Monday, October 22, 2012

EL CHICO DE LAS TORTILLAS


El muchacho de las tortillas siempre sonreía. Solo él para tanta gente, iba manejando sus tres sartenes con calma, pasando el aceite de una a la otra. Los huéspedes en la cola nos impacientábamos. Como occidentales no sabíamos disfrutar de la espera. El muchacho de las tortillas era laborioso pero tranquilo. Sabía hacer su trabajo y lo hacía sin pausa pero sin tensión. Dejaba que las tortillas se cuajaran bien, se tomaba el tiempo preciso para ello. Solo cuando la tortilla estaba terminada, levantaba la cabeza. Entonces le acercabas el plato y él la separaba de la sarten con su paleta y te la depositaba cuidadosamente en plato con una sonrisa tenue y sencilla. Para mí fue un espectáculo verle cada mañana durante esos días, impasible ante las colas bulliciosas, con ese aplomo y esa naturalidad que da el no poder hacer sino lo que haces. Sus tortillas de champiñón le salían muy ricas y yo, cada mañana, disfrutaba en la cola viéndole hacerlas con esa paz y luego, al recogerla, mirándole a los ojos le devolvía la sonrisa y le daba las gracias. Al salir a la calle llevaba yo también una sonrisa parecida a la suya, un poco tonta, como si me hubiera hecho con su humildad un pequeño regalo, iba llevando ese regalo mínimo por entre todos los otros asuntos importantes del día.

Wednesday, October 17, 2012

UNA VIDA FANTASMAL


Cuando le condujeron a la habitación de su tía, aquella mujer enorme condenada en aquella cama enorme, inmóvil, giró hacia él la cabeza, miró al niño y se puso a llorar y a gritar, histéricamente: "Mi hermanico!, Mi hermanico!", ahogándose entre hipidos tremendos. El niño paralizado por el susto permanecía junto a la cama. Fue entonces cuando descubrió su destino de fantasma. Era el fantasma de su padre muerto, al que no pudo conocer. Era idéntico al muerto y siempre se lo iba a recordar a los que le conocieron y amaron. Él era esa tarde su padre, apareciéndose a su hermana, en el lecho de su enfermedad. El niño dejó entonces de existir. Era ya un trasunto del muerto, que en él recobraba vida.

Ya con canas y mucho menos pelo, pasaría a convertirse en el fantasma del niño que fuera y cuando iba a visitar a su anciana madre ella se iba siempre a emocionar porque él inevitablemente le iba a recordar al otro, al niño que dejó de ser hacía tantos años y al que sólo ella recordaba ahora. El rato que pasaba a su lado se entregaba dócilmente a escuchar lo que ella le decía al otro, al niño, aguantando regañinas y reproches. Él seguía sin contar. No se podía decir con propiedad que estuviera allí. Era invisible ( aunque siempre evocador). Y de esa forma seguía cumpliendo puntualmente su inexorable (y ya asumido) destino de fantasma.

Saturday, October 13, 2012

INFRALEVE

Infraleve, como un reflejo de luz en la tarde que declina.
Como las úlimas luces doradas.
Ya sólo podía escribir frases cortas. Infraleves.
Las circunstancias le impedían hilar más de unas pocas palabras.
Pero cada vez se convencía más de que no era necesario extenderse en pormenores.
Aún así. Todo era sagrado como un gran silencio sobre el agua.

SUELO


El arte y la belleza se encuentran en cualquier lugar, incluso mirando al suelo.

Monday, October 01, 2012

LOS HILOS DE LA ARAÑA



Me cuenta J. que en aquella exposición Duchamp dispuso hilos entre los objetos, tal entramado tejió que no se podía entrar, como la realidad-araña en la que todo establece relaciones con todo y uno queda al final fuera de la sala. Duchamp aparece como un hilo pegajoso estas últimas semanas, con su humor irónico autoreflexivo. "Está definitivamente inacabada", dijo de una obra. Como todo, como cada cosa que hacemos. VM me trae a Duchamp y su vida absolutamente maravillosa. Y ayer mismo repaso el catálogo del mes del Círculo de Lectores y aparecen como novedad los "Escritos de Marcel Duchamp". Cómo aprender a reirse de uno mismo, o al menos fingirlo.