Hay un silencio que buscamos para encontrar allí la paz. Para ser un yo que se detiene y considera.
Hay otro silencio, sin embargo, trágico. El de vivir en mundos separados, aunque permanezcamos juntos en una misma habitación. Como esa mujer enferma y angustiada que está sola, porque la enfermedad nos deja abandonados en un país lejano, inaccesible a los otros. O como el niño encerrado con dos adultos que no son capaces de jugar con él, abandonado a un mortal aburrimiento, en medio del vacío de un frío hotel. O como la mujer del fondo, aburrida también de estar encerrada, velando a una eferma, cuidando de un niño. Esa mujer sana, sensual, pero indiferente. Ella con su deseo y su culpa: abonimar de esas ataduras.
La soledad profunda es, así, el silencio entre esos seres que deambulan en una misma habitación, pero no encuentran en el otro o no saben decir ellos mismos la palabra necesaria, la del consuelo. El silencio que está hecho de palabras convencionales, dichas para evitar asomarse al abismo de la verdad: nuestro desentendimiento del otro, que le aisla y condena al silencio. Somos incapaces de sentir sus sentimientos, pensar sus pensamientos, experimentar sus angustias, sus anhelos. Y nos callamos o hablamos del tiempo. Y el otro está aislado en la condena del silencio.
En la película de Bergman, la enferma -en el extremo de su soledad- busca tendida en la cama de su habitación, entre los escondites de su cuerpo, una sensualidad que la abandona -una pausa entre los aullidos del dolor- y se aferra a ese placer triste, efímero, que es como una despedida de la vida que se le escapa.
buena visión de la soledad y del sielncio...lo que pasa que para mí , la primera soledad, el primer silencio, van con nosotros, saberlo comprender, aceptarnos como nos vamos escapando por las rendijas del tiempo y pasamos del boato a la nada ...ese primer paso nos da pie a entender a los demás...sea hoy un día triste donde ha callado una voz...la del poeta Ángel González...otra sombra más entre nosotros...abrazos.
ReplyDeleteEl silencio buscado y logrado es el mayor de los regalos, pero el otro puede llegar a ser ensordecedor.
ReplyDeleteEs cierto, el silencio para mí es necesario, de hecho lo busco a menudo, pero cuando se impone sin desearlo es temible, insoportable, demoledor.
ReplyDeleteHermoso texto, Francisco. Muy hermoso.
Lo malo del silencio son los ecos
ReplyDeleteUn saludo Francisco
Buenas noches