Esa tarde estoy ansioso. En un libro leo la frase de Heráclito: "El orden más bello es el que emana de un montón de escombros apilados al azar" (Si miramos... -me digo-, porque delante de una obra de arte solemos abrir bien los ojos buscando la belleza pero cuando vemos una pila de escombros ni miramos).
A veces no miramos lo que tenemos delante, porque estamos pensando en otras cosas. Porque la rutina nos nubla la vista. Para provocar la entrada de lo casual en mi vida, -a modo de ejercicio- el libro sugiere buscar una determinada línea en una determinada página del libro que tenga en la mesilla de noche, para preguntarme cómo se relacionan esas palabras casuales con mi momento presente.
A veces no miramos lo que tenemos delante, porque estamos pensando en otras cosas. Porque la rutina nos nubla la vista. Para provocar la entrada de lo casual en mi vida, -a modo de ejercicio- el libro sugiere buscar una determinada línea en una determinada página del libro que tenga en la mesilla de noche, para preguntarme cómo se relacionan esas palabras casuales con mi momento presente.
No tengo cosa mejor que hacer. Tomo el libro ("La mesa limón", de Julian Barnes), busco la página 103 y en ella la línea 19 y leo: "...la cosa es que hicieron su viaje juntos. Ahora podría ser evocado, mejorado, transformado en la encarnación, la realización del si-hubiera. Él siguió invocándolo hasta la muerte. Fué, en un sentido, su último viaje, el último del corazón. 'Mi vida queda atrás' -escribió- 'y aquella hora pasada en un vagón de tren, en que casi me sentí como un joven de veinte años, fue la última llamarada".
Hasta aquí la cita. Quedo perplejo y cautivado. Ya había leído este cuento, pero no para mí, no como una profecía que tuviera que ver con mi vida.
Hasta aquí la cita. Quedo perplejo y cautivado. Ya había leído este cuento, pero no para mí, no como una profecía que tuviera que ver con mi vida.
El relato se titula "El reestreno". Narra la aventura amorosa de un Tolstoy de sesenta años con la actriz que protagonizó el reestreno de una de sus obras teatrales de juventud. Él se enamora quizás de su personaje o de su juventud al escribirlo. Ella del autor que escribió el texto que ha interiorizado. Ambos se enamoran de algo que no existe ya. Pero lo importante es que su corazón late, funciona. Sienten la llamarada.
Sin embargo Tolstoy ha asumido la idea de renuncia y evita el amor. Tolstoy idealiza, evita la realización, prefiere mantenerse en el pasado condicional, en el si-hubiera (sido más joven), al presente de indicativo. Y la aventura no pasará de una hora de besos en un vagón de ferrocarril. Y de una fantasía de ese momento: la posibilidad de liarse la manta a la cabeza juntos y provocar un escándalo.
Años más tarde el anciano Tolstoy dirá a unos amigos que él solo se enamoró una vez en su vida "o quizás dos". El estreno y el reestreno. El estreno es un momento único que pasa. Lo otro es un "quizás", algo ilusorio. Porque ya no existe la seguridad del principio, ni la ilusión de la primera vez. Uno ya sabe hacerse trampas.
¿De verdad todo esto tiene que ver conmigo? No lo sé...Pero decido dejar los juegos de azar y sus retos y seguir atento en mi vida.
quizás más cercano ala casualidad y al efecto del azar es lo que hago muchas veces yo...voy por la calle y escucho una conversación , más o menos 20 ó 30 segundos,...suficiente para recrear un antes y un después que me regala el azar.
ReplyDeleteImaginar cosas, vidas, personas y comportamientos de las hebras sutiles de unos segundos...a veces también hay una gran belleza...abrazos.
Una hora supone una vida. Por circunstancias, aprendí hace mucho tiempo a vivir el momento.
ReplyDeleteLa hora que “vivió” Tolstoy en el tren con la joven actriz le supuso un regreso a lo esencial.
Conozco bien dos trampas: el alcohol (no hablo de borracheras sino de la permanencia en él) y el tiempo que a hurtadillas me ha adelantado. Me ha adelantado a pesar de estar "atento a mi vida".
Fuerte abrazo
El azar tiene razones que la razón no entiende y Heraclito fue el padre de un montón de instalaciones.
ReplyDeleteEs hermoso pensar en "palabra alta" como tú haces (valga el malísimo juego de palabras).
ReplyDeleteUn abrazo.
Me temo Francisco que el 'quizás' el amor,el azar, el 'si hubiera...', son la vida;-)
ReplyDeleteBuenas noches
Muchas veces no sé si procede contestar o no. Vuestras aportaciones me llenan de alegría siempre. Pero poco tengo que decir. Sólo a Olvido, que hace mucho que no venía, darle la razón y un beso.
ReplyDeleteUn dia me atreví a hacer algo que me inquietaba mucho, la razón me decía no, el corazón decía sí.
ReplyDeleteFué poco rato,todo muy breve, pero siempre lo recuerdo como algo enorme e inolvidable.
Se presentó el azar y decidí cogerlo
Suerte que lo hiciste: ya no te inquieta más. Hecho, pierde su gravedad, se convierte en pasado, en un recuerdo que puedes manejar y que está disponible para tí (como un talismán). Te envidio. Saludos Madi.
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