Sunday, May 15, 2011

VOLAR EN LA CAÍDA


Ha sido un día especial. Era tu cumpleaños. Hace mucho que nos conocimos y todavía estoy intentando hacer aquello que me dijiste: escuchar mi voz. Y en la fiesta, antes de que soples las velas, hablamos de este 2012 que amenaza, que tú me dices es un año de transformación, en el que acaba un mundo y comienza un mundo nuevo. Y te digo que estoy sintiendo eso mismo. Y te cuento que esta mañana he terminado un libro de Bernhard Schlink -"El fin de semana"- en el que se habla de eso que siempre me has dicho: lanzarme al vacío y volar. Eso que tú hiciste un día y que yo hice un poco, pero quedándome en la cornisa.
Y te cuento que en ese libro se habla de terrorismo, del alma del terrorista. Algo que yo -que he vivido los años de plomo en Pamplona- siempre he querido penetrar. Y te digo que el atentado del 11 de septiembre es para mí un icono del milenio: las dos torres, atravesadas por dos aviones en vuelo, cuya estela dibuja una "ese" entre las torres, formando el signo del dolar. Y digo que no creo que ni siquiera Bin Laden haya sospechado que pudiera crear ese icono, que las Torres implosionaran hacia adentro, reduciéndose a la nada. No creo que nadie pudiera predecir lo que resultó: el camino del dinero, el símbolo del mundo financiero, de la codicia ilimitada, cayendo sobre sí mismo. El icono del cambio de mundo. Sí, Bin Laden es responsable de todas esas muertes, pero el icono, tan poderoso, tan rotundo, tan preciso, no es obra suya...es un mensaje, como el dedo de Dios pintando las paredes de la prisión de Daniel, o como los muros de Jericó cayendo al son de las trompetas. Señores: esto no puede seguir por donde va. Hay que tirarse de la torre del dinero al vacío de no sé yo qué cosa, pero algo nuevo, algo en que el hombre sea libre y solidario. De todo esto hablamos.
Y tú me dices que comienza el signo de Acuario. Termina la era de Piscis, dominada por la mente. Y comienza la Era del corazón. "¿Quién puede hacer que amanezca?" Nadie puede hacer la revolución. Llega cuando llega. Y hoy amanece. No hay nada que hacer ni que dejar de hacer. En este cambio de mundo -leo el Apocalipsis- habrá dos hermanos y uno ira para un camino y otro irá para el otro. Hoy estamos en la encrucijada y hay que elegir: un camino (lo hemos visto) no tiene salida. ¿Seremos capaces, seré yo capaz, de tomar el otro, el que no sé a dónde lleva? Es como tirarse al vacío, pero no para morir: lanzarse con el deseo de volar, de disfrutar de un vuelo delicioso, antes del final.

"Tiene que saltar. La mesa también empieza a calentarse y pronto estará ardiendo. Por algunos puntos del suelo empiezan a verse las llamas. Jan sabe que no gritará ni agitará los brazos y las piernas, pero tampoco quiere tensar los músculos y apretar los dientes. Quiere volar. Quiere no temer el rápido, brusco e indoloro final y disfrutar del vuelo. Siempre quiso ser libre y rechazó cualquier atadura. Ha vivido bajo la luz de la libertad y con su espanto. Todo cuanto ha hecho habrá sido correcto si ahora vuela.
Salta con los brazos abiertos
" (página 192)

Esto dice, en la novela, un terrorista. Un terrorista atrapado en las Torres: toda una metáfora. Y le cuento a Mary que, tras el atentado, la imagen que ha quedado, la que impresiona, la que ha inspirado a escritores, a filósofos, es la de ese hombre saltando al vacío (fueron muchos), saltando...con la libertad de ir a la muerte que a todos se nos da desde el nacimiento. Ir a la muerte, no se si desesperado, no se si consciente. Esa es -en realidad- nuestra vida: un salto en el vacío. Pero podemos elegir volar.

1 comment:

  1. A veces, muchas veces, ni siquiera podemos elegir volar. Otros lo hacen por nosotros.

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