Friday, November 23, 2007

CROSSROAD


La encrucijada se presenta de repente mientras íbamos andando. Hay que decidir por dónde seguir el camino. El que llevábamos se cruza con otro. Otro que tal vez parece más estrecho. Hay que hacer una cosa o la otra. "El camino estrecho" (proponía el Maestro). "El camino del corazón" (señalaba el místico). En la encrucijada -según las leyendas del Blues americano- se tiene una cita con el diablo, para proponerle vender el alma. ¿A cambio de qué? De ser el guitarrista más rápido. El que más dinero va a ganar, el más famoso...Tocar más rápido de lo que uno toca. Ser distinto -mejor- que lo que uno es. A partir de ese contrato, nuestra alma ya no nos pertenece.

En la encrucijada hay que acertar. ¿Quiere uno hacer ese trato? ¿Cuál es el destino? "El destino es el camino que haces". ¿Qué camino quieres andar? ¿Te da miedo perderte? ¿Es más cómodo continuar el camino que llevas? ¿Necesitas salir a otros caminos? ¿Cómo decidir? Sólo de dentro llega la respuesta. Pero es difícil hacer el silencio para escuchar (hay que acallar las voces de los otros, de los amigos, los que nos quieren, los que esperan mucho de nosotros, las razones, los posibles fantasmas). Alguien que soy de verdad yo, dentro de mí, escondido, conoce la respuesta.
"Nunca me he sentido libre de decidir lo que de verdad quería hacer, cómo deseaba vivir mi vida. De alguna manera he estado siempre decidiendo lo que se esperaba de mí, viviendo para otros". Eso venía a decir el protagonista de una película que ví este fin de semana en la televisión. Afortunadamente no se casaba al final con su novia. Su hermano descubría en esa muchacha tímida y envarada la alocada vividora que latía escondida. Y el novio -sólo en las películas sucede- encontraba en la hermana de la chica el verdadero amor. Debe ser muy triste al cabo del tiempo escuchar a tu hijo decir algo como lo que decía ese joven.

9 comments:

  1. Me temo que la decisión nunca es buena ni mala, pero como no tiene remedio la relatamos como óptima o errónea. No decidirse, si se puede, no es tan catastrófico, el destino se vuelve líquido, ¿que tendrá esto de malo? Nos acostumbran a seguir un camino y la elección en las encrucijadas debe ser siempre la correcta, con cada decisión perdemos libertad pero ganamos aquel camino que nos debe hacer sentir orgullosos en un futuro. ¿Y cuando descubrimos que el error fue ya en el primer desvío? ¿O que el camino no conduce a parte alguna? Cada cuerpo pide lo suyo, aquel siempre tuvo compañía, eran los otros los que conocían el camino y llego junto a ellos al mismo sitio y la despedida fue también, sin remedio.

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  2. en las encrucijadas se ponían siempre esxvotos para no perderse y encontrar la buena senda...pero hay buena senda?, temo que lo bien hecho no siempre es lo que te pide el cuerpo o el corazón y debes hacerlo... para esperar otra encrucijada donde vuelvas a temblar...abrazos.

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  3. Anonymous1:37 AM

    "Yo creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión que nosotros percibimos como parálisis, porque ya no sentimos la vida de nuestros sentidos alienados. Porque estamos solos con el extraño que se nos ha introducido; porque, por un momento, se nos arrebata todo lo habitual y lo que nos inspiraba confianza; porque nos encontramos en una encrucijada donde no podemos permanecer."
    (Cartas a un joven poeta,Rainer María Rilke).

    Un abrazo Francisco
    Olvido

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  4. Anonymous4:38 AM

    Esta entrada y la oportuna transcripción de Rilke que hace Olvido me recuerdan el final de un poema de un autor que no logro recordar ahora: así he vivido yo, venía a decir, sabiendo que jamás me he equivocado en nada, salvo en las cosas que yo más quería. De las encrucijadas me aterra su capacidad para engendrar esa parálisis a veces obsesiva en nuestras vidas. De nuevo otro poeta, del que leí unos endecasílabos que nunca he olvidado: Yo que elegí un camino anduve siempre/añorando de aquella encrucijada/el rumbo alternativo del sendero. Lo malo es que se tome el camino que se tome siempre estamos condenados a figurarnos el camino que no anduvimos, precio recurrente del don de la libertad. Un abrazo

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  5. Gracias -amigos- por vuestras aportaciones. Reconozco que he lanzado con esta entrada una botella al agua, en un momento de parálisis. Me ayudan vuestras reflexiones. Se siente quizás en la vida más lo que no se hace. La oportunidad perdida (el beso no dado al destino) queda así -como dice el lector anónimo- convertida en un mito (la figuración de cómo hubiera sido). La parálisis es el efecto del miedo a equivocarse. Es lo terrible de la encrucijada: querer permanecer donde ya no es posible quedarse. En tal caso hay que dar un paso adelante (guiándose por el gozo del cambio, de lo nuevo) y dispuesto a aceptar la enseñanza que depare el nuevo rumbo (incluida la eventualidad de nuevas encrucijadas futuras). Saludos a todos.

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