Monday, March 18, 2013

NECESARIO PERO IMPOSIBLE


Es sorprendente, en estos tiempo, que un filósofo se atreva a publicar un libro sobre la posibilidad de la vida después de la muerte. Es todavía más sorprendente que -evitando cualquier adscripción o impregnación religiosa- el filósofo haga de Jesús, el profeta de Galilea, centro de una esperanza. De algo "Necesario pero imposible". Javier Gomá Lanzón, en su último libro, desarrolla en su totalidad el concepto de "ejemplaridad". Cuando me piden -dice- qué es la honradez, yo señalo a un hombre honrado. Cuando me piden qué es la bondad, señalo a una persona bondadosa. En el caso de Jesús, cuando me preguntan que sería la vida después de la vida, sólo tengo el testimonio de los Evangelios: a los suyos se les apareción después de muerto. Era él mismo. Con su cuerpo herido. Pero no era el mismo. Él mismo, pero diferente. La resurrección como piedra de escándalo para los filósofos modernos. Un tema tabú. Y sin embargo, desde la antigüedad los filósofos se ocuparon de estas cosas: de qué es el alma, de si hay algo inmortal en el hombre, de qué es la eternidad.

Javier no habla del Cristo. Este término es religioso, se refiere al Jesús confesado como Salvador. Pero ¿cómo salva Jesús? Francisco, el nuevo Papa bueno, hablaba ayer de "misericordia" (un poco de misericordia -dijo- puede cambiar el mundo). Misere corde: poner el corazón en el otro. Jesús ponía su corazón en el otro y lo rescataba a un lugar de dignidad (así, la mujer adúltera del evangelio de ayer). Si entiendo a Gomá, Jesús tiene tal dignidad en su vida, que su muerte resulta indigna. Su muerte aplasta, destruye esa obra que Jesús ha hecho de su vida. Sería necesario (pero es imposible) que la muerte no destruyera esa obra (ese es nuestro sentimiento y nuestra protesta ante cualquier muerte, porque sentimos esa dignidad única e insustituible del que muere y esa indignidad absoluta del acabarse definitivo). Pero en el caso de Jesús, como algo excepcional en la Historia, tenemos ese testimonio de permanencia. Bajo otra forma, pero conservando su identidad y siendo él, pudiendo decir "yo soy", sentirse, vivirse, después de la muerte (no diluirse en el eter cósmico).  

No creo que sea necesario descubrir lo que es un misterio. Incluso creo que la razón no puede penetrar en ese recinto sagrado de la fe. Prescindiendo de la vieja dialéctica entre fe y razón, si son o no compatibles. Yo creo que la fe salva. No la razón. La razón me lleva a aceptar la muerte como parte de la vida, con la misma naturalidad. Pero la fe cree en los milagros, en lo desconocido e inexplicable.

Friday, March 08, 2013

LOS TÍTULOS


Esta mañana venía pensando en el título de la última película de Almodóvar: "Los amantes pasajeros". Es uno de esos títulos de doble sentido, por que la película se desarrolla en un avión perdido por el cielo, donde se hacen el amor los pasajeros; pero por otro lado, también es cierto que todos somos amantes y por desgracia todos somos pasajeros. Y más pasajero que me sentía al pasar por el puente de Triana y mirar la torre de la Giralda, como la han visto tantos y tantos que amaron y que también se fueron y pasaron. MORITURI TE SALUTANT: "los que van a morir te saludan", como decían los legionarios romanos desfilando ante César. Pero todos somos MORITURI.
El gran poder de los títulos es su brevedad. No dicen tanto como insinúan. Los buenos, nunca quedan cerrados, siempre permiten pensar más al lector, meterse más en su mundo, que no lo que hay detrás. Decía Marcel Duchamp que a él le bastaba el primer verso de un poema. A mí me basta uno cualquiera. "En soledad no se vive", de Aleixandre, es una frase que me ha acompañado siempre. Lo que importa es lo que se nos queda dentro de las cosas (de la literatura, del cine). Lo que importa es lo que crece luego dentro, lo que destila con el tiempo. Eso es nuestro. Y no puede ser mía toda una obra. Pero sí un título, un rayo minúsculo de luz. "Para nacer he nacido", "Confieso que he vivido".

Siguiendo con mi paseo, como cada mañana, miro los rótulos de los establecimientos de la calle Pagés del Corro. Frases. Breves obras maestras, como esa tienda de importaciones: "Cosas que importan", pasando delante de ella, siempre miro el cartel y sonrío. No sé que importan estos, pero sé que no son tantas las cosas que importan de verdad. Son muy poquitas, de hecho, y hoy las tengo. Tengo esas cosas que importan, aunque perdí otras que me importaron mucho. Frases. Frases evocadoras, sugerentes, que inician con uno un diálogo que prosigue luego. Las encuentras aquí y allí. En mi mesilla voy cambiando los libros, no porque los lea, sino porque me acompañan esos títulos, esos objetos-título. Como ese "Lecciones de ilusión" (¿quién es el maestro?) que promete un contenido que yo me invento (no hace falta leer más) y que imagino en sus páginas. Inventar, prefiero inventar, escribirlo en el aire de mis pensamientos.

Permiso para inventar, para crear, para tomar prestado lo que nos venga bien y transformarlo todo, mezclarlo y confundirlo: ¿qué más da? Si hace buena sopa.