Elías Canetti, en sus apuntes del año 1980, dice: “nada de Sartre me ha importado nunca. Encuentro opresiva su verborrea conceptual. Si se puede llamar tonto a quien cae una y otra vez, y por completo, bajo el hechizo de los conceptos, yo diría también que es tonto”.
Confío más en la palabra que en la racionalización de la vida. Esa fe en la palabra que nos proporciona la verdadera literatura, es la fe de los judios, como Canetti y tantos otros escritores. Dice Canetti: “Quizá sea eso lo que me queda de la fe en la Biblia, la fe en las palabras”.
La palabra tiene un poder creador: en nuestra infancia “abracadabra”, era el poder de la magia. La palabra podía dar vida, como en el Golem de Praga.
La fe en la palabra, de la que hablaba Canetti, justifica que los judíos sean el pueblo del Libro, o mejor, como alguien ha sugerido, el pueblo de las interpretaciones del libro. La riqueza de un texto es directamente proporcional a la posibilidad de aportar niveles de lectura distintos y satisfactorios. El autor cree tener la clave de su obra, sin embargo, lo mismo que el Autor de la Biblia, su Revelación pone en marcha la Palabra, que en sí tiene el poder de lo infinito. La palabra va acumulando sentidos, tiene una capacidad de desenvolvimiento y adaptación a la cambiante realidad, a la subjetividad ilimitada de los múltiples lectores que accedan al texto.
Por eso, ningún libro acaba de ser leído. Cada libro es mi libro (con un significado exclusivo para mí). Cada texto forma parte del contexto personal del que lo escribe y del que lo lee. Leo y me leo. Releo y me releo. Lo que leí ya no puedo volverlo a leer, aunque el texto no haya cambiado. Soy inevitablemente contemporáneo al texto. Hoy ya dejé de creer lo que creía. Hoy ya no leo igual. Porque nadie es inocente al leer.
Sunday, November 12, 2006
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Totalmente de acuerdo. "Nadie es inocente al leer", cuando leemos estamos vertiendo algo de nosotros mismos en ese libro, nuestras historias, nuestras lecturas, nuestra manera de ver el mundo, nuestros rechazos, ignorancias, anhelos... Por eso a veces un mismo libro resulta tan diferente, depende de quién lo lea. Y es por eso, porque algunos leen con los ojos y otros con el alma, con el corazón, con todo el ser.
ReplyDeleteEstupendo post, Francisco, leyéndote me doy cuenta de lo mucho que te he echado de menos. No nos vuelvas a dejar tanto tiempo. Tus escritos nos hacen falta.
Un abrazo
Hace mucho que leí a Sartre (aquellos años de mi juvenil universidad), cuando estaba tan de moda como la filosofía de Althusser. Sólo me queda el recuerdo de una sensación nauseabunda ante el pesimismo de la nada. Gracias, Paco, por expresar tu opinión. También te confesaré que detesto la pintura de Miró. Ahí va eso.
ReplyDeleteEsperanza