Es el otro árbol de la Navidad. El árbol de los que sufren. Lo cuenta -de nuevo- Miguel Sanchez-Ostiz. Me ha impresionado el contraste entre esta decoración funeraria y las cintas doradas que pondremos en nuestro árbol estos días. (Perdonadme: quizás estoy triste, es que estoy enfermo). El árbol de la ahorcada guarda su terrible historia. El árbol de Navidad también oculta -para algunos- recuerdos terribles de otras navidades. Esos recuerdos que llegan mientras tu madre prepara la cena, y a los que se refiere Jamais-vu en su blog. Yo también quisiera a veces que un viento fuerte me llevara a un lugar lejano. Cuando llegan estos días, colocamos en silencio el árbol del dolor en nuetros comedores, en medio de la alegría.
Las fiestas venideras me desconciertan. Me cuesta saber si me gustan o no me gustan.
ReplyDeleteSuelo pasarlas en un pueblo chiquito sin grandes aspavientos y un grupo pequeño de amigos. Nada de fiestas con la familia y esos grandes jaleos que se montan en esas cenas.
Eso sí, me gasto un montón de euros en llamadas para los 7 hermanos, que nos queremos mucho.
Cuidate el resfriado.
Un beso
Gracias por la referencia a mi post...
ReplyDeleteespero que te recuperes pronto.
Un abrazo
Siento que te encuentres mal. Terrible lo del árbol de la ahorcada.
ReplyDeleteEste año las pasaré con mi hija, que está trabajando muy lejos, en Camboya. Tengo muchísimas ganas de verla. El año pasado fueron muy tristes: eran más las ausencias que las presencias.
Un beso
Estoy mejor, gracias. Mi homeopatía es lenta pero inofensiva. Tomo arsenicum. Es decir, me enveneno. Pero las dosis son minúsculas.
ReplyDeleteElvira: que disfrutes de ese encuentro con tu hija.
Aquí: que disfrutes con tus amigos de siempre.
Elisabet: sigo siempre tu blog, ya lo sabes, y me gusta mucho. Tu visita ha sido una sorpresa y una alegría.