Sunday, December 21, 2008

SUPRIMIR UN BLOG, SIN UN ADIÓS

Empecé mi blog por emulación. No sabía que existía esto hasta que me dijeron que mi amigo Jesús García Calderón tenía un blog. En él escribía de poesía y contaba sus viajes, sus lecturas, sus descubrimientos culturales. Sería bonito tener un blog -pensé- tan elegante como ese . Y empecé el mío, tomando el suyo como modelo. Fue mi primer enlace. Algunas veces estuve tentado de dejarlo y él me animó a seguir. Ayer quise entrar a visitarlo pero ha sido suprimido. Ya no existe. Todo lo escrito, todo lo leído allí. Sentí, como otras veces, un especial desasosiego.

Algunos no suprimen su blog, se limitan a silenciarlo. Pero nos dejan lo que escribieron, como José Ángel cuya última página suelo leer de vez en cuando y que contó cosas nuestras en su blog, como Gatito Viejo, con quien fuimos fieles corresponsales durante casi dos años. Éstos blogueros silenciados permiten que volvamos por allí -de puntillas o dejando nuestros comentarios- y así, conservamos archivos de una gran calidad literaria y gráfica, como el de Danae. Otros desactivan la posibilidad de hacer comentarios nuevos y quieren permanecer aparentemente solos en el espacio, como Amanda. Esta Amanda tremenda, que compartió con todos nosotros (con una sinceridad espeluznante) el día a día riguroso de su ruptura matrimonial, dejándonos al final una última entrada en la que -bajo el epígrafe "el futuro"- con esa fotografía del agua que cae en la alberca y se funde en ella, parece anunciarnos la opción por el anonimato.


Desaparecer para siempre como la gota en el agua, desaparecer sin dejar huella, no es, sin embargo, humano...Es imposible haber sido y no haber cambiado en nada el Universo. La demostración es este blog, epígono del suprimido. O esa parte de su vida compartida con nosotros por Amanda. Algo queda, aunque sea -como diría el poeta- el recuerdo de un olvido. Suprimir lo que existió es una decisión irrevocable y que nos empobrece a todos. El creador ejerce el derecho de destruir su criatura, sí. Pero también el lector habría de tener derechos, siquiera a la despedida. Porque el que suprime su blog se va sin darnos ocasión de despedirnos, como el suicida. Peor, sin dejar siquiera una carta.

Justo Serna cree la mayor parte de lo que se escribe en los blogs es perfectamente prescindible. En la plétora de Internet, los blogs aparecen y desaparecen, son efímeros. Cuando lleva uno tiempo -no demasiado incluso- en esto, como los viejos, tiene que acostumbrarse a las sombras de los muertos, poco a poco van sumándose nuevas pérdidas y es como si las voces que callan nos fueran dejando solos. En este sentido, si uno sigue adelante, habrá que conformarse con la desaparición de los textos, de las imágenes, contenidos quizás prescindibles, pero no me conformo con el carácter prescindible de las personas que en los blogs se nos dan a conocer: no para mí.

Tengo que suprimir ahora esos dolorosos enlaces con los blogs suprimidos, y me da rabia y no me resigno. Por eso rebusco en Internet algo que haya sobrevivido del blog que he perdido: otros copiaron retazos de la brillante escritura de Jesús, algo se ha salvado y -quizás contra la voluntad de su autor- como lector, rescato, para celebrarlo esas líneas y copio esa hoja suelta, débil, del poema, tan frágil como la memoria, o como el blog, pero que nos acompaña y da calor en el invierno.
P.D. Ahora que esta añoranza me ha devuelto (como de otro mundo) la querida voz de Amanda, con el maravilloso regalo de una presencia que sin haberlo sabido yo me acompañaba, quisiera decir que a veces, rastreando por ahí, en algún rincón de la blogosfera, me agarra la emoción de escuchar de nuevo una voz callada (el otro día Innes, en el blog de la Princesa), y entonces es como si tuviera noticias de un amigo que marchó lejos, pero que sigue bien y envía sus recuerdos.
Innes, por cierto, de cuyo blog del subsuelo copié en su día para mi disco duro un texto originalísimo sobre el escritor y las letras de su teclado y así lo salvé de la destrucción.

5 comments:

  1. Anonymous8:53 AM

    Estoy de acuerdo contigo en que, de alguna manera, el autor no debería tener derecho (esa clase de derecho) a borrar todo lo que antes quiso compartir, sin avisar, sin despedirse, sin permitir que antes copiemos para conservarlo en nuestros archivos secretos. A mí me ha ocurrido de repente quedarme huérfana de un blog en más de una ocasión y he sufrido. Por esa razón no quise borrar el mío, aunque en algún momento me lo planteé como necesario para mi propia supervivencia.
    En cualquier caso, pocos de los que abandonamos una de esas criaturas lo hacemos del todo. Es complicado, pero se nos puede encontrar por ahí, en un barrio diferente, con un ritmo distinto, incluso con otro lenguaje, sembrando intimidades que no siempre son comprendidas.

    Gracias por recordarme todavía. Yo sigo dejándome caer por aquí a menudo. Porque me he casi ido, pero no he desaparecido.

    Un beso grande.

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  2. Querida Amanda, me has dado una gran alegría al recuperar tu voz y saber que me acompañas. Ha sido algo muy especial, casi sobrenatural, pues has aparecido apenas unos minutos después de colgada la entrada. Y he pensado: quizás es verdad que somos escuchados en algún lugar por los que se fueron, que nos une a todos un hilo de plata y que quizás, sin saberlo, no estamos solos y nos acompañasen siempre, aquellos que creíamos que echamos de menos. Gracias por este regalo de Navidad. Espero que seas feliz y recibe mis mejores deseos para estos días y para el año que entra. Un beso muy fuerte.

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  3. Que un amigo se vaya es triste, nos deja como rotos por alguna esquina, pero si se va sin decir nada, si se disuelve su palabra en el aire, entonces la tristeza se hace aguda, duele, nos rompe absolutamente. Este tipo de desapariciones nos pone en contacto directo con la realidad de la vida. Nos recuerda que nada de lo que estamos viendo es durable; que, de pronto, las cosas se desvanecen. ¿Adónde van? ¿Qué nos deja sin palabras de repente? No deja de ser un misterio este mutis de las cosas.

    Buenas tardes desde un frío y ya anochecido Maresme.

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  4. Mertxe, hola: ¿el Maresme no es en Cataluña? Y tu eres vasca. Te supongo, entonces, de vacaciones. Que las disfrutes. Eres una de esas voces queridas, que me alegran cada vez que las escucho. Yo dejo menos mensajes, pero este sí quiero enviártelo: feliz Navidad y que el año que viene seas feliz también (por encima de esas realidades de la vida que insisten en fastidiarnos la fiesta). Un beso.

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  5. Mi estimado Francisco, soy vasca de Errenteria&Donosti (inseparables en mi corazón), pero llevo seis años y medio en Mataró, capital del Maresme y, sí, es Catalunya. Me muero por volverrr (jis), algún día lo haré, lo salmones siempre vuelven, aunque yo quisiera hacerlo una gran rato antes de. Mi aita requería un cambio de clima, ése fue el motivo, y aquí estamos, disfrutando de un clima envidiable, junto al mar, lejos de mi mar, tan cerca a pesar de todo.

    Feliz Navidad, Francisco.

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