Thursday, August 27, 2009
PRINCESA DE AFRICA
He conocido la historia de Sonia Sampayo, una mujer que vive para la danza. A través del vínculo certero de la música y el ritmo, descubrió su sintonía profunda con un hombre, un percusionista a cuyo compás sentía latir fuerte su corazón, sentía que el espíritu se adueñaba de su cuerpo y con una nitidez genuina le hablaba de amor. Eso era todo. Eso sigue siendo. Lo demás, que él fuesa negro –africano, senegalés-, de otra cultura, que tuviese dos esposas y varios hijos en su país a los que amaba, todo eso era secundario. Sonia se fue a Senegal. Allí la llevó la lógica de la danza y del amor. Allí se unió a su hombre, compartiéndolo con sus otras dos esposas, conforme a la ley del lugar –dos noches con cada una de ellas- y convivió con ellos y con sus hijos e hijas, siendo acogida como una más en la familia. Tuvo que volver a España, porque este es su lugar. Y ahora es él el que va y viene entre los dos Continentes. Pero cuando están juntos sigue certero el vínculo y nítida la conexión entre ellos y cuando ella baila al ritmo que él marca hay algo que les hace vibrar al unísono, y es esa verdad la que desdice cualquier argumento, disipa cualquier temor y aclara cualquier duda. El cuerpo no miente y al moverse es el espíritu que lo mueve, el espíritu que en el cuerpo se encarna.
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