Wednesday, September 01, 2010
LE MANOIR DU VAUMADEUC
Pero allí está el Manoir du Vaumadeuc. Allí debe hacer ya frío. Allí está el bosque rodeando la mansión. La frescura de esos árboles que tanto dinero cuesta mantener. Esa hilera de árboles, por donde salíamos a pasear cada mañana, por Plevén, el pueblecito cercano, saludando a los vecinos madrugadores. Ese fresquito de la mañana, abierta entre la profusión de flores que adornan y engalanan los pueblos de la Bretaña, con sus maceteros en las calles, flores y más flores, belleza de colores para la mañana. Allí estará su propietario. Un ingeniero que dejó la civilización, para civilizarse en el campo, en la belleza de esta casa, este lugar visitado por fantasmas encantadores, en el que ahora nos sirve el desayuno, como lo serviría un aristócrata a sus invitados, enrollándose con los españoles en nuestro idioma, que domina y ama, dándonos buenos consejos viajeros, usando con nosotros de esa cultura de los franceses, que es exquisita educación y a la vez desenfadado sentido del humor, finura de connaiseur. Un lugar mágico (a pesar de que no apareció el fantasma). El lago cercano, el jardín francés, con sus rosales y sus setos perfilados, su lugar para el cafe y el descanso. Un lugar para descansar y luego recordar, aquí, cuando el calor persiste y no quiere irse del todo. Aquí cuando todos vuelven a lo cotidiano. Bretaña, Normandía. Amor a la naturaleza. Bellas casas, bellos pueblos, magníficas ostras en sus puertos, lujuriosas almejas en caldo de cebolla. Allí estará y lo recuerdo ahora, el caserón del Manoir. Allí quedará nuestra despedida en el libro de visitas: nos ha quedado Rochefort. Tenemos que volver.
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¡Qué maravilla, Francisco! ¿Me dejas que te envidie un poquito?
ReplyDeleteUn abrazo
Ya se olvidan, pero esos días de viaje en los que te olvidas del tiempo, de tí mismo...qué bien vienen. Ese fresquito en plena canícula. Tenemos que ir a visitar a nuestros vecinos franceses. En esa región nos hemos encontrado gente encantadora, amables, muy buena gente. Os lo recomiento. Un besito.
ReplyDeleteLa foto es preciosa, inspiradora...
ReplyDeletePues lo mejor era, Lamia, la frescura y el aroma -olvidado en la ciudad- de los árboles. Quizás haya recodos aún en las proximidades de la ciudad para apreciar la sensación de empequeñecerse en el bosque.
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