Monday, March 12, 2012

EN UN LUGAR SOLITARIO



Estoy esperando nervioso, como todos los Vilamatianos, a que llegue el jueves, fecha anunciada del lanzamiento de "Aire de Dylan", su nueva novela de la que los periódicos han avanzado las primeras páginas. No sé que nos pueda deparar Vila-Matas, pues como reconoce le ha bastado cambiar de vivienda para escribir de otra manera. Así lo compruebo con desazón en esas primeras páginas en las que no reconozco todavía la voz personal que narraba en Dublinesca. Dublinesca, esa novela de fantasmas en la que alguien se inventa la posible continuación de su propia historia sólo por responder a una pregunta de sus padres. Mientras tanto, he leído y releído el prólogo del libro "En un lugar solitario" con que inaugura colección en Debolsillo. Prólogo que es una novela vilamatiana muy próxima al autor, por no decir francamente autobiográfica. Me gusta cuando escribe en primera persona, sea bajo su nombre o el de un editor jubilado. Y en este prólogo escribe más en primera persona que nunca.
Vila-Matas, en ese prólogo, como siempre que habla en primera persona, resulta que únicamente me cuenta cosas de mí mismo. Porque yo he vivido muchos años en un lugar solitario, desde el que me dedicaba a mirar todas las cosas. Soy, como pueden figurarse, un oficinista. Un Oblomov que no quisiera trabajar. Pero, a la vez esa oficina a la que entrego mis mejores horas constituye mi humilde lugar en el mundo, un pequeño orden que me permite cada día volver a casa, como el chino del cuento de Kafka que cita Vila-Matas. Soy un oficinista con alma shandy, al que gusta inventar sentidos para los sucesos de la vida, sentidos prodigiosos o mágicos con los que intento dar una interpretación divertida y a la vez chocante al barullo incomprensible, sin orden ni concierto, con que las cosas se suceden. A mí, como a Vila-Matas su destino de escritor, me llegó por casualidad un destino oficinesco, al que luego me he tenido que entregar a fondo, tratando de alcanzar la maestría, o al menos mi personal voz, pero siempre con una sensación de impostura en todo lo que hacía, con miedo -en el fondo- a ser descubierto como alguien que odia ir cada día a la oficina. He venido intentando encontrar mis obsesiones y mis temas personales, porque creo que esas obsesiones podrían ser para mí un motor para la acción, para contrarrestar mi natural disposición contemplativa. En esto me identifico con el prolífico de corazón perezoso que es Vila-Matas. Él habla en este prólogo con el escritor primerizo y vanguardista que fue y se siente tan distante de ese sujeto que no puede sino convertirse en comentarista o crítico de lo que él escribió, aunque leyéndole junto con la condescendencia le asalta un destello de admiración. Al cabo de los años yo también soy muy distinto del mí mismo que fui, cuanto habitaba mi lugar solitario. Quizás sería suficiente cambiar de casa para encontrar una nueva forma de escribir mi vida, pero todavía sigo aquí.

3 comments:

  1. Al decir esto, Vila-Matas sólo ha querido citar al narrador de Aire de Dylan, que habla de cambio de temas gracias a la mudanza.
    Es una broma privada.

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  2. Estimado V.M.: por supuesto que aprecio el humor de Vila-Matas, pero en este caso creo que se trata de una metáfora (lo escrito supera la intención del escritor, o lo escrito es lo que lee el lector, o sea yo: el texto es mío por que me habla a mí y para colmo habla de mi)

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  3. Querido VM. he pensado seriamente que pudieras ser Enrique, mi escritor favorito. Hoy no puedo publicar entradas por que se llevaron mi ordenador y con el iPad sólo se hacer comentarios. Eso estoy haciendo esta mañana de Domingo de Ramos en que nada estreno. En Sevilla, donde no sé qué hacer. He vuelto a coger Aire de Dylan, que al principio rechacé. No me atrapó. Pero ahora lo estoy disfrutando. Y quería haber puesto una entrada sobre la posibilidad en la vida de inaugurar historias nuevas, tal vez con un resbalón, como en el cine mudo, iniciando cualquier tragedia con una carcajada. El comienzo solemne y a la ver cómico del Ulises. Nunca sabemos, sino después, cuando comenzó el primer acto. La reverencia de la esposa del narrador, sobreactuando contra su costumbre, es como el Introibo de Buck Mulligan, un comienzo teatral, y lo teatral siempre tiene ese punto de humor e ironía que necesita la vida real para ser digerible. El tema de la sucesión, de la orfandad, de la perplejidad de haber ocupado la primera línea de la vida y ser heredero de una herencia difícil de aceptar, cuando dentro de uno recuerda sus recuerdos el joven que uno fue, como si fueran recuerdos ajenos, recuerdos de su padre, el famoso, el voluble, el rechazado. La juventud del padre se hace presente y se borran las genealogías. El padre está en mi, su juventud antes de ser mi padre.
    Estaba haciendo recuento. A estas alturas, yo diez años más joven que VM, ya hay muchas cosas terminales o con poco recorrido, demasiado transitadas ya. Sin embargo, Dylan saca disco nuevo, como VM y yo puedo inaugurar cosas también, ir a un lugar donde no espero lo que voy a encontrar, algo que me sorprenderá y me dejará perplejo, primero, y luego me atrapará, requerirá cada vez más mi atención y se convertirá en una historia completa con su argumento y su abrupto telón quizás e incluso me puede llevar a cambiar de casa y escribir mi vida de otra manera.

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