Monday, December 21, 2009

EL ORO DE LAS PIEDRAS



Leo en La antorcha de Kraus sobre un coleccionista de piedras, y recuerdo con cariño etapas de mi vida en que yo mismo lo he sido. Cada piedra es diferente. Ninguna es idéntica. En esto se parecen a las personas. El agua las va puliendo, y el mar o el río las entregan suaves, sin aristas. En esto sucede como en nuestras vidas, que nos van quitando esquinas, nos van arrancando trozos de nosotros mismos, nos van haciendo pequeños y sencillos. Yo iba con mi hija buscando piedras en la orilla de la playa, buscando conchas también. Nuestras inmersiones tenían el argumento de estas pequeñas capturas y cada día volvíamos cargados con las que más nos gustaban, para colocarlas en tarros de cristal o adornando las estanterías de su cuarto. Alguna vez las barnizábamos para que conservasen el brillo del medio marino. Luego hemos cargado con algunas en varias mudanzas. Había constantes descartes e iban quedando las joyas de la colección: la que tiene unas vetas blancas que forman mis iniciales, un pequeña con la forma idéntica a un corazón, una grande y redonda que hacía de pisapapeles. Era una aventura compartida y una alegría cotidiana. Una de nuestras primeras complicidades. La sorpresa infantil del descubrimiento de tesoros la vivía yo también junto a ella. Y juntos disfrutábamos, enseñándonos nuestros hallazgos: con forma de sirena, con forma de martillo, con un orificio en el centro para hacerse un collar, blanca, amarilla, roja...piedras humanas, porque las humanizábamos con parecidos, perfiles... Objetos de colección y de captura. Placer compartido. Ejercicio del arte de observación y descubrimiento de semejanzas. Ahora ya no me fijo en ellas. Paseo por la playa mirando al horizonte o a las olas. Pero este texto me ha recuperado el sabor de esos días de padre e hija, de comunión lúdica por las playas y los ríos. Esos momentos que, cuando pasa el tiempo, tienen la luz de la felicidad. Y pienso en nuevas complicidades, en nuevos juegos para este tiempo de ahora, con la ilusión de que sea posible encontrar oro en otros lugares los dos juntos.

11 comments:

  1. Hola Francisco,

    Te deseo que pases unos buenos días y que continuemos leyéndote como hasta ahora.

    Un abrazo

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  2. Gracias por esta entrada, Francisco. Yo también he sido, de alguna manera lo soy aún, coleccionista de piedras. Las piedras son maravillosas, están ahí, rotundas, misteriosas, pero sobre todo son
    (y me he acordado del "qué entera cae la piedra...").
    Con mis mejores deseos para estos días y los futuros, te dejo un gran abrazo.

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  3. Precioso texto. Saludos

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  4. Yo también colecciono piedras y cuando vivía en Gerona me gustaba mucho ir a la playa a recoger cristales pulidos de color verde y marrón. Un verano de mi infancia, en Cella, un pueblo de Teruel, encontré una veta de fósiles de bivalvos, caracoles marinos e incluso pedazos de grandes amonites, estuvieron dando vueltas por casa muchos años hasta que en una inflexible limpieza materna desaparecieron (otra vez) para siempre. Me gustan los plumones sueltos que a veces se cuelan en las casas a través de las puertas abiertas, y también las cortezas de los árboles. Piedras, cortezas, plumas, hojas: todos somos exploradores, ¿verdad?

    Felices fiestas, Francisco.

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  5. Que bonito post !!!

    Me ha recordado un post que escribi este verano tras una caza-captura de conchas por las playas de Huelva (aqui te dejo el link/ http://lasestrellasdezoe.blogspot.com/2009/08/coquillages-et-crustaces.html)

    No dejes de coleccionar recuerdos con tu hija, aunque no sea recogiendo piedras!

    Feliz Navidad, desde Francia!!

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  6. bramstocker4:07 AM

    Què dulce es el sentimiento de la nostalgia. Pero,¿ se puede tener nostalgia de lo no vivido? ¿mse puede añorar lo que nunca se ha tenido? Ahí te lo dejo, Francisco.

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  7. ...Ahora ya no me fijo en ellas. Paseo por la playa mirando al horizonte o a las olas.

    ¿Qué es lo que se siente?
    ¿Qué es lo que se siente?
    Cuando se desvanece el asombro
    Cuando descubrimos que no conocemos
    nuestro propio corazón.
    Cuando se es un solitario canto rodado.

    Un abrazo

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  8. Qué poder el de las piedras, hermanos. Referente a las piedras, el único símil que me resulta terrible es aquel dicho de "tirar la piedra y esconder la mano". Pero es otro tema.

    La piedras, cargadas de símbolos desde el origen. Preñadas de uso práctico. Las piedras: hogares y abrigo, en las cuevas u oquedades. Las piedras, elemento inicial del fuego: los pedernales. Armas para cazar: los hachas de sílex. Túmulos de enterramiento: los dólmenes. Hileras de piedras: murallas. Piedra circular: para moler el trigo.Y así, etc. etc. hasta nuestros días.

    La historia de los hombres, vinculada a las piedras. Esas otras pequeñas piedras que hemos ido recogiendo por doquier, ¿no son acaso una evocación subconsciente del pasado humano que todos llevamos dentro?

    En cada piedra que guardamos, preservamos un trozo de memoria. La piedra anónima me basta. Yo pongo la imaginación. No me interesa cuando me dicen: esta piedra es de la muralla de Jericó y esta otra de la china. Nunca me lo creo. Y me daría lo mismo. El valor de esas piedras leves, gratas, se las ponemos nosotros con la imaginación y el acogimiento.

    Fíjate que me gustan infinidad de formas de piedra...rocas, minerales, estratos...y veo el guijarro modesto, el canto rodado, como el paradigma de la vida. La piedra erosionada es la que verdaderamente sabe, la que ha viajado, la que se ha rozado con otras piedras.

    Recuerdo el inmenso y emocionante poema de León Felipe, el zamorano del exilio:


    Así es mi vida,
    mi vida, piedra,
    como tú.

    Como tú,
    piedra pequeña,
    como tú,
    piedra ligera,
    como tú.

    Como tú,
    canto que ruedas,
    como tú,
    por las veredas,
    como tú.

    Como tú,
    guijarro humilde,
    como tú,
    de las carreteras,
    como tú.

    Como tú
    piedra pequeña,
    como tú,
    como tú,
    guijarro humilde,
    como tú.

    Como tú,
    que en días de tormenta,
    como tú,
    te hundes
    en la tierra,
    como tú.

    Como tú
    y luego
    centelleas,
    como tú
    bajo los cascos,
    bajo las ruedas;
    como tú.

    Como tú,
    piedra pequeña,
    como tú,
    como tú,
    guijarro humilde,
    como tú.

    Como tú,
    que no sirves
    para ser ni piedra,
    como tú,
    ni piedra
    de una lonja,
    como tú.

    Como tú,
    ni piedra de un palacio,
    ni piedra de una iglesia,
    ni piedra de una audiencia,
    como tú,
    como tú.

    Como tú,
    piedra aventurera,
    como tú,
    que tal vez estás hecha,
    como tú,
    como tú,
    sólo para una honda,
    como tú,
    piedra pequeña,
    como tú,
    como tú.

    Gracias por permitir este abuso de confianza y de ocupación de texto en tu blog, Francisco.

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  9. Leyendo este hermoso texto yo también recordé a León felipe y esos lejanos momentos de la infancia en los que una piedra encierra todo un mundo.Un abrazo enorme

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  10. General a todos: un abrazo y mis mejores deseos para este tránsito de un año a otro año. Especialmente, a Jesús y a Zoé, decirles que me han gustado su comentario y su entrada, tan personales, que además remiten a lo vivo (conchas, plumones) y lo desgastado por la vida; y a Fackel por su texto. Bramstoker y Aviador me dejan esa inquietud de la pregunta enigmática o interpelación que sacuden un poco la posible complacencia y placidez de estos recuerdos. Creo que la nostalgia de lo que no sucedió es posible y también creo en el olvido de lo que sucedió realmente: el tiempo a veces hace confundir los recuerdos vividos y los inventados. De nuevo felices días de descanso a todos, amigos.

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  11. Y yo también fui una niña coleccionista. Lo coleccionaba casi todo. Luego fui olvidando mi afición, perdiendo físicamente lo coleccionado. Tuve piedras a montones, eran muy sugerente, como tú muy bien dices, Francisco, eran como nosotros. Hoy me gustaría recuperar aquel interés por descubrir y atesorar, recoger piedras que me recuerden entonces y me hablen de mí ahora.

    Francisco, gracias, muchas gracias por esta lectura tan grata.

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