Friday, January 30, 2009

HAY QUE QUERERLO TODO

"Naturalmente, nunca se llega a todo, pero hay que querer todo"



El amor tiene que ver con la atención. A veces uno no ama. No amas y es como si las cosas no vivieran en tí. Como ese joven (en la foto de Roberto Marquino) que hace su recorrido cada día en el Metro, sin darse cuenta de lo que ocurre ahí, abstraído, e incluso puede no enterarse de otro que se ha desvanecido ante él, borracho. No lo ve realmente. Sin amor no se vive. Lo primero es, pues, para el que quiere vivir, la disciplina de estar atento.

Tuesday, January 27, 2009

HOY, AYER, SIEMPRE TODAVÍA

La belleza es eterna. Hoy lo podemos comprobar, gracias a la imagen grabada. Ella que es hoy, vieja ya, se enfrenta a esa belleza que fue (que siempre habrá sido), con un tanto de furia, con una ironía crítica. Pero existió. Tuvo su momento. Brilló. Y hoy brilla para nosotros la magia de esa mirada del pasado, cautivándonos de nuevo: Mónica Zetterlund, "Waltz for Debie". Hoy podemos enamorarnos de ella todavía.

Monday, January 26, 2009

MUY POCO SE PRECISA EN LA VIDA, CASI NADA


Muy poco se precisa en la vida, casi nada;
un lunes con dos dedos de sol, algún empeño
en darse a los demás y ¡que te vaya bien
en ese largo viaje! Tal vez sea cuestión
de echarse al hombro un hato de alegría
como un hombre que sabe lo que quiere, que no ce-
ja y se acepta sin más viendo que aún le queda
por llegar bastante, y sigue, y ve a otros, como
él, en ruta, y que pretenden lo mismo, igual
que él, y sigue, y sigue, y sabe que muy po-
co se precisa en la vida, casi nada: un lu-
nes con dos dedos de sol, algún empeño en dar-
se a los demás y punto. Luego, se puede uno
ir tranquilamente al ritmo que mejor le con-
venga, puesto ya, qué le da si él se sabe due-
ño de sus pasos, si conoce que aquél camino
es suyo, es su vida, ¡la suya!, y que ese tiempo
es suyo, y se recrea en él, ¡en qué si no!,
y mira, y ve a otros, como él, en ruta, y
sabe que debe dirigirse por allí, y va
derecho, y ahora le conviene tomar aquél
atajo y se lanza: un pasito tras otro,
tan seguro, tan libre que los años no pesan,
que la muerte no pesa porque así es feliz y
sabe, y sigue, y ve a otros, como él,
cuya única ambición es hacer lo que hacen.

Carmelo Guillén Acosta

Saturday, January 24, 2009

EN EL TRABAJO

He aprendido a pegar videos y estoy con el sarampión de hacerlo. Éste es para reírse un buen rato.

Sunday, January 11, 2009

TÚ ME AMAS


La canción del pajarillo
nos hace una pregunta sobre el amor,
"¿cómo puedo querer a un pajaro
si no le dejo volar?"
Es como pretender poeseer
la belleza del vuelo de una mariposa
clavándola con un alfiler en mi album.

Yo soy pájaro también,
y el que me ama bien deja que vuele.
Quiero creer que le gusta saber que vuelo
aunque sea lejos,
aunque no me vea junto a su ventana,
quiere que sea un pájaro feliz que vuela.

Vuelo porque soy pájaro,
volar es mí ser y mi destino,
y volando honro a quien me dio las alas.
Porque soy pájaro
y quien me ama me enseñó a volar.

Cuando me habla Natxo de estas cosas
recuerdo una canción de Serrat:
"Sinceramente tuyo",
y recuerdo que cuando la oí
mi amor era distinto
y no entendí lo que decía.
Me pareció egoista
no entregar al otro toda mi persona.

"No escojas solo una parte
tómame como me doy
entero y tal como soy
no vayas a equivocarte.
Soy sinceramente tuyo
pero no quiero mi amor
ir por tu vida de visita
vestido para la ocasión,
preferiría con el tiempo
reconocerme sin rubor.
...
Y no es prudente ir camuflado
eternamente por ahí,
ni para estar junto a tí,
ni para ir a ningún lado.
No me pidas que no piense
en voz alta por mi bien,
ni que me suba a un taburete,
si quieres probaré a crecer.
Es insufrible ver que lloras
y yo no tengo nada que hacer.
Ve y cuéntale a tu corazón,
que existe siempre una razón
escondida en cada gesto.
Del derecho y del revés
uno es sólo lo que es
y anda siempre con lo puesto.


Nunca es triste la verdad.
Lo que no tiene es remedio
".

Y ahora vuelvo a escucharla
y me emociono otra vez
Y pongo esta foto.
No quiero subir más alto
y pensar que soy ese de allá arriba.
Tú me quieres con mi estatura.
Y yo te quiero a tí, por que me amas
volando libre.

Friday, January 02, 2009

TÚ Y YO

Ayer noche -primera noche del año que empieza- volví a ver "Tú y yo", la película de Leo McCarey que protagonizaron en 1939 Charles Boyer e Irene Dunne. Durante el día había estado leyendo "La Hermandad de la Buena Suerte", el libro premiado de Fernando Savater.

No sé por qué casualidad, ambos (la película y el libro) insisten en un mismo tema: la casualidad. Estaba dando vueltas estos días -como corresponde a las fechas- a mis objetivos personales para este año (bajo la perspectiva de que uno "orienta" su vida y fija sus objetivos). Que sea la vida, con sus casualidades, la que establece el guión me pareció una buena respuesta. Una respuesta, si se quiere, irónica.


En "Tú y yo", Michel y Terry se encuentran casualmente en un trasatlántico rumbo a Nueva York. Ya no son jovenes, tienen un pasado tras de sí que no les aportó demasiada felicidad y ahora han decidido casarse, sentar la cabeza y llevar "una vida normal", como todo el mundo. Ambos flirtean durante la travesía convencidos de que dominan la situación y sólo desean aprovechar lo que les trae el momento, porque la vida debería ser "divertida y burbujeante como una copa de champán rosado".



Pero el barco hace escala en Madeira, y una visita a Janou, la abuela de Michel, que vive entregada al recuerdo de su esposo, les pone frente a otra dimensión de la vida: más verdadera y profunda. Y de repente se miran y se hacen conscientes de que están ante su última oportunidad. Y sienten vértigo ante lo que se les viene encima (“Vamos hacia la tormenta”, se dicen tras el primer beso). Tanto que necesitan un plazo para recapacitar. Y se dan cita para seis meses después, en lo alto del Empire State, "lo más cercano al cielo, en esta ciudad". Nada más desembarcar, ambos rompen sus respectivos compromisos. Terry vuelve a cantar, y Michel recupera su vieja afición por la pintura. Ambos recobran aquello más profundo suyo, con el objetivo de dar al otro la mejor versión de sí mismos. Como si en el amor no sirvieran ya las medias tintas.

Luego, un accidente impide el reencuentro. Existe, pues, la casualidad: la suerte y la mala suerte. Quizás - como hace decir a uno de sus personajes Fernando Savater- la casualidad supone la refutación de Dios, de la providencia, del sentido de la vida o de la significación moral de los aconteceres humanos, siempre aleatorios. No hay (parece) una razón para las cosas. Pero el azar no es la clave: lo que sucede es que el azar nos cuestiona, nos pone ante una pregunta esencial. Y la respuesta es nuestra: uno decide hacer frente a la tormenta o resguardarse de ella. Leo McCarey, en su película, nos propone el amor como una instancia superior de la vida, un lugar difícil, exigente. Un lugar de ventisqueros, que impone a los que comparten ese espacio un trabajo interior: ser aquello que les hace ser. Tener vida, para compartirla.