Friday, March 08, 2013

LOS TÍTULOS


Esta mañana venía pensando en el título de la última película de Almodóvar: "Los amantes pasajeros". Es uno de esos títulos de doble sentido, por que la película se desarrolla en un avión perdido por el cielo, donde se hacen el amor los pasajeros; pero por otro lado, también es cierto que todos somos amantes y por desgracia todos somos pasajeros. Y más pasajero que me sentía al pasar por el puente de Triana y mirar la torre de la Giralda, como la han visto tantos y tantos que amaron y que también se fueron y pasaron. MORITURI TE SALUTANT: "los que van a morir te saludan", como decían los legionarios romanos desfilando ante César. Pero todos somos MORITURI.
El gran poder de los títulos es su brevedad. No dicen tanto como insinúan. Los buenos, nunca quedan cerrados, siempre permiten pensar más al lector, meterse más en su mundo, que no lo que hay detrás. Decía Marcel Duchamp que a él le bastaba el primer verso de un poema. A mí me basta uno cualquiera. "En soledad no se vive", de Aleixandre, es una frase que me ha acompañado siempre. Lo que importa es lo que se nos queda dentro de las cosas (de la literatura, del cine). Lo que importa es lo que crece luego dentro, lo que destila con el tiempo. Eso es nuestro. Y no puede ser mía toda una obra. Pero sí un título, un rayo minúsculo de luz. "Para nacer he nacido", "Confieso que he vivido".

Siguiendo con mi paseo, como cada mañana, miro los rótulos de los establecimientos de la calle Pagés del Corro. Frases. Breves obras maestras, como esa tienda de importaciones: "Cosas que importan", pasando delante de ella, siempre miro el cartel y sonrío. No sé que importan estos, pero sé que no son tantas las cosas que importan de verdad. Son muy poquitas, de hecho, y hoy las tengo. Tengo esas cosas que importan, aunque perdí otras que me importaron mucho. Frases. Frases evocadoras, sugerentes, que inician con uno un diálogo que prosigue luego. Las encuentras aquí y allí. En mi mesilla voy cambiando los libros, no porque los lea, sino porque me acompañan esos títulos, esos objetos-título. Como ese "Lecciones de ilusión" (¿quién es el maestro?) que promete un contenido que yo me invento (no hace falta leer más) y que imagino en sus páginas. Inventar, prefiero inventar, escribirlo en el aire de mis pensamientos.

Permiso para inventar, para crear, para tomar prestado lo que nos venga bien y transformarlo todo, mezclarlo y confundirlo: ¿qué más da? Si hace buena sopa. 

9 comments:

  1. Joder Francisco, cuánta razón llevas. Con los años, los daños, la vida y sus avatares, se apodera de nosotros una capacidad de observación-introspección que acorta el camino a la par que ilumina el sentir de las palabras y frases (sentir a pelo, los sentidos van por otra aerovía). Lo paradójico es que las hace grandes por dentro. El portal de una casa, el olor de una escalera...etc. nos mete de lleno en otras vidas. Vidas, sonidos, frases contundentes que quizás alberguemos dentro y despiertan. La verdad, no sé cuál es el mecanismo. Un buen ejemplo es el del bar que tenía mi tío ¿cómo se llamaba el bar y mi tío? Bar Saturio, joder quien se resiste a entrar o al menos sentir algo ante un bar que se llama Saturio. En el nombre Saturio cabe un retal de la historia.

    El otro día escuchaba a Mike & The Mechanics “The Living Years”

    http://youtu.be/eMYz0CU_PPU

    Había una estrofa que traduje algo así como (pedacitos de papel arrugados) La frase te lleva a recordar o soñar. Ahí se abre el mundo interior lleno de recursos y recuerdos, los posos de la vida. ¿Qué albergarán esos pedacitos de papel arrugados? me dije. Aquella frase me llevó a escribir este poema o lo que sea. Sucedió más o menos así, pero hacía años que no lo recordaba ¿cuál es la parte de del sensorio que se despierta?

    Pedacitos de papel arrugados.
    Lágrimas escondidas en los ojos.
    Recuerdos de la piel perfumada
    de viento solano y juncos en un río
    de curso sinuoso y lento.
    Una hermosa joven desnuda se
    abrazada a mí, me besa con fuerza,
    su lengua deja en mi boca olor a Lin Abart
    Cómo olvidar aquella tarde.
    Esas son las cosas que van quedando.

    Abrazo

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  2. Es lo que me vino a la cabeza con la frase "los amantes pasajeros". También los amores pasados, los días de los amantes y las noches de los amantes, siempre pasajeros y siempre imposibles de perdurar (porque sí, el recuerdo de una canción, el recuerdo de un sabor que ya no lo tiene, pero...). De todas formas, cada vez soy menor proclive a la nostalgia, Aviador, al menos a una nostalgia complaciente. Ahora me siento muy de este momento, más que del pasado. Quizás por los años y los daños y los avatares. No sé. Estoy más aquí, y quiero estar más aquí. En el Lin Abart de ahora mismo.

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  3. Pues, me alegro por tu goce de tener "conciencia del instante"

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  4. Huich... Tu aserto final me ha sonado a relativismo... jis... jis... No me lo esperaba, franchement. Buenos días, homónimo.(¿Me captará...?)

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  5. No sé si relativismo...porque la sopa debe quedar buena ¿eh? Quiero decir, que debe ser sabrosa y nutritiva...que me alimente a mí (y me guste). Lo que no me gustan son las recetas (las sopas de sobre). Qué bien, ahora tengo nombre de Papa. Y por cierto que algunos gestos de este hombre me han llegado hondo, más que las palabras. Necesitábamos más gestos y menos palabras...

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  6. Y necesitamos más tiempo. Un rodaje. Y que conste que el aspecto de este hombre me gusta. Sus palabras me gustan. Ahora, como todo, es cuestión de demostrarlo, y no sólo él, no, no, su entorno tendrá mucho que ver en el resultado final. Saluditos, amigo mío. Ah, y que aproveche.

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