Sunday, January 31, 2010

LOS LÍMITES DE LA REALIDAD



Él pertenece a otro mundo, del que fue sacado y que ignora. Ahora piensa que su mundo es éste, éste el ámbito de su libertad. Ahí es donde morirá, donde deberá encontrar razones para vivir, para ser feliz. Pero no es de ese lugar. Ni ese agua sin sabor es la que se hizo para él. A veces sueña en otro mundo, en un mundo sin límites, un mundo de inmensidades, que cree ilusorio. Pero su corazón insatisfecho le indica que quizás está hecho para él.

Fotografía de Herbert List

9 comments:

  1. No estamos quizás muchos de nosostros fuera de nuestro mundo sin saberlo?
    El texto combina bien con la poética fotografía. Me gusta mucho.

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  2. Seguramente tiene razón Marta.

    Vas a tacharme de optimista, no importa. No hay ningún mundo al que no pertenezcamos.

    Un abrazo

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  3. Pero este es un mundo de lo más estrecho y circular que he visto jamás. Pero, ¿menos que el de algunos humanos?

    Salud, Pachi.

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  4. Quizás tiene razón Marta: a veces siento eso mismo, que hay un mundo que pudo ser el mío y no fue, quedó tan inaccesible como ese mar del fondo de la foto. Con el tiempo, va uno dejando atrás cosas. Eso no quiere decir que no siga uno teniendo el poder de introducir cambios, pero -Aquí- son cada vez más pequeños y más mentales: debo ser feliz aquí, en este mundo que me he ido haciendo con el tiempo. El cambio, cada vez, es más interior. Fackel: ¿crees posible la revolución? (sería romper ese cristal). Abrazos.

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  5. Mi concepto de revolución ha ido modificándose. De alguna manera lo evolutivo, en la medida en que es dinámico, expansivo, contradictorio incluso y muy imprevisible, es también revolutivo. O revolucionario.

    Así que el vocablo-concepto puede variar según la vista y el objeto. Para el objeto de la fotografía me temo que la rotura del vidrio conduce inexorablemente a la muerte. Para el objeto-individuo-Francisco o Fackel, por ejemplo, aun siendo más complejo el proceso también lo es la posibilidad.

    Obramos contra un factor denominado tiempo. Pero hay mucho posible por delante. Depende de la dimensión que nos marquemos. El cambio siempre es interior. El término revolución lo acuñaron con perspectiva histórica, política y social. Pero paralelamente, desde siempre, aunque no se le nombrase, lo revolucionario existía en la naturaleza física del mundo y de los individuos. ¿De qué manera van vinculados ambas concepciones, la general de transformación de modelos productivos y de levantamiento de los miserables, y la opción personal? No te lo sabría decir, tal vez vayan por vías diferentes, tal vez vayan por la misma vía. Según casos.

    No creo que haya una aceptación, un acomodo y una renuncia definitivas nunca. Otra cosas son los límites´físicos de cada uno. La evolución del pensamiento es algo continuo hasta el fin de los días. Aunque no se puedan introducir cambios sorprendentes en nuestras vidas, en un momento avanzado en edad, o sí, vaya usted a saber, ni transformar en dimensiones absolutas el mundo, siempre quedará algo enormemente rebolucionario: la capacidad de indagar, analizar, conocer. Y creo que a eso ni tú ni yo nos negamos. Más bien, cada día tnemos más ansia. ¿Será porque somos prductos de un tiempo y de un país, etc.?

    El debate está abierto. Un abrazo.

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  6. Es verdad: eso que dices del tiempo, Fackel. Es algo que depende de cada uno. Uno puede sentirse mayor con cuarenta y otro joven con sesenta. Es que cada uno fija la dimensión temporal de su vida. Si hablamos en una dimensión digamos de ochenta años, los cuarenta suponen que queda media vida por delante. ¿Por qué nos limitamos? Si mi horizontel fueran los cien años me sentiría más joven. Como dices, a salvo problemas físicos. Quizás cada uno elige su horizonte, la dimensión de su vida, en función de algo. Puede ser el miedo al cambio (sentir que si rompe el cristal eso supone la muerte). La revolución es siempre interior. Es rechazar una dimensión concreta temporal. Siempre es tiempo. Mientras hay tiempo, es tiempo.

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  7. Si fuera mi caso, no tendría al pez en la pecera. Está prisionero.
    En el otro aspecto...Lo que escribo ya es pasado.
    Hay que rompar las cadenas, los cristales, los muros, las tapias...
    que no queramos tener.

    Besos

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  8. Francisco, para empezar haz favor de sacar a ese pobre pez de la pecera y echarlo al agua. La teoría lo dejamos para después.
    La libertad es como los pasteles, mejor degustarla que hablar de ella. Por favor, qué cosa más tonta me ha salido, pero en el fondo se trata de eso, de buscar y conseguir.

    Kisses,

    Marta

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  9. El pez ha nacido para el mar y soltarlo en el mar es devolverlo a su naturaleza. Vale. Sin más vueltas. Quizás si no hay nadie que le saque de ahí, tiene que aprender a saltar, a propulsarse con un rápido movimiento de su cola. Encoger y...zas. Al mar. No puede esperar -de hecho- a que nadie le libere. Es él el que puede arriesgar su vida con tal de saltar y escapar del muro de cristal, de la falsa vida que -no sabe desde cuando- le condena a un espacio irrespirable.
    Pero solo hablo del pez, que quede claro. Un beso.

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