Sunday, April 04, 2010

EL AROMA DE LA INOCENCIA



"La elegancia del erizo" ha dado a conocer internacionalmente a esta escritora, Muriel Barbery, nacida en Casablanca en 1969, esta mujer de origen y elegancia africanos, cuyo rostro encantador, gracioso y juvenil, limpio de maquillaje, iluminan unos ojos pequeños y sonrientes. Su primer libro, publicado en España en 2002 con el título "Una golosina", se ha reeditado ahora bajo el renovado reclamo comercial de "Rapsodia Gourmet". Sin embargo, su título original era más adecuado, porque es una pura golosina que al leer vamos gustando, paladeando los sabores que saben transmitirnos sus palabras. He llegado a comer una bola de helado de mandarina leyendo este libro -quizás más ejercicio literario que novela- primero de la autora que en su día no tuvo los honores del éxito y ahora recibe una nueva vida editorial. Los libros renacen, resucitan a veces, y hoy es Domingo de Resurrección. No hay que desechar que lo muerto cobre vida nuevamente, ni que la ilusión que murió renazca. La vida tiene suficiente fuerza y elige caminos insospechados para realizarse.

Pero vuelvo al libro. Y leyendo -o comiendo- esta golosina, he encontrado, aparte de manjares literarios bien aliñados, observaciones humanas importantes. Alguien dice en algún momento: en la vida pasamos de la ilusión a la ambición, luego la desilusión y finalmente, el cinismo. Al leer esto he recordado algo que me dijo una amiga: a partir de cierta edad o nos hacemos mejores personas o nos convertimos en cínicos. El crítico gastrónico, protagonista o excusa de este texto, en la antesala de la muerte, se ve acuciado por el deseo de recordar un sabor que le devuelva al tiempo de la ilusión. Antes de que llegara la ambición, antes de las desilusiones, antes del cinismo. ¿Dónde pierde uno la gracia juvenil? ¿Por qué recodo del camino se pierde la sinceridad, la verdad, la alegría? Y, sin embargo, y el libro nos lo hace recordar -aplastado por ese ser engrandecido y absurdo, ese triunfador, poderoso y egoísta- el niño sigue ahí, dentro, sigue ahí deseando ser rescatado en la verdad de lo vivido. Desechando tantos sabores complicados, elaboraciones sofisticadas del genio culinario, el gourmet rememora ese aroma sencillo y eterno. El aroma del amor, el aroma de la inocencia.

8 comments:

  1. "La vida tiene suficiente fuerza y elige caminos insospechados para realizarse."

    Muy cierto e ilusionante. Pero hay que dejarle un huequecillo y no aplastarla, pues los pensamientos negativos son a veces como una apisonadora que no deja crecer nada.

    Me gusta recuperar la inocencia poco a poco después de las desilusiones. Odio el cinismo. Y ahora recuerdo esa frase tan buena de Machado en Juan de Mairena: "Los hombres que están siempre de vuelta en todas las cosas son los que no han ido nunca a ninguna parte."

    Un beso

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  2. El cinismo -leo en el diccionario- es falta de vergüenza, la falta de pudor. Tiene que ver con reirse de la verdad, la falta de pudor al mentir. Es más: mentirse a uno mismo, reirse uno de su propia mentira, traicionando aquello en lo que uno creía, de lo que para uno fue sagrado. Y así, de alguna manera, dejar de creer en uno mismo, con tal de sobrevivir. El cinismo sería el precio de la supervivencia cuando uno ya ha dejado de creer en nada.
    Lo que dices tú: "estar de vuelta", dejar de creer en el camino, en un sitio al que ir.
    La vida -creo- nos sigue siempre dando cada día la oportunidad de volver a emprender ese camino, sin perder de vista la ilusión de hacer esa nueva etapa. Pasitos cortos, poco a poco, cuidándose uno. Estoy de acuerdo contigo. Otro beso para tí.

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  3. Pues cada vez existe más cinismo.
    Desde hace muchos años, dejó de gustarme la ironía.
    Nos vamos sumando caretas y al final ni nos reconocemos.
    Siempre hay o debería haber algo que nos impulse hacia arriba

    Besos a los dos.

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  4. Hacia arrib... o hacia dentro. Dentro es, probablemente, donde encontraríamos la paz. Porque todo lo que nos la quita es exterior, es ajeno. Dentro de nosotros, si pudieramos entrar en ese espacio silencioso, descansaríamos. Siempre me propongo parar un momento cada día y volverme hacia esa paz que es nuestra esencia olvidada. Sería un espacio de paz, un huequecillo para vivir la eternidad cada día y eso sé que me transformaría, estoy seguro. Pero el caso es que no lo hago. Bueno, al menos -en medio del agobio cotidiano- sé que ese lugar de paz existe y puedo descansar allí. Saberlo me ayuda. Besos.

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  5. Tomo nota de todo lo que cuentas en el post.
    Ojalá pudieras estar el sábado, ya sé que no, pero estarás entre la música, las palabras, los versos y los whiskys de la poesía.

    Un beso,

    Marta

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  6. Allí -de alguna manera- estaré. Tendré en mis manos las ocho islas y merodearé por tus palabras, para imaginar que tu cabello irlandés se incencia hasta estallar en rizos febriles (ay...) Un beso muy cercano.

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  7. Te contradigo con cariño.
    Creo que la vida no se realiza nunca. Tiene su tiempo y es diferente para cada uno.
    La paz no siempre está dentro.
    La paz nos la puede dar una flor, un cuadro, una música, una conversación.
    Meternos dentro y encerrarnos con veinte llaves debe ser fácil, dado que hay tantas personas que lo prefieren.

    Personalmente no creo en ese camino. Creo mucho en compartir y sacar la cabeza.Recuperar la inocencia como dice Elvi.
    Como sabéis, no estoy pasando buenos tiempos. No me deprimo, es lo que hay y desde ahí, respiro, río, lloro, comparto. No pienso venirme abajo.
    Sómos los suficientemente capaces de resurgir, de vivir y de saber que vivimos.
    Es una pena, una grandísima pena no hacerlo. Cada día que pase es un día que no volverá, un amanecer que no veremos, un beso al amad@ que no daremos...
    No sé

    Un abrazo

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  8. Siempre p'alante, decimos en mi tierra. Creo que hay ciclos y a veces está uno en la parte baja, pero todo lo que baja está anunciando una subida.
    En un libro sobre la paciencia leí que la metáfora de la parada de autobús.
    Cuando estás mal, deseando que llegue algo bueno a tu vida es como si estuvieras esperando al autobús y no llegase. Sin embargo, estás en la parada y SABES que pasará. En cualquier momento va a pasar ese autobús. Saberlo te permite esperar tranquila. Un abrazo.

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