Wednesday, July 31, 2013

PAPA FRANCISCO EN BRASIL

¿Cuál es la causa de esa esperanza que está despertando en creyentes y no creyentes este Papa Francisco? Estos días, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, en Brasil, podemos encontrar algunas claves. Un Papa que comparte mesa y mantel con la gente, que no se aisla en un castillo, ni se pone zapatos raros. Un Papa que habla sin restricciones con los periodistas. Que lleva su maleta y hace cola para subir al avión. Un Papa que Habla a la pata la llana y dice cosas simpáticas como eso de “el Papa es argentino, pero Dios es brasileño” o que no le gustan los curas y monjas “con cara de pepinillos en vinagre”. Una persona cercana y que está por encima de muchas tonterías, mucho boato y palabrería hueca y trasnochada. Uno más entre nosotros, que dice que convivir con Benedicto XVI es como tener un abuelito en casa. Un Papa que reivindica la alegría y el optimismo como algo inherente a la condición de cristiano. Un Papa que quiere una Iglesia para los pobres, que toma el nombre de Francisco, sin ordinales, para recordar al pobre Francisco de Asís. Un Papa que quiere una Iglesia que acoja a los homosexuales, que no deje fuera a los separados o divorciados, que se debe replantear el papel de la mujer. Un Papa que entiende que la Iglesia ha de renovarse siempre y que el cristianismo es (y debe ser) revolucionario. Un Papa que quiere descentralizar las decisiones y hacer colegiado el gobierno de la Iglesia, escapando del eurocentrismo y abriéndose a los cinco continentes. Un Papa que pide a los cristianos que abran los brazos como Cristo en la cruz, para abrazar a todos. Un Papa que pide a los cristianos que se identifiquen con una persona, Jesús de Nazareth (más que con unas ideas o unas doctrinas), porque ser cristiano es algo vital y vitalista o no es nada. Ser cristiano es compartir los sentimientos de Jesús, su compasión, su acercamiento a los afligidos para aliviar sus penas, portavoz de un Dios que salva y no condena. Un Dios padre y una Iglesia que ha de ser madre y maternal. Un Papa que va a canonizar a Juan XXIII, aunque no fuera más que por el milagro de haber convocado el Concilio Vaticano II (el olvidado) y ser para todos el Papa bueno. Un Papa que en su forma de vivir y de tratar a los demás, creyentes o no, encarna muchos de los deseos de cambio de los cristianos de hoy, que son del mundo y no quieren separarse del mundo, son gente corriente en un mundo que ansía la paz, la justicia, la libertad y que pide sencillez y cercanía, gestos que acompañen las palabras.

Tuesday, July 30, 2013

EL BRUJO REPRESENTA EL ASNO DE ORO


“El Brujo” nos había convocado en Mérida. Rafael Álvarez representaba su último monólogo, basado en la obra de Apuleyo “El asno de oro”, una proto-novela clásica adaptada por el propio actor, a su peculiar forma de hacer, en estreno mundial. El año pasado representó “La Odisea”, con gran éxito y este año se habían vendido anticipadamente siete mil localidades y el sábado estaba completo el aforo de dos mil espectadores.

El teatro romano de Mérida ya es en sí un espectáculo. La noche no era en exceso calurosa. El “Brujo” apareció elegantemente vestido de blanco, con su rizada cabellera blanca, lleno de luz y energía. Recorrió los graderíos saludando a los asistentes y nos contó a todos la noche del estreno en la que la función se fue a las tres horas y media. ¿Qué hace “El Brujo”? No es Teatro. Es comunicación, es magia, es malabarismo verbal. Baila, canta, se contorsiona. Es el autor y es el que le contó al autor lo que alguien a quien encontró en las termas le contó, y es también el que se lo contó al que lo contó al autor que ahora lo cuenta. Es hombre y es mujer, es odre de vino y búho, y en determinado momento, merced a un fallido embrujo de la criada y amante del protagonista de la historia…se convierte en asno. Y lo increíble es que a partir de ese momento, por su magia interpretativa, lo que vemos ES un asno. Un ser humano con cuerpo de asno y…con atributos de asno, lo que desencadenará toda una serie de situaciones propicias a la procacidad tan querida por los clásicos latinos. El asno será utilizado sexualmente por hombres y vendido a una mujer mucho menos púdica que él mismo, hasta que por intervención de la Diosa tierra (Ceres, Isis), pueda deshacer el encantamiento comiéndose la corona de rosas de un ceremonial religioso.

Dos horas de diversión y de risa, en las que “El Brujo” consigue una crear una relación especial con el espectador, una relación de cercanía y complicidad, obrando el milagro de transformar la amplitud del teatro en un encuentro de sala de estar. A la vez que despliega su dominio total sobre el escenario y utiliza sus dotes de seducción, aprovecha el vehículo literario para entrar a saco en los temas candentes de la actualidad, en la corrupción, los sobres, los recortes, los Ayuntamientos que no pagan, el IVA impuesto a la cultura…y se mete con las autoridades locales presentes y ausentes (Monago), abiertamente aunque siempre con simpatía.

Algunas críticas han incidido en cierta confusión en la primera parte del espectáculo, quizás innecesariamente larga y sin relación con la trama principal. Es verdad que la segunda parte supera en comicidad y ritmo a la primera. Pero, en cualquier caso, asistimos a un despliegue impresionante del actor, que se desgasta hasta el agotamiento en su entrega al público emeritense, que ya le espera para el año que viene, con un nuevo monólogo que seguro será marca de la casa.    

Thursday, July 25, 2013

LA VERDAD SOBRE EL CASO HARRY QUEBERT







 
Una buena novela es aquella que nunca quisieras que terminara. Eso justamente me ha pasado con “La verdad sobre el caso Harry Quebert”, un best seller que compré como lectura típicamente veraniega, sin mucha convicción, pero que ha resultado ser una muy buena novela, con una estructura endiabladamente bien construida, que va creciendo en interés y complejidad conforme avanzas en la lectura.

Claro, lo que pasa en estos casos, al final te acabas la novela dándote un atracón, sin tiempo para masticar las palabras ni saborear apenas la lectura. Estás deseando encontrar novelas que te atrapen, pero a la vez odias esa forma de leer a grandes tragos, porque sabes que va contra todas las reglas de la degustación lectora. Es como una pasión amorosa, que te desestabiliza y te enreda en su maraña, que te deja a merced del otro y a la vez te da la vida y no te deja vivir.

Y eso pasa con esta novela. Como una amante, Joël Dicker se va apoderando de ti, te va desarmando, hasta que te entregas a esa historia sucesivamente romántica y sórdida, divertida y trágica, tierna y brutalmente violenta. Y cuando ya te tiene atrapado e indefenso, en el último tercio del libro, empieza a hacer contigo lo que (literariamente) quiere, te empieza a engañar, te empieza a hacer trampas, te encela y te hace entrar al trapo, y tu embistes una y otra vez y sin respiro, como un toro bravo y noble.

Y en el centro de la bien urdida trama, el misterio de un personaje  inolvidable: Nola, la muchacha cuya desaparición, hace treinta años, conmocionó a un pequeño pueblo de la Costa Este americana (Aurora), sacudiendo las plácidas y vulgares vidas de sus habitantes. Una figura frágil que va agigantándose conforme conocemos su historia, hasta convertirse en toda una heroína.

Sin embargo, con ser buena la historia y mejor la forma en que se cuenta (ajustada al milímetro con gran instinto y técnica narrativa), de lo que se nos habla es de la escritura del libro que cuenta esa historia. Como en un juego de espejos, un escritor joven que no es capaz de empezar su segunda novela, después de dos años de haber publicado la primera, busca en su desesperación el consejo del maestro consagrado que le enseñó a ser escritor, y se encuentra con la historia real de cómo su maestro fue capaz de escribir su obra maestra, y convierte en tema de su libro la historia de cómo esa obra maestra fue escrita. El libro, rizando el rizo, nos narra el proceso de su propia escritura, edición y publicación. Por lo que es la historia del libro sobre la historia del libro. En ello algunos lectores han recordado al Quijote, cuando en la novela aparecen los papeles de Cidi Amete Benengeli, y el protagonista lee en ellos sus propias aventuras.

Aquí es donde se confunde en la narración, la realidad y la ficción, al modo y gusto de Vila-Matas. Porque este es realmente el segundo libro del joven escritor suizo Joël Dicker. Y cuando vamos a los agradecimientos, algunos nombres coinciden con personajes del libro. De eso nos habla el libro también: de ser escritor hoy. Y aunque lleve la acción al mundo editorial americano, lo que Dicker plantea son cuestiones universales que interesan a cualquier aficionado a la lectura. La relación entre literatura y mercado editorial. La mercantilización del arte. La publicidad y los gustos literarios. El tiempo limitado para captar la atención sobre un libro. El papel de Internet. Dicker dibuja el personaje del editor y el personaje del agente literario, no sabemos si tomando como modelo a los suyos propios, con una mezcla de cinismo e ironía, riéndose abiertamente las reglas del capitalismo que hoy soberanean sobre la literatura: los adelantos, los plazos, los servicios jurídicos de las editoriales, el empleo de “negros” para ayudar a los escritores consagrados (para qué van a escribir si no es necesario), los lanzamientos, las giras promocionales, los contratos millonarios, lo efímero de la fama.

Al margen de los mercados, Dicker hace hablar al escritor consagrado y al joven que comienza su carrera. Y nos da en los 31 capítulos, en orden decreciente, su preceptiva literaria. Una preceptiva que presenta el entretenimiento como honesto objetivo de la escritura, contraponiendo el arte de contar historias usando palabras al elitismo literario que ve en las palabras un fin en sí mismo. El libro no es una sucesión de palabras bellas, es una relación entre personas. El libro hay que escribirlo como quien boxea, golpeando y encajando los golpes, siguiendo adelante a pesar del miedo, porque vencerse en la vida es vencer.
 

Saturday, July 20, 2013

LA MEJOR OFERTA


El protagonista de "La mejor oferta" se defiende del mundo, se defiende para que nadie pueda hacerle daño. Sus rutinas, su frialdad, sus modales, sus cientos de guantes le sirven para
evitar el contacto humano con los demás. Sólo en la soledad de su casa, el experto tasador baja la guardia. Ha creado un mundo de arte en el que se refugia para disfrutar de la compañía de jóvenes mujeres pintadas por artistas de todos los tiempos, entablando con los retratos un diálogo casi amoroso, en el que sublima una relación que en la vida real rehuye. 


No le interesa la mujer real sino la soñada. La que sueña cada noche en la cámara acorazada de su casa, a resguardo del amor y sus torturas.
Por eso es capaz de enamorarse de una voz, de una mujer joven que no se deja ver. De una mujer que se muestra tan frágil como él mismo. Tan temerosa del mundo y del contacto con los otros, tan encerrada como él en un mundo propio pequeño, sin salida, asfixiante.
Son almas gemelas, a pesar de las apariencias. La fragilidad se reconoce en el otro y se hace fuerte para el otro. Y el amor se convierte en deseo de romper el aislamiento del otro, de liberarle, para encontrar la propia liberación.
Es un hombre mayor y ella una mujer joven. No es una relación normal. Se encuentran como naúfragos, tras hundimientos personales. Solitarios. 
En un momento alguien dice al tasador, al experto en falsificaciones, que el amor también se puede falsificar, que en Internet escuchas la voz de alguien a quien crees ir conociendo, de quien te sientes de repente cercano, unido por una intimidad que no has sentido antes...alguien de quien quizás te enamoras antes de haberos visto las caras. Todo sucede en tu interior y quizás te engañas y no ves la realidad. Y quizás es lo de menos. Porque es real lo que esa voz te ha hecho sentir.
Podría haberse quedado ahí la película. En realidad, todo lo demás, la realidad, importa quizás menos. Resulta trivial. Desmerece del sueño y el anhelo de la búsqueda. Y casi siempre se encuentra uno ante un espejismo creado por la mente.


Thursday, July 18, 2013

ABRAZOS IMPOSIBLES

Estos días calurosos en que uno se queda solo en la ciudad, son días melancólicos, tardes melancólicas. Cuando llegas a casa del trabajo acalorado, enciendes el aire acondicionado, conectas la tele, coges una cerveza del frigorífico y te la tomas en la cocina, mientras piensas en qué vas a prepararte para comer. Y en estas, cambiando de canal, te encuentras con la película de Isabel Coixet, "Mi vida sin mí", en esa escena en que ella se queda dormida en la lavandería y el desconocido que fue a buscarle un café, se queda junto a ella, mirándola, velando su sueño.


Y ya te quedas viendo esa película que en su día te emocionó y ahora te emociona de nuevo, de esa joven esposa y madre que ha sido deshauciada y va por ahí dando abrazos que son despedidas, sin que nadie lo sepa. Esa chica que conoce el amor cuando ya no puede sino llenarla de dolor. Y esos abrazos de la película son abrazons en los que la muerte está al lado de los amantes. Sólo para ella son abrazos desesperados, abrazos sin esperanza. Y sientes que todos nuestros amores son así y todos nuestros abrazos son intentos desesperados de agarrarnos unos a otros para escapar de la muerte.
Y así, vas comiendo tu comida a bocados y bebiendo demasiado vino y haciendo casi pucheros, porque la película que te ha tocado se las trae.
Ya es una tarde marcada por el amor y su imposibilidad y al día siguente buscas entre tus CD  y encuentras "Lost in translation" de Sofía Coppola, porque recuerdas un amor parecido, un amor en el que ambos están casados y se encuentran solos. Y están en Japón, donde todo es extraño y ajeno.


Como la mujer de "Mi vida sin mí", ésta es joven, está casada y quiere a su marido, pero él apenas está con ella, absorvido por su trabajo de fotógrafo. Él es un actor de cine en declive, cuyo matrimonio dura ya veinticinco años y se ha convertido en algo donde falta la alegría compartida de los primeros tiempos. Es difícil, le dice a ella. Pero ambos en su soledad se encuentran. Separados por la vida de cada uno, por el tiempo de que disponen, apenas dos días, por la edad, por el entorno frío, estridente, hostil de la capital nipona. Y en esa imposibilidad de encontrarse, se encuentran. Y su abrazo final es un abrazo de amor ante la imposibilidad del amor.
Abrazos, más que besos. Abrazos para olvidarnos en ellos, para fingir en ellos la eternidad que se nos niega. Y a pesar de todo cuánto necesitamos abrazarnos.