Tuesday, July 30, 2013

EL BRUJO REPRESENTA EL ASNO DE ORO


“El Brujo” nos había convocado en Mérida. Rafael Álvarez representaba su último monólogo, basado en la obra de Apuleyo “El asno de oro”, una proto-novela clásica adaptada por el propio actor, a su peculiar forma de hacer, en estreno mundial. El año pasado representó “La Odisea”, con gran éxito y este año se habían vendido anticipadamente siete mil localidades y el sábado estaba completo el aforo de dos mil espectadores.

El teatro romano de Mérida ya es en sí un espectáculo. La noche no era en exceso calurosa. El “Brujo” apareció elegantemente vestido de blanco, con su rizada cabellera blanca, lleno de luz y energía. Recorrió los graderíos saludando a los asistentes y nos contó a todos la noche del estreno en la que la función se fue a las tres horas y media. ¿Qué hace “El Brujo”? No es Teatro. Es comunicación, es magia, es malabarismo verbal. Baila, canta, se contorsiona. Es el autor y es el que le contó al autor lo que alguien a quien encontró en las termas le contó, y es también el que se lo contó al que lo contó al autor que ahora lo cuenta. Es hombre y es mujer, es odre de vino y búho, y en determinado momento, merced a un fallido embrujo de la criada y amante del protagonista de la historia…se convierte en asno. Y lo increíble es que a partir de ese momento, por su magia interpretativa, lo que vemos ES un asno. Un ser humano con cuerpo de asno y…con atributos de asno, lo que desencadenará toda una serie de situaciones propicias a la procacidad tan querida por los clásicos latinos. El asno será utilizado sexualmente por hombres y vendido a una mujer mucho menos púdica que él mismo, hasta que por intervención de la Diosa tierra (Ceres, Isis), pueda deshacer el encantamiento comiéndose la corona de rosas de un ceremonial religioso.

Dos horas de diversión y de risa, en las que “El Brujo” consigue una crear una relación especial con el espectador, una relación de cercanía y complicidad, obrando el milagro de transformar la amplitud del teatro en un encuentro de sala de estar. A la vez que despliega su dominio total sobre el escenario y utiliza sus dotes de seducción, aprovecha el vehículo literario para entrar a saco en los temas candentes de la actualidad, en la corrupción, los sobres, los recortes, los Ayuntamientos que no pagan, el IVA impuesto a la cultura…y se mete con las autoridades locales presentes y ausentes (Monago), abiertamente aunque siempre con simpatía.

Algunas críticas han incidido en cierta confusión en la primera parte del espectáculo, quizás innecesariamente larga y sin relación con la trama principal. Es verdad que la segunda parte supera en comicidad y ritmo a la primera. Pero, en cualquier caso, asistimos a un despliegue impresionante del actor, que se desgasta hasta el agotamiento en su entrega al público emeritense, que ya le espera para el año que viene, con un nuevo monólogo que seguro será marca de la casa.    

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