Thursday, December 15, 2005

ELIANE ELIAS


Escucho a Eliane Elias. Brasileña. Pianista de jazz. Comenzó su carrera con apenas diecisiete años, en el grupo emblemático de los 90, Steps Ahead (que suerte tuviste, Randy Brecker, era una niña). Entonces mascaba chicle mientras se acoplaba con algunos de los mejores músicos del jazz moderno (Mike Mainieri, Eddy Gomez o Michael Brecker), embelesados ante su belleza adolescente y retadora, mientras de su mano ingresaba en el Olimpo. En el DVD del concierto, grabado en Munich con su trío, aparece espléndida, con una gran melena y un traje negro mínimo que le obliga a estirar su falda al final de cada tema. Fogósamente mueve las piernas sobre los pedales. A cada rato, sonríe sugerente y pícara. Recorre con facilidad, sin aparente esfuerzo, el teclado, en una efusión de ritmos cariocas (Choro, bossa nova) manejados, también con ligereza, por el batería Adam Nussbaum, ese tipo fuerte pero prematuramente calvo que parece el adecuado protector para Eliane. La música fluye con felicidad. Eliane cierra los ojos o los entorna. Dialoga con la mirada con sus chicos. Esa mirada que también ríe, sin saudade. Hay que escuchar esta música, pero hay que ver a Eliane (esa como bocanada de placer que de pronto se le dibuja en la cara). Gracias al DVD, ahora es posible gozar de la vida del jazz, que no es sólo la música, sino la interacción de un momento feliz compartido, de creación, de comunión, irrepetible como todo instante de felicidad.

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