Wednesday, November 18, 2009

IMPRESIONES




VIDA

Despues de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito "¡Todo!", y el eco dice "¡Nada!"
Grito "¡Nada!", y el eco dice "¡Todo!"
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

José Hierro, "Cuaderno de Nueva York"

3 comments:

  1. ¿Me permites venir de vez en cuando?

    Si me dices que sí, te regalo el Otoño de Hierro. Si me dices que no, me lo llevo ¿vale?



    Otoño

    Otoño de manos de oro.
    Ceniza de oro tus manos dejaron caer al camino.
    Ya vuelves a andar por los viejos paisajes desiertos.
    Ceñido tu cuerpo por todos los vientos de todos los siglos.

    Otoño, de manos de oro:
    con el canto del mar retumbando en tu pecho infinito,
    sin espigas ni espinas que puedan herir la mañana,
    con el alba que moja su cielo en las flores del vino,
    para dar alegría al que sabe que vive
    de nuevo has venido.
    Con el humo y el viento y el canto y la ola temblando,
    en tu gran corazón encendido.

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  2. Sí. Vale.
    Me estoy aficionando al otoño. Pero es que el otoño en Sevilla es la mejor estación del año. Esta noche empezó a llover un poco. Diecinueve grados, mientras junto a la Catedral sonaban villancicos y se vendían figuritas de nacimiento. Por la mañana paseabamos con veintiuno, junto a los ojos bien abiertos de mesnadas de turistas que nos descubrían las bellezas cotidianas que disfrutamos. Un placer el otoño. Un placer recibir ahora tu regalo.

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  3. Gracias. No me lo llevo entonces.

    Francisco, Sevilla es bonita siempre.

    Ahora, con el AVE, la ida y venida es muy fácil.

    Estuve no hace mucho por temas de trabajo. Me perdí por sus calles hasta la salida de vuelta a casa...

    Me sigue sorprendiendo ver levar el puente, tanto como la primera vez que lo vi, cuando era pequeña

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