Thursday, May 31, 2007

SEPARARSE PARA VOLVER



El problema es que muchas veces no sabemos si somos felices o no. No nos damos cuenta de lo que tenemos entre manos.
Nuestra felicidad es siempre retrospectiva. La descubrimos en el pasado, en un tiempo ya perdido.En el presente no nos damos cuenta. Estamos tan metidos en lo cotidiano, en la rutina que no somos capaces de asegurar si late nuestro corazón.
En un cuento titulado Wakefield, Nathaniel Hawthorne nos habla de un hombre casado que un buen día coge su maleta y sale de su casa. Se instala en la calle de al lado y vive a allí durante veinte años, oculto junto a su hogar, sin dejarse ver, en un voluntario exilio, espiando a su mujer y a sus hijos, con el deseo de comprobar qué sienten por él. Ve cómo se le da por muerto y se reparte su herencia. Ve cómo sigue la vida sin él. Cómo su viuda se va acostumbrando a su nueva situación, cómo cada uno reestablece su nueva rutina. Y entonces, un buen día, con toda normalidad, entra de nuevo en su casa, como si no fuese "otro mundo" sino el mismo en que él vivía. Y desde ese momento hasta su muerte vive con su esposa e hijos una vida normal. La historia, contada por los periódicos, no se le apartaba de la mente a Hawthorne. Lo extraordinario de ella es esa posibilidad de salir de un mundo y volver al mismo mundo que se abandonó.
Juan José Millás en su libro "Laura y Julio" recrea esa fantasía de la imposible vuelta. Julio, que se ha separado de Laura, se instala en el piso de un amigo ausente -Manuel- justo enfrente del suyo y desde allí contempla la nueva vida de la que fue su esposa. Sin embargo Julio, a diferencia de Wakefield, lo que descubre en su mujer no es dolor, sino que le engañaba desde hace años con su amigo. Algo que -ahora se da cuenta- siempre ha sabido.
Saber la verdad de nuestra vida es un afán peligroso. Sabemos ya. Salir, irse para verlo claro, pensando en regresar supone ignorar que uno nunca puede volver atrás. Lo perdido es irrecuperable. No podemos tomar el autobús que ya pasó.
Pero Julio encuentra una solución: asume la personalidad del amante y desde su ordenador continúa la relación epistolar de Manuel con su esposa. Y aprende a tratarla como Manuel y a verla como ella es de verdad. Y de ahí surge una oportunidad impensable de reencuentro. De vuelta, tras la separación.

4 comments:

  1. En mi casa anterior, tenía unos vecinos y amigos que vivían enfrente, atravesando el patio. cuando les visitaba, mi mayor atracción eran los balcones de mi propia casa vacía, pero los miraba como si pudiera verme dentro.
    Saludos

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  2. Hola Índigo. Yo he estado delante de la puerta de la casa en que viví de niño. He estado a punto de llamar y de decir a quien me abriera que quería entrar para recordar mi casa y así recordarme a mí y los míos cuando vivía allí. No lo he hecho. Hubiera parecido muy raro...Así que la veo desde fuera, como si estuviera yo dentro. Bienvenida a mi blog.

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  3. Siempre quise entrar en la casa donde viví hasta los 5 años, volver y recordar. Pero nunca pude por miedo a no verme ahí, a que ese lugar ya no existiera como lo atesoraba y sea diferente. Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.

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