Sunday, November 30, 2008

EL MUNDO COMO REPRESENTACIÓN


Como este Al-Idrissi, que trazó su mapa situando a África por encima de Europa. ¿Qué -de lo que creemos- es una imposición? Iba a decir que el Norte siempre está arriba del Sur, pero ¿arriba y abajo tiene sentido hablando de puntos cardinales? ¿No será que bajo cuerda del idioma se nos cuela un gol ideológico?

Hay que representarse la realidad, hay que diseñar los mapas, para situarse uno y situar las cosas. Pero está bien saber que trabajamos con meras convenciones. A veces, darle la vuela al pensamiento habitual, pensar al revés, puede ayudar a relativizar. Y ver a Europa por debajo de África sorprende y cuestiona.

Friday, November 21, 2008

MAÑANA DE LIBROS USADOS

Salgo y me encuentro la Feria. El libro antiguo y de ocasión se expone en Plaza Nueva, donde han colocado obras de Rodin ("El pensador" parece meditar a las puertas del Ayuntamiento). Sevilla resplandece y decido perderme por los puestos en esta hora del mediodía. Es una fiesta que aspira a los encuentros.


Y encuentro y compro una edición de "El mago de Lublín". Isaac Bashevis Singer debe ser uno de los Premios Nobel que menos se reeditan. El libro lo leí adolescente y quedó con los demás en mi casa, cuando me fui. Entonces sentía que nada era mío todavía. Quería, como todos a esa edad, empezar de cero a construir mi vida. El adolescente se despide cuando todavía no hay nada que ocupe el lugar vacío.


Sigo. Y encuentro una biografía de Dante, de Giovani Papini. Es una de mis fijaciones. Recuerdo aquella clase en el Instituto Ximenez de Rada, en que don José Lampreabe, con su estilo engolado de catedrático redicho, nos contó los pormenores de la vida del poeta, precisando el lugar, el día y la hora del encuentro con Beatriz. Fue a la salida de misa mayor, de la Iglesia de la Trinidad, ese momento único que plasmó el pintor inglés Henri Holiday en su famoso cuadro.


Luego, llegaría a mis manos un ejemplar de la Divina Comedia, regalo de mi tía Remedios en una de sus visitas anuales. La traducción de José Eugenio Hartzenbuch, romántica hasta el éxtasis, me hacía parar a cada frase para padalear cada palabra; las ilustraciones de Gustavo Doré, las notas eruditas al pie...fue mi primer libro verdadero. Al comprar ahora esa biografía secretamente quiero recordar la hora concreta y los minutos, no sólo de aquél encuentro mítico, sino de aquella lejana clase en que mis compañeros no atendían, en que mis compañeros se dormían o se burlaban de don José. abstraído en su discuros, lleno de ampulosidades y afectación, pero también de una erudición que me tenía embelesado. La literatura era más que los libros, una forma de vivir: la de los escritores.
Ahí empezó quizás mi fetichismo. Como me pasa con Onetti. Un hombre al que imagino tumbado permanentemente en su cama, fumando y bebiendo, contra el dictamen de los médicos: enfrentado a un destino literario, como lo dibuja Delfini.

Compro sus "Cuentos completos" en edición primorosa del Círculo de Lectores, y meto en la bolsa mi propio miedo a la vida. Y termino comprando "Madrid de corte a checa", de Agustín de Foxá, otro que vivió sin miedo y que nos dejó ese verso: "Y pensar que después que yo me muera, aún surgirán mañanas luminosas". Sigo mi camino al sol y vuelvo a casa.

Friday, November 14, 2008

WHAT'S NEW


Esta tarde de viernes permanece acostado. Escucha de nuevo a Betty Carter. Nada entiende de letras y poco sabe de la vida de esta mujer (murió en el noventa y ocho) que deletrea melodías emotivas con inverosimil lentitud. Escucha cómo canta y siente cosas, es como si ambos pudieran comunicarse en esas prolongadas notas, que él acompaña con su voz, fundiéndose con ella, como compañeros de un secreto viaje y dueños de una clave secreta que los une y hermana, de un sentimiento excesivo, quizás, que comparten en esta tarde de viernes, en que ha despertado de la siesta, despues de tomar, sí, unas copas y de ahí ese estado excesivamente receptivo, esa forma de percibir la música tan honda. Y así, cuando ella canta "What's New"...es cierto: qué hay nuevo en su vida...y es como si ambos sintieran ese vacío, sintieran que nada nuevo hubiera ya para uno y que nada había ya para la otra, como si hubiera acabado la magia y se hubieran representado todos los papeles. Y así, "Every Time We Say Goodbye", suena realmente triste, porque siempre estamos diciendo adiós, decir adiós...a personas que no aparecen de nuevo en nuestra vidas, a lugares que ya hemos olvidado y sobre todo que ya nos han olvidado, esas cartas que no se reciben y sobre todo esas cartas que no se envían...porque ya no tienen destinatario. Betty es esa mujer amiga que canta para él esta tarde, esa mujer que él imagina como alguien que se despide también cada vez que canta, de alguien o de su pasado, desde la oscuridad del escenario, sola, con sus fieles músicos, que intentan acompañar esa soledad, creando un fondo musical que tejer de silencios la interpretación de Betty, en un tempo lento...lentísimo. Como contrapunto "What a Little Moonlight Means To You", una pequeña luz de luna (quizás el recuerdo de una noche enamorada), cuando la luna era una presencia...o ese "Social call", que recuerda la llamada que hay que hacer más tarde, esa llamada que nos mantiene unidos a otros, otros con los que esta noche él saldrá, pero la música sigue sonando todavía un rato. "Whit no Words": no hay palabras -piensa- es bueno, cuando no se dicen palabras está uno cerca de la verdad, cuando no son necesarias o cuando no son posibles, porque a veces uno no puede decirlas (no se entenderían) o uno, en todo caso, no las dice -piensa- porque la vida tiene unos limites de realidad, porque las palabras engañan, encierran y confunden. Ha ido perdiéndose, así, en la música, en sus ensoñaciones, en su cama todavía, con la lasitud de esta tarde que se prolonga hasta que salga esta noche con los amigos. Pero llega "Favourite Things", y eso le recuerda esas cosas que prefiere, esas aficiones, esas cosas a las que se entrega para pasar la vida, entre tanto la vida llega (como cuando deja perder sus pasos por los expositores de libros del VIPS, antes de subir a casa), esa vida esquiva que acaba presentándose un viernes como este, por la tarde, vestida de melancolía y música. Y recuerda el blog y que no ha escrito nada, y se levanta y escribe esta entrada.

Sunday, November 09, 2008

REGRESO AL PRESENTE

Ibamos a emprender el viaje a Sicilia. Barajas T4, día 29 de septiembre de 2008. La crisis económica mundial, desatada por la quiebra de Lehman Brothers, tiene al mundo pendiente de la aprobación del plan de recuperación de Bush. Cada uno lleva dentro su propia crisis, su angustia. Yo, desde hace unos meses me descubro pensando en lo que fue, esperando de algún modo que lo que fue vuelva. Esa despreocupada abundancia. Este viaje que emprendo es también una forma de olvido.

De nuevo la majestad arquitectónica del aeropuerto madrileño me sobrecoge: luz, mucha luz, en esta mañana de promesas, como siempre al emprender vuelo. Y en esa nos movemos, sin prisa, como paseantes despreocupados de Domingo.


De repente, nos sorprente en un hall de la terminal la exposición de Manolo Valdés, ese escultor que ha hecho procesionar a sus meninas por los paseos y parques de media Europa, dotando de gracia a la imponente materia de sus grandes volúmenes.

Por cierto, esa gracia que no entienden algunos. Hace unas semanas habíamos acudido al reclamo de sus esculturas a ese desastre urbanístico en que han convertido la Alameda de Hércules. Me habían impresionado el tamaño y la rotundidad de sus figuras. Pero más me apenó la falta de respeto y la incomprensión de esos desaprensivos que habían pitorroteado las piezas: arte popular, según ellos. Me dio pena de aquellas piezas indefensas en medio del paseo, con las heridas de la incultura encima.

En Barajas se exponen tres piezas, tres cabezas de mujer, con textos de Vargas Llosa. La coqueta (adoro la mujer coqueta). La realista..no me gusta. Pero me detengo a leer y enseguida transcribo en mi libreta de notas, el texto al pie de esta cabeza.


LA REALISTA


Sólo existe lo que piso, miro, siento y toco:
la lluvia que nos moja, los perros que nos huelen
y los apresurados transeuntes.


Detesto las mentiras de la irrealidad.
Acato sin protestar la tiranía de todo lo existente.

Sólo amo lo posible
y me sublevo contra el hechizo de las ilusiones.

Pobres amigas, ustedes tienen miedo a la vida
y por eso se esconden
entre las musarañas de la fantasía.

Yo sé vivir.

Las frases me llegan como una verdad tan rotunda como las piezas de Valdés. Es como si me hablase una desconocida (una mujer bella y distante) para traerme a la realidad y darme un un tirón de orejas. Es como si me dijera que para vivir tengo que silenciar todo ese jaleo mental que llevo encima y que me impide acercarme a las cosas y abrazarme a ellas, ese lastre que es como esas cajas que Valdés coloca a ambos lados de las cabezas de sus piezas, cajas que imagino llenas de libros, de discursos, de razones.

Tanta palabrería, tanto ladrar y tan poco morder. Vivir es soltar ese lastre para salir corriendo al encuentro de lo que está justo a nuestro lado. Aquello que nos mira y se acerca.

Y así emprendo el viaje (vuelto al centro del presente), con el propósito de abrazar todo aquello que encuentre y aprovechar cada momento para disfrutar de lo que ese momento depare. Ahora, es el momento. Esto que hay es el regalo que la vida tiene para mí

Sunday, November 02, 2008

HERBIE HANCOCK: CONCIERTO EN SEVILLA

Para Miguel y Amelia, y para su hijo.

Recuerdo que en mi casa había un piano. Yo era un niño y me sentaba frente a él y tocaba una música que sólo yo comprendía. Más tarde, en algún cambio de fortuna familiar, el piano fue vendido. Nadie me dijo nada, por eso debo suponer que no hubo más remedio. Años despué, ya en el piso nuevo, mi madre compró un pequeño piano. Yo tenía quince años y sólo escuchaba discos de jazz. Nunca aprendí música, pero me gustaba teclear mis discos favoritos y disfrutaba acompañando de oído las composiciones que sabía de memoria. Era una pasión vivida en soledad y yo abría la ventana de mi habitación para que alguien pudiera participar de eso que para mí era belleza y placer, alguien que -de alguna forma- pudiera ser un amigo desconocido. Eran momentos de descanso en mi estudio, en los que me evadía totalmente de la esclavitud memorística de las lecciones y me sentía un poco músico de jazz también, evocando la libertad de esas vidas viajeras, siempre en alas de la inspiración del momento, como las que leía en las contraportadas (a veces adivinando una traducción del inglés, idioma que tampoco nunca he llegado a aprender). Uno de esos discos a cuya música intentaba aportar mis notas, fue un doble album de Chick Corea y Herbie Hancock: un duo de piano solo que formaron en los setenta. Recuerdo "Fiesta", recuerdo, casi de memoria, "Lisa", colgada ahora en You Tube (tampoco he aprendido a colocar aquí músicas, espero que Marta me enseñe cuando nos veamos).

Ayer, antes del concierto, estaba muy nervioso. Toda esta historia de soledad adolescente terminaba. Iba a tener la oportunidad de escuchar en directo al propio Herbie Hancock en persona. Y además había conseguido un asiento en la fila cinco. Allí iban reuniéndose ese tipo de personajes que yo hubiera querido ser. Ese chico enclenque descansando la cabeza en el hombro de su compañera, que le acaricia el pelo. Esa pareja de aficionados maduros con sus ropas amplias, gorras y sus cortes de pelo especiales. Gente informal. Todos estos hubieran podido ser mis amigos. Todos compartimos esta música.
Mi emoción crecía y tuve que hacer una llamada, a Cristina, para contarle dónde estaba, pero su teléfono no estaba disponible. Quería decirle que iba a escuchar a una leyenda viva del jazz.

Inevitablemente el concierto me defraudó. Herbie Hancock (ha hecho bien) decidió no quedarse en los setenta (como quizás yo sí me quedé). Hubo mucho ritmo, pero poca melodía. Una música a ratos estridente. Aporreaba el piano bien, sabiamente, pero yo no veía ahí sino energía en bruto, sin una finalidad, sin un sentido. Poca alma.

Decidí no buscar lo que esperaba encontrar y aprovechar el momento, con lo que me ofrecía. Dejar de vivir el recuerdo. Entonces cerré los ojos y escuché. Escuché esa exhibición de un joven músico suizo, que toca la armónica con un sentido del tempo increíble (Gregoire Maret, Ginebra, 1975, un músico que ha tocado con Marcus Miller).
Sus genuflexiones rítmicas junto al guitarrista (el africano Lionel Loueke) generaban bellos momentos de música pura. Y sobre todo la dirección de aquello parecía llevarla un bateria para mí desconocido (Kendrick Scott), formal con su corbata, capaz de engrasar la máquina en cualquier momento, de lanzar o frenar, de galopar o mantener el trote, creativo a tope. Entre todos ellos, Hancock oficiaba de mero pianista (quizás, con sus casi setenta años, su sabiduría consiste en descubrir el genio en los demás y avanzar con los jóvenes por nuevos caminos).


Cuando ya el concierto iba por la mitad, Herbie se quedó solo en el escenario y el piano sono solo. Era música inclasificable. El tema, unas cortas escalas, ascendente y descendente, me hizo imaginar la voz de una niña, una pequeña que juega en la casa y ríe, y después cerre los ojos y escuche esos sonidos como caricias. Pensaba que Herbie pensaría quizás, como yo, en aquellos músicos de jazz que se fueron ya, o en aquellos niños que fuimos y ellos fueron. Se me cortó el rollo y me enfrié durante un buen rato.

Al final del concierto, la música se transformó en un juego intrascendente, en un fin de fiesta, con aires un poco de comedia. "Chamaleon", un antiguo éxito, sacó a Herbie de su piano y con una guitarra-piano lo llevó por todo el escenario, compitiendo en solos con sus compañeros, en una alegre y hueca exhibición de piruetas. Un Herbie Hancock feliz, que acaba de recibir un premio Emy, al mejor disco de jazz de 2007 ("River: The Joni Letters"), y que sigue su camino sin mirar atrás.
Al salir afuera, siento que los discos conservan una música perdida, que el músico verdadero tiene que reinventarse cada día, y que el aficionado verdadero no puede apegarse a sus recuerdos. Evolucionar y seguir vivo.
Y salimos todos disparados a tomar unas tapitas por el Arenal.

Saturday, November 01, 2008

BUSCA EL CAMINO


La mujer está saliendo a la superficie, viene del fondo de un sótano, de un lugar claustrofóbico y se dirige a la salida, se ha abrigado para salir porque hace frío, quizás llueve afuera...
Pero no, si miramos bien, la mujer viene de la calle y asciende hacia el piso donde vive. En ese caso, regresa a un lugar cerrado donde se quitará la gabardina y abandonará el paquete que lleva bajo el brazo.
No. La mujer de la foto está en medio, en un lugar inhóspito, donde no es posible permanecer mucho tiempo, un lugar que invita a salir de allí hacia otra parte, un lugar que no es suyo y en el que se encuentra sola.