Friday, November 16, 2007

TIEMPO LENTO: DEBILIDAD

Hay momentos en que todo parece que se frena y se remansa. Está uno sin ganas. Se ha quedado vacío. Produce poco. Hace pocas cosas. No pone apenas empeño en nada. Deja que pase el rato sin más. Relajadamente, sin agobio ni angustia. Simplemente dejándose estar, dejándose vivir.

En ese tiempo de reflujo, alguien me recuerda la parábola del sembrador. Él siembra y luego se va a dormir. Y al día siguiente se levanta. Y pasan muchas semanas...Y él está tranquilo, aunque no hace nada. Sabe que la tierra tiene su propia fuerza para hacer crecer la semilla. No se le pasa por la cabeza que dependa de él lo que en la tierra va sucediendo. El poder está ahí y está a nuestro favor, pero no es nuestro. Es de la vida, lenta y poderosa, que va cumpliendo su tarea. Y nos hace llegar a todos -tarde o temprano, por más o menos meandros- al conocimiento, al amor, a la plenitud, a la paz, a la belleza.

Cuando uno consigue algo, cuando llega el fruto, es el momento de la humildad: no es tuyo el fruto que recoges, es obra de la buena semilla y de la tierra. No puedes apropiarte de ese poder. No es tuyo. Tú has sido el instrumento útil, a través del cual la vida ha producido esa riqueza.

Siempre, siempre, la cosecha es un don gratuito, un don amoroso de la vida. Un regalo, sin proporción a nuestras fuerzas. Lo que cuajó y se cumplió (un libro, un alumno, un amigo), no lo conseguíste tú. Lo que no prosperó (un libro, un alumno, un amigo), tampoco fue tu culpa. Has puesto tu parte y luego te has retirado a descansar. Y está bien.

Las cosas son como deben ser. Estamos los que teníamos que estar. Por más que breguemos, lo principal no lo ponemos nosotros. Las cosas llegan a su momento. No cuando tú crees que era tiempo. El maestro llega cuando el alumno está preparado. Cuando ha deseado sin tregua que llegase...Aunque el maestro es un indicador: lo principal nadie puede enseñarlo, porque sólo puede aprenderlo uno cuando llega su tiempo. El que necesite. El suyo. Todo lo que antecede -las pruebas, los fracasos- no es baldío, por tanto, sino preparación, vaciamiento. Todo tiene un sentido. Uno está donde está, pero a la vez, está en el camino. Permanecer en él es suficiente. El camino te lleva, cuando lo has elegido.

Cuando vuelva la marea, la actividad, el reto, la acción...será otro tiempo. Un tiempo diferente. Intenso y fuerte. Pero este tiempo vacío también trae un regalo: la paz, el desprendimiento. Alguien me dijo que buscaba su debilidad, porque se sentía en exceso poderosa. Y ese sentimiento es, a la vez, una forma de devolver su poder a la vida, que es la que sabiamente nos lleva. Y es la que -a través de cada uno de nosotros- generosamente brinda los dones y realiza los milagros.

2 comments:

  1. Anonymous4:48 AM

    Ahora que ha pasado el tiempo lento lo diré. Gracias por esta entrada. La mejor que le he leído. Enorme y emocionante.

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  2. La madurez como aceptación.¿Será así la calma?(pero toda afirmación es también un rechazo)Los años como renuncia. ¿Será así el silencio? (pero todo alejamiento es una claudicación) Buenas noches.

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