Monday, July 31, 2006

UN MÚSICO FRACASADO

El hermano mayor de mi madre era un soltero de cuarenta y tres años, larguirucho y de nariz aguileña, que se ganaba la vida como clarinetista. Como todos los Fogg, tenía tendencia a la apatía y la ensoñación, a fugas repentinas y prolongados letargos. Después de un prometedor comienzo en la Orquesta de Cleveland, estos rasgos de su carácter acabaron por dominarle. Llegaba tarde a los ensayos porque se había dormido, se presentaba en los conciertos sin corbata y una vez tuvo la osadía de contar un chiste verde delante del concertino búlgaro. Después de que le despidieron, Víctor fue de un sitio a otro con varias orquestas menores, a cual peor, y cuando regresó a Chicago en 1953 ya había aprendido a aceptar la mediocridad de su carrera...Víctor sabía que le faltaba ambición, pero también sabía que había otras cosas en el mundo aparte de la música. Tantas, en realidad, que a menudo se sentía abrumado por ellas. Como era de esa clase de personas que siempre están soñando con hacer otra cosa mientras están ocupadas, no podía sentarse a practicar una pieza sin detenerse a resolver un problema de ajedrez, no podía jugar al ajedrez sin pensar en los fracasos de los Chicago Cubs, no podía ir al estadio de béisbol sin acordarse de un personaje secundario de Shakerpeare y luego, cuando al fin volvía a casa no podía sentarse delante de un libro más de veinte minutos sin sentir la urgente necesidad de tocar el clarinete. Por lo tanto, dondequiera que estuviese o adondequiera que fuera, dejaba tras de sí un desordenado rastro de malas jugadas de ajedrez, marcadores con resultados provisionales y libros a medio leer...Víctor no pretendía ser algo que no era.
(...)
Pondremos rumbo al Oeste, internándonos en las tierras salvajes. Creo que será interesante, independientemente de lo que salga de ello. Una panda de tipos urbanos en la tierra de los vaqueros y los indios. Pero me atrae la idea de esos espacios abiertos, la idea de tocar mi música bajo el cielo del desierto. ¿Quién sabe si no se me revelará allí una verdad nueva?.- El tio Víctor se rió, como para disimular la seriedad de ese pensamiento.

(Paul Auster, "El Palacio de la Luna")

4 comments:

  1. Anonymous1:17 PM

    precisamente lo estoy leyendo...

    veo que compartimos obsesión por Auster.

    Un saludo

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  2. Y no sois los únicos...

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  3. Solodelibros: por eso he copiado este trocito. Ya has leído algo: qué te parece.
    Por cierto,este tío Victor me ha recordado un poco al Nathan de Brooklyn Follies, libro que une a lo entrañable de este y otros personajes, una insólita confianza en la vida: la confianza en que la vida te puede sorprender en una esquina cuando ya te despedías de ella, y darte sus mejores dones en el momento menos esperado. Es un libro optimista para estos tiempos y es el que te recomiendo para empezar con Auster (no te decepcionará y se lee del tirón).

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