



En "Match point" -la película de Woody Allen que parece hecha por todos menos por Woody Allen- se plantea un problema de atención: el protagonista, progresivamente, va perdiendo la capacidad de atender a lo cotidiano, ocupada su mente por una pasión (pero ciertamente es difícil no ser desconcentrado por Scarlett Johansson). Desatiende su trabajo, desatiende a su esposa, no está en lo que está (en lo que debería estar, porque ha elegido estar ahí -sea o no sea, como no es, su sitio-).
Como jugador profesional de tenis, sabemos que su juego era agresivo pero irregular: era -dice su amigo- un poeta de la raqueta. Pero no siguió en el circuito. Un "buen profesional" no suele ser poeta. La vida es resignada prosa, parece decirnos Woody Allen (él, con esa ajetreadísima vida sentimental; pero él también, cumpliendo con su ritmo prodigioso de una película por año). Para vivir ¿hemos de decir adiós al poema? Más bien, me parece que cada uno tiene su estilo de juego y quizás no puede jugar de otra manera.