Tuesday, July 04, 2006

LEER LAS CARPETAS


Dean Brown ha actuado en Tenerife con el grupo de David Samborn. Según cuenta Tritácora ha sido un concierto fabuloso. Dean Brown, con sus contorsiones convulsas, es un guitarrista -más que eléctrico- electrificado. Espasmódico. Cuando toca parece poseído por su música, a la que acompaña con todo el cuerpo y con ese rostro, tan parecido al judío Fagin, de Oliver Twist. Pero -a pesar de todo ello- estamos ante un músico totalmente controlado y con un gran nivel técnico (singularmente afinado, como apunta Tritácora, y dominando en todo momento el sonido que quiere extraer de su guitarra). Brown formó parte en los noventa del grupo del bajo barriobajero Marcus Miller, momento al que pertenece esta foto. En esa banda dotaba a sus breves solos de una increíble intensidad. Los preciosos temas que el Sr. Miller compuso para el último Miles Davis.
Leyendo el comentario del concierto, percibo en Tritácora un gran aficionado. Escribir sobre jazz es difícil ¿cómo transmitir la emoción de la música? Es, con toda seguridad, un género literario. Los buscadores de excesos (en mi caso, vicarios), gozamos de esa lectura, de esas biografías en el límite, de esas vidas arrastradas por hoteles de mala muerte, entre vómitos. Es un género difícil. Por eso, entre nosotros, muy pocos son los críticos especializados que saben relatar un solo o dar el contrapunto literario a determinado tema (Rubio, el inefable Cifu). Escribir carpetas es un arte. Requiere el dominio de una jerga especial. A mí me gusta leer, también, lo que dicen los propios músicos. El ambiente de la sesión o su impresión sobre sus compañeros. De Tete Montoliú dijo el productor de uno de sus discos (Bues for Nuria, Joachim Berendt) que tenía "el sonámbulo instinto del ciego". Yo leí una y otra vez aquella carpeta. En ella se contaba la historia de un niño ciego, al que su padre, maestro de la Banda de Barcelona, llevaba al Conservatorio. Y allí, en Barcelona, se presentó y le dió clases Don Byas, y ese ciego se hizo músico de jazz (esa música viciosa de las madrugadas, llenas de tabaco y whisky, una vida no apta para ciegos adolescentes). Y ese negro mujeriego (era bajito pero llego a enamorar a grandes damas), arribó por razón de amores a Barcelona, y vivió de dar clases de música (saxofonista él), como yo ahora recibo clases de un americano varado en Sevilla. Y descubrió el jazz, y dedicaba un tema a su bajista, alemán, prematuramente muerto (Visca L'Ampurdá), y a su hija (ese sexo ciego de los ciegos), y la carpeta contaba tantas historias a la vez, para un chico de quince años, que leía solo...otro munto. Frases como esas me aficionaron a leer (no a sentir el jazz: ese lo sentí siempre, es lo más auténticamente mío que tengo) las carpetas de los álbumes, para aprender de los músicos y algo para adivinar lo que dicen (a duras penas por mi falta de inglés). En mi recluída adolescencia, esas lecturas y esas audiciones llenaron muchas horas y compensaron mucha infelicidad. Ahora estudio inglés. Me gustaría entender algunas letras de Ben Sidran, me gustaría leer por fin algunas de las carpetas que sólo he imaginado. Una vida de jazz.

3 comments:

  1. Leo tu blog, me gusta mucho.

    Pero en esta entrada hay varias cosas con las que no puedo estar demasiado de acuerdo.

    El jazz.. es un género dificil? No lo creo. Es la más sencilla de las músicas, llega con escucharla. Es tal vez una de las más complejas de escuchar, siempre se ha dicho, erróneamente, que era música para músicos.

    Jazz es el acto de pintar con tinta china, como hacen los chinos, sin líneas previas de lápiz. Hace falta un gran desarrollo de la técnica, pero se pinta en el momento, y se transmite mucho.

    Dean Brown es preciso, limpio en su fraseo y extraordinariamente afinado, pero hay muchos guitarristas que son eso, y además poco interesantes. Dean Brown es interesante por la peculiaridad de su fraseo, como pensando para adentro y haciendo un soliloquio filosófico antes de lanzarse al vacío en esos increíbles solos. Tienen fuerza y sentido gracias a esas exploraciones con las que comienza cada solo, obligando a la sección rítmica a hablar bajito, a agacharse, a someterse a ese movimiento sinuoso, y luego los arrastra hacia arriba más y más fuerte. Le ví algunas veces, pero cuando más me gustó fue tocando con los Brecker Brothers. Menudo grupo. También hizo cosas hermosas tocando con Jaco Pastorius.

    Marcus Miller, yo diría, es barriobajista. Es un tipo muy sofisticado, no te dejes engañar por el sombrerito y las camisetas llenas de serpientes. También su música lo está, muchas veces. Pero su clarinete bajo muestra su verdadera alma extremadamente sensible.

    En cuanto a leer las carpetas... yo lo estoy dejando. Lo hacía mucho, me dio una lección Billy Cobham, en la contraportada de un disco de los Glass Menagery (atención a cómo tocaba Mike Stern en esa época, era prodigioso). Decía que ellos simplemente tocaban la música que les gustaba, que no querían etiquetas ni descripciones sesudas... porque "eso es para los que leen las carpetas de los discos".

    Lo hizo a propósito. En eso te doy la razón, los músicos de jazz suelen ser tipos interesantes que dicen cosas como "me aburren los músicos de jazz" (Miles Davis). O aquella entrevista que le hicieron a Ornette Coleman. Él mismo hizo una portada bastante intrigante para su disco "the art of the improvisers". La portada tenía una especie de turbulenta espiral de gente de colores, con ojos apenas sugeridos fijos en el infinito como en un cuadro de Saura, enmarcados en un círculo negro. Algo como una rueda, o un disco de vinilo, o un arrebatado mandala pintado a brochazos.

    Uno de los temas del disco, una compleja exploración free-jazz, se llamaba precisamente "the circle with a hole in the middle". El entrevistador le comenta a Coleman la extraña pulsión rítmica de ese tema, y el sentido circular que adquiere, y le pregunta por la obvia relación con la forma de un vinilo. Coleman, entonces le dice: "claro, pero he puesto gente dentro, también". El entrevistador protesta y le dice que no se refería a la portada, sino a la música. "Yo también", dice Ornette.

    Si escuchas el tema, ves que tiene razón.

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  2. Hermano Balcius...ohh yeahh. Cuánto me ha gustado tu disidencia. No es tal. Sí...ese ronroneo exploratorio introspectivo... y luego subir y subir...Es una magnífica definición. Un sólo sólo es bueno de verdad si cuenta una historia (dijo Satchmo), pero esa historia puede (¿debe?) no tener argumento (principio, nudo y desenlace) puede ser circular, cerrada en sí misma, autónoma, porque así son las historias (que se lo pregunten a Auster, algunas terminan, otras no, se solapan, se superponen, uno no siempre se está enterando de qué va la cosa mientras está en ellas, falta perspectiva; en tal caso, el sólo es una narración de la vida cuando es lineal y puro, mientras que es vida cuando es confuso, contradictorio, exploratorio).
    De cualquier forma, hay solos que todos los músicos posteriores estudian nota por nota: digamos, el de Coltrane en Blue Train (circular, acelerando,decelerando), digamos, para mí, los de Stanley Turrentine en el disco de Astrud Gilberto: es imposible una improvisación sin un fallo sin un error, pero el imposible se hace realidad en un estado "de gracia", el de ese día irrepetible en el que todos los solos son antológicamente precisos.
    Cierto lo de Marcus Miller y su clarinete bajo. Es menos barriobajero con él, aunque no domina el instrumento: es como un toque naif en sus conciertos.
    Genial la anécdota de Ornette Coleman. Encantado de encontrarme con alguien que disfruta de esto.

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  3. Exactamente eso pretendía, Francisco. Siempre me lees excelentemente.

    Era un hermanamiento con aspecto de disidencia. Porque tocan los "cuatros" y los solistas se alternan aparentando un duelo, y realmente construyen algo, una sóla música.

    Encantado yo también.

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