Iba a por el coche, después de la comida, para volver a casa. He pasado por delante del Hotel. Había mucha gente con sus maletas, llegándose a los autobuses ya, para regresar del fin de semana. Hoy hay turistas en la playa todavía, con este calor tardío, disfrutando del sol en pleno otoño. Al pasar entre toda esa gente he reconocido las caras y los movimientos peculiares de las personas con retraso. Había allí sindromes de Down, bulliciosos, riéndose con sus compañeros. De pronto uno mayor, grandote y pesado, ha salido corriendo al encuentro de un señor que le ha llamado por su nombre. "Papá, papá...". Y se han abrazado los dos grandullones, con un abrazo apretado y fuerte, acompasado en un baile de cuerpos y palmadas, el padre riendo con los ojos, feliz, abarcando al hijo con sus brazos mientras éste, cobijado en su pecho, se agarraba más a él. Yo me he quedado allí parado, en medio de la calle, mirándoles abrazarse en ese abrazo que continuaba y no soltaban, y emocionado con la emoción de ellos, con la pura felicidad de ese encuentro (después -quizás- de unos días sin verse, de uno días difíciles de no estar juntos). Ha sido un momento bonito y tierno. Yo sonreía y respiraba hondo.
Pero había también, en mí, una sombra de tristeza. Porque conozco ese profundo deseo del padre de proteger al hijo más débil, ese deseo de no separarse nunca, de no faltarle, de no dejarle solo. Y en el abrazo, al aferrarnos al ser querido, hay un trasfondo de impotencia y frustración (pues aunque lo desearíamos, sabemos que nadie puede proteger a otro de su destino).
Por la mañana había leído que la mujer de Mario Conde murió cogida de su mano, y que él ha dicho que hasta ahora no ha sabido lo que era de verdad el dolor (a pesar de lo mucho ya sufrido).
Agarrarse de las manos y abrazarse...
Sunday, October 21, 2007
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
Sentir una emoción, dar un abrazo, un beso de cariño, de ese que viene de los años de sostener los días...a veces se nos va el tiempo y no nos damos cuenta de lo que realmente es importante..abrazos
ReplyDeleteEl amor que se desarrolla desde y hacia las personas con problemas es de una naturaleza especial, más hondo, más amplio, más alegre también en muchas ocasiones. Todo es añadido. Todo nace de la generosidad.
ReplyDeleteLuego, lo de sostenerse las manos... Es lo más importante.
Y el dolor... da la medida real de las cosas.
Abrazos.
Me quedo de esta bellísima entrada con su largo y discursivo primer párrafo, justo hasta donde se proclama la bella frase de que nadie puede proteger a otro de su destino. Me quedo con el abrazo frágil y feliz, ambivalente, mezcla de la infinita tristeza que tan bien se expone con esa honda alegría que nace de la generosidad a la que alude tan oportunamente Luisa. No termino de ver la relación con la anámnesis o reminiscencia de la lectura matutina de las circunstancias de la muerte de la Señora de Conde. En fin, que me quedo con el abrazo grande y fuerte de los dos grandullones anónimos, con mi mayor respeto hacia toda muerte, hacia cualquier muerte y hacia el descubirmiento del dolor por cada ser humano. Cordial saludo.
ReplyDeleteSiempre estoy buscando el modo de poder llegar a abrazar(le) del todo.
ReplyDeleteEn algunos cursos de interpretación y en otras actividades de grupo se hacen ejercicios de abrazarse y tocarse. Todos sabemos que progresivamente nos vamos tocando menos, probablemente influenciados por este ridículo sentido de todo lo que sea contacto que tienen los anglosajones. Abrazarse es terapéutico y es un placer que deberíamos practicar de manera natural, seguro que mejorarían nuestras relaciones, nuestro humor y nuestra capacidad de amar
ReplyDeleteEs verdad, a veces en un gesto, en un abrazo, se condensa toda una declaración de vida, todo lo que somos y sentimos. Es una forma tan bella de amarse y hacérselo saber al otro. Así, sin palabras, todo gestos.
ReplyDeleteMe ha enternecido ese abrazo entre los dos grandullones y me he sentido como tú, emocionado, disimulando para no hacer ruido y no ser descubierto, por aquello de no interrumpir ese momento glorioso.
Un abrazo.