Thursday, September 20, 2007

UN ESCRITOR ES ALGUIEN QUE LEE

Leo una entrevista a Andrés Trapiello, realizada por Antonio Pau.
Antonio, admirable ensayista, traza un perfil personal y literario del autor de “El arca de las palabras”. Llegó a Madrid -cuenta- con dos billetes, uno de tren y otro de quinientas pesetas, para dedicarse a escribir. Pero no tiene prisa y reconoce que la mayor parte de lo que ha escrito lo hubiera escrito aunque no le hubiesen pagado.
Da la impresión, al leerlo, de que la actitud de Trapiello es la de quedarse, muy conscientemente, un paso atrás…Prefiere la expresión sencilla a la expresión enfática, la voz coloquial a la impostada, los tonos suaves a los intensos…Y prefiere la melancolía del olvido a la contumacia de la memoria”.




En sus contestaciones, Trapiello hace una llamada al entusiasmo del lector. “Acaso no podemos dejar de escribir con cierto escepticismo, teniendo en cuenta lo que sucede a nuestro alrededor, lleno de penurias y de historias tristísimos, pero sería una desdicha no poder leer con entusiasmo".
Es la poesía para Trapiello el alma de toda literatura. La poesía que descubre en los pequeños sucesos de cada día, aquello que nos salva y nos trasciende.
"Entusiasmo -dice Trapiello- para leer, y no sólo en los libros, sino en nuestros semejantes, en los hechos excepcionales y comunes, es el que mantiene abierto el libro inagotable de la vida…Todo consiste en prestar atención a lo que tenemos alrededor. Y preguntar. La gente acaba contando su historia, por desgarradora y triste que sea, si se le pregunta por ella con delicadeza y respeto…un escritor empieza a serlo no cuando dice él su palabra, sino cuando escucha la de los demás”.

Trapiello, sentado en su biblioteca, con el gato en el regazo, es una presencia serena. Procura una vida austera y aislada. Una tranquila regularidad que huye de la celebridad y los halagos. Lo suyo es ser "alguien corriente", vivir una vida cotidiana distinguiendo en su entraña la luz y la sal.

El comentario del lector tiene para mí la emoción de una pisada de Viernes en la playa. Uno está solo escribiendo y escribe para dejar de estarlo. A veces, cuando transito por otras páginas, quiero hablar, dejar escrita mi huella para encontrar la respuesta de otro Robinson. Deseo escribir, pero puede que Trapiello tenga razón y lo primero para el que quiere escribir sea escuchar a los demás.

10 comments:

  1. ¡Por supuesto! La fórmula que tanto Trapiello como tú avaláis da en la clave. Hay que escuchar, hay que leer...no sólo para escribir, sino para digerir la vida. Todo se relaciona en una causa/efecto que nos permite varias jugadas a la vez, que son jugadas de aproximación, no siempre de acierto pleno: entender lo ajeno, comprender a los otros, captar lo que tiene lugar, pero también lo que late como frustración...Sin ese intento nuestra capacidad para entendernos un poquito a nosotros mismos sería muy pobre. Leer es probar lo que nunca podríamos com-probar de manera directa, nos abrevia un poco los recursos, o nos los posibilita de forma más cercana. Hay que entender todo como una dinámica en la que no hay que rechazar ningún movimiento, ningún agente, ningún esfuerzo. Se lle en dos direcciones, o más. Me gusta esa idea de leer en la vida, de la misma manera que en los libros (en algunos más que en otros) también se lee la vida misma.

    Espléndido y matizado comentario el tuyo, Francisco. Sigue por ese camino de observador relajado y sesudo.

    ReplyDelete
  2. Escuchando tu blog, apareció San Sebastián y seguí la jugada de Mishima. En "El Desembarco" lo cuento y cuento como esa jugada me llevó a otro cuento (a la historia de Pedro Damian, que cuenta Borges en "La otra muerte").
    En esa entrada tú eres uno de los elementos que generan la dinámica. Te cito y enlazo y te doy las gracias por tu inspiración. Un abrazo.

    ReplyDelete
  3. Creo que la modernidad nos desaprendió de todo. Vamos lanzados en un tren de alta velocidad sin saber adonde nos lleva. Trapiello está en lo cierto, no sabemos escuchar, pero es una cosa más de las muchas que ya no sabemos, se nos fue el saber mirar, el estar atentos, perdimos la quietud y el silencio. La pos-modernidad debería llevarnos a todos a la escuela para aprender a ser buenos padres, ciudadanos, amigos, a ser firmes y serenos. En fin necesitamos parar y rearmarnos y pensar adonde queremos ir.

    ReplyDelete
  4. Excelente reflexión, que suscribiría línea por línea. Un saludo.

    ReplyDelete
  5. Cada vida, efectivamente, es una novela, por muy corriente que nos parezca. No tanto al revés.

    Por tanto, lo verdaderamente imprescindible para escribir es vivir, bien sea la propia vida, la de otros, ó, por supuesto, todas a la vez.

    No diré que no me interese la biografía del escritor o su actitud ante la vida, pero creo que lo que él quiere decir está en sus libros. Lo demás, su imagen, no es apenas obra suya sino más bien de ojos ajenos con sus virtudes y sus intereses.

    Poniendo un simil del mundo de la pintura: La actitud ante la vida de Modigliani y Dalí, tan divergente en muchos aspectos no aportan distinto valor a la obra de ambos.

    Una vez dicho esto, tengo que matizar que empatizo más con el autor que es consciente de la relatividad del valor social de la fama.

    ...Por resumirlo un poco.

    Un saludo cordial.

    ReplyDelete
  6. Escuchar, qué difícil... todo un reto. Lo cierto es que nos limitamos a oír, pero no abrimos nuestra mente para escuchar a los otros. Quizás ahí radique la diferencia entre escritores que te llegan y los que no te dicen nada.
    Leer la vida de los otros a través de sus ojos, de sus gestos, de sus movimientos, de sus palabras...estar pendiente de los otros en un mundo con prisa, casi deshumanizado, donde ya no hay tiempo para escuchar, donde es necesario volver atrás, como alguien sugiere muy acertadamente en anteriores comentarios, para aprender de nuevo, paso a paso, a mirar la vida con pasión, a escribir escuchando, a leer descubriendo. La vida en los libros y los libros en la vida. Trapiello, todo un maestro, y tú lo mismo, Francisco, que cada día nos abres una puerta, acaso una ventana, que nos descubre tantas cosas... Gracias.
    Un abrazo.

    ReplyDelete
  7. Anonymous2:26 AM

    No conocía a Trapiello, pero lo hice un lejano día en una entrevista que le hicieron por televisión. Me gustó lo que decía... Y me sedujeron sus diarios, esa capacidad de hacer resaltar lo bello y lo distinto que tiene la monotonía. Se disfrutan por esa mirada atenta de la realidad y por cómo lo dice. Saludos.

    ReplyDelete
  8. La entrevista me ha recordado algo que dijo Javier Marías, hablando de esto de por qué leemos: "en los libros no están las respuestas, pero sí las preguntas". Pues eso, a leer.
    Besos.

    ReplyDelete
  9. Al hilo de lo que nos recuerda Princesa de Marías, hace años me dijo alguien tan importante para mí como un hermano que el deber de la ciencia moderna no es hallar respuestas a las antiguas preguntas sino formular nuevas preguntas. ¿Será posible que todo lo importante sea siempre lo mismo?

    Un saludo muy afectuoso, Francisco. No os pierdo de vista.

    ReplyDelete
  10. Sé que -como dices Manolotel- detrás de cada persona hay una historia. Por delante de mi mesa pasan a diarios muchas, muchas personas, con sus problemas...pero no las conozco. Abrirse es el problema. Como dice Cerillo (bienvenido) uno no se para a mirar, va cerrado rn dí mismo, ausente,pensando en lo suyo y no se para a mirar al otro. Entonces todo se convierte en maquinal y aburrido: algo que hay que acabar cuanto antes, para no hacer nada. Esa dinámica en la yo caigo cada dos por tres es una trampa: cuanto menos se implica uno con la gente, menos problemas quiere tener con ella, más se aburre y menos le gusta el trabajo. Me decía alguien: "Solo se ve quien solo se desea". Deseas estar solo y estás solo y puedes pasarte diez años saludando a las mismas personas pero sin cruzar una palabra verdadera con ellas, ni saber nada de sus vidas. Es una tragedia en términos de humanidad. Saludos, Gatito, Búcaro y Princesa. Innes, feliz de verte por aquí.

    ReplyDelete