Monday, March 03, 2014

KASSEL NO INVITA A LA LÓGICA: LA INDOLENCIA Y EL SENTIDO DEL HUMOR



Fin de semana especial. Para empezar, un día extra: el día de Andalucía. Este año marcado por la muerte de Paco de Lucía, pocos días después de que muriera una de las personas que más sabía de su arte, el poeta Félix Grande.


 Fin de semana especial, también,porque  íbamos a la playa con mala predicción meteorológica, dispuestos a descansar, leer y poco más. Yo venía con un cierto cansancio espiritual, también con una lumbalgia. Y es en esta situación, un tanto vacía, cuando las cosas suceden. 

¿Y qué ha sucedido? Primero, que el tiempo no fue tan malo. Y acertamos en los sitios a dónde fuimos a comer. La Bocana del Puerto (Isla Cristina), un lugar que nos gusta mucho, estrenaba temporada y carta. Magnífico el tartar de corvina. Extraordinario el fino y suave hojaldre de calabacín. 

Segundo, que florecieron los almendros, la retama lucía exhuberante, las florecillas y las primeras amapolas anticipaban la primavera. 

Pero, además, me llegaban buenas ideas. Por la noche, un especial en televisión sobre Paco de Lucía, en el que conozco por primera vez al hombre, aunque estuvimos a su lado en un aeropuerto y le hemos visto actuar en Pamplona. Conozco su faceta de pescador submarino. De cocinero. Y dice dos cosas que me vienen muy bien. Dice que admira a la gente con sentido del humor, porque "son unos artistas". Y dice que si por él fuera no se levantaría del sillón, porque es "indolente", pero que se ha metido en compromisos, con empresarios, con sus músicos...y bueno, entra en la dinámica. "No voy, me llevan". Y esto me viene, psicológicamente muy bien: sentir que puedo ser indolente, a pesar de hacer muchas cosas. Y que si las hago es por seguir una corriente que me lleva. Y también ver confirmado mi criterio a favor del sentido del humor. El arte es sentido del humor. 


Pero hay más ideas, leyendo el Cultural del ABC. Una referencia a Thelonius Monk en un libro titulado "But beautiful". Thelonius hacía lo que le daba la gana. Si le apetecía, se podía tirar semanas sin levantarse de la cama y sin hablar, sin ningún problema. También cuenta que cuando tocaba un sólo se quedaba como dudando de la nota que había dado, como si la juzgase errónea y la siguiente fuera un intento de rectificación de la anterior, y así sucesivamente se iba desarrollando el solo. Así, la libertad tiene que ver con la indolencia, pero ambas son compatibles con el meticuloso empeño en rectificar una y otra vez, nota por nota, sin fin, en pos de la perfección imposible. Esto me gusta, no sé por qué (pero lo que importa en todo, también en el arte, no es entender, es que te guste). 

En el mismo suplemento, me entero de que Enrique Vila-Matas tiene ya nueva novela: "Kassel no invita a la lógica". Y me sorprende que precisamente el tema sea vivir el arte sin comprenderlo y adentrarse en nuestra capacidad de inventar significados cuando, precisamente no entendemos nada. Porque, el arte -leo- no es un objeto, ni es siquiera la emoción que ese objeto despierta en mí. El arte es "lo que está sucediendo ahora". Lo que estamos viviendo. En el sentido de experiencia fugaz y que no deja rastro físico. Y descubro, leyendo esto, a Tino Sehgal, que hace performances en las que encarga, por ejemplo, a los normalmente aburridos o ausentes guardas de los museos, papeles o intervenciones improvisadas, que sorprenden repentinamente a los espectadores, cambios que exigen cláusulas anexas en los contratos de trabajo con estos empleados de las viejas instituciones culturales. Es decir: para cada espectador tiene que ser posible una experiencia, una vivencia y esa vivencia particularísima de cada uno, es arte, arte por el que uno puede pagar, sin llevarse nada a casa. Y esto es una nueva idea buena y creativa, porque nadie va a entender nada pero no se trata de eso. 

Y esa vivencia efímera acerca el arte al espíritu del jazz, lo mismo que al toreo: arte que no se traduce sino en la vivencia del instante en plenitud. Instantes que construyen un solo, una faena o una vida. 



Y otra buena idea: el valiente Vila-Matas se hace invitar al Documenta 13 de Kassel, pero él no es artísta plástico. Quiere entrar algo que no conoce para nada: el arte contemporáneo. Ser un completo ignorante le proporciona una libertad de criterio absoluta y una visión irónicamente distinta y libre de los prejuicios de un entendido. Él se sitúa de hecho, en las afueras de todo esto.

No entiende nada de arte contemporáneo. Pero le gusta, y a mí me pasa lo mismo, por lo que de literatura conlleva (hay una explicación, una narración sobre ello, que tampoco se suele entender). Pero hay sobre todo el gusto por la Idea. La Idea que -como dijo Platón- es eterna, a diferencia de sus formulaciones. Con una idea conectas. Y entonces, allí, una vez en Kassel y rodeado de performances que no comprende, situado él mismo como performance extraña en un restaurante chino en las afueras, como escritor que escribe en un restaurante chino a las afueras de Kassel, allí, algo tiene que escribir para evitar el tedio y escribe sobre esa experiencia que está protagonizando y que no entiende. Y esa es una buena idea: evitar el tedio a base de inventarse cosas e incluso el propio protagonismo en un papel o varios sucesivos, inventando sentidos particulares a todo, a falta de un sentido objetivo de las cosas. 

Ya ¨Kassel no invita a la lógica" me parece, desde ahora, sin haberlo leído y ni siquiera comprado, una novela culminante en la trayectoria de Vila-Matas. Por eso mismo voy a postergar su lectura (y su adquisición), para sentir bien, durante mis paseos, estas buenas y creativas ideas. Sobre todo la idea de juego, de no tomarme nada demasiado en serio y cultivar el gusto humorístico por el absurdo.

Así, del fin de semana especial, vuelvo renacido en ideas y sin lumbalgia. Con el permiso para sentirme indolente y para sentir el arte que esta sucediendo en mi vida ahora, y disfrutar de la representación de la que formo parte en este momento, situado irónicamente a las afueras de las cosas. Y sacar partido a la libertad  que me proporcionan precisamente las cosas que no entiendo, y las puertas que abre a mi imaginación y a mi creatividad la falta de sentido de este mundo. Sin olvidar la posibilidad de tocar mi solo nota a nota, intentando corregir la anterior y dar la nota justa, que siempre se escapa, como lo hizo siempre Paco de Lucía.