Monday, April 17, 2006

CUATRO ACERCAMIENTOS A JESÚS (I)

Hubo una vez un judío. Ese Jesús, del que hablan los Evangelios, cuatro, porque cualquier realidad es poliédrica, cuatro, porque cualquier cosa es muchas cosas y cualquier persona es muchas personas. Cuatro como cuatro son las energías (espadas, oros, copas, bastos), cuatro los elementos (aire, agua, tierra y fuego), cuatro los puntos necesarios para orientarse (norte, sur, este y oeste)...Yo ahora quiero hacer cuatro acercamientos personales a ese hombre, a esa persona que vivió y que -a pesar de todo- sigue siendo visible, por sobre la acumulación de palabras, en los relatos evangélicos.
Jesús se encuentra con una mujer junto a un pozo. Están solos. Jesús es judío y la mujer de Samaria, un pueblo de otra religión. Es un ser inferior por partida doble: mujer en aquellos tiempos es basura; samaritana, es para un judío basura. Es -además- una notoria concubina, que ha tenido relación con siete hombres (decir siete era decir "no se sabe cuántos). Jesús es un maestro judío, una persona conocida, respetada, con fama de hombre santo. No hay nadie allí. Están los dos. Y Jesús va a ella y le pide que le dé de beber. De pronto están hablando, un hombre con una mujer. Y ¡comienzan a hablar de amor! Es el únco tema que interesa a ambos. Ella es la que siente la sed del desamor. Y eso sale a relucir. Pero Jesús habla de un amor distinto del que hasta ahora ha conocido ella: existe ese amor, un amor que sacie su sed de ser amada, como no lo ha conseguido hasta ahora. Y le dice que él puede darle a conocer ese amor, que él siente ese amor. Y ella le cree porque experimenta ese amor en ese momento, y sale corriendo a contarlo a las gentes, con una embriaguez espiritual semejante...¿cómo fue mirada por Jesús? ¿cómo experimentó el hablar de amor con un judío? Aún hoy es difícil de concebir.
Me quedo con esa enorme libertad: la libertad de prejuicios. Una persona hace veinte siglos es tan libre como para no tener prejuicios raciales, prejuicios morales, prejuicios religiosos, prejuicios sexuales...para sentirse igual al otro, próximo a él, cercano, a pesar de todas las convenicionales diferencias que en la vida nos hacen sentir distintos. ¿He llegado en mi vida al grado de libertad que alcanzó ese judío?

3 comments:

  1. Además Jesús le pidió "que le diera de beber". Jesús la necesitó; buscó y encontró en ella algo que nadie había encontrado y eso la transformó y por eso ella se fue a contarlo. Porque el que conoce el amor sale a contarlo.
    Un beso semanasantero.

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  2. Ese judío tiene tanto que enseñarnos, sea quien sea.
    Como decía El Roto el otro día: 2.ooo años de Cristianismo, y qué poco se nota...

    Un abrazo.

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  3. Cuando lees a Jesús en cada uno de los evangelios te enamoras de él. Después lo estudias y te dicen que ese no es el Jesús histórico, que es el Jesús de Juan, de una comunidad de Éfeso, o de Marcos o Mateo...
    Entonces siento: es igual; el Jesús histórico que dio lugar a todas esas caras de Cristo debió ser alguien más fabuloso; ¿qué digo? “menos fabuloso”, más histórico, más auténtico, más real... Nada de fábula. Y el Jesús de la samaritana, el de la comunidad de Éfeso es ese Jesús cósmico de Teilhard, ese que vamos conformando tú y yo y todos los pobres y todos los sabios de la tierra...
    Esperanza

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