El fin de semana volví a Sevilla. Paseando en una mañana preciosa, con la temperatura justa, templada del otoño, tomando en buena compañía unas copitas de manzanilla y un buen tapeo por el centro, llegamos a un bar que no había visitado antes. Me suelo quedar mirando el ajetreo detrás de una barra. Cuando aquello funciona es como una máquinaria bien engrasada, desplegando una actividad eficiente, comandas bien servidas, coordinación en los movimientos de unos y otros, trabajo agradable, buen ambiente, buenas caras, rapidez. El cliente disfruta viendo esto. Pero en ese bar nuevo, donde todo funcionaba, me llamó la atención algo. Uno de los camareros claramente sobreactuaba. Desplegaba su relación personal de tú a tú con su clientela, un trato hecho de desparpajo y risas. El gracioso. Pero una gracia que -bien lo sentía yo- no era su natural. Percibí un agotamiento al fondo de ese actuar gesticulante y exagerado. El agotamiento que es desempeñar cada día el papel que uno se inventó un día para ganar la atención de los demás. Era el único esclavo de su papel. Los demás se movían naturalmente, sin desidia pero sin empeño. Él, el popular, el reído, el desenvuelto...gastaba su vida en ese empeño de no ser uno más.
Al salir pensaba cuál es el papel que me está quedando estrecho. Y leía en "Exploradores del abismo" a Vila-Matas, que un día -tras un colapso físico- él se sintió ajeno al escritor conocido que era. "Desde entonces, soy alguien que necesita de las leves discordancias con el antiguo inquilino de su cuerpo, discrepar con él ligera y sutilmente y, siempre que pueda, a modo de redundancia jocosa, hacerle perder peso en sus razonamientos". Demasiado peso. Ese era el papel que le quedaba estrecho para su futuro. "El parecía haber llegado a un callejón sin salida, a un abismo final y a los límites de la literatura, y yo en cambio, sin tanto dramatismo, me siento ya simplemente fuera de aquí y he optado por dar un paso más y asomar mi mirada a otros espacios, convertirme en un explorador de ese famoso abismo, que parecía cerrarle todas las salidas". Ese abismo: la necesidad diaria de seguir adelante, y seguir aunque sea a fuerza de nuestra negativa a avanzar, como dijo Pasavento.
Es lo que pasa a alguien en un blog. Pasa un año sin escribir, y al volver encuentra esperándole a los mismos lectores. El sueño de ser otro, de renacer convertido en alguien totalmente diferente, es vano: Vila-Matas es ya un producto de sus lectores.
Monday, October 15, 2007
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Vaya, no sabía cómo describir esa sensación que a veces tengo y que intuyo es más común de lo que imaginaba. Leyéndote lo he visto claro, he reconocido ese nudo en el estomago y esa dejadez dulce en el que a veces deseas perderte durante mucho, mucho tiempo.
ReplyDeleteExcelente texto.
me gusta esta reflexión...casi todas las que dejas me parecen interesantes...para mi que vivo del teatro, de mi papel de vendedor es muy claro que parte de mi se queda en el guión que tengo que hacer...soy yo?...sí...pero sólo una cara de mi personalidad...otras las dejo para momentos como los del blog...pero mi parte teatral existe y no la puedo ocultar...me gusta también mirar desembolverse a la gente desde un punto neutro y fronterizo...como dice la canción cuando nadie me ve...un abrazo.
ReplyDeleteHola Marta y hola Fernando. Como decía Fernando el otro día, el espíritu es ligero y nos lleva de rama en rama. Y cada entrada en el blog yo creo que expresa eso, el momento que vivimos y la rama en que estamos posados ese día o ese instante de ese día en que escribimos (distinta es la noche del resto de las horas).
ReplyDeleteEntre-nómadas es una frase (vivir entre nomadas: vivir de camino) que expresa ese estado (esa voluntad)de movimiento continuo (que es compatible quizás con no salir uno de su habitación: como Julio Verne, uno de los mayores viajeros) o quizás -como diría Vila-Matas- de "fuga sin fin".
Creo que eso es lo que me disgusta de los papeles, que producen un endurecimiento de la vida. Pero puede superarse: "actuando" sin creerse el papel. No sé, Fernando, pero el método ese del Actor's Studio (identificarse uno con su personaje ¿no?), siempre me ha parecido esquizofrenia pura (que se lo pregunten a Lola Herrera). Enfin. Abrazos a ambos.
Ja,ja, pero la pregunta es si no somos nosotros aquellos que se creen estar actuando y en realidad estamos siendo lo más parecido a nuestra propia realidad...esquizofrenía?...debe ser...un abrazo.
ReplyDeleteFrancisco me ha gustado tu texto.Aunque hay veces-y no sé explicarte muy bien el porqué, o quizá sería demasiado largo- que una pretender escuchar el silencio y no parece posible compartir la escritura.Pararse, mirar, sentir.
ReplyDeleteEstá claro que la esquizofrenia es una disociación (según dice eldiccionario) de las funciones psíquicas y de algún modo a los actores les ocurre algo muy parecido.
Buenas noches.
Un abrazo
Pobre camarero. ¿Cuántas amputaciones sufrió en la vida? Supongo que las suficientes para sobreactuar. Intentar hacerse sólido ante los demás. Ignorante de lo baladí de su esfuerzo. Pues esos seres para los que sobreactúa viven su propio papel-guión, probablemente escrito por otros. Cuanta ternura me despierta este excelente meritorio.
ReplyDeleteLlevas razón Francisco. La noche nos regala los dones que el día nos roba. La vida de cada día no es sino la histeria de ese día. Comentas lo vano de convertirse en alguien totalmente diferente. Excepto que nos escondamos como Walser, Morente o el Althusser lúcido que escribió “El porvenir es largo”.
Fuerte abrazo
¡Qué dificil es salirse de ese papel que la vida y las circunstancias nos imponen durante años! Es como si pensáramos que al salir de ahí nos traicionaríamos. Se observa que son meramente papeles cuando salimos de nuestro ambiente y nos notamos actuando de una manera más espontánea y menos cuadriculada. Un abrazo.
ReplyDeleteOlvido, sería largo pero nos gustaría leerlo y compartirlo contigo. Escuchar el silencio, tampoco está mal.
ReplyDeleteEstoy deseando recibir los regalos de la noche. Hay veces -mese enteros- en que se nos niegan y parece que no pudieramos hacer lo que queremos (ver a alguien, llegar a una cita...). Es como si las circunstancias nos negasen la noche, y fuese tiempo de trabajo. Yo que en el papel que mejor me encuentro es en el desaliño de la bohemia. Aviador, espero que estés ahí cuando llegue ese momento. Un abrazo.
ReplyDeleteBúcaro, tienes razón: he tenido la experiencia. Salir de esa rutina diaria -que nos endosa otras rutinas añadidas- es difícil. Pero mi ventaja (o mi desgracia) es que no acabo de creerme el papel y busco las costuras para salirme. Saludos.
ReplyDeleteCómo nos vemos, cómo nos ven. Qué queremos ser, qué somos... tantas preguntas, tantas reflexiones. Creo que en el fondo no somos más que meros actores de una obra de teatro llamada vida. Nuestro papel diario consiste en adaptarnos a las circunstancias o pretender salir de ellas. Entonces nuestros personajes cambian. Ese cambio a veces no está sólo en nosotros mismos, sino que es consecuencia de lo que nos pasa.
ReplyDeleteLo cierto es que no somos los mismos para todos. Cada uno puede ver una faceta distinta en nosotros, que lejos de ser un fraude, es una realidad más que sumar a nuestra entidad como persona. ¿Papeles? puede, aunque podemos representar tantos como distintas realidades vivamos.
Podemos verlo como tedioso o como una gozada, según se vea.
Un abrazo, Francisco. Me encantó tu texto.