Saturday, May 21, 2011
EL PLACER DE VIVIR
André Comte-Sponville es un filósofo francés, un filósofo que cree que la claridad es una exigencia del filósofo (frente al tradicional prestigio que ha proporcionado a los profesores la oscuridad). No sabe más el difpicil de entender sino el que se impone a base de esfuerzo y concisión, la exigencia de la claridad. Por eso se le entiende y se le lee tan bien. Poder leer filosofía y disfrutar de ella es algo que hace tiempo no me ocurría. Tras el éxito de sus primeros libros publicados en España ("La felicidad desesperadamente" y "Pequeño tratado de las grandes virtudes"), está en las librerías una recopilación de artículos periodísticos, que puede servir para empezar a leer a este pensador que cree en el placer y en el deseo como motores de una felicidad posible: "El placer de vivir", es el título sugerente de este volúmen, que se puede leer a ratos perdidos y siempre aporta algo positivo.
Creo que tiene razón Comte-Sponville cuando dice que la vida es, fundamentalmente, vida cotidiana. Es cierto: el 90 por ciento de mi vida es pura cotidianeidad. Nada especial. Cosas sencillas y hábitos arraigados. La memoria olvida este porcentaje y suele recordar ese diez por ciento de momentos especiales, y dentro de ellos, suele quedarse con los de más carga dramática, con los momentos de dolor, sobre todo. Por eso, muchas veces evocando mi infancia, no recuerdo apenas nada: es porque la vida cotidiana no deja huella. Y esa cotidianeidad que no se recuerda suele ser la felicidad. Lo que no recordamos fue la felicidad real que sucedió a diario, en nuestro entorno familiar, en nuestro barrio, con los amigos, con los vecinos. El alma es un alma vernácula -ha dicho Thomas Moore- es decir, el alma se anuda sobre todo lo cercano, encuentra su felicidad en lo cotidiano.
Leyendo a Comte-Sponville, cuando habla del deseo, me parece muy clara su distinción entre dos formas de deseo: el deseo como carencia (el deseo de lo que nos falta) y el deseo como fuerza o acto (el deseo de lo que tenemos). La felicidad no es posible si sólo deseamos lo que no tenemos: el deseo de felicidad está condenado al fracaso, a la frustración, porque basta que obtengamos lo que deseábamos, para que pasemos a desear otra cosa, para que llegue el aburrimiento de aquello que antes nos faltó y nos alentó. En cambio, hay quien descubre en sí la felicidad del deseo: la capacidad de gozar. Entre el hambre y la saciedad está el disfrute de comer.
El amor, entonces, hace referencia a lo real. Amar es amar lo que tenemos, aquello de lo que disponemos, la persona que está con nosotros, nuestro hogar, nuestro barrio, nuestros amigos, nuestras posibilidades de goce. Sacar el mayor partido a eso que está ahí para nosotros. La esperanza se refiere a lo que no tenemos, a algo que -por ahora- no es real. En cambio, el amor, se refiere a lo que es, tal como es. La esperanza es pura potencialidad, a la espera de una realización o una falta de realización. El amor es un acto: coger lo que ofrece el momento.
Recuerdo haber invitado una vez a alguien en un bar y haber pedido unos langostinos, con sus copitas de manzanilla y recuerdo cuando me decía: "Están buenos, pero...como los que me comí una vez en Sanlúcar de Barrameda...". Sentí la tristeza (e incluso la rabia) de esa incapacidad de disfrutar lo que uno tiene delante, lo que tiene en el plato. Sentí cómo lo ideal, lo fantaseado (porque ese recuerdo de un olvidado día en Sanlúcar seguramente era ya el deformado recuerdo de un recuerdo), lo imaginado, dido suele ser enemigo de lo real. Comer con buen apetito, en cualquier tasquilla, lo que haya. Ser capaz de disfrutar de lo que brinda el ahora, de quien está aquí conmigo, de su compañía...ese es el amor que puedo hacer crecer en mi vida. Para recuperar, si he perdido, el placer de vivir.
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Pero, entonces, ¿estoy equivocado cuando digo que el estado perfecto es la espera perpetua de la felicidad que seguro ha de llegar, como hace la esposa que aguarda permanentemente la vuelta segura de su amado("El alquimista")?
ReplyDeleteGracias por la recomedacíón. Lo que cuentas del libro tiene muy buena pinta y además me llega en el momento oportuno.
ReplyDeletePara Bramstocker: cada uno es feliz como mejor puede, creo yo (lo mismo que se castiga como prefiere). Ser feliz (o no serlo) es una elección: una vez elegida la felicidad, se puede ser feliz esperando o llendo al encuentro.
ReplyDeletePara Jesús: me alegro mucho de servirte y de verte por aquí. Me gusta la renovación de tu blog. Un abrazo.
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