Wednesday, December 24, 2008

HOY NACE UN NIÑO


Va a nacer entre los más pobres, pero es Dios. El todopoderoso elige hacerse todomenesteroso. Y quiere estar ahí, con los más humildes, con los pequeños del Mundo. Desde entonces podemos encontrarlo en la debilidad (en lo débil que hay también en cada uno de nosotros). En mi debilidad, te haces fuerte Tú.
Feliz Navidad.
Foto: Maternidad en Cité Soleil. Cristina de Middel (Haití)

Tuesday, December 23, 2008

POR TU AUSENCIA



POR TU AUSENCIA

Algunos años han pasado ya,

Y mi corazón no deja de llorar

Por tu ausencia, por tu ausencia

Y no comprendo yo

Porque te llevo Dios

Y te quito de mi

También te quiero yo

Sin ser tu creador

Naciste para mi

Yo te canto de corazón,

Yo te canto con mi voz

Yo te canto de corazón,

Yo te canto con mi voz

Y si me falta la voz yo te canto con las manos

Y si me faltan las manos, yo te canto con el corazón

Y si me falta el corazón, es que en el cielo estamos los dos

Lamentándose están ya las cuerdas de aquella guitarra

Que tu con tus manos tocabas y yo la escuchaba

Y aquel pajarillo escondido cantaba y cantaba ah ah ah

Mientras yo soñador como siempre la ventana miraba

Y yo ya no me hago reproches pues ya no te tengo

El señor ha querido que vivas con el en cielo

Y yo como siempre me quedo llorando y cantando ah ah ah

El destino ha querido tenernos a los dos separados


(26 de diciembre)

Sunday, December 21, 2008

SUPRIMIR UN BLOG, SIN UN ADIÓS

Empecé mi blog por emulación. No sabía que existía esto hasta que me dijeron que mi amigo Jesús García Calderón tenía un blog. En él escribía de poesía y contaba sus viajes, sus lecturas, sus descubrimientos culturales. Sería bonito tener un blog -pensé- tan elegante como ese . Y empecé el mío, tomando el suyo como modelo. Fue mi primer enlace. Algunas veces estuve tentado de dejarlo y él me animó a seguir. Ayer quise entrar a visitarlo pero ha sido suprimido. Ya no existe. Todo lo escrito, todo lo leído allí. Sentí, como otras veces, un especial desasosiego.

Algunos no suprimen su blog, se limitan a silenciarlo. Pero nos dejan lo que escribieron, como José Ángel cuya última página suelo leer de vez en cuando y que contó cosas nuestras en su blog, como Gatito Viejo, con quien fuimos fieles corresponsales durante casi dos años. Éstos blogueros silenciados permiten que volvamos por allí -de puntillas o dejando nuestros comentarios- y así, conservamos archivos de una gran calidad literaria y gráfica, como el de Danae. Otros desactivan la posibilidad de hacer comentarios nuevos y quieren permanecer aparentemente solos en el espacio, como Amanda. Esta Amanda tremenda, que compartió con todos nosotros (con una sinceridad espeluznante) el día a día riguroso de su ruptura matrimonial, dejándonos al final una última entrada en la que -bajo el epígrafe "el futuro"- con esa fotografía del agua que cae en la alberca y se funde en ella, parece anunciarnos la opción por el anonimato.


Desaparecer para siempre como la gota en el agua, desaparecer sin dejar huella, no es, sin embargo, humano...Es imposible haber sido y no haber cambiado en nada el Universo. La demostración es este blog, epígono del suprimido. O esa parte de su vida compartida con nosotros por Amanda. Algo queda, aunque sea -como diría el poeta- el recuerdo de un olvido. Suprimir lo que existió es una decisión irrevocable y que nos empobrece a todos. El creador ejerce el derecho de destruir su criatura, sí. Pero también el lector habría de tener derechos, siquiera a la despedida. Porque el que suprime su blog se va sin darnos ocasión de despedirnos, como el suicida. Peor, sin dejar siquiera una carta.

Justo Serna cree la mayor parte de lo que se escribe en los blogs es perfectamente prescindible. En la plétora de Internet, los blogs aparecen y desaparecen, son efímeros. Cuando lleva uno tiempo -no demasiado incluso- en esto, como los viejos, tiene que acostumbrarse a las sombras de los muertos, poco a poco van sumándose nuevas pérdidas y es como si las voces que callan nos fueran dejando solos. En este sentido, si uno sigue adelante, habrá que conformarse con la desaparición de los textos, de las imágenes, contenidos quizás prescindibles, pero no me conformo con el carácter prescindible de las personas que en los blogs se nos dan a conocer: no para mí.

Tengo que suprimir ahora esos dolorosos enlaces con los blogs suprimidos, y me da rabia y no me resigno. Por eso rebusco en Internet algo que haya sobrevivido del blog que he perdido: otros copiaron retazos de la brillante escritura de Jesús, algo se ha salvado y -quizás contra la voluntad de su autor- como lector, rescato, para celebrarlo esas líneas y copio esa hoja suelta, débil, del poema, tan frágil como la memoria, o como el blog, pero que nos acompaña y da calor en el invierno.
P.D. Ahora que esta añoranza me ha devuelto (como de otro mundo) la querida voz de Amanda, con el maravilloso regalo de una presencia que sin haberlo sabido yo me acompañaba, quisiera decir que a veces, rastreando por ahí, en algún rincón de la blogosfera, me agarra la emoción de escuchar de nuevo una voz callada (el otro día Innes, en el blog de la Princesa), y entonces es como si tuviera noticias de un amigo que marchó lejos, pero que sigue bien y envía sus recuerdos.
Innes, por cierto, de cuyo blog del subsuelo copié en su día para mi disco duro un texto originalísimo sobre el escritor y las letras de su teclado y así lo salvé de la destrucción.

Friday, December 19, 2008

PRESENCIA DE FERNANDO SARRÍA

Fernando Sarría ha escrito un texto que quiero guardar aquí, porque con su velocidad de escritura ha pasado ya a "entradas antiguas" en su blog. Ese texto melancólico de algún modo me refleja y en él me veo yo también siendo a veces la fiel copia de todo aquello que no quiero ser. Gracias por escribirlo con esa belleza. Probablemente, en los bolsillos de tu abrigo, se van juntando palabras aladas a lo largo de tus paseos zaragozanos (cierzo que va, cierzo que se queda), y luego nos las muestras como un puñado de brillantes en tu mano.
Esa melodía en prosa tuya es para mí evocadora de unas horas juntos, hablando en lucha por comunicarnos, posiblemente mixtificando literariamente nuestras personalidades, en ese encuentro esperado. La maravillosa música que acompaña esas reflexiones es también algo mío, jazz profundamente evocador. Quiero añadir que la melancolía del texto reside, según creo, en la sorpresa que nos asalta a veces de ser fantasmas de nosotros mismos. Un día tras otro, te dices: "que no soy yo". Eres ese ser huidizo, colonizado por tu cabeza.

Una noche tras otra, al volver de una cena con los amigos, te das cuenta de que las palabras te han ocultado, de que no has podido evitar esconderte, por pura timidez, entre galas y fuegos de artificio, por pura necesidad menesterosa de la atención de los demás y de su amor.

Y asombrado compruebas que no has consiguido estár ahí, con el otro, que no has conseguido comunicarte con él. Que hay algo que siempre queda dentro y no sabes manifestar. Y eres menos o más que tú. Y muchas veces acabas siendo una copia casi idéntica del que no quisieras ser.
Fotos: Depardon y Richter

Saturday, December 13, 2008

DIAS DE POESÍA EN ZARAGOZA

No la conocía. No les conocía.

Iba en el AVE pensando en qué diría. Tenía que decir algo, estaba anunciado. En este viaje se mezclaban tantas cosas...Empezó siendo un poema que irradiaba en mí algo profundo. Pero había también un factor biográfico: este viaje parecía un bucle del destino. Leí aquél poema y deseé editar el libro. Luego resultó que la autora -la misteriosa mujer de pelo irlandés- era de Zaragoza. Allí, hace veinticinco años fui muy desgraciado. Y ahora regresaba a esa ciudad que nunca supe hacer mía, esa ciudad en la que iba por las calles como encerrado en una cárcel. Para mí era importante volver, era importante encontrar esa ciudad, ahora, tanto tiempo y tantas cosas después, de la mano de una amiga -la primera allí- alguien a quien no conocía. El poema era pues, también, un regreso para mí.



En el AVE había cargado con "Doctor Pasavento", para releer cómo Vila-Matas cuenta que también él pensaba en el AVE de qué hablaría al llegar a Sevilla. El viaje hoy era a la inversa, pero el tema -en definitiva- el mismo: cómo la realidad se confunde con la ficción, cómo se preñan una a la otra, cómo a veces siente uno como si esperase que el cuento de su vida se siga contando por su cuenta.


Pesaba mucho para mí el paralelismo: la sincronicidad te deja perplejo, como si se tratase de un diseño artístico del destino. Por eso, durante el viaje, pensé contar que hace veintinco años estaba en Zaragoza desesperadamente solo, que hace diez años era yo el autor que presentaba su libro y Bernardo Víctor Carande -mi amigo ya muerto- el editor que amparó en su colección una novela de un autor desconocido, mi novela, que contaba aquellos años míos en Zaragoza. Pensé decir que "El Desembarco" había nacido como editorial -precisamente- para publicar un texto de Bernardo, una humilde columna de periódico del "Hoy" de Badajoz, titulada "Añora el hambre de Van Gogh" -que me llegó muy dentro- y en la que Bernardo rememora a Vicent Van Gogh por esos campos de la Camargue francesa, con sus pinceles al cinto y su caballete a cuestas, anda que te andarás, sin haber comido nada, pintándose lo que se le presenta, si es un cielo nublado o un trigal, si pobre, por lo mismo libre...Ese texto había despertado en mí un deseo, no conocido hasta entonces: el de editar. Ese mismo deseo que había sentido de nuevo leyendo "Regreso a Taormina"...Añoraba Bernardo ese hambre de Van Gogh cuando tenía que hacer pasillos para rellenar instancias, pedir subvenciones, llevar ese papeleo burocrático para el que no servía, para el que ningún poeta sirve, con tal de llevar adelante la finca que su padre le dejó, Capela, su pequeña explotación ganadera, de la que vivía.


Y yo pensaba que -si no lo suficientemente valiente para vivir con la libertad que él- al menos como editor vivía la pobreza, en un voluntario apartamiento del tráfico comercial, con la perentoriedad de poder ser cada libro el último de mi vida como editor, lo que enriquece la elección, lo mismo que se llena de valor y autenticidad la vida que está a punto de perderse.


Y meditaba en todo esto -que era mío, pero era pasado- cuando llegué a Zaragoza para la presentación del libro. Pero no dije nada de lo que había escrito.


Ya he vuelto. Se presentó el libro, "Ocho islas y un invierno". Pero sucede que conocí a Marta Navarro, su autora. A ella y a Chesus Yuste, a Fernando Sarría, a Luisa Miñana...compartí ese momento de celebración con sus amigos, con Alfredo, con Mónica, con Inma...con José Antonio Labordeta, en la distancia, con la poesía de Pedro Casaldáliga, presente entre nosotros desde Brasil...Han sido días de amistad y de poesía.


Y el pasado -mi pasado- desapareció con todo su peso. Porque me inundó el presente como un regalo, me inundó incluso la promesa de futuro de una amistad naciente. Comprendí que el azar no me traía a Zaragoza, Yo era apenas un instrumento para que se materializase esa belleza -que ya no nos pertenece, que es de todos- y todo esto era el arte que sucedía, en versos cotidianos y sencillos. Y supe que la literatura es una excusa de la realidad para ir más lejos. Gracias Marta, por tu naturalidad y cariño. Gracias Chesus por el acompañamiento y por los links. Gracias por estos días pasados junto a vosotros.

Tuesday, December 09, 2008

HOUDINI, POR ARTE DE MAGIA

La vuelta comenzó antes de lo previsto. Comenzó en el AVE. Comenzó con una película de Catherine Zeta-Jones y Guy Pearce, “El último gran mago”, que relata los últimos días de Harry Houdini, el judío que asombró al mundo con su capacidad para liberarse de todo tipo de ataduras.

El AVE me conducía hacia el norte, pero hasta unos días después no pensaba volver a Zaragoza. Mi primera noticia de Houdini fue en esos lejanos años que viví en esa ciudad. Aparecía en una filmación de los años veinte, en Nueva York, en otra película, “Ragtime”, de Milos Forman, que se estrenaba en un cine del Paseo de la Independencia. Yo iba al cine los sábados por la tarde. En la ciudad no había otra cosa que hacer. Era barato y me encontraba solo. De hecho fui a ver "Ragtime" dos días consecutivos (tanto me gustó). Escapar era para mí –en 1981- algo impensable. Estaba sometido a un destino que yo mismo había forzado y cuyo final incierto me tenía atrapado en esa ciudad...Paseaba por las calles como si llevase una camisa de fuerza puesta, una de esas camisas de fuerza de las que siempre escapaba Houdini.


Muchos años después había visto en televisión “Katchanka”. El niño protagonista está también encerrado, en una casa en el campo, lejos de sus amigos, aburrido. El niño encuentra entonces un libro que cuenta la vida de Houdini, un libro en el que el niño aprende el arte de escapar, el arte de desmaterializarse y desaparecer. Houdini, su nuevo héroe, había sido un niño pobre y solitario, había tenido que trabajar de limpiabotas, luego de aprendiz de un cerrajero y contorsionista en un circo; había aprendido a aguantar todo eso, a aguantar el dolor, a aguantarlo todo, para ser el mejor mago del mundo y desaparecer. Houdini se había casado con Bess, una chica menuda y morena, a la que hacía desaparecer en sus números juveniles. El niño, al leer esta parte de la vida del mago, probablemente soñaba con encontrar también una chica con la que poder compartir sus juegos, con la que tener la misma complicidad que ellos tenían.

Viendo en el AVE la película, viendo a Houdini con los pies encadenados, para ser introducido boca abajo en una pecera, recuerdo cómo a Houdini le gustaba el peligro de la inmersión, desafiando a la asfixia. Y recuerdo ese dato biográfico que leí en algún lugar y que crea un vínculo misterioso entre el mago y yo. Ambos, siendo niños (concretamente, a los siete años) vivimos la experiencia de caer a un río y estar a punto de ahogarnos. Recuerdo, haber contemplado el sol a través del agua y las burbujas de mi propia respiración, mientras caía al fondo. Y luego, al recuperar la consciencia, recuerdo la impresión extrañamente irreal de la gente que me rodeaba; era como si estuviese "en otro mundo". Había escapado de la muerte. O había vuelto de ella.


Escapar cuando uno está a punto de ahogarse. Hundirse y salir a flote de nuevo. Eso es la vida. Burlar a la muerte, irse y volver. Escapar puede ser tan fácil como ser capaz de esconder una pequeña llave en cualquier orificio del cuerpo, o –como hacía Houdini- tragarla y regurgitarla luego. Eso no es más que un truco: pero en Houdini, junto al truco está la verdad, el trabajo constante, durante años, para aprender a aguantar, a aguantar el frío, mediante inmersiones en bañeras con hielo; aguantar la respiración, hasta casi de tres minutos; aguantar los golpes que cualquier desconocido quisiera propinarle (uno de ellos, que le sorprendió antes de que pudiera prepararse para encajarlo, le llevó a la muerte, en 1926). Houdini aguantaba todo, y aguantaba con una sonrisa. Porque sabía fingir. En el fondo era un hombre del espectáculo, un actor o si se quiere, un farsante. El siguió siendo siempre un niño pobre, un niño judío, un niño junto a su madre, a la que adoraba, con una pasión extraña.

Por arte de magia, con Houdini, he escapado hoy de nuevo, escribiendo esta entrada, a Zaragoza, a la sala de proyección en que un joven asustado libraba una batalla con la desesperanza.