Seis y media. Sigo perezosamente en la cama. Tengo una llamada en el móvil, pero lo he desconectado, porque estoy en la cama. Estoy escuchando al quinteto de Alain Bédard. El disco lo compré en Palermo, durante la actuación de este quinteto canadiense. Estábamos esa noche última de Palermo, allí, en ese local del puerto donde encontramos jazz en directo, tomando unas copas finales de viaje, cuando ya los otros se habían retirado y sólo quedábamos los dos. Escucho un tema titulado "Toutatoué", mientras leo un texto de Luisa Miñana, un texto que sucede en Palermo. No quiero contestar la llamada del móvil, porque lo que leo y lo que escucho es esta tarde para mí.
"Invoca el arco iris, invócalo". La libertad de la infancia: "Esta mujer me mira convencida de haberme conocido. Pero yo voy saltando en los charcos como cuando era niña, con mis botas de lluvia y mi impermeable verde"..."Las aspas del ventilador girando sobre la cama"...y pienso en sus palabras: hay que "hacerle un sitio al aire, contemplar como antaño largamente la tarde", contemplar largamente el tiempo. Invoco el arco iris, el color de la infancia. "Una canción no basta o sí, según se mire" y escucho esta música soñando con la libertad que Luisa dice ("tener un rato el grifo abierto y caminar desnuda detrás de los cristales"). O tener esta tarde para mí, sin contestar esa llamada, soñando tumbado en la cama con esa noche de Palermo, bajo las aspas giratorias imaginarias de mi cuarto (con aire acondicionado), y gustando esa declaración de amor de Luisa, en Palermo: "Tú eres uno y todos, lo que conozco y lo que me sorprenderá: esa mirada que he perseguido porque, al descubrirme, ella me ha desnudado en un microsegundo, me ha prometido la travesía de un desierto como un vino, un viaje a otra estrella de la que no sé el nombre y menos aún las coordenadas...". Oh, un amor que prometa la travesía de este desierto, un viaje a otra estrella...Amor anónimo, amor pasión, amor viajero de carretera, amor que se puede oler, como el cuero: "así que ven Y ámame con tus ojos enganchados a esta bandera de conveniencia que te ofrezco: me has seguido el rastro hasta el mar como un perro. Enfundado en cuero, haciéndote notar sobre tu Kawasaki, sobre tu mendicante chulería. Y sé que cumplirás tu parte de la historia". Un amor suficiente, apenas, para atravesar como un vino el desierto. "Nos conviene mejor la orilla, las palabras que no pronunciaremos. No indagar en la arqueología.Te pido una luna sobre el puerto. Puedo permitirme contigo ese capricho de romántica pasada de moda como en un anuncio de televisión. Es Palermo". Fue Palermo, también, aquella noche, escuchando como ahora al Quinteto de Alain Bédard -suena "Bluesy lunedi"-. El piano rompe bruscamente el ritmo encendido de los saxos, y siento -el texto y la música- algo que me recuerda la mirada de Gelsomina cuando ve a Zampanó, el animal, el bruto, hacer su número de fuerza, haciendo saltar con la fuerza de sus pectorales la cadena de hierro -con su chulería mendicante- ante todos los paletos de pueblo, esos ojos de Giulietta Masina, enamorada y feliz infeliz. Italia. Palermo. La promesa de una luna en el Puerto. Tiempo, para contemplar largamente pasar la tarde, tumbado en la cama, sin hacer esa llamada que me urge. "La batalla está perdida y me gustaría dormir un rato a tu lado". Dices. "Una constelación no podría ofrecer mejor guarida que el sueño junto a tí para planificar las tres o cuatro frases con que ir tirando y componiendo los días sin que se noten las bolsas en los ojos y la palidez creciente. Tres o cuatro formas estables de disimular nuestra verdadera naturaleza. No hace falta más". Poesía llena de tristeza y consuelo. Por eso invoco el arco iris, de nuevo y me entrego a la música. Una canción no basta, o sí, según se mire.
Thursday, July 30, 2009
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
un buen ejercicio...un abrazo..a ver cuando nos volvemos a ver al lado de un gintonic.
ReplyDeleteOjalá que pronto, Fernando. Estaremos por El Puerto unos días, si estáis por aquí llamad. Un abrazo.
ReplyDeleteDe nuevo:
ReplyDeletemuchas gracias por hacer realmente tuyos esos textos. Es una auténtica satisfacción para mí y además resultando una entrada tan magnífica, de verdad. Mil gracias por esa empatía.
Besos