Thursday, January 14, 2010

UN MÁSTIL AL QUE ATARSE



John Cheever fue un infatigable escritor de diarios personales a lo largo de cuarenta años en los que apenas tomó vacaciones a la hora de explicar su complejo conflicto con la vida, porque en el fondo, más allá de las apariencias, el problema era la vida...
...la literatura nos permite comprender la vida, nos habla de lo que puede ser pero también de lo que pudo haber sido. No hay nada más alejado de la realidad que la literatura, que nos está recordando en todo momento que la vida es así y el mundo ha sido organizado asá, pero podría ser de otra forma. No hay nada más subversivo que ella, que se ocupa de devolvernos a la verdadera vida al exponer lo que la vida real y la Historia sofocan.

Enrique Vila-Matas
El Mal de Montano

La literatura puede ser un mástil al que atarse para atravesar las tempestades de la realidad. Como el humor, la poesía, la fantasía, la ironía. Escribir (diarios o lo que sea) puede ayudar marear tormentas, manteniendo la cordura, la lucidez y el ánimo que se requieren en la singladura del día a día. Incluso puede ayudar a vencer el tedio la estupidez que -dice Vila-Matas- como una esposa "fiel y constante...nos espera en el dulce hogar para compartir con nosotros, en imponente resignación, la desgracia descomunal de no ser inteligentes".

6 comments:

  1. John Cheever, se lo hubiera pasado fenomenal escribiendo en un blog y teniendo internet.
    Siempre he pensado que es algo maravilloso disfrutar leyendo a personas que escriben maravillosamente. Es un gustazo.
    Personalmente me enriquecen, me agrada.
    Y es también un termómetro, un barómetro de como camina el autor del blog.

    Creo que mi comentario debería estar en el de las puertas...
    Pero bueno, no creo que le importe.

    Saludos

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  2. La literatura siempre estuvo muy presente en mi familia; y yo, en esos años del aprendizaje vía imitación, la asumí con la misma naturalidad que se asume el hecho de que hay que comer. Ahora sigue alimentándome, pero de otra manera más sosegada. Eso sí: qué placer leer porque sí, en el momento más impensable, leer, leer sin que nadie nos aconseje o nos guíe, sin que ningún reloj nos obligue, leer solamente. Y a solas por primera vez.

    Saludos, Francisco.

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  3. Hola,

    Coincido, la literatura es un placer. También provengo de familia donde los libros no han sólo decorado paredes, sino que se han disfrutado con pasión. Y lo agradezco enormemente.

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  4. En mi casa había libros pero nadie los leía. Eran libros abandonados cuyo lector había muerto. Era el mismo que había escuchado los discos que ya nadie hacía sonar. Quizás tomar en mis maqnos esos libros fue un vínculo con su propietario ausente. El libro nos sobrevive (una biblioteca es un mensaje secreto que dejamos al irnos y que nadie va a descifrar). Son cosas que incorporan nuestra alma cuando ya no estamos. Yo leí esos libros cuando fui mayor. Esos libros que de niño eran como un recuerdo, una reliquia. Y leer era entonces una especie de alianza.

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  5. La literatura nos engaña. Nos hace creernos parte del libreto. Estar fuera de circulación, mientras seguimos sin “ni puta idea” del manejo de nuestras propias vidas.

    Ellos, los libros, tienen vida propia. Mientras dormimos nos engullen, seducen y arrullan entre sus hojas como a Jonás el enorme cetáceo. Por eso los necesitamos, gozamos con su tacto, olor. Vivimos sus sueños en los nuestros.

    Un abrazo.

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  6. Voy a hacer una pequeña broma sobre lo lo que dice El aviador.
    Desde luego que tienen vida propia...
    Hace unos años se cayó uno desde una estantería a mi cabeza y me hizo una hermosa brecha.

    Saludos

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