Friday, April 29, 2011

LA PLAZA DE LA VIDA



Querían teñir de sangre la plaza de la vida. Querían cerrar para siempre una plaza abierta de todos. Querían ensombrecer la plaza donde la luz nunca se apaga. Acabar con la cultura milenaria de la hospitalidad, con los aguadores y los que cuentan historias, con los encantadores de serpientes y los que venden dentaduras postizas. Querían expulsar a los extranjeros de la plaza del mundo, la plaza universal, la plaza de la cultura. Pero la plaza de Djemma el Fna permanece abierta, permanece luminosa, humeante, plena de todos los sabores, los colores, los olores de la vida. No matarán la vida, la regarán con sangre de amantes que vinieron a vivir aquí un mundo olvidado de humanidad sonriente. No matarán la cultura ni derribarán la Kutubya que domina la ciudad, no impondrán la cultura de muerte ni podrán invocar un libro sagrado para eso. Volveré a Marrakech para tomar un té moruno, entre sus gentes, en lo alto de un bar que domine la plaza. Y dejaré perderse la vista y la memoria entre esos tenderetes, y pasearé una vez más por la Djemma el Fna, sintiendo que regreso al lugar del origen, que el tiempo se para, que la noche no termina, que el amanecer se confunde con el mediodía. Volveré y recordaré esa sangre, tributo del amor de los forasteros, mezclada para siempre con la sangre de los pobladores de esta ciudad de sueños.

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