Monday, October 22, 2012

EL CHICO DE LAS TORTILLAS


El muchacho de las tortillas siempre sonreía. Solo él para tanta gente, iba manejando sus tres sartenes con calma, pasando el aceite de una a la otra. Los huéspedes en la cola nos impacientábamos. Como occidentales no sabíamos disfrutar de la espera. El muchacho de las tortillas era laborioso pero tranquilo. Sabía hacer su trabajo y lo hacía sin pausa pero sin tensión. Dejaba que las tortillas se cuajaran bien, se tomaba el tiempo preciso para ello. Solo cuando la tortilla estaba terminada, levantaba la cabeza. Entonces le acercabas el plato y él la separaba de la sarten con su paleta y te la depositaba cuidadosamente en plato con una sonrisa tenue y sencilla. Para mí fue un espectáculo verle cada mañana durante esos días, impasible ante las colas bulliciosas, con ese aplomo y esa naturalidad que da el no poder hacer sino lo que haces. Sus tortillas de champiñón le salían muy ricas y yo, cada mañana, disfrutaba en la cola viéndole hacerlas con esa paz y luego, al recogerla, mirándole a los ojos le devolvía la sonrisa y le daba las gracias. Al salir a la calle llevaba yo también una sonrisa parecida a la suya, un poco tonta, como si me hubiera hecho con su humildad un pequeño regalo, iba llevando ese regalo mínimo por entre todos los otros asuntos importantes del día.

5 comments:

  1. Me ha encantado, Francisco. Un abrazo

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