Ayer noche, la noche más breve del año, en muchos pueblos de España es la noche de las hogueras de San Juan. Los vecinos de las barriadas se reúnen en torno al fuego en una fiesta popular celebrando el solsticio de verano, una fiesta en que el fuego recupera su valor ancestral de protagonista de la vida. El fuego capta la atención de niños y mayores y todos lo quieren alimentar con palos y cartones, todo es bueno si hace fuego. Y en esta noche mágica ¿qué quiero arrojar al fuego? Quizás el miedo, cualquier miedo ¿Que quiero que muera o sea purificado en esa hoguera grande, ascendiendo al cielo en cenizas y humo? Quizás mi deseo, cualquier deseo. Es una noche para soñar y pedir presentes. Una noche en que se nos concede ls vida nueva, el estío. Un rito pagano de tránsito y cambio que bien podría servir ahora para formular un nuevo proyecto de vida. Renovación. ¿Qué quiero renovar en mi vida? ¿Qué es lo que prende mi hoguera, lo que que me aporta oxígeno para inflamar la llama, para quemar, para encender la noche e iluminar la oscuridad? ¿Qué es eso que me atrae y donde vivo, donde me encuentro vivo con otros, ese fuego en torno al cual nos reunimos muchos para compartir juntos un mismo calor y una renovada energía? Es una noche mágica, de encuentro con lo profundo de nosotros mismos, absortos ante el fuego y su poder, su crepitar, su respiración profunda. Como la zarza ardiente del Éxodo, el fuego sigue diciendo nuestro nombre en esta noche y nos pregunta: ¿qué quieres quemar en esta hoguera?
Y aquí, Elis Regina, prematuramente muerta, llena de vida, canta con Hermeto Pascoal las hogueras de San Juan. Elis ama a Hermeto aquí y es siempre para mí un referente este momento que entre ellos sucede. Algo no explicable en términos de lógica, donde una mujer se encuentra con un hombre, en la creación de una música llena de cariño y llena de amor.
Wednesday, June 24, 2009
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