Tuesday, March 03, 2009
DI QUE SÍ
Un empleado de banco (Jim Carrey) tras ser abandonado por su esposa, vive hundido en la completa negación. Dice no a todo (deniega los préstamos que le solicitan, se niega a acudir a las fiestas temáticas que organiza su jefe de departamento, a salir con sus amigos de copas...todo es un "no"). Hasta que alguien le lleva a un show de terapia colectiva de uno de esos gurús de la Nueva Era (Terence Stamp). A partir de ese día se compromete a decir siempre sí, sin excepción, a todo lo que le propongan. Así su vida se llenará de oportunidades y se enriquecerá. Si dice no, en cambio, todo le irá mal. El "sí" es la llave para una nueva vida.
Este es el planteamiento sabroso que da pie a una película ("Dí que sí"), en la que uno se ríe y se lo pasa muy bien, una comedia romántica, en la que el protagonista -a base de decir siempre que sí- acaba llegando a extremos hilarantes (la escena de la anciana vecina es genial), pero también consigue cruzarse con la mujer de su vida, una chica de vida "alternativa" que le conducirá a un mundo completamente ajeno al suyo, en el que se encontrará a sí mismo, librándose de una vida convencional y predecible en la que no era feliz.
Una comedia que consigue su única pretensión: hacernos pasar un rato divertido, provocar nuestra risa. Pero, después de verla, sale uno del cine y al cabo de un rato...se le viene una sonrisa a los labios (¿y si se lanzase al vacío? ¿y si dijera sí a eso que le han propuesto y que "pase lo que pase"?). Es una comedia tan solo, vale, nada trascendente pero...le viene a uno a la cabeza (esa negatividad, ese encerrarse en sus problemas de las últimas semanas, ese pesimismo, esa pendiente de pasividad por la que está dejándose ir...en esa cita ¿no me esperará alguién que puede ser importante en mi vida?, en ese viaje ¿no se me abrirán nuevas perspectivas?) y se dibuja una sonrisa de nuevo (hay tantas cosas que poder hacer, tantos territorios que explorar...). Todo puede cambiar con un "sí".
Despues de un rato en estas ensoñaciones, caes en la cuenta, sacudes fuertemente la cabeza y con un gesto de la mano lo borras todo: "Bah, vaya tontería de película, otra payasada del Jim Carrey".
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Y yo, que llevo años arrepentida por no haberme comprado todos los libros de autoayuda que enseñan a decir no, resulta que hice bien. ¿Acaba bien la peli, Francisco? :-)
ReplyDeleteHola Mala: no, acaba malamente. Acaba con la moralina de que "hay que ser realista", que es lo que dicen los hombres "sensatos". Pero bueno...como para entonces uno ya se ha reído bastante, puede reirse tambien de ese final políticamente correcto. Uno siempre está con la tentación de soñar y el miedo a despertar. Saludos ;-)
ReplyDeleteQué frase tan patética esa de "hay que ser realista" que todos hemos escuchado cientos o miles de veces, ¿verdad Francisco? De boca del padre, del director de la empresa, de amigos, del alcalde, de...Frase conclsiva ¿u oclusiva? que trata de zanjar siempre el debate o de sentirse impotente o de advertir que no se quiere ir más allá. El realismo atroz está dejando el planeta maltrecho, las relaciones humanas agravadas, la economía en manos de los mismos de siempre, la política adulterada y descafeinada, el alma de los individuos en manos de los psicólogos cundo no de los confesores redivivos, las ilusiones en poder de la enfermiza melancolía...Frente al pseudorrealismo habría que oponer el desafío de otras maneras de vivir son posibles. Estamos abocados a cambiar de registro o a perecer en la insensatez. La tentación de soñar es legítima, sobre todo cuando soñar ya no es una abstracción sino una posibilidad de cambiar. Pero hay que querer: cada individuo, cada tribu, cada país, cada potencia. No sólo hay calentamiento en la atmósfera del planeta sino en los ecosistemas sociales, cada vez más explosivos. Dejando de lado ciertos espejismos y ciertas falsas seguridades que nos hipotecan. Un abrazo.
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