Tuesday, May 09, 2006
A VUELTAS CON LA EDUCACIÓN
Esta tarde voy a por el coche, recién levantado de la siesta. Son las cuatro y hace una temperatura de treinta y tantos a la sombra. Pero tengo que dar mi clase. En los soportales, junto a la puerta del OpenCor, la mendiga portuguesa con los pies descalzos, tendida en el suelo. Cruzan la calle, delante de mí, dos chavales. Uno, alto, de unos quince, con el pelo al rape y tatuajes en el cráneo. El otro un niño de siete u ocho (su hermano quizás). Pasan delante de la portuguesa y se la quedan mirando. Yo iba por la otra acera (seguramente, para evitar el apuro de negarle la moneda que pide). Pero algo en esos chicos me ha inquietado. Son canis. Y para mí, hombre de prejuicios irremediables, los canis son violentos. Llegan a la altura de la portuguesa y se vuelven. Empiezan a reírse entre ellos, se burlan de ella...la mujer da voces, se queja a los otros que por allí están. Yo tengo miedo. Pero los niñatos siguen para adelante, fanfarroneando, y yo respiro (estaba dispuesto, qué se yo, a tener que defender a la mendiga). Recuerdo entonces que el periódico de hoy traía una encuesta: uno de cada cuatro profesores dicen haber sido objeto de malos tratos físicos o verbales por parte de los alumnos. ¡Qué gente estamos criando! Y llego a mi clase. Y, al cabo de unos minutos, consigo que se haga el silencio. Empiezo la explicación. A cada paso, me interrumpen. Me piden que repita, que vaya más despacio. No me concentro. Es desesperante. Se quejan. Voy demasiado deprisa. Un alumno se levanta, se me pone delante y dice que él se va: él ha pagado por las clases y a la velocidad que voy no puede tomar apuntes. Intento disuadirle. La Universidad -le digo- no es una escuela: aquí se supone que distinguimos entre un dictado y los apuntes. Pero insiste, y se va. Lo malo es que el alumno en cuestión ¡tiene casi tantos años como yo! ¿Esto es lo que hay? Corto y les remito al texto escrito de la clase, que les mandaré por internet. No estoy para seguir la clase. Yo me voy. Esto de la educación parece cada vez más difícil.
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No sé qué decir, me parece terrible esto que cuentas. Es pura psicopatía. Y ese chico saldrá de clase creyéndose un héroe, pensando que "los tiene bien puestos" y lo único que ocurre es que no tiene educación. Ha crecido, ha pasado por el colegio, ha llegado a la universidad y, aún así, no tiene educación. Yo también tengo miedo, muchísimo miedo, cuando mis ojos se cruzan con los de alguien así. La mirada vacía, agresiva, de un profundo desprecio, no hacia ti, ni siquiera eso, ni siquiera son capaces de comprender que eres una persona.
ReplyDeletePero seguro que hay alguien en esa clase que también lo ve así, y que también está aterrorizado, que no comprende cómo, de dónde sale esa agresividad. Que hayas dejado la clase a medias hoy me parece hasta cierto punto la solución más digna. Pero tienes que hacer algo que te ponga por encima de ese chico, tienes que hacerles ver que el que está equivocado es él, tienes que ganarte el respeto de los demás con la actitud opuesta, una de esas lecciones que yo esperaba de la universidad. Sino, ¿que nos queda?
Un abrazo, Francisco.
Comprendo la sensación de fracaso, de angustia, de impotencia...
ReplyDeleteEstoy convencida de que ya son pocos los que trabajáis por vocación, pero no creas que esto ocurre solo en el área de la educación, también ocurre entre compañeros en el ámbito laboral, y en el familiar: "¡no puedo con mi hija/o, me está quitando la vida y no sé qué quiere!". Seguro que lo has escuchado alguna vez, pero tú has de seguir adelante, tu rol de educador es imprescindible, tal vez ese alumno/adulto se pierda, pero otros muchos, NO.
Un abrazo.
Fdo.:PAQUI
"Malos tiempos para la lírica"
ReplyDeleteBien triste lo que cuentas.No hay consuelo posible. Quizás fijarse en la minoría que queda... Esperaremos un milagro. Un cambio social, no sé.¿Siempre será así? No lo creo. Tiene que estallar por algún lado. No lo veo normal. Nos encaminados hacia una sociedad sin valores, sin respeto ni educación, donde sólo cabe pisar a los demás y quedar por encima. Una sociedad cada vez más inmadura y más superficial, donde lo que importa es lo que se tiene y salirse siempre con la suya, oponerse a todo lo que suponga esfuerzo. Algunos han borrado ya muchas palabras del diccionario relacionadas con el sistema de valores.
Saludos y suerte
La verdad es que es bastante preocupante lo que cuentas. A mí también me impresionó mucho la noticia de que los jóvenes graban en móviles actos de violencia para enviárselos entre ellos. ¿Qué estamos haciendo mal?
ReplyDeleteQuiero pensar que no es generalizado, pero si fuera así no habría tantos casos de profesores a los que les pasan cosas similares, con mayor o menor grado de gravedad. El otro día un vecino mío que también es profesor contaba otro caso donde además el padre defendía al niño.
Sólo quiero mostrarte mi gran admiración por los que os dedicáis a la enseñanza :-)
Hace pocos días, en una madrugada de insomnio, tuve la oportunidad de escuchar una entrevista a un profesor jubilado (abogado) que daba clases en no sé qué universidad. Adelanto disculpas por no recordar el nombre: no estaba dormida, pero quería estarlo. El caso es que el entrevistado (un tipo que me pareció muy interesante a pesar de ser abogado) sostenía la tesis de que la universidad, en España, había desaparecido. Había escrito un libro sobre eso y provocado cierto escándalo. Pero en todo lo que dijo tenía razón. Dijo que la universidad, ahora, no tenía nada que ver con los principios con los que nació. Lo que existe ahora en España, aseguraba, es otra cosa. Pero no universidad. Yo estoy de acuerdo. Estaba de acuerdo antes de oírle, y esto más de acuerdo después. ¿Por qué será, Francisco, que no me sorprende lo que cuentas? La enseñanza secundaria es un criadero de imbéciles maleducados. La universidad, irremediablemente, es la consecuencia lógica de éso. Pero como dice Danae, y hay que apoyarse en esto: no todos son así. El problema es que los idiotas siempre han hecho más ruido.
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