Monday, January 11, 2010

VUELTA A ÍTACA



Hoy ordeno unos libros en mi cuarto -sigo buscando al "Doctor Pasavento"- y en ese trasiego aparece Joyce y con él el recuerdo de la Odisea: el libro que cualquier escritor romántico del XIX se hubiera llevado a su isla (Borges, incluido). El origen de toda novela, en la que se anudan algunos de los argumentos que luego desarrollarían muchos a traves de los siglos: alguien que busca lo que perdió (el camino de regreso a casa, un padre ausente). Una mujer teje y desteje, engañando al tiempo.
Ulises ha decidido su destino: Ítaca, la casa humilde a donde quiere volver, "harto de prodigios". Ha elegido la normalidad: una vida ordinaria, una familia. Por el camino su nave surca el reino seductor de las sirenas. El héroe quiere gozar de su canto. Pero no quiere cambiar de rumbo: se hace atar al mástil para escuchar esa música que enloquece, a salvo. Lo que salva a Ulises es saber a dónde se dirige. Mantener la vista fija en su horizonte. Ulises, el astuto, querido de los dioses, vuelve a Ítaca, pero sin renunciar por el camino al canto de las sirenas. La normalidad: una vida ordenada, una familia (tu mujer, tu hijo, el perro que no te olvida).
Pero sigue vivo, dentro de tí, sediento, un fuego que no se apaga.

5 comments:

  1. Me encanta este tema.
    Encerrados en vidas ordinarias soñamos con aventuras.
    El héroe sueña con el fuego del hogar.
    Pero sucumbe a las sirenas...

    Marta

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  2. no sé porqué Ítaca me ha removido siempre la vida..abrazos

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  3. Quizás las mejores aventuras son las que se gestan en nuestra imaginación.

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  4. Querido Francisco: El escrito es freudiano de libro. Caen cuatro heladas y un remedo de nevada en Sevilla. Tú, ordenas los libros, eso está muy bien, pero no encuentras Doctor Pasavento de Vila Matas. Probablemente lo tuviste entre tus manos un montón de veces pero no lo viste. Al fin y al cabo, quien quiere en esas circunstancias térmicas, estar con R. Walser en Suiza en los helados alrededores del frenompatico de Heriasu donde habitaba, paseando con él por la nieve.

    J. Joyce, estaba tan zumbado como la mayoría de los que pasamos por este blog. Especie de Qumrán, con sus esenios de a pie y algunos aspirantes a maestros de virtud.

    Odisea. Te parece la vida poca odisea: Autoengaño, agobio, desasosiego, aguantar la puta levedad del día a día. A eso le llamo yo atarse al mástil.

    Hablas de la vida ordinaria: coño, pero ordinaria en el sentido más devaluado del término.

    La mujer teje con las agujas de ganchillo y sigue, sigue tejiendo y destejiendo a la espera de algo que no sabemos ni sabremos ofrecerles jamás los hombres.

    …La normalidad: una vida ordenada, una familia (tu mujer, hijo, el perro que no te olvida) no están en Ítaca, acaso se encuentren en el Instituto Benjamenta.

    …Pero sigue vivo, dentro de ti, sediento, un fuego que no se apaga: Ni permitan los hados que se apague. En ese fuego que no se apaga y quema sin carbonizar, está la búsqueda perpetua de Ítaca, está la odiosa y terrible esperanza.

    Un abrazo

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  5. Magnífico texto Aviador. Y certero. Lo he leído con placer freudiano varias veces. Lo de Penélope tejiendo con agujas de ganchillo, me encanta. Pone las cosas en su sitio. De verdad, me gusta mucho. Un fuerte abrazo.

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