador, un día de sol precioso a fines de octubre, en una comida de campo. Casi sin tiempo, cuando todavía duraba la tertulia, a la ópera: "Doktor Faust", de Busoni. Me habían dicho que era un tostón, que mucha gente se había ido en el descando en las representaciones anteriores. No había gustado esta ópera "alemana" en Sevilla.


Y aquí vino la sorpresa. Un espectáculo total. Dos horas y pico de placer estético y musical. Una música delicada y sutil, sugerente, para escuchar con los ojos cerrados, tenues notas medias, armonías leves. Sonidos que me evocaban, ahora la canción de la tierra de Malher, ahora las polifonías medievales, acordes del órgano catedralicio de Ayerra, intercalados, ecos latinos del Carmina Burana de Orff o música religiosa del Credo in unum Deum. Lo religioso y lo profano. El montaje, espectacular. Polichinelas con sus máscaras y sus barrigas hinchadas, personajes con movimientos epilécpticos de androides, marionetas doradas, seres con capirotes en blanco y negro (católicos y protestantes, españoles y alemanes ante la Inquisición), sorprendente cruce de espadas entre samurais, curas con bonete y bastón... hombres que empujan carretillas que recuerdan al Infierno de Dante y hombres de frac, salidos del expresionismo alemán, seres que emergen y desapareden en paisajes pedregosos, la corte de Parma, el vacío de un ámbito nevado, o la búsqueda del ideal -la oración de Fausto- sobre fondo de un gran ojo que mira y es mirado. Embeleso de una representación inolvidable.




El argumento es conocido, aunque no utiliza sino parcialmente los antecedentes de Malowe y Goethe. Tres estudiantes de Cracovia, tres visitantes misteriosos, dejan a Fausto un regalo: un libro de magia (un misterioso monolito luminoso, que recuerda al 2001 de Kubrik). Es un ofrecimiento del poder, en el momento en que Fausto huye de sus acreedores, del hermano de su amante abandonada, que clama venganza, de los curas de la Inquisición que le acusan de sacrilegio. En ese momento de debilidad human, es invitado a invocar a las fuerzas ocultas del mal. Se le ofrece la satisfacción inmediata de todo deseo (la muerte de sus acreedores, del hermano de su amante, que le persigue). El rector magnífico, el sabio, es un hombre animado por la voluntad del intelectual: el deseo de satisfacciones, el deseo de que la acción sobrevenga inmediatamente a la intención. Salir de la muerte, del vacío de su vida. La felicidad. Lo que ha creado Dios no puede morir, y su alma inmortal aspira al ideal, a la plenitud de la felicidad, del poder.
Fausto invoca a esas fuerzas en uno de los momentos más brillantes del drama: sobre un sobrio escenario unas vías conducen a unos sótanos de los que emergen unos seres vestidos de negro, se convierten en llamas de fuego. A cada uno interroga Fausto y es Mefistófeles el elegido: es un ser tan rápido como el pensamiento del hombre, y por ello es adecuado a la ambición de Fausto que es una ambición sobre todo mental. Fausto tendrá la fama, tendrá las mujeres que desee, el poder. Pero él exige, además, la libertad. Se niega a ser esclavo. Pero al fin acepta el mal, y así se verá obligado a servir a Mefistófeles. Mefistófeles, bajo múltiples disfraces, llevará a cabo lo necesario para que los deseos de Fausto se cumplan, mientras dure su tiempo. Cuando termine, será suya su alma.


Fausto seduce a la duquesa de Parma, delante de su esposo el mismo día de la boda. Haciéndole una demostración de su poder, haciendo aparecer a la Reina de Saba, enamorada del sabio rey, Salomón; haciendo aparecer a Dalila, abrazada al poderoso Sansón, y finalmente, la imagen de San Juan a punto de ser decapitado por el deseo de Herodes hacia Salomé. Es la posibilidad de hacer morir al duque lo que indica Fausto. Ese embrujo, ese embelesamiento de la mujer que sigue sonámbula al seductor...es magníficamente representado, en un juego que terminará en tragedia. La amante es abandonada. Fausto recuerda gravemente el episodio ante unos hombres de mundo que le interrogan, en una taberna, tiempo después. Y entonces aparece Mefistífeles a contar que murió la mujer y dejó un hijo, también muerto cuyo despojo muestra con cruel mofa, para convertirlo de inmediato en juego, en muñeco de paja al que prende fuego.
Al fin, los estudiantes de Cracovia anuncian a Fausto que llegó su último día y él intenta rezar, intenta hacer una buena acción que le valga la salvación, como de niño le contaron. Y aparece entonces la madre muerta con su criatura, el niño, al que Fausto, en la última escena, entrega su vida para que todo se consume, alejándose hacia un juicio, cuyo resultado ignoramos, mientras Mefistófeles -bajo forma de un sereno que recorre las calles con su farol- anuncia un cambio de tiempo y heladas.
"Sólo cuando se mira adelante es tolerable la vida", algo así dice Fausto.

Thursday, October 09, 2008

SEMILLA DE RECUERDOS

Lo que queda en uno de un viaje, uno no lo sabrá hasta que pase un tiempo -tantas son las impresiones condensadas en pocos días...-. Pero en nuestro periplo siciliano, por encima de las cosas y los lugares, ha ocurrido el milagro del encuentro con nuevos amigos: Abedardo y Luisa, como Miguel y Amelia, forman ya parte de nuestras vidas y ¡qué mayor riqueza puede uno encontrar andando por el mundo! Su compañía, los momentos compartidos, la vida que nos hemos contado, el proyecto de vernos de nuevo, eso es lo que prevalece por encima de todo lo demás de estos días viajeros.


Quería recoger imágenes del viaje para mi blog. Hice muchas fotos con el teléfono móvil, para pasarlas al ordenador a la vuelta. Siracusa, su catedral, construída con las columnas dóricas de un templo griego, como imagen del ciclo eterno de destrucción y reconstrucción. Los ojos de Santa Lucía, en su plato (exvotos de ojos, de plata y oro de sus fieles, expuestos junto a la estatua de la joven degollada). Las calles de Palermo, con su belleza demolida y decadente. Los mercados, los teatros, Taormina, templos de Agrigento enmarcados en campos de tierras ocres y verdes cipreses, almendros y olivos centenarios, el mar (los mares), Cefalú y su playa adonde bajé a mojar mis pies y a aspirar por la nariz el agua del Tirreno. Esas nubes que en la tarde convierten la luz celeste en ambarina y roja. Ese cielo azul turquesa increíblemente intenso. Esa brisa salina en la noche.


El mismo día de mi vuelta, desapareció el móvil y con él mi tesoro de imágenes (fue como si se disolviera en el éter). Pero ahora comprendo que las imágenes no eran necesarias o eran insuficientes. Empobrecen los recuerdos. Las sensaciones, las impresiones quedaban ahora liberadas de toda referencia concreta. "Todo lo fijo mata" y este viaje ha sido, al final, vida.


Ahora, queda sembrada la semilla de un recuerdo. Como ese lugar de jazz, en la noche de Palermo, tomando unas cervezas con los nuevos amigos, escuchando un cuarteto de Quebec (ese piano con toques monkianos y ese sonido del saxo, puro, reconocible).


Había comenzado el viaje con el regusto de una novela recién terminada de Alberto Moravia ("El hombre que mira"). El narrador es un hombre que mira, a diferencia de su padre, hombre de acción, dispuesto a rivalizar con su hijo por el amor de una mujer. El protagonista es un voyeur cuyo placer es esencialmente visual e imaginativo. Su esposa, cuyo amor posee para él la cualidad ideal de retrotraerlo a sus días infancia, a ese rostro abandonado de la Virgen de su niñez, tiene ahora un amante que la ama de otra manera.


Deseoso de realidad, para el viaje elegí "Fiesta", de Hemingway, pensando en vivir este viaje como un hombre de acción, como lo fue el novelista (vitalista, sportman), que descubrió al mundo las fiestas de mi ciudad natal. Creí que sería una buena compañía por esas tierras sensuales del Mediterráneo.

Pero, para mi sorpresa, el protagonista de la novela, resulta ser también un hombre que mira. Un hombre impotente para el amor. De hecho, el hombre de acción no fue sino el personaje inventado por Hemingway para huir de la literatura. Los jóvenes viajeros de "Fiesta" se entregan a una orgía etílica contínua en la Pamplona exótica de los años veinte. Pero para el protagonista la embriaguez no es sino el precio que hay que pagar para alcanzar un estado sensitivo determinado, un estado en el que puede leer sus libros preferidos de otra manera, sintiendo que lo que lee lo ha vivido realmente. De esa forma lo que lee pasa a formar parte de él para siempre. Es, pues, un hombre que busca la eternidad, empapándose de realidad. Busca retener sensorialmente ese momento hidizo y huir más allá del tiempo.

Un impulso semejante al que me hizo bajar a la playa de Cefalú, únicamente para mojar mis pies y aspirar el agua marina, sellando sensorialmente el espectáculo visual que me rodeaba.

Sunday, September 28, 2008

ENCARNACION EN SICILIA

Partimos a Sicilia. Allí busco los templos, las poderosas columnas dóricas, el equilibrio griego. Quiero descubrir el misterio de esas palabras resonantes: Agrigento, Taormina, Siracusa...Voy con el temor de encarnar el espíritu de eso que -hasta ahora- era una magia que me hace soñar.

Han dado lluvia en Palermo, y pienso en esos campos mojados, en esas ciudades antiguas, en los burros y en las bicicletas.




Palermo. En una Iglesia abandonada, como tantas en Italia cerrada al culto, entre tanta ruina, sorprendió a mis amigos como una aparición mágica, la obra inesperada del genial mallorquín. En la anarquía de esta ciudad todo podía suceder y todo era a la vez feo y esplendoroso, sucio y sensual. Allí encuentran los animales más sencillos convertidos en nuevos santos.


Iglesia de Santa Eulalia de los Catalanes. 1998. Miquel Barceló escoge este templo para encerrarse dos meses en una tensión espiritual que enfrenta los referentes cristianos con el ambiente pagano que se respira en el ajetreo cotidiano del mercado de la Vucciria, en cuya poximidad se alza el templo.
En esa pasión creadora Barceló se aisla del exterior, de las acusaciones de sacrilegio y deja que en su imaginación surjan destellos como ese Cristo como mandrágora de uno de los apuntes que traza en su cuaderno por esos días. Misteriosas asociaciones entre la cultura griega y la cristiana, que son evocadas desde el interior de las ruinas.


Aparecen así asnos, corderos, peces, que son símbolos del primitivo cristianismo y a la vez, en ese lugar, reciben un poder de transgresión, una suerte de encarnación del espíritu en la vida del mercado, la materia santificada, la comida transformada objeto de culto. Nada es poco santo, nada es impuro.

El espíritu que empapa la materia, ese espíritu acumulado durante siglos, se muestra entre la podredumbre, como sucede con las momias de las Catacumbas de Palermo. La naturaleza es tambien podredumbre, de la que puede sobrevivir la eternidad.

¿Será este el secreto de la isla? La cultura ¿supone acaso superar la belleza? Acaso es algo tan natural como la comida, como el sonido de los campos y del mar. Como el pescado, que Barcelo una y otra vez representa, lleno de consistencia material, disponible para el banquete.

Monday, September 22, 2008

EN MEDIO DE LA VIDA

Este verano leía no sé dónde algo parecido a esto: "Fue uno de esos buenos judíos, que dedica el 90 % de su tiempo a los hombres y sólo el 10 % a Dios". Me pareció que Dios estaría de acuerdo con este juicio.


Luego, mi amiga la del pelo irlandés, me ha enviado un correo en el que comparte conmigo un poema hermoso de Pedro Casaldáliga, que resume esa misma idea, sin necesidad siquiera de mencionar a Dios:



Al final de camino me dirán:
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo, sin decir nada,
Abriré el corazón lleno de nombres
.




Y está bien, porque es ahí, junto e ellos, donde está la vida.

(Para Natxo)



Thursday, September 18, 2008

MADONNA EN SEVILLA

Estuvimos allí. Sevilla se movilizó. Más de 45.000 personas. Autobuses lanzadera al estadio “olímpico” de la Cartuja (ese derroche bellísimo).
El espectáculo resultó rabiosamente americano. Quiero decir: mucha energía… pero una total falta de estilo. Derroche, superficialidad, exceso. Como las cadenas de oro de un rapero. El montaje, tan pretencioso como banal. La música, absolutamente prescindible. Pero toda la potencia del mundo y todos los medios técnicos imaginables. Potencia…pero sin criterio. Inanidad.


Lo peor: el innecesario batiburrillo pseudo-espiritual que nos largan a mitad de concierto, que no viene a cuento para nada. Ver proyectados en las pantallas gigantes nombres como el de Jesús-Buda-Jehová-Krishna…me resultó desagradable por frívolo. Como propone la Nueva Era, la espiritualidad se presenta como un ”totum revolutum”: todo es igual e intercambiable...y, claro, todo acaba vaciándose de contenido. Todo acaba siendo igual a nada. Para colmo, me dicen que Madonna se acaba de convertir a la Cábala: ¡cualquier cosa!
Patético resultó el video sobre el pueblo gitano y los pobres del mundo, proyectado ¡en Sevilla! Pura incultura cutre y autosatisfecha, también típicamente americana. Patético, pero sobre todo obsceno, cuando la miseria se proyecta en medio de un escenario que contiene un millón de dólares en cristales de Swarovsky.
Sí. Vale. Un concierto es fundamentalmente algo lúdico. Un juego sin trascendencia. Y así hay que juzgarlo. En este sentido, es todo un espectáculo y merece la pena. Madonna se mueve y hace un despliegue físico impresionante. Todo funciona como un reloj. No importa demasiado que utilice el play-back. Se le perdona. No importa que esté fría. Se le perdona. Que no haga ningún bis. Se le perdona todo. El público es incondicional.
Pero lo que Madonna pone sobre el escenario es chabacano, desde el vestuario, hasta el sexo (esos movimientos pélvicos compulsivos dirigidos al público…). Al final, puro infantilismo, como el juego de la comba o el boxeo.
Sólo la autoparodia de las cuatro etapas de su carrera (con dobles disfrazadas de Madonna) tiene el sello de la ternura…ella enfrentada a la que fue…despojando a la que fue con furia de sus adornos de novia (de su virginidad) y los pechos falsos de Gaultier. Igual de tierno que su intento de volver al comienzo…a la guitarra rockera. Cuando empezó a tocar de verdad música con un grupo juvenil. Cincuenta años después, todo parece demasiado falso. Aunque funcione la caja registradora.
Yo que Obama, pediría que suprimieran mi foto, como fin de fiesta del concierto.

Friday, September 12, 2008

EN LA FILA

Tras la lectura de la novela de Imre Kertész, “Sin destino”, persiste en uno el estupor. Estupor, ante la forma en que los húngaros aceptaron la suerte de los judíos. Es más, estupor ante la forma en que los propios judíos aceptaron lo que les iba sucediendo, muchas veces sin una idea clara ni siquiera aproximada de lo que fuera eso de “ser judío”.
Nos enteramos de que las estrellas amarillas que vendían en las tiendas tenían mejor calidad que las hechas en casa. Lucían más iguales las puntas, y eran rígidas, gracias al cartón duro sobre el que iba cosido el fieltro.
Cuando alguien era deportado, se celebraba una fiesta de despedida. Se comía bien, se reunía toda la familia y amigos, había abrazos al deportado, deseos de volverse a ver muy pronto…
La docilidad ante todos estos sucesos resulta tremenda. Un policía se basta para detener a cientos de judíos jóvenes, fuertes…y conducirlos en fila hasta un barracón donde se les encierra bajo llave, sin que haya una protesta. Creen todo lo que les dicen. Todos colaboran, e incluso bromean con el policía, al que consideran “simpático”. Fácilmente se entusiasman con la idea de ir a trabajar a Alemania y se apuntan voluntarios al viaje en tren: son listos, ocuparán los mejores puestos, y viajarán más cómodamente (a razón de sesenta personas por vagón…y no ochenta). Les espera la aventura, la independencia.
La inocencia continúa al llegar a la estación. Allí, con apenas el apremio de unos golpes y unos empujones, les hacen formar una gran fila de tres mil personas. En el centro de la fila, se tarda unos veinte minutos en llegar a un punto donde un médico dedica dos o tres segundos a examinar al siguiente y enviarlo a uno de los dos grupos que se forman a cada lado. El joven protagonista de la novela ante el doctor saca pecho y le sonríe. Le tranquiliza la expresión bondadosa de su rostro, el color claro de sus ojos…hasta cree que le ha caído bien.
Luego, progresivamente, paso a paso irá cada uno comprendiendo cómo son las cosas por allí. Irá descubriendo las chimeneas, las duchas…el gas. Todo poco a poco, pasando al siguiente nivel, asimilando así las cosas.


Al volver a casa todos aconsejan al deportado que olvide su pasado, como única forma de iniciar una nueva vida. Tiene dieciséis años y sólo ha pasado un año en los campos. Entonces, Imré Kertész dice lo que piensa ahora: que nunca se puede empezar una nueva vida, habría que perder la memoria. Uno no es un sujeto pasivo de las circunstancias. Uno no tiene un destino trágico: el destino de los judíos lo trazaron también ellos mismos, avanzando en fila hacia el matadero, y los húngaros, aceptando lo que sucedía…Eran cosas que pasaban, pero también cosas en las que uno podía construirse, dar pasos, en una dirección u otra. Y por eso ese destino era el que cada uno construía. Y construyéndolo se hacía a sí mismo. Y sólo enlazando con eso podía continuarse la vida, mientras uno recordase.

Engañosa es la mirada al pasado, cuando todo parece concluido (nada concluye). Engañosa, la mirada al futuro cuando todo parece comenzar (nada comienza). En cada momento, única realidad existente, pasan cosas, hay un contexto. Pero dentro de él, está uno con su trayectoria, los pasos que uno ha ido dando y que trazan una dirección, un norte: Irme Kertesz llama a eso la honradez. Olvidar sería verse uno privado de su honradez.

Wednesday, August 27, 2008

IRÈNE NÉMIROVSKY EN MEDIO DE LA TEMPESTAD

Las vacaciones terminaron hace días. Hay ahora la melancolía de la próxima vuelta a lo cotidiano. Pero estos días residuales de agosto, en la ciudad vacía, me acantono por las tardes en la casa, artificialmente fresca, sin hacer nada: cargando pilas y mirando a mi ombligo, disfrutando de la soledad y de grado de actividad cero. No me apetece salir. Me quedo leyendo y viendo películas.
Leo, por ejemplo, a Irène Némirovsky, “Suite francesa”, y pienso, como otras muchas veces ¿cómo pudo toda esa gente seguir viviendo durante años en aquella situación, soportando la arbitrariedad de las restricciones impuestas a los judíos por el hecho de serlo, la discriminación ante la complicidad cobarde del resto de los franceses? ¿Cómo Irène –con dos hijas pequeñas a su cargo- y siendo una escritora reconocida, no se puso a salvo? Verse obligada a llevar y hacer llevar a sus hijas la estrella de David amarilla cosida al pecho… ¿Cómo fue capaz de seguir escribiendo cuando todo se derrumbaba a su alrededor, de concebir su proyecto literario más ambicioso en esas condiciones? Creó un mundo de fantasía, que era más real para ella –y más urgente- que la realidad misma, un mundo en el que vivía mental y emocionalmente (planificando el desarrollo de su obra, rodeada de los protagonistas de su ficción), mientras se hacía inminente su detención, su deportación, su asesinato. Se quedó esperando, proyectando contar el final de todo aquello en su novela (que tendría “mil páginas”). Quizás nadie pudo suponer la atrocidad del genocidio: en ese tiempo era todavía inconcebible el asesinato como proyecto político. Cuando la realidad cotidiana nos ahoga, a veces necesitamos crear un espacio donde soñar y crear, para seguir respirando. No es retirarse, es trascender lo inmediato.


El problema es que seguimos pensando que siempre tiene que existir una causa para todo. Que las cosas obedecen a una lógica. Para ser detenido, para ser ajusticiado, uno ha tenido que hacer algo grave. Uno tiene que ser culpable. Pero Irène había leído a Kafka y sabía que la vida no es razonable.
Igualmente absurda fue la suerte del manuscrito de “Suite francesa”, llevado de aquí para allá en una maleta, casi inadvertido, inédito durante sesenta años, para hacer resucitar en pleno siglo XXI, como un milagro para nosotros, con toda su frescura a esa mujer judía que en la primavera de 1942 escribía sin énfasis, con sabiduría, con objetividad, serenamente, con poesía también, estas páginas, en medio de la Tempestad que la arrastraría a la muerte ese mismo verano.
Tenía Irène treinta y nueve años.

Monday, August 18, 2008

EL HEROÍSMO DE LO VULGAR

El verano es –entre otras muchas cosas- el tiempo para leer como a mí me gusta. Uno entra de lleno en lo que lee y de alguna manera, los días que dura la lectura son vividos con el tono espiritual que la novela marca.
He leído “El periodista deportivo”, del escritor americano Richard Ford. Era un libro que un día comencé y dejé (como tantos durante el curso) por otras ocupaciones. Ya no pensaba en él, pero me vino a las manos cuando no tenía otra cosa que leer.
Portnoy dijo de este libro: “El periodista deportivo es un canto a la vulgaridad, en muchos aspectos terriblemente conservadora, que conduce a la anulación del individuo, a su dilución en la masa”. Él leyó el libro –según entiendo- en clave irónica, como una crítica al modo de vida americano.
Yo no comparto esta opinión. Me gusta el libro y creo en ese personaje que, frente a los embates de la vida (muerte de su hijo de diez años que motiva la ruptura de su matrimonio), sabe salir a flote a base de aferrarse al día a día, disfrutando lo que cada momento le trae. Ese hombre que es capaz de volver a enamorarse una y otra vez.
Frank Bascombe, el escritor que decide ser un vulgar periodista deportivo, es un hombre que disfruta de su trabajo, de los viajes, de conocer a otras personas, que transmite a los lectores la épica del deporte.

Al parecer, el propio Ford ejerció como periodista deportivo a raíz del fracaso de su segunda novela y pensó que le gustaría seguir con ese trabajo, pero lo perdió. Entonces, buscando un tema para su nuevo libro, su esposa le planteó la posibilidad de escribir sobre alguien que es feliz. Leyendo las declaraciones de Ford a “Babelia” no parece que al escribir el libro tuviera un propósito crítico hacia el sistema de vida americano. “Yo tenía una concepción muy romántica de los personajes de las novelas. Eran siempre tipos conducidos por la angustia, sometidos a terribles torturas psíquicas, preocupaciones... Así que decidí cambiar mi visión del mundo. Lo primero que voy a hacer, pensé, es darle al personaje un trabajo que le guste. Y le di un trabajo de periodista deportivo. Luego pensé: una persona feliz es probablemente alguien que ha sido infeliz en el pasado y que intenta ser feliz. Y ésa es la manera en que llegué a Frank. Ésa es toda mi concepción de Frank Bascombe”.
Es, por lo tanto, un libro de alguien que vive entre dos muertes –la muerte de un hijo, es un poco una muerte anticipada a la que uno sobrevive- y en cierta forma, su vida ya es, a partir de esa ruptura, distinta, una especie de tiempo de prórroga, que tiene que ocupar hasta que llegue su propia muerte. La vulgaridad de una vida que se sobrevive a sí misma creo que tiene algo de heroísmo. Frank Bascombe hace lo que puede. Es un hombre bueno, que intenta ser honrado. Intenta ser buen padre, intenta ser buen esposo, incluso un buen yerno. Probablemente sus miras son muy bajas, probablemente el protagonista se conforma con una versión aligerada de la felicidad (una “felicidad posible”). Pero es que se trata ya de sobrevivir.
El heroísmo del superviviente es un heroísmo oculto, que a veces lleva la máscara del conformismo, impuesta por la necesidad de convivir con los sueños rotos, con la desgracia que ha destruido la posibilidad de una vida feliz. Eso sólo lo puede comprender quien lo ha vivido.
En la novela, los padres, divorciados (huérfanos de su propio hijo), se reunen cada año junto al cementerio, para recordarlo, en la madrugada del día de Acción de Gracias (como si siguieran siendo una familia). Es un encuentro que rinde homenaje a la felicidad perdida. Esa tumba es (y será emocionalmente) un vínculo entre ambos, aunque vivan vidas distintas. Mientras tanto, sus vecinos juegan al tenis y en el aire de la urbanización le llega a Frank el aroma del agua clorada de las piscinas.


Foto de Fred R. Conrad,The New York Times

Monday, July 28, 2008

COMO LA LUNA

El protagonista de “El Palacio de la Luna”, M. S. Fogg, decide dejar de luchar contra las adversidades y adoptar el nihilismo activo como actitud filosófica: no hacer nada y limitarse a esperar el desenlace. Es cierto. La vida te está sometiendo constantemente a agresiones externas, sucesos que te desestabilizan y, en esa lucha constante por mantenerte en equilibrio, se agotan tus fuerzas.
Fogg quiere dejar que las cosas sigan su curso, que el azar marque el rumbo de su vida (llegar lo más lejos posible y ver qué pasa allí). Aprenderá que todo, en esta vida, tiene consecuencias. Pero, como le dice su tío Víctor al despedirse de él, con el tiempo las cosas se van conectando y al final todo va a salir bien. Todo fracaso y todo éxito son momentáneos y relativos. Forman parte de una trama cuyo dibujo sólo se ve al final.

Fogg, con esa filosofía, llegará a la indigencia y casi a la locura, viviendo como un mendigo en el Central Park. Allí, en el parque, los hechos confirman su tesis: cuando se esfuerza por conseguir comida no logra nada y es cuando desiste de intentarlo, cuando se da por vencido cuando llegan los milagros (alguien se acerca y la larga un billete de cinco dólares, por ejemplo). El milagro no se puede provocar, no está disponible. Llega cuando uno ya no lo pide.
En la novela, los protagonistas pierden y ganan fortunas constantemente. Lo mismo pasan hambre que reciben herencias o encuentran un tesoro. Incluso son capaces de regalar una casa o de repartir dinero a los desconocidos. Esto es muy americano. Todo es transitorio. El dinero entra. El dinero sale. Se va y vuelve. Y vuelve a escaparse de nuestras manos. Como la felicidad. Y uno nunca es rico ni pobre, feliz ni desgraciado.

Thursday, July 24, 2008

EL MILAGRO IMPOSIBLE

El criminal de guerra cruel, profeta del odio, tuvo la oportunidad que muchos no han tenido: al alcanzar la mitad de la vida, poder inventarse una personalidad radicalmente diferente. Desaparecer como tal y aparecer de nuevo convertido en otro, irreconocible. Otra persona sin pasado. Él -el carnicero despiadado que ordenó la matanza de miles de personas- eligió ser un abuelete afable y bondadoso, querido por los niños. Él que adelantó la muerte de miles de jóvenes, eligió ser un médico naturópata, que trataba de prolongar la vida de sus pacientes. El que fue odiado por todos, llegó a ser querido por muchos de sus vecinos. El psicópata, curó tal vez el alma de muchos, infundéndoles esperanza ("Siempre hay una salida para culaquier situación").


Lo más probable es que se trata del acto cínico e hipócrita de un malvado. Alguien podría estar tentado a pensar, por muy descabellado que fuera, si probar durante doce años la vida de una buena persona puede cambiar a alguien como él. Quizás sea ahora un hombre distinto ¿Se llegó a creer su personaje? ¿Llegó a querer a sus pacientes? ¿Llegó a gozar del amor que su personaje despertaba? Borges decía que no existe "el asesino", que es una abstracción, sino Raskolnikov, que es un ser humano. Y cada ser humano es capaz de todo lo bueno y de todo lo malo. ¿Transformó al criminal el cariño de esos niños del barrio que le llamaban "Papá Noel"? ¿Llegó a desear, en algún instante, el milagro de ser realmente bueno?
Como cristiano creo en la posibilidad de ese milagro -el deseo de conversión- y creer en ello es uno de los actos de fe que más nos cuesta hacer a todos (creo que en el poder transformador del amor). Pero la justicia ha de cumplirse. Parte de ella -aunque esa bestia no haya cambiado- es el haber podido ser otra persona por un tiempo. Un hombre bueno. Pero tal vez es un milagro imposible.

Monday, July 21, 2008

CON OTRA MIRADA

Ayer era domingo. Estaba en la playa. Sentado en la terraza, leía el periódico (nunca se lee el periódico mejor que un domingo por la mañana). Bajo la sombra del toldo, podía aguantarse el bochorno y las olas del mar se escuchaban refrescantes. Las noticias no habían cambiado. Pero yo las leía de otra manera: la crisis económica, el concurso de acreedores de Martinsa, la historia de la subida fulgurante y caída vertiginosa de un hombre de negocios de pueblo (vallisoletano)…Esto va en serio, es el mensaje que transmite el Ministerio: que nadie espere ayuda pública; cada uno debe refinanciarse por sus propios medios, y en su caso, vender (aunque sea con pérdidas). Es decir, hay que cambiar. Lo que antes era bueno, bonito y barato, hoy es malo, feo y caro.
La gente vuelve a llevarse la nevera con comida a la playa. Los chiringuitos dicen que no venden. Hay quien se quita de fumar y quien se va de la primera línea de playa a la quinta o sexta. Hay quien deja el cambio de coche para dentro de un par de años (todavía está bueno y con arreglarle un poco los bollos puede seguir sirviendo). No se vende lo que se vendía…pero se venden otras cosas. Se venden neveras. Se venden chicles para dejar de fumar. Se venden billetes de autobús para llegar a la playa. Se reactiva el negocio de chapa y pintura.
Habrá que cambiar, habrá que reciclar, habrá que buscar sucedáneos de productos caros, habrá que volver a las vacaciones en el pueblo con los abuelos, a la partida de tute por las tardes y al paseíto por la plaza cuando la fresquita. Hay que aprender de nuevo a disfrutar de la terraza de tu casa en lugar de buscar la cerveza en el chiringuito. Disfrutar del tiempo para leer el periódico, en lugar de comprarlo para no leerlo.
Pero todo esto ya lo hemos vivido antes. No llevamos tanto tiempo siendo un país rico, cuyos habitantes se van en masa una semana a Viena para apoyar a su selección de fútbol. No llevamos tanto tiempo siendo un país que no encuentra camareros ni albañiles entre sus nacionales. No hace tanto tiempo que en este país arreglaban medias suelas los zapateros remendones, para que siguieran sirviendo los zapatos. No hace tanto tiempo que las mujeres aprendían a coser y se arreglaban la ropa, o se le sacaba el dobladillo a las faldas y a los pantalones. No hace tanto tiempo de las sopas de sobre, o la pastilla de caldo concentrado, ni hace tanto tiempo del puré de patatas, del filete de hígado de cerdo o de la leche frita de postre.
Esta mañana iba al trabajo por la ruta de costumbre y me daba cuenta que el tiempo es muy sabio. Allí estaba el convento de monjas con esa jaula de hierro haciendo las veces de balcón medieval. Al lado, el monumento a Rodrigo de Triana, gritando a los marineros desesperados: “Tierra”. Justo enfrente, la Iglesia moderna de muros de ladrillo y campanario de piedra, que siempre me recuerda a Madrid. Allí, el Instituto con los nombres de los Enciclopedistas franceses. Más adelante, el tempo de estilo barroco americanista, con su frondoso ficus gigante. Allí también el impresionante graffiti sobre una pared, puro arte de este siglo. Toda la historia del mundo en una sola calle. Cuántas alternativas económicas no habrá visto pasar este pueblo. Y entre esos edificios, las tiendecitas (muebles, zapatero, cestería, se hacen fotocopias…) y tabernas, placitas y quioscos. Lo popular y de siempre. También los vacíos concesionarios de coches y las excesivas sucursales bancarias.

Tiempo, poso. Y desde esta experiencia de la vida, con Rodrigo de Triana, esperanza mirando más allá del horizonte.

Friday, July 11, 2008

CULTURA

¿Serían acaso civilizados los antropófagos por el sólo hecho de emplear cuchillo y tenedor?, dijo alguien, citando a un escritor eslavo.

Y yo recordaba algunos de los chistes de Chumi Chumez, ese humorismo violento que denunciaba la educación como forma de encubrir la barbarie.

Wednesday, July 09, 2008

ALEGRÍA DE IRUÑA


¡¡¡ Felices fiestas !!!
Foto de Jesús Diges