Thursday, January 18, 2007
SELF MADE MAN
Aprecio mucho a mi amigo José María. Es un hombre que ha sabido construirse a sí mismo (empezando por la transformación física más radical que recuerdo, fruto de mucho ejercicio físico y disciplina, que le han hecho perder como treinta kilos).
Venido a su pueblo como maestro, después de vivir en la cosmopolita costa gaditana, le veía al llegar como fuera de sitio. Venía con sus geniales pinturas anticlericales (obispos naif por bajo de cuyas sotanas asomaban billetes verdes), todo moderno, joven y jovial, con la vida por delante y las ilusiones intactas (de esto hace veinte años). La vida en el pueblo es angosta y tiende a reducirse con los años. A José María podría haberle asfixiado. Pero, poco a poco, se aclimató, se fue haciendo presente en la vida local, primero, liderando el movimiento de renovación pedagógica (es autor de un genial sistema de enseñanza en artes plásticas), después comprometiéndose en la acción política, viviendo su afición al flamenco, haciendo vida en la calle y, finalmente, participando a su gusto en mil y una actividades (pregonero, presentador de festivales y conciertos), siempre polifacético y creativo. Ahora, a pesar de sufir graves problemas familiares, creo que ha encontrado la fórmula de la felicidad: ser él mismo.
Desde hace unos años mantiene con puntual regularidad su colaboración como cronista en una revista quincenal, por la que los de fuera seguimos la vida del pueblo. Esa columna, de una calidad literaria sostenida (y quizás ignorada), me parece admirable por su dignidad y modestia. José María no tiene pretensiones. No ejerce de tuerto en país de ciegos. Es uno más. Tiene la nobleza de la inteligencia, que no se envanece. Le interesan las gentes, las costumbres, los sabores, los olores, los recuerdos de infancia y juventud, los lugares perdidos o recuperados. Es un disfrutador de la vida, del vino, de la conversación, de los amigos. Hace su vida en su pueblo, sin pensar en otras glorias.
José María dignifica y ennoblece, con su pluma, esa microscópica vida rural agazapada, a veces tan chata e ignorante (en la que él mismo es un especimen raro que, sin embargo, ha conseguido encontrar su sitio). Su visión es casi siempre bienhumorada, irónica, pero nunca amarga o resentida.
En su última colaboración, felicita el nuevo año a sus lectores y desea para ellos, lo que dice desear para sí. En ella encuentro algunas claves de esa su transformación, que tanto me admira.
Primero, gustarse uno a sí mismo: "Cada cual gusta lo que se gusta y solo es capaz de convencer de aquello que está convencido. Ponte pues como tarea el gustarte a tí mismo porque solo así gustarás a los demás...".
Segundo: acordarse de cuidar de uno mismo, dándose el cariño que se precise. "No hay nada más socorrido para huir de la melancolía, la depresión y la tristeza que ponerte tu ropa más guai después de un baño a fondo, medio bote de perfume de ese tan caro que guardas para no sé que días y tirarte a la calle a tomar un café y dos hojaldres o comprarte ese jersey que tanto te gusta".
Y por fin, contra los dolores de esta vida, saber gozar del momento: "Si la vida nos diera la espalda, aprovechemos esa ocasión única para tocarle el culo..."
Genial.
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Hay, a nuestro alrededor, gente que vale la pena. Sólo hay que fijarse en ellas. Un abrazo.
ReplyDelete"Gustarse a sí mismo para gustar a los demás"..., toda una lección de humildad, de cariño, de sabiduría. Un abrazo y felicidades por esa amistad.
ReplyDeleteAmarás a tu projimo como a ti mismo. (Mc 12, 31)
ReplyDeleteSomos hijos de un mundo mal compensado. A su amigo le sobra la serotonina que a otros le falta.
Algunos, por desgracia, conocen más y mejor la espalda y el culo de la vida, que la faz de la misma.
Todo esto, sin quitarle un ápice de merito al afán por la existencia y los días azules a José Maria
Un abrazo