Wednesday, December 11, 2013

DE TAL PADRE, TAL HIJO



Leo las críticas de las películas en cartelera a través de la página filmaffinity en Internet. Cuando hay alguna película que le guste a Carlos Boyero se me ponen de punta las orejas: debe ser buena de verdad. Eso pasó hace un par de semanas con "De tal padre, tal hijo", película del director japonés Hirokazu Koreeda, para mí hasta entonces desconocido.

Concurría el elemento atractivo de su proyección en versión original subtitulada en una de las salas del Avenida 5 cines, lugar frecuentado por los cinéfilos de Sevilla por su excelente programación. Y, en efecto, la película no me ha defraudado. 




La película, en su sencillez, resulta muy emotiva y es de esas que te hacen sentir, pero también reflexionar. Es una película que recomiendo a todos los padres (y a todos los hijos), pero que, sobre todo, trata de la felicidad y de lo que la proporciona ¿Dónde radica la felicidad? 

Conocemos la vida de una pareja bien situada, con un hijo de seis años. Una pareja en la que él está completamente entregado a un trabajo de gran responsabilidad y ella cuida al niño casi sola.

El hecho que genera la crisis que pone en marcha la historia es -como casi siempre- una llamada de teléfono. El hospital comunica a los padres que su hijo no es tal, pues se produjo un intercambio de bebés en su día. Su verdadero hijo vive con otra familia, muy modesta, de tenderos.

Tener "aspiraciones" para tus hijos. Tener "aspiraciones" en tu trabajo. Tener más posibilidades en la vida. Aspirar a ser más de lo que eres. Y para ello, sacrificio, esfuerzo, trabajo, poco tiempo libre, a pesar de tener todas las comodidades, diseño, elegancia, "clase". Una vida dura.
Por el contrario, vivir "al día", día a día, no desear ser más de lo que eres, tener todo el tiempo que desees, para jugar, para tomar el sol en el pequeño terreno trasero de tu desvencijada casa, poder volar cometas con tus hijos o bañarte con ellos en la bañera. Vivir "al estilo hippy". Con libertad y amor, pero sin un duro en el banco.



Es desde la perspectiva del niño desde la que sentimos cuánta soledad hay en esos pisos modernos, confortables, llenos de juguetes electrónicos, pero en el que los padres apenas tienen tiempo para jugar con sus hijos.

El nivel de exigencia con los niños puede llegar a ser muy alto. Pero es que llegar a tocar bien el piano exige muchas horas de trabajo y sacrificar horas de juego, por ejemplo. Queremos lo mejor para nuestros hijos, que estén preparados para situarse el día de mañana. Pero los niños siguen siendo niños y necesitan jugar con sus padres. Necesitan jugar tanto como comer. Y necesitan cariño y protección. 

El equilibrio es muy difícil, piensa uno al ver esta historia. Porque la historia nos da ejemplo de niños prodigio como Mozart, sin infancia ¿Quién reprocharía a sus padres el régimen de trabajo al que le sometieron? Pero los padres también son hijos y conocemos en la película en parte la relación de estos padres con sus ancianos progenitores. 

Es muy significativo lo que pasó en nuestra infancia para entender lo que nos pasa ahora. Venimos de nuestra infancia y tendemos a reproducirla, a hacer lo que hicieron con nosotros, o al revés, a intentar compensar lo que nos faltó.

El guión mantiene en todo momento el interés, a pesar de la dificultad de las situaciones que se van planteando, resolviéndolas de modo creíble, conteniendo en todo momento las emociones, con sencillez y sinceridad.

Película para sentir y para reflexionar, con un niño maravilloso en el papel protagonista.

Monday, October 14, 2013

TRATADOS DE POLIORCÉTICA



Muchos años después, cree una editorial, “El Desmbarco”. Una pequeña editorial que empezó con el propósito de editar un único libro: “El sesmo de la vida”, de mi amigo Bernardo Víctor Carande. Teníamos muchos proyectos, pero él murió pronto y me quedé solo.

Entonces descubrí a José Joaquín Parra Bañón, profesor de Arquitectura. Leí un relato suyo y le localicé. Tuvimos una cita a ciegas en una taberna del centro. Él acababa de publicar su tesis doctoral, “Pensamiento arquitectónico en la obra de José Saramago”. Le pedí un original, entre copas, después de contarle en breve mi vida y él me prometió un libro que se titulaba provisionalmente “Catálogo de esdrújulos”.



De niño, acompañaba a mi abuelo, buen andarín, en sus paseos por la Vuelta del Castillo, en Pamplona. El “Castillo” es una fortificación que rodea la ciudad. Los fosos, las murallas, el Redín, la Ciudadela, forman parte de ese conjunto fortificado, uno de los mejor conservados de Europa. Ese tipo de fortificaciones proliferaron en muchas ciudades europeas en el los siglos XVI y XVII, cuando se pensaba que era posible defender las ciudades de los asedios. Pero el desarrollo de la artillería hizo inútiles los baluartes y pasaron a ser utilizados en muchos casos como cárceles. Hoy en Pamplona, la Ciudadela que atravesaba con mi abuelo de niño se ha convertido en un centro cultural, el Baluarte. 


 Yo iba a mi colegio, en el Barrio de la Magdalena, al pie de las murallas. Y volvía a veces andando a casa, subiendo la cuesta y entrando por el Portal de Zumalacárregui, un gran puente levadizo que daba acceso al Barrio de La Navarrería. Iba solo, porque no tenía miedo. Las fortificaciones nacen del miedo. Como una forma de interponer algo a la violencia. El libro de José Joaquín se acabó titulando “Tratados de Poliorcética”, pero nadie sabía qué tenía que ver con las fortificaciones. La palabra Poliorcética denominaba la ciencia práctica que estudiaba, desde los Griegos, la forma de mejor fortificar las ciudades, también la mejor forma de atacarlas. Una variante militar de la geometría y la matemática, una arquitectura sobre el ataque.


 El libro presenta un equilibro formal, semejante al de los diseños arquitectónicos de los conjuntos fortificados, pura matemática o música. Número. Pero esta geometría exacta delimita un conjunto de textos que desbordan los límites tanto en el barroquismo y casi la lujuria verbal como en una fría crueldad de los hechos relatados. La arquitectura precisa del libro conjura la violencia de los cuerpos descuartizados, ultrajados, como una moderna poliorcética que quiere defendernos del horror. Pero como en las antiguas fortalezas la geometría se limita a dar forma al horror, que queda dentro de nosotros.



En la infancia, todas las sombras estaban habitadas. Por la noche, algo parecía moverse debajo de la alfombrilla del baño. Desde la cama, oíamos crujir el piso de madera, y parecía que sentíamos aproximarse una sombra. La crueldad estaba presente, cuando descabezábamos las muñecas buscando el mecanismo de los ojos o el trenzado de las guedejas de cabello sintético. Pura inocencia y avidez de conocimiento. Esa inocencia asusta en la crueldad, porque nos devuelve una imagen del niño que, dentro de nosotros, conoció y aprendió a dominar esas pulsiones, leyendo cuentos sobre ogros que devoraban a niños como él.

Lo visceral, el horror del destripador, del "sacamantecas", contrapuesto a lo racional pero también la racionalidad con que el hombre ha venido eviscerando a sus semejantes, en los martirios y los instrumentos de tortura. Las vísceras. El horror que necesitamos organizar mediante la literatura y los cuentos para -como en el dibujo que sirvió de portada- controlar la Ira de Dios.

Monday, September 16, 2013

BILBAO: LA CIUDAD DE LOS OJOS GRISES




Cada uno tiene su historia con una ciudad. Mi historia con Bilbao es una historia de amistad. Allí he ido siempre con amigos o para visitar a amigos que habían ido a vivir allí, por motivos de trabajo, desde Andalucía. Es la mejor forma de conocer una ciudad: cuando te la enseña un amigo. Las rabas en el “Café Iruña”, frente a la Iglesia donde Nacho daba sus misas. Aquellos bares de la parte vieja. Las Siete Calles. Los chuletones con amigos son más chuletones. Los puestos de pescado en el Mercado de Abastos. Estar con amigos –yo soy navarro- es comer y es beber. Y pasear por las calles. Siempre nos alojamos en un hotel frente al Teatro Arriaga, para poder pasear a gusto por las madrugadas, mientras riegan las calles, que adquieren con el agua la cualidad de espejos de colores. 



En Bilbao he conocido la nostalgia de los andaluces por el azul de los cielos de su tierra. Les he acompañado a la Casa de Andalucía, para tomar unos finos y un pescaíto frito escuchando sevillanas. La ciudad es hoy alegre y limpia, más cosmopolita desde que se inauguró el Gugenheim. También se va llenando de inmigrantes de color o eslavos. La paz le ha sentado muy bien (aunque seguimos recordando con dolor desde las escaleras del Ayuntamiento, las calles y los puentes llenos de gente pidiendo la libertad para Miguel Angel Blanco). 

 Yo mismo soy un desterrado voluntario. Andalucía que me acogió, es desde hace años una tierra querida. Pero yo nací en Pamplona. Allí fui niño y adolescente. Allí estudié y allí quizás me enamoré en secreto por primera vez. Vuelvo a Pamplona, pero ya no puedo volver a la ciudad que fue mía. 



 Mi historia con Bilbao se reanudó el año pasado con una novela. La novela de un amigo de allí que vive en Sevilla, Félix Modroño. Una novela ambientada en los primeros años del pasado siglo, época en la que Bilbao se transforma en una cuidad industrial origen de lo que es hoy. El protagonista –Alfredo Gastiasoro, profesor de arquitectura en París- se ha desterrado como yo voluntariamente de su tierra y ahora vuelve al recibir la noticia de la muerte de la mujer que amó en su juventud, con un amor irrevocable pero imposible. Marchar fue enterrar el amor que no pudo ser. Pero partir es siempre dejar inacabada una historia.

He vuelto a transitar esas calles, esos lugares, como si de mi Pamplona perdida se tratase. Como Alfredo, siento la contradicción de un lugar que es mío y a la vez ya no existe. La ciudad en que uno fue joven es un lugar al que no se puede volver, como tampoco se vuelve a la juventud. El lugar que un día fue amado pero se volvió inhóspito y del que uno tuvo que huir, ahora se reviste de nostalgia como todo lo que ya es imposible, como la reconciliación con alguien que ya murió o la recuperación de una noche juntos en que pudieron decirse palabras importantes que al final no se dijeron. 

A pesar de ese trasfondo biográfico de tristeza, la novela es de todo menos aburrida. Félix describe Bilbao (el Bilbao de comienzos de siglo pasado), con todo el detalle y amor que uno pone en lo perdido y -por lo mismo- tantas veces rememorado, recreado, ensoñado. La novela se lee muy bien, la diversidad de tiempos y lugares, la multiplicidad de tramas y personajes, se resuelve con maestría por el autor, que escribe con la difícil sencillez de los narradores de raza.

Pero, aparte de los indudables valores literarios de esta novela (una de las más leídas del pasado año y que va por su cuarta edición), creo que hay algo profundamente humano en ella. Los fantasmas que la habitan. La ciudad de la juventud inexistente ya y sin embargo omnipresente en el recuerdo. La muerta que se transforma en la ciudad que perdimos. La ciudad que ahora adquiere los ojos grises de esa mujer amada, en el precioso título y la deliciosa portada de esta magnífica novela. 



Esa imagen, no vista pero constante en la mente del protagonista, de su amada Izarbe flotando en la ría, como una nueva Ofelia con sus ojos grises abiertos a los cielos nublados de Bilbao (o de Pamplona), o una nueva Virginia Woolf con su abrigo lleno de piedras de tanto querer morir, es ausencia y es a la vez una presencia poderosa, una presencia fantasmal que, desde su horror, está planteando una pregunta (como toda muerte la plantea). La investigación sobre esa muerte (en la que se entrecruzan las oscuras tramas del espionaje europeo) será a la vez una vuelta al pasado que hará revisar a Alfredo sus propias preguntas, revivir su historia de amor y desvelar las razones por las que fue imposible, desvelamiento que, desde el pasado, vendrá a dar sentido a su presente y a su vida entera, ese sentido que es, en realidad, lo que permite a Alfredo finalmente regresar a casa. Y a Félix Modroño regresar a Bilbao, a recuperar su pasado.

Como ha escrito Jorodowsky, “no avanzo, me desando. El origen nunca acaba”. Porque en el origen están todas las respuestas.

Tuesday, September 10, 2013

EN LA DIADA

Para Daniel y para Blanca



Mañana muchas personas van a unir sus manos en Cataluña para expresar un sentimiento identitario. Más allá de políticas, se sienten catalanes. Sienten a Cataluña como algo propio. Sin embargo, esto que es así, políticamente se traduce en un sentimiento también de desarraigo respecto de España.

Qué representa España para el que va a ir a la Vía? Nada? La patria de sus padres? Un Estado opresor? Una anomalía histórica? Me duele que muchos catalanes no se sientan cómodos en España. Me parece injusta su afirmación de que España les roba. Creo que España no sería España sin Cataluña. Siento esta afirmación como una negación: Cataluña no quiere ser España. Y ahí, en ese rechazo -no en la afirmación- está el dolor. En el desamor. El odio no deja de ser un equívoco del amor.

No se puede volver a poner en el árbol la manzana que cayó. Tampoco puedes hacer nada para que no te deje el que ya te dejó en su corazón. Quizás es tarde para algunas cosas.

Mañana habrá mucha energía, muchas ilusiones de mucha gente. Un proyecto ilusionante de vida en común. Por qué no hemos sido capaces los españoles de ofrecer un proyecto ilusionante a estos catalanes? Por qué los españoles no somos capaces de generar un proyecto común? Por qué no hemos sido capaces de hacerles sentir cómodos entre nosotros a estos catalanes?

Nos mostramos como un marido cuya mujer le quiere abandonar, y que iracundo y ofendido se siente engañado. Quizás debiera preguntarse si no la desatendió y no ha sabido conservar su amor. No se trata de invocar las leyes (humanas o divinas) que crean cadenas. Son leyes del corazón, de los sentimientos. Hay que decir de vez en cuando: Cataluña qué hermosa eres! Cuánto te quiero! Se trata de recordar las cosas que hicimos juntos, los hijos que tenemos. Se trata de imaginar un futuro entre nosotros. De exaltar una identidad hermosa de dos que son distintos. 

Ojalá sea posible un futuro en común. Ojalá en España nos sintamos solidarios de esa ilusión vuestra por un mañana mejor. Entre tanto, felicidades, catalanes, en vuestro Día.

Wednesday, September 04, 2013

HANNAH ARENDT Y MARTIN HEIDEGGER



Hannh Arendt podía parecer dormida, tumbada en su sofá o en la hamaca. Pero estaba pensando. Le gustaba pensar. Ella le había pedido a Martin Heidegger que le enseñase a pensar. Dedicaba tiempo a pensar. Es más, su profesión consistía en pensar y enseñar a pensar.

El motor de esa actividad constante de pensamiento, esa actividad inmóvil que no cesaba, fue un deseo de comprender las cosas que no le abandonó. No era curiosidad. Era deseo, necesidad de comprender. Quiso comprender cómo y por qué pudo suceder lo que sucedió (cómo puede suceder lo que sucede). 

Escribir formaba parte de este proceso. Ella escribía sólo cuando sabía muy bien lo que iba a escribir, cuando había pensado bien eso que iba a escribir. Y escribía para recordar su pensamiento. Para no olvidar al seguir pensando. Luego no le importaba que la leyeran o lo que opinaran. Lo que pensaba lo decía, lo pensaba y lo ponía por escrito. Ella no quería herir con lo que pensaba, no quería herir con lo que escribía. Pero lo que pensaba hirió. Lo que escribió hirió a mucha gente. Y no por eso dejó de escribirlo, ni matizó lo escrito. No es que no le importase el dolor, pero era la verdad lo que dolía, la verdad dolorosa.

Se nos antoja excesiva la verdad, la pretensión de verdad hoy. No creemos en nuestra capacidad de pensar. Pensar nos parece tremendamente peligroso. Y aburrido. Tremendamente costoso. El precio de la soledad, de la incomprensión es excesivo. La felicidad ocupa el primer lugar. La popularidad ocupa el primer lugar. La adaptación ocupa el primer lugar. La aceptación ocupa el primer lugar. El mundo es demasiado complejo. 

Hemos arrojado la toalla. Parecería pretencioso decir: “esto es así”. En cambio, el pensamiento débil facilita el diálogo, es más civilizado decir: “yo opino…pero no afirmo ni niego”. O “afirmo pero también niego”. Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros. Comprenda que es el estado de ánimo el que le hacer ver las cosas de una manera o de otra. Cambiar de opinión no es costoso. Hay que ponerse en el lugar del otro, tener empatía, inteligencia emocional. Lo importante es llevarnos bien con los demás. La afirmación o la negación han traído todas las dictaduras (política, religiosa, económica…). Abstengámonos de ser rotundos y categóricos. 

Hannah Arendt, judía, quería comprender. Había tenido un breve romance varios años atrás con un brillante profesor antisemita. Quería que le enseñase a pensar. Heidegger, discípulo predilecto de otro judío, Husserl, alcanzó con Hitler el rectorado y ya como rector prohibió a su maestro volver a utilizar la biblioteca de la Universidad y, prudente, borró su nombre de los libros que antes le había dedicado. El pensamiento no era incompatible con la infamia. De hecho, un hombre injusto puede pensar muy bien. Él nunca dejó sus paseos por la Selva Negra. Quizás a fuerza de pensar uno podía identificarse con la razón que justificaba ese tipo de actos. El pensamiento no se paraba en cuestiones personales, iba más lejos, se refería a los pueblos y no a las personas individuales. El rector debía aplicar las leyes como buen funcionario y Hannah podía seguir siendo leal al pensador poderoso, aunque infame. Hay cosas más fuertes que uno. El pensamiento era más fuerte que los estragos que pudiera causar una ideología. La arrogancia del pensamiento puede pasar por encima de los detalles. 

Ella pensó (y escribió) que sin la colaboración de los judíos no hubiera podido tener lugar el genocidio y pensó (y dijo) que quienes dirigieron ese genocidio probablemente no se paraban a pensar y se limitaban a obedecer. Y que Eichmann le daba mucha risa, porque era un verdadero payaso y no entendía nada. No era capaz del mal. Como Heidegger. El miedo convertía a las víctimas en victimarios. Y a los pensadores en pobres hombres. 

Pero no todos eran iguales. No todos sufrían la violencia. Era la violencia la que provocaba el miedo. Y la violencia fue puesta en marcha en 1933. A partir de ahí la gente se metió en sus casas, en sus vidas y no quiso problemas. La violencia creaba su propia justificación, su propio corpus de pensamiento a impulsos de la ira, que el miedo enardecía. El simpatizante nazi, nada más ver la sangre, se convertía en un funcionario obediente o en un pensador poderoso. Y rodaban cabezas. Se fabricaban cadáveres con la misma perfección que los “escarabajos”.

La risa de Hannah nadie la entendió. Como nadie entendió la crueldad de Heidegger con su maestro.

Wednesday, August 28, 2013

SOÑANDO CON EL NUEVO CURSO


He empezado hace pocas semanas en twiter. Tenía mis reservas. Y las sigo teniendo. Pero lo que sí es verdad es que encuentras mensajes que en un momento determinado te ayudan. Pistas. Incluso respuestas, que te hacen darte cuenta de cuales eran tus preguntas.

 Leo un twet del coaching Ignacio Andrío: “No se pueden descubrir nuevas tierras sin tener el valor de perder de vista la orilla. ¿Qué esperas del nuevo curso?"

La pregunta es oportuna para mí porque yo, en estas semanas finales de agosto, más que en Navidad, veo el año transcurrido, en perspectiva y suelo dedicarme a pensar en el curso que se avecina y fantaseo sobre cómo me gustaría que fuera, formulo mis deseos para el nuevo curso (como si estuviera delante del genio de la lámpara maravillosa) y hago planes, más o menos realizables sobre lo que haré con mi tiempo.

 Lo que dice Ignacio es claro: tengo, cada uno tenemos, un territorio cómodo, un territorio conocido, en el que nos movemos con facilidad y nos apetece quedarnos en él, más cuanto más mayores nos hacemos. Pero la evolución se produce, precisamente, cuando nos atrevemos a adentrarnos en la terra incognita y explorar nuevos territorios. Aún sintiendo el miedo de no tener referencias claras, afrontamos el riesgo de abandonar lo conocido (perder de vista la orilla).

Pero a la hora de adentrarnos en nuevas tierras, no debemos perder de vista la importancia del deseo, que es como el velamen de mi barco. Sólo el deseo nos puede hacer superar el miedo a lo desconocido, como el hambre hace a los toreros o la pobreza hizo a los conquistadores. Leía otro twet –creo que de Jodorowsky- en el que se decía más o menos que siempre acabamos conociendo aquello que hemos deseado conocer. Es decir, desear un territorio, soñar con él, es en parte estar ya en él. Como desear rezar es estar rezando. O desear amar es estar ya amando, de alguna manera. Lo importante es mantener los deseos, conservar los sueños.

Entonces, la pregunta clave sería qué deseo? La pregunta fundamental es siempre esa ¿qué quieres? por que eso tendrás. Es la pregunta más difícil de responder y sin embargo, la respuesta está en los hechos, en lo cotidiano de mi vida ¿qué me tiene interesado ahora? ¿En qué me meto tan a fondo que me olvido del tiempo? ¿A qué actividad estoy dispuesto siempre? ¿Por hacer qué estoy dispuesto a quitar horas al descanso? ¿Qué estoy leyendo? ¿De qué estoy disfrutando más ahora? Ojo. No es “qué debería leer”, “de qué me debería ocupar más” o “qué tendría que hacer”. El territorio del deseo es el territorio de mi identidad más profunda. El territorio del deber pertenece a mi condición de miembro de una comunidad, a mi condición de ciudadano. Son cosas distintas. 

El deseo debería estar en la base de toda educación. El maestro debería despertar el deseo en el alumno. Es más. El buen maestro hace descubrir al alumno aquello que sin saberlo deseaba, aquellas cualidades y predisposiciones que él mismo desconocía. La educación es contagio de deseos. Una relación íntima, en este sentido, de compartir deseos, pasiones. Si no hay deseo lo que hay es trabajo, esfuerzo. Sin placer, hay disciplina. Relaciones verticales de poder, recepción pasiva de contenidos acríticos. Pura mecánica. Preparación para un mundo mecánico, economicista. Es el fracaso de la educación, el sometimiento a la masa, al sistema. 

Porque los conocimientos no hacen hombres felices, hombres bondadosos, hombres solidarios, hombres libres. Hay que formar personas, no números. El desarrollo de las potencialidades individuales empieza por explorar el mundo de los deseos, por permitir a cada persona conocer quién es él en realidad y a qué ha venido a este mundo, en qué actividad va a ser feliz y va a desprender toda su luz, para que la sociedad reciba ese reflejo. 

Foto de Doenjo

Monday, August 26, 2013

EL GUARDIAN INVISIBLE: ELIZONDO


Ibamos a Elizondo de pequeños, a ver a los tíos. Al tío Paco y la tía Pili. Ibamos con mi madre y mi abuelo y alguna vez vinieron los tíos Daniel y Teresa.

Cuando llegábamos a la cruz del Puerto de Velate un miedo nos sobrecogía. Subir el puerto por aquella carretera llena de curvas, oscura por la abundante vegetación, aquellos árboles enormes, muchas veces con lluvia o niebla, era toda una aventura. Pero, nada más llegar arriba mi madre empezaba a exclamar una y otra vez "qué belleza". Los verdes del valle de Baztán, con una variedad de tonos tan distinta, vistos desde allá arriba, hacían que la bajada fuera un gusto, un placer.

Mis tíos vivían al principio en la calle Santiago. Allí nacieron Javier y Ana. Su abuelo había sido el fotógrafo de toda la vida en Elizondo y pocos niños más fotografiados que mis primos. Recuerdo a su abuela muy bien. En el patio de la casa había un columpio donde jugaba con mi pequeño primo. Recuerdo los domingos buscando setas o recogiendo manzanilla. Las excursiones a Otxondo, los merenderos de piedra, las cuajadas de la Venta de la Ulzama...También las brujas de Zugarramurdi y el Baztandarren Bilzarra y al tío Félix, con esa cara de socarrón que tenía. 

 Estos días he leído una novela que me ha devuelto a Elizondo. "El guardián invisible" de la donostiarra Dolores Redondo. Se trata de una novela de misterio que nos presenta a la inspectora Amaia Salazar, una joven policía que trabaja en Pamplona y que ha recibido formación del FBI en Quantico, enfrentada a su pasado en la investigación de una serie de asesinatos de niñas en El Baztán. El libro está muy bien escrito. Se nota a Dolores su cariño por estas tierras navarras en los detalles, en las descripciones. La intriga te mantiene en vilo hasta el final.

 Pero para mí el libro ha tenido un aliciente especial. He vuelto a recorrer la calle Santiago (donde viven los protagonistas), casi he podido recuperar el sabor de las tortas de txantxigorri que tomábamos en casa y tanto gustaban a mi madre. He sentido la presencia de esos seres milenarios que habitan los montes de hayas, cuando caminas por el bosque y te metes por medio de los helechos, hasta esos riachuelos de aguas transparentes, con un algo mágico y ancestral alrededor de tí. He recuperado los días de frío y niebla, los jardines de la Iglesia de Santiago y el impresionante Cementerio arriba en la carretera, con sus calles interiores, las estelas esféricas y los ángeles asomando por entre las tumbas. He recordado con emoción a mis tíos, que están allí, frente a las majestuosas montañas ya metidas en tierras de Francia.

Con la emoción del libro recién terminado, he mandado un wasap a mi primo Xabi, ahora ya médico en Pamplona, para contarle que he vuelto a estar en Elizondo con este libro y ahora pienso que habrá creído que estuve en persona, pero la verdad es que siento haber estado allí otra vez.

 Para los que conocemos aquello y para los que quieran descubrir esas tierras y las leyendas y tradiciones que allí se han conservado, les recomiendo esta lectura, esta amena y bien escrita novela, que será parte de una trilogía del Baztán.

Monday, August 19, 2013

KAROO, DE STEVE TESICH



Compré la novela para el viaje. Había que hacer muchas horas de AVE, avión y autobús y necesitaba una novela de las gordas. Pero algo divertido, a la vez, que no me distrajera del viaje en sí. 
Esta novela de Steve Tesich venía precedida de buenas críticas, sobre todo ensalzando su comicidad. La historia parece un poco autobiográfica, pues el protagonista, Saúl Karoo es como el autor un guionista de Hollywood. Karoo se dedica a reescribir guiones de películas, retocar y rehacer las obras de otros, para adaptarlas a las exigencias comerciales del mercado del cine. Se considera una subespecie de escritor de baja ralea, pero es incapaz de defender los valores artísticos del material que destroza, aún siendo consciente de ellos. Eso le hace tener mala conciencia, la mala conciencia que podría considerarse un rasgo definitorio del hombre contemporáneo, cómplice en un mundo sin valores. 
 El libro superó todas mis expectativas. No sólo me he reído, sino que he pensado mucho con las reflexiones profundas que en medio de tanta ocurrencia desliza el autor. Me ha llegado y me ha apasionado y no he podido soltarlo hasta terminarlo. Tanto es así que a mitad de viaje, ya me había quedado sin nada qué leer.

 ¿A quién recomendaría leer esta novela? A los cincuentones que se miran al espejo y presienten que algo está acabando en sus vidas o bien algo está a punto de empezar, aunque ni lo uno ni lo otro ha sucedido todavía. A los padres que no son capaces de compartir su intimidad con sus hijos y se preguntan si verdaderamente les quieren…pero les asusta terriblemente quedarse a solas con ellos. A los hijos que no han recibido el amor de sus padres y sienten que nunca podrán querer verdaderamente a alguien si antes no experimentan ese amor que les falta. A los que no pueden dejar el tabaco y cuando lo dejan quieren una justificación para volver a él. A los que se separan y no quieren romper del todo con sus parejas. A los que mienten por sistema, pero se dicen a sí mismos que al mentir, de alguna forma afirman la existencia de la verdad y no son tan malos como aquellos que niegan que cualquier verdad exista. A los que creen poder ayudar a otros diciéndoles la verdad. A los que no creen que sea posible encontrar a los cincuenta el amor verdadero, que te permita descubrir en ti tu alma verdadera. A los que quieran entender un poco el mundo del cine y de Hollywood, en particular. A los que dudan sobre la autoría de una obra de arte. A los que gustan de pasar sus vacaciones en Sotogrande. Y sobre todo, a quienes disfruten de una novela bien escrita. A los que quieran reírse y pasarlo bien con un autor inteligente. Y a los que quieran conocer a un tipo odioso del que es posible acabar enamorándose.

Una crítica, para mi gusto: la última parte de la novela. Desaparece la voz de Saúl Karoo, el protagonista, esa voz en primera persona de la que nos hemos ido volviendo cómplices. Ahí termina para mí la novela, pues lo que sigue es sólo una de las muchas posibilidades a que el argumento nos ha ido conduciendo. El narrador –Karoo- es un mentiroso compulsivo, un fantasioso guionista de Hollywood, un borracho que niega su borrachera…una persona poco de fiar. Por eso, cuando empieza a contarnos el desenlace un narrador omnisciente ya no nos vale la clave de que hemos disfrutado hasta entonces. La complicidad decae y no nos gusta (no me gusta) el final. Me quedo con Karoo.

Wednesday, July 31, 2013

PAPA FRANCISCO EN BRASIL

¿Cuál es la causa de esa esperanza que está despertando en creyentes y no creyentes este Papa Francisco? Estos días, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, en Brasil, podemos encontrar algunas claves. Un Papa que comparte mesa y mantel con la gente, que no se aisla en un castillo, ni se pone zapatos raros. Un Papa que habla sin restricciones con los periodistas. Que lleva su maleta y hace cola para subir al avión. Un Papa que Habla a la pata la llana y dice cosas simpáticas como eso de “el Papa es argentino, pero Dios es brasileño” o que no le gustan los curas y monjas “con cara de pepinillos en vinagre”. Una persona cercana y que está por encima de muchas tonterías, mucho boato y palabrería hueca y trasnochada. Uno más entre nosotros, que dice que convivir con Benedicto XVI es como tener un abuelito en casa. Un Papa que reivindica la alegría y el optimismo como algo inherente a la condición de cristiano. Un Papa que quiere una Iglesia para los pobres, que toma el nombre de Francisco, sin ordinales, para recordar al pobre Francisco de Asís. Un Papa que quiere una Iglesia que acoja a los homosexuales, que no deje fuera a los separados o divorciados, que se debe replantear el papel de la mujer. Un Papa que entiende que la Iglesia ha de renovarse siempre y que el cristianismo es (y debe ser) revolucionario. Un Papa que quiere descentralizar las decisiones y hacer colegiado el gobierno de la Iglesia, escapando del eurocentrismo y abriéndose a los cinco continentes. Un Papa que pide a los cristianos que abran los brazos como Cristo en la cruz, para abrazar a todos. Un Papa que pide a los cristianos que se identifiquen con una persona, Jesús de Nazareth (más que con unas ideas o unas doctrinas), porque ser cristiano es algo vital y vitalista o no es nada. Ser cristiano es compartir los sentimientos de Jesús, su compasión, su acercamiento a los afligidos para aliviar sus penas, portavoz de un Dios que salva y no condena. Un Dios padre y una Iglesia que ha de ser madre y maternal. Un Papa que va a canonizar a Juan XXIII, aunque no fuera más que por el milagro de haber convocado el Concilio Vaticano II (el olvidado) y ser para todos el Papa bueno. Un Papa que en su forma de vivir y de tratar a los demás, creyentes o no, encarna muchos de los deseos de cambio de los cristianos de hoy, que son del mundo y no quieren separarse del mundo, son gente corriente en un mundo que ansía la paz, la justicia, la libertad y que pide sencillez y cercanía, gestos que acompañen las palabras.

Tuesday, July 30, 2013

EL BRUJO REPRESENTA EL ASNO DE ORO


“El Brujo” nos había convocado en Mérida. Rafael Álvarez representaba su último monólogo, basado en la obra de Apuleyo “El asno de oro”, una proto-novela clásica adaptada por el propio actor, a su peculiar forma de hacer, en estreno mundial. El año pasado representó “La Odisea”, con gran éxito y este año se habían vendido anticipadamente siete mil localidades y el sábado estaba completo el aforo de dos mil espectadores.

El teatro romano de Mérida ya es en sí un espectáculo. La noche no era en exceso calurosa. El “Brujo” apareció elegantemente vestido de blanco, con su rizada cabellera blanca, lleno de luz y energía. Recorrió los graderíos saludando a los asistentes y nos contó a todos la noche del estreno en la que la función se fue a las tres horas y media. ¿Qué hace “El Brujo”? No es Teatro. Es comunicación, es magia, es malabarismo verbal. Baila, canta, se contorsiona. Es el autor y es el que le contó al autor lo que alguien a quien encontró en las termas le contó, y es también el que se lo contó al que lo contó al autor que ahora lo cuenta. Es hombre y es mujer, es odre de vino y búho, y en determinado momento, merced a un fallido embrujo de la criada y amante del protagonista de la historia…se convierte en asno. Y lo increíble es que a partir de ese momento, por su magia interpretativa, lo que vemos ES un asno. Un ser humano con cuerpo de asno y…con atributos de asno, lo que desencadenará toda una serie de situaciones propicias a la procacidad tan querida por los clásicos latinos. El asno será utilizado sexualmente por hombres y vendido a una mujer mucho menos púdica que él mismo, hasta que por intervención de la Diosa tierra (Ceres, Isis), pueda deshacer el encantamiento comiéndose la corona de rosas de un ceremonial religioso.

Dos horas de diversión y de risa, en las que “El Brujo” consigue una crear una relación especial con el espectador, una relación de cercanía y complicidad, obrando el milagro de transformar la amplitud del teatro en un encuentro de sala de estar. A la vez que despliega su dominio total sobre el escenario y utiliza sus dotes de seducción, aprovecha el vehículo literario para entrar a saco en los temas candentes de la actualidad, en la corrupción, los sobres, los recortes, los Ayuntamientos que no pagan, el IVA impuesto a la cultura…y se mete con las autoridades locales presentes y ausentes (Monago), abiertamente aunque siempre con simpatía.

Algunas críticas han incidido en cierta confusión en la primera parte del espectáculo, quizás innecesariamente larga y sin relación con la trama principal. Es verdad que la segunda parte supera en comicidad y ritmo a la primera. Pero, en cualquier caso, asistimos a un despliegue impresionante del actor, que se desgasta hasta el agotamiento en su entrega al público emeritense, que ya le espera para el año que viene, con un nuevo monólogo que seguro será marca de la casa.    

Thursday, July 25, 2013

LA VERDAD SOBRE EL CASO HARRY QUEBERT







 
Una buena novela es aquella que nunca quisieras que terminara. Eso justamente me ha pasado con “La verdad sobre el caso Harry Quebert”, un best seller que compré como lectura típicamente veraniega, sin mucha convicción, pero que ha resultado ser una muy buena novela, con una estructura endiabladamente bien construida, que va creciendo en interés y complejidad conforme avanzas en la lectura.

Claro, lo que pasa en estos casos, al final te acabas la novela dándote un atracón, sin tiempo para masticar las palabras ni saborear apenas la lectura. Estás deseando encontrar novelas que te atrapen, pero a la vez odias esa forma de leer a grandes tragos, porque sabes que va contra todas las reglas de la degustación lectora. Es como una pasión amorosa, que te desestabiliza y te enreda en su maraña, que te deja a merced del otro y a la vez te da la vida y no te deja vivir.

Y eso pasa con esta novela. Como una amante, Joël Dicker se va apoderando de ti, te va desarmando, hasta que te entregas a esa historia sucesivamente romántica y sórdida, divertida y trágica, tierna y brutalmente violenta. Y cuando ya te tiene atrapado e indefenso, en el último tercio del libro, empieza a hacer contigo lo que (literariamente) quiere, te empieza a engañar, te empieza a hacer trampas, te encela y te hace entrar al trapo, y tu embistes una y otra vez y sin respiro, como un toro bravo y noble.

Y en el centro de la bien urdida trama, el misterio de un personaje  inolvidable: Nola, la muchacha cuya desaparición, hace treinta años, conmocionó a un pequeño pueblo de la Costa Este americana (Aurora), sacudiendo las plácidas y vulgares vidas de sus habitantes. Una figura frágil que va agigantándose conforme conocemos su historia, hasta convertirse en toda una heroína.

Sin embargo, con ser buena la historia y mejor la forma en que se cuenta (ajustada al milímetro con gran instinto y técnica narrativa), de lo que se nos habla es de la escritura del libro que cuenta esa historia. Como en un juego de espejos, un escritor joven que no es capaz de empezar su segunda novela, después de dos años de haber publicado la primera, busca en su desesperación el consejo del maestro consagrado que le enseñó a ser escritor, y se encuentra con la historia real de cómo su maestro fue capaz de escribir su obra maestra, y convierte en tema de su libro la historia de cómo esa obra maestra fue escrita. El libro, rizando el rizo, nos narra el proceso de su propia escritura, edición y publicación. Por lo que es la historia del libro sobre la historia del libro. En ello algunos lectores han recordado al Quijote, cuando en la novela aparecen los papeles de Cidi Amete Benengeli, y el protagonista lee en ellos sus propias aventuras.

Aquí es donde se confunde en la narración, la realidad y la ficción, al modo y gusto de Vila-Matas. Porque este es realmente el segundo libro del joven escritor suizo Joël Dicker. Y cuando vamos a los agradecimientos, algunos nombres coinciden con personajes del libro. De eso nos habla el libro también: de ser escritor hoy. Y aunque lleve la acción al mundo editorial americano, lo que Dicker plantea son cuestiones universales que interesan a cualquier aficionado a la lectura. La relación entre literatura y mercado editorial. La mercantilización del arte. La publicidad y los gustos literarios. El tiempo limitado para captar la atención sobre un libro. El papel de Internet. Dicker dibuja el personaje del editor y el personaje del agente literario, no sabemos si tomando como modelo a los suyos propios, con una mezcla de cinismo e ironía, riéndose abiertamente las reglas del capitalismo que hoy soberanean sobre la literatura: los adelantos, los plazos, los servicios jurídicos de las editoriales, el empleo de “negros” para ayudar a los escritores consagrados (para qué van a escribir si no es necesario), los lanzamientos, las giras promocionales, los contratos millonarios, lo efímero de la fama.

Al margen de los mercados, Dicker hace hablar al escritor consagrado y al joven que comienza su carrera. Y nos da en los 31 capítulos, en orden decreciente, su preceptiva literaria. Una preceptiva que presenta el entretenimiento como honesto objetivo de la escritura, contraponiendo el arte de contar historias usando palabras al elitismo literario que ve en las palabras un fin en sí mismo. El libro no es una sucesión de palabras bellas, es una relación entre personas. El libro hay que escribirlo como quien boxea, golpeando y encajando los golpes, siguiendo adelante a pesar del miedo, porque vencerse en la vida es vencer.
 

Saturday, July 20, 2013

LA MEJOR OFERTA


El protagonista de "La mejor oferta" se defiende del mundo, se defiende para que nadie pueda hacerle daño. Sus rutinas, su frialdad, sus modales, sus cientos de guantes le sirven para
evitar el contacto humano con los demás. Sólo en la soledad de su casa, el experto tasador baja la guardia. Ha creado un mundo de arte en el que se refugia para disfrutar de la compañía de jóvenes mujeres pintadas por artistas de todos los tiempos, entablando con los retratos un diálogo casi amoroso, en el que sublima una relación que en la vida real rehuye. 


No le interesa la mujer real sino la soñada. La que sueña cada noche en la cámara acorazada de su casa, a resguardo del amor y sus torturas.
Por eso es capaz de enamorarse de una voz, de una mujer joven que no se deja ver. De una mujer que se muestra tan frágil como él mismo. Tan temerosa del mundo y del contacto con los otros, tan encerrada como él en un mundo propio pequeño, sin salida, asfixiante.
Son almas gemelas, a pesar de las apariencias. La fragilidad se reconoce en el otro y se hace fuerte para el otro. Y el amor se convierte en deseo de romper el aislamiento del otro, de liberarle, para encontrar la propia liberación.
Es un hombre mayor y ella una mujer joven. No es una relación normal. Se encuentran como naúfragos, tras hundimientos personales. Solitarios. 
En un momento alguien dice al tasador, al experto en falsificaciones, que el amor también se puede falsificar, que en Internet escuchas la voz de alguien a quien crees ir conociendo, de quien te sientes de repente cercano, unido por una intimidad que no has sentido antes...alguien de quien quizás te enamoras antes de haberos visto las caras. Todo sucede en tu interior y quizás te engañas y no ves la realidad. Y quizás es lo de menos. Porque es real lo que esa voz te ha hecho sentir.
Podría haberse quedado ahí la película. En realidad, todo lo demás, la realidad, importa quizás menos. Resulta trivial. Desmerece del sueño y el anhelo de la búsqueda. Y casi siempre se encuentra uno ante un espejismo creado por la mente.


Thursday, July 18, 2013

ABRAZOS IMPOSIBLES

Estos días calurosos en que uno se queda solo en la ciudad, son días melancólicos, tardes melancólicas. Cuando llegas a casa del trabajo acalorado, enciendes el aire acondicionado, conectas la tele, coges una cerveza del frigorífico y te la tomas en la cocina, mientras piensas en qué vas a prepararte para comer. Y en estas, cambiando de canal, te encuentras con la película de Isabel Coixet, "Mi vida sin mí", en esa escena en que ella se queda dormida en la lavandería y el desconocido que fue a buscarle un café, se queda junto a ella, mirándola, velando su sueño.


Y ya te quedas viendo esa película que en su día te emocionó y ahora te emociona de nuevo, de esa joven esposa y madre que ha sido deshauciada y va por ahí dando abrazos que son despedidas, sin que nadie lo sepa. Esa chica que conoce el amor cuando ya no puede sino llenarla de dolor. Y esos abrazos de la película son abrazons en los que la muerte está al lado de los amantes. Sólo para ella son abrazos desesperados, abrazos sin esperanza. Y sientes que todos nuestros amores son así y todos nuestros abrazos son intentos desesperados de agarrarnos unos a otros para escapar de la muerte.
Y así, vas comiendo tu comida a bocados y bebiendo demasiado vino y haciendo casi pucheros, porque la película que te ha tocado se las trae.
Ya es una tarde marcada por el amor y su imposibilidad y al día siguente buscas entre tus CD  y encuentras "Lost in translation" de Sofía Coppola, porque recuerdas un amor parecido, un amor en el que ambos están casados y se encuentran solos. Y están en Japón, donde todo es extraño y ajeno.


Como la mujer de "Mi vida sin mí", ésta es joven, está casada y quiere a su marido, pero él apenas está con ella, absorvido por su trabajo de fotógrafo. Él es un actor de cine en declive, cuyo matrimonio dura ya veinticinco años y se ha convertido en algo donde falta la alegría compartida de los primeros tiempos. Es difícil, le dice a ella. Pero ambos en su soledad se encuentran. Separados por la vida de cada uno, por el tiempo de que disponen, apenas dos días, por la edad, por el entorno frío, estridente, hostil de la capital nipona. Y en esa imposibilidad de encontrarse, se encuentran. Y su abrazo final es un abrazo de amor ante la imposibilidad del amor.
Abrazos, más que besos. Abrazos para olvidarnos en ellos, para fingir en ellos la eternidad que se nos niega. Y a pesar de todo cuánto necesitamos abrazarnos.

Tuesday, June 11, 2013

QUEDATE CON NOSOTROS, SEÑOR, PORQUE ATARDECE: ALVARO POMBO


Alvaro Pombo confunde. Dice cosas raras, cosas que la gente no entiende. Por ejemplo, que es un homosexual homófobo (?), que le da la risa cada vez que un señor dice de otro que es su marido (aunque Pombo sostiene que moriría por defender el matrimonio gay), o que con Franco o Pinochet, España y Chile progresaron. Son cosas...raras. Pero no parece importarle que le entiendan o no. Él va a lo suyo. Él es coherente consigo: es un extravagante, el único miembro de su equipo. Es, como al parecer le llaman sus amigos por su singularidad, "la persona".

Pero, el caso es que, contradictorio, a mí me llega.Y cuando algo o alguien te llega, te conmueve o te hace pensar...es porque en él reconoces algo, no sabes qué. Y ese algo es algo tuyo: eres tú. Yo me reconozco en muchas de las cosas de Álvaro, en esa vocación de out-sider, en su gusto por jugar con las ideas, en su irreverencia, en su opción por las grandes palabras (verdad, bondad), frente a las pequeñas palabras estratégicas y retóricas (las que buscan confundir o seducir a otros).

Alvaro Pombo ha dicho algunas cosas que me interpelan estos días, días difíciles por distintos motivos, días en que me es necesaria la alegría del poeta. Ha citado a Rilke, sobre todo, para explicar que lo inexistente puede cobrar existencia si amamos su posibilidad. Lo que no hay ahora, lo que no encuentro a mi alrededor, puedo contribuir a crearlo, si amo esa posibilidad de ser las cosas (o las personas) como no son ahora. Como ese animal que no existe y que, a base de amarlo en su posibilidad misma, crearon los poetas: el Unicornio, un animal en el que el amor pujó tanto que hizo nacer un cuerno en la frente. Quizás si amo en alguien una posibilidad de ser que hoy no es real, puedo hacer real, amándolo, eso que es inexistente. Confiar en ese joven que se desentiende de todo, que parece complacerse en oponerse a tí y al mundo, que se siente desgraciado, ver en él, en su interior, algo grande, algo santo, puede ayudarle a ser mejor. Tu amor puede alumbrar una transformación.

También me consuela Pombo, cuando cita a Rilke. En estos tiempos ya esperamos victorias. Pero ¿quién habla de victorias? Sobreponerse es el todo. Estar por encima, un poco por encima, de los acontecimientos que tienden a arrastrarnos al desánimo. Seremos derrotados, seguramente, pero siempre podremos asomarnos por sobre cada derrota, un poco por encima de cualquier fracaso.

Alvaro Pombo, con su ternura especial, con su alocada exaltación a veces, con su inconsistencia también, reivindicándose como ejemplar único, dice cosas importantes, nos da una lección de libertad. Si bien, una libertad que, como recuerda, no deja de ser una laboriosa negociación con las propias necesidades. Porque cuando pasan los años, se percata uno de lo mucho que de necesidad hay en su propio modo de ser. Pero aún gestionando esa necesidad se puede vivir la libertad.

Los maestros enseñan, más que cosas (conocimientos), actitudes. Enseñan sobre todo a vivir. Y transmiten, principalmente, desde el entusiasmo. Alvaro Pombo es un entusiasta,  un entusiasta de la vida, vale decir, por tanto, un maestro. Como poeta verdadero, busca sentidos personales en lo profundo de las cosas, en la entraña de las realidades domésticas, donde cabe participar de la exaltación y fulguración del ser. Es capaz de viajar alrrededor de su pequeña vivienda madrileña, en busca de epifanías cotidianas, entre sus cosas de siempre, entre recortes de periódico, pesas y estorninos.

Su último libro, "Quédate con nosotros, Señor, porque atardece" retoma temas como la religión y la fe personal, la trascendencia, la posibilidad de perseverar en la oración sin un apoyo institucional o comunitario. El título procede del Evangelio, es una petición de los discípulos de Emaús a un caminante que hacía camino con ellos, una tarde, cuando desmoralizados huían de Jerusalem. En ese momento de la tarde, cuando se pierde la esperanza, cuando se va ocultando el sol, cuando atardece la vida, a lo mejor alguien se presenta, alguien que trae una palabra de consuelo, de esperanza. A lo mejor, en ese momento, entendemos lo que se nos había dicho, lo que habíamos oído sin entender. Cuando atardece, es necesaria la luz.
Alvaro Pombo sigue caminando, en esta novela, entre sus temas de siempre, con su entusiasmo indemne, con sus contradicciones poéticas, como un profeta tronante en ocasiones, o como un abuelo entrañable otras. Complejo, como cualquier persona. Cristiano, sí, pero siempre heterodoxo. Elaborando sus ficciones. Diciendo cosas en las que algunos, sus lectores fieles, nos vamos a reconocer.


Tuesday, June 04, 2013

LA REALIDAD (II)


Muchas veces la realidad es una simple interpretación. Lo que yo veo, cómo experimento lo real.

(La foto apareció hace unos días en la prensa, a raíz de las críticas provocadas por el diseño de una cafetera en Estados Unidos. Hay quien opina que hay que estar muy mal para ver en ese asa un flequillo)

Sunday, June 02, 2013

LA LUZ

Tarde del viernes en El Retiro. A las nueve el sol declina. El instante de luz, que Sorolla quería atrapar, en medio del constante cambio. Voy admirado por esa luz. 
Y el domingo en la casa del pintor, en el jardín, la luz de la mañana, las sombras y el fulgor. El agua devolviendo el reflejo de todo lo que alrededor existe.
Fulgor del color de esos niños que juegan (siempre juegan los niños). La playa, el mar, el jardín, el parque. Las riquezas de todos.

Thursday, May 30, 2013

REALIDAD


En un museo están las pipas.
Para que nadie las toque, como a los grandes cuadros de Leonardo, las protegen con una urna de metacrilato.
Deben ser pipas especiales.
Pero si no lo fueran, al exponerlas así lo serían ya. Realidad en observación. Y explicaciones, o sentimientos (enfado, irritación -qué tomadura de pelo- o simpatía, risa). Esas pipas me interpelan, captan mi atención, causan mi perplejidad. El arte es eso. 
Que luego me digan que son de porcelana pintada a mano, una por una, por familias enteras de artesanos chinos, que trabajaron varios años para generar toneladas de pipas con las que llenar el suelo de la Tate Modern, para conseguir el efecto sonoro de pisar pipas en el visitante. Y que me digan que el artista Ai Weiwei es el autor de esta obra. Que quiere conciliar tradición y modernidad o llamar la atención sobre el exiguo coste de la mano de obra china. Todo eso ya me sobra.
Lo importante es el impacto de lo real. La  entidad de lo más pequeño y minúsculo, recuperada, para cogerme por las solapas y despertarme. La atención, siempre selectiva y perezosa, somnolienta, descolocada ante lo inesperado (en un museo).

Tuesday, May 28, 2013

EN LA NOCHE

En la noche.
Uno es libre en la noche. 
Con el teléfono fotografío las luces de la ciudad. La ciudad es bella en la noche.
(Ampáranos, Dios mío, en nuestra oscuridad)
Vienes de la presentación de un libro de Enrique Barrero: "Cien de diez", décimas que día a día fue colgando en su blog. Versos claros, cercanos y a veces conmovidos. Los lee delante de sus hijos  y sus amigos, los lee bien, marcando las emociones contenidas del hombre que los escribió, no sé si con pudor, pero austero y recio. Escribe sobre sus cosas con belleza. Sus calles, la playa de sus veranos, la infancia que va quedándose como una estancia vacía, pero que le asalta en las plazas y en las esquinas de su Sevilla. Ve a esos dos hermanos que ríen o lloran al unísono y siente que le faltó esa compañía. Son poemas directos. Medidos y justos, pero sentidos también. Una arquitectura del corazón. Enhorabuena Enrique. 
Y al volver encuentras más poetas. Jesús  Cotta, con el que esta noche hablarás de Dios y de Ulises. Y José María Jurado, con el que por unos minutos hablaste de Rocío Arana y su nuevo libro, y de Pamplona y de los García Maíquez, poetas sevillanos jóvenes pero ya maduros. 
En la noche uno se encuentra con los poetas.

Friday, May 24, 2013

EL VUELO DEL ESTORNINO


Al parecer, el estornino cuando vuela no se dirige a ninguna parte en concreto. Su vuelo es pura incomodidad de estar donde está.

Friday, May 17, 2013

FURIA


Un día se desata la furia y actúas como un energúmeno. Cuando pasan unas horas te sientes agotado y  perplejo: ese eres tú -el civilizado, el educado, el que va a la oficina y da los buenos días a todos, el que deja pasar primero- y es como si todo fuese mentira y sólo la impotencia de esa fuerza desatada fuera verdad, como un grito de animal encerrado.

Thursday, May 16, 2013

Thursday, April 11, 2013

EL AZAR


Creemos que hemos decidido nuestra vida. Es la que es y ya está. Kievslowski pone en duda que seamos los autores, pone en duda este poder. El azar es uno de los temas recurrentes en sus películas. En la que lleva ese tículo, "El azar", llegar o no a tiempo de tomar un tren puede cambiarlo todo. Pero, bien pensado, cualquier pequeña variación en alguna de las pequeñas circunstancias de nuestra vida puede llevarnos a universos diferentes. Se habla de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. O al revés.
El protagonista de "El azar" abandona la carrera de medicina al morir su padre. Quiere irse lejos, poner tierra por medio y cambiar de vida, pero llega a la estación con el tiempo justo...y el tren está en marcha. Su carrera es nuestra carrera en pos de la felicidad, de lo ignorado.
De tomar o no tomar ese tren, la vida del protagonista hubiera dado un giro de ciento ochenta grados. Podría haber sido un personaje importante del partido comunista. O en el otro extremo, ser un lider de la oposición católica y bautizarse. Si simplemente hubiera quedado en tierra hubiera vuelto a retomar su carrera de medicina y nunca se hubiera interesado por la política. Cada una de esas posibilidades, determinadas por el puro azar, hubiera conducido al protagonista a una mujer diferente, una forma de vivir y de pensar opuesta. En un caso, la vida se hubiera desarrollado plácidamente, convencional, con mujer e hijos y una buena profesión. En otro caso, la vida hubiera sido lucha y conflicto, los amores apasionados y furtivos. Somos lo que somos pero ¿de verdad hemos elegido nuestro camino? ¿cuándo, en qué momento se decidió nuestro futuro? ¿fuimos conscientes de ese momento agónico? ¿Cómo decir quién soy si soy también el que no llegó a ser?
José Luis Sampedro decía que él escribía para pensar en el que no llegó a ser. En el que pudo haber sido, si el azar no hubiera jugado sus cartas.

Tuesday, April 09, 2013

TÍTULOS PARA LA PRIMAVERA


Me llega la revista del "Círculo de Lectores" y leo algunos de los títulos que ofrecen para este mes: "Un huerto para ser feliz", algo sobre "Ponle salsa a tus platos" (con unas fotografías que me están abriendo el apetitto), "Tómate la vida con sentido del humor", "50 formas de simplificar tu vida"...Ahora llega el tiempo de los campos, de las flores silvestres (las gitanillas...). La felicidad anunciándose en color en los patios. Este fin de semana, paseando con los amigos almerienses por el Barrio de la Villa, de Priego de Córdoba, con sus macetas y sus geráneos, con sus patios. La sencillez es bella. Y sí, las salsas de toma pan y moja. Esos cardos con salsa de almendra o esas setas (en Zuheros). La amistad compartiendo salsas y humor, patios y caminos rurales. Formas de simplificar la vida. Irse al campo y mirar y gustar y respirar y pasear. Y tomarse un vino joven, transparente, tapada la copa con un pedacito de queso curado.
Al final ¿voy a pedir el libro de Philip Roth? No sé. Hay uno de Mario Levi sobre Estambul, con una portada preciosa...Estambul en el recuerdo, el bazar, los dulces...el paseo por el Bósforo, los palacios. Sigo en apatía lectora, conformándome con los títulos. Ayer releía "Doctor Pasavento", cuando el narrador compra dos libros que "han revolucionado la literatura que se escribe en España", para que le acompañen en el AVE, con destino a Sevilla. E inmediatamente decide no leerlos, porque sus títulos le evocan cosas y prefiere soñar la redacción de los libros. Soñar sus propios libros con esos título.

Monday, April 01, 2013

PREVISIÓN METEOROLÓGICA




Cada vez me pasa más. Salgo de casa en un día claro y ya en la calle veo a todo el mundo con el paraguas preparado. Entonces calculo que se han informado del día que va a hacer por Internet y conocen el futuro inmediato que yo ignoro. Se sienten dueños de lo que antes escapaba a su control. Hoy "se sabe" que lloverá a las doce. Y solo los incautos salen de casa sin paraguas. Precisamente escribo viendo entrar el sol por la ventana, en son de triunfo, porque debería estar lloviendo y me dejé el paraguas en casa. Escribo en son de júbilo, porque no todo está escrito. Queda una posibilidad de esperar lo inesperado. Y este sol se ríe de la previsión por horas de las precipitaciones. No quiero saberlo todo, estar seguro de todo. Y, claro, parece irracional hablar así. Porque al final ¿qué es mejor mojarse o pasear el paraguas bajo el sol?

Monday, March 18, 2013

NECESARIO PERO IMPOSIBLE


Es sorprendente, en estos tiempo, que un filósofo se atreva a publicar un libro sobre la posibilidad de la vida después de la muerte. Es todavía más sorprendente que -evitando cualquier adscripción o impregnación religiosa- el filósofo haga de Jesús, el profeta de Galilea, centro de una esperanza. De algo "Necesario pero imposible". Javier Gomá Lanzón, en su último libro, desarrolla en su totalidad el concepto de "ejemplaridad". Cuando me piden -dice- qué es la honradez, yo señalo a un hombre honrado. Cuando me piden qué es la bondad, señalo a una persona bondadosa. En el caso de Jesús, cuando me preguntan que sería la vida después de la vida, sólo tengo el testimonio de los Evangelios: a los suyos se les apareción después de muerto. Era él mismo. Con su cuerpo herido. Pero no era el mismo. Él mismo, pero diferente. La resurrección como piedra de escándalo para los filósofos modernos. Un tema tabú. Y sin embargo, desde la antigüedad los filósofos se ocuparon de estas cosas: de qué es el alma, de si hay algo inmortal en el hombre, de qué es la eternidad.

Javier no habla del Cristo. Este término es religioso, se refiere al Jesús confesado como Salvador. Pero ¿cómo salva Jesús? Francisco, el nuevo Papa bueno, hablaba ayer de "misericordia" (un poco de misericordia -dijo- puede cambiar el mundo). Misere corde: poner el corazón en el otro. Jesús ponía su corazón en el otro y lo rescataba a un lugar de dignidad (así, la mujer adúltera del evangelio de ayer). Si entiendo a Gomá, Jesús tiene tal dignidad en su vida, que su muerte resulta indigna. Su muerte aplasta, destruye esa obra que Jesús ha hecho de su vida. Sería necesario (pero es imposible) que la muerte no destruyera esa obra (ese es nuestro sentimiento y nuestra protesta ante cualquier muerte, porque sentimos esa dignidad única e insustituible del que muere y esa indignidad absoluta del acabarse definitivo). Pero en el caso de Jesús, como algo excepcional en la Historia, tenemos ese testimonio de permanencia. Bajo otra forma, pero conservando su identidad y siendo él, pudiendo decir "yo soy", sentirse, vivirse, después de la muerte (no diluirse en el eter cósmico).  

No creo que sea necesario descubrir lo que es un misterio. Incluso creo que la razón no puede penetrar en ese recinto sagrado de la fe. Prescindiendo de la vieja dialéctica entre fe y razón, si son o no compatibles. Yo creo que la fe salva. No la razón. La razón me lleva a aceptar la muerte como parte de la vida, con la misma naturalidad. Pero la fe cree en los milagros, en lo desconocido e inexplicable.

Friday, March 08, 2013

LOS TÍTULOS


Esta mañana venía pensando en el título de la última película de Almodóvar: "Los amantes pasajeros". Es uno de esos títulos de doble sentido, por que la película se desarrolla en un avión perdido por el cielo, donde se hacen el amor los pasajeros; pero por otro lado, también es cierto que todos somos amantes y por desgracia todos somos pasajeros. Y más pasajero que me sentía al pasar por el puente de Triana y mirar la torre de la Giralda, como la han visto tantos y tantos que amaron y que también se fueron y pasaron. MORITURI TE SALUTANT: "los que van a morir te saludan", como decían los legionarios romanos desfilando ante César. Pero todos somos MORITURI.
El gran poder de los títulos es su brevedad. No dicen tanto como insinúan. Los buenos, nunca quedan cerrados, siempre permiten pensar más al lector, meterse más en su mundo, que no lo que hay detrás. Decía Marcel Duchamp que a él le bastaba el primer verso de un poema. A mí me basta uno cualquiera. "En soledad no se vive", de Aleixandre, es una frase que me ha acompañado siempre. Lo que importa es lo que se nos queda dentro de las cosas (de la literatura, del cine). Lo que importa es lo que crece luego dentro, lo que destila con el tiempo. Eso es nuestro. Y no puede ser mía toda una obra. Pero sí un título, un rayo minúsculo de luz. "Para nacer he nacido", "Confieso que he vivido".

Siguiendo con mi paseo, como cada mañana, miro los rótulos de los establecimientos de la calle Pagés del Corro. Frases. Breves obras maestras, como esa tienda de importaciones: "Cosas que importan", pasando delante de ella, siempre miro el cartel y sonrío. No sé que importan estos, pero sé que no son tantas las cosas que importan de verdad. Son muy poquitas, de hecho, y hoy las tengo. Tengo esas cosas que importan, aunque perdí otras que me importaron mucho. Frases. Frases evocadoras, sugerentes, que inician con uno un diálogo que prosigue luego. Las encuentras aquí y allí. En mi mesilla voy cambiando los libros, no porque los lea, sino porque me acompañan esos títulos, esos objetos-título. Como ese "Lecciones de ilusión" (¿quién es el maestro?) que promete un contenido que yo me invento (no hace falta leer más) y que imagino en sus páginas. Inventar, prefiero inventar, escribirlo en el aire de mis pensamientos.

Permiso para inventar, para crear, para tomar prestado lo que nos venga bien y transformarlo todo, mezclarlo y confundirlo: ¿qué más da? Si hace buena sopa. 

Monday, February 25, 2013

EL VIAJERO MÁS LENTO




Creo que fue Priestley quien escribió un librito sobre sus pequeños placeres cotidianos. El hedonismo ha sido malinterpretado, porque sencillamente los pequeños placeres son los que nos salvan. Ayer en el cine, viendo la película "Amor" me hacía ver mi acompañante con extrañeza que los protagonistas "siempre comen lo mismo". No apreciar la comida debe ser terrible. En efecto, la variación me parece esencial para la felicidad (aunque una cierta monotonía a veces es como la cadencia que ayuda a seguir la melodía).

Esta mañana venía pensando en la película de anoche: sin exteriores, siempre en el interior del mismo piso burgués, abigarrado, con acumulación de años en él, poso del tiempo en los libros, los casettes de música, en los muebles...Lo que se nos va amontonando de la vida. Claustrofóbico. Sobre todo pensando en ese Paris ahí afuera, tan bello. La certeza de la belleza de los bulebares hace más terrible ese encierro o esa encerrona de la vida cuando uno pierde la movilidad o simplemente se hace viejo. Y cuando los pequeños placeres van desapareciendo: las comidas, escuchar un disco, leer...o mantener una conversación.

Ahora la luz entra por el balcón. Veo el azul del cielo sevillano. Estoy sano. Siguen a mi disposición los pequeños placeres. El placer de dar puntadas sin hilo, el placer de no acabar nunca nada, de ser ese viajero más lento, que se demora y huele y saborea, que hoy atravesará las calles de Triana, al mediodía, de vuelta a casa, dejándose por el camino los ojos en las naranjas amargas que englanan de color el verdor de los árboles en la calle Betis, escrutando ya los botones del azahar que promete aromatizar Sevilla en la primavera. Pasar por allí, de paso, despacio, junto a los que toman su aperitivo, al sol cálido de estos días despejados del invierno. Pequeños placeres eternos, de ventanas abiertas a este barrio, con sus Vírgenes, con sus niños a la salida de los colegios, con su Pureza y su Esperanza y su Estrella. Y pienso que yo abriría de par en par las ventanas un día como hoy y al menos sentiría todo eso. No me lo perdería. Como un viajero que se queda absorto ante todas las maravillas fugaces del viaje, como si nunca fuera a volver de él.

Tuesday, February 19, 2013

EL ARTE DE NO ACABAR NADA




En mi mesilla de noche apilo libros y libretas. Casi siempre escribo antes de dormir. Algo sobre el día que termina, algo que me sacó del marasmo cotidiano. Los libros están más bien por sus títulos, por sus portadas, como objetos benéficos que cambian mi humor. "El arte de no acabar nada" es un título de Vila-Matas - creo (no me apetece ahora comprobarlo en Google)-, que me gusta especialmente. Porque -como dice ahora Javier Gomá- la vida es reconciliarse con la imperfección. Pero también porque lo imperfecto es más acogedor, más humano.
Hablando de Vila-Matas, yo también me reconozco en eso que él contaba sobre su vocación. A veces quisieras ser escritor (o profesor), para vivir como vive un escritor, pero luego te das cuenta que para ser escritor, además, hay que escribir. Esa es la imperfección de las cosas. Porque lo que nos gusta del escritor son las conferencias, las presentaciones de libros, la apostura que proporciona el talento (frente a las mujeres sobre todo, pero también frente a los hombres). Mastroianni, desganado, prepara en la chaise-long su intervención en una presentación literaria. Todo lo envidiable del caso (para muchos de nosotros), es desmentido por esa expresión contrariada: él quisiera hacer otra cosa (el preferiría no hacerlo), y que otras personas se ocupasen de esos enojosos detalles que conlleva "ser escritor" las veinticuatro horas del día.
"El arte de no acabar nunca nada" reivindica la necesidad de libertad hasta la necesidad de liberarnos del perfeccionismo maldito. El perfeccionismo que nos impide quitarnos ropa cuando nos molesta (por ejemplo, para tumbarnos en una chaise-longe y NO LEER si no nos apetece y NO PREPARAR ningún discurso). La posibilidad de ir por la vida con ropa cómoda, de improvisar de repente, de hacerlo francamente mal y perder todo el auditorio que un día tuvimos. Y es que, de todas formas, nada se acaba y todo acaba por terminar inconcluso.

Wednesday, February 13, 2013

NATURALEZA EN PAZ


En la naturaleza, bajo los árboles.
"Cosas que importan".
Fundirse con el sol.
Paz.
"Polvo eres", es la frase de hoy.
Hemos sido hechos para esto.
Para la tierra.
Es nuestro lugar.
Ahí al lado, en el parque, reencuentras ese verdor.
Ese lugar tranquilo al que aspira tu alma.
Exiliado en la agitación.
Exiliado de tí mismo tantas horas inciertas.
Vuelves a escribir.
Y la página en blanco es paz también.
Un lugar donde volcar tus ansias de paz.
Y volver al ser puro.
Esencial alegría que recuperas.
Cuando el sol te deslíe bajo los árboles.