
Suceden cosas que presentan la cualidad del enigma. Como si fueran pequeños acertijos, cuyo significado se nos escapa, como un koan japonés.
Junto al Hospital de los Venerables, en el barrio de Santa Cruz, en una mañana soleada de noviembre, libre de obligaciones, disfruto en buena compañía de una cerveza y un plato de jamón, en una mesita a la puerta de la Hostería del Laurel. La placita está preciosa. La vista se recrea en los colores y pienso en el regalo de estar aquí ahora, rodeado de turistas (italianos, ingleses...), viéndolo todo ahora con los mismos ojos de novedad que ellos. Uno de esos turistas está echando miguitas de pan a los pájaros. Vienen palomas y gorriones. Él -se nota- intenta que el manjar llegue a los más pequeños, lanzando las bolitas fuera del alcance de las palomas. Le digo a mi compañera: "¿Por qué hace esto? Las palomas son más grandes y necesitan más alimento para mantenerse". Desde la mesa de al lado, empiezo a lanzar miguitas a las palomas. Pero éstas parecen tener problemas. Llegan lo gorriones en rápido vuelo y delante de sus picos se llevan los trocitos más grandes. Las palomas son más torpes: picotean el alimento en el suelo y no pueden más que con las bolitas pequeñas. Llega de nuevo el camarero con la copita de rioja que hemos pedido y me dice: "Yo los tengo alimentados a todos estos. Pero a las palomas no hay que echarles comida. Son dañinas."
Dias después acudo a la farmacia. Voy con una receta para un anti-inflamatorio y un protector gástrico. Al pagar, el protector cuesta cinco veces más que el anti-inflamatorio. El problema no era de estómago ¿No es el anti-inflamatorio el que lo provoca? Del dinero que gasto, la mayor parte es para solucionar un problema que no tenía. Un problema provocado por el medicamento.
Esa noche le comento a Sergio el suceso. Él me ha dicho que una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental. Le respondo que son los laboratorios los que han convertido en enfermedad lo que antes eran frustraciones o altibajos de la vida, y una vez diagnosticada la enfermedad, han aportado el oportuno medicamento, con sus oportunas contraindicaciones y efectos secundarios, para los cuales están indicados otros medicamentos más caros. Entre tanto, los médicos siguen recibiendo regalos y ofertas de viajes, de parte de los laboratorios.