Thursday, February 16, 2006
EN SILLA DE RUEDAS
Querida Irène: Como sé que a tí también te gustan las fotos, te envío una del año pasado, del viaje que hicimos a Bilbao, Marisa y yo con Luis y Mercedes. Aunque ya iba un poco molesto, fue al llegar al hotel cuando sufrí un agudo ataque de ciática que me duró toda la estancia allí. El día del Guggenheim, tuve que hacer el trayecto de la Gran Vía en taxi. Se empezó a nublar de repente y en pocos minutos se oscureció el cielo, comenzando una lluvia fina, de esas que te calan. La foto me gusta por su ambiente norteño, tan mío. Aunque apenas se me ve, me estoy empapando con un jersey verde. Me iba sentando en todo lo que podía, en las escaleras, en los pilotes de la calle, y apenas aguantaba cinco minutos seguidos en pié. Pero no quería ser una rémora. Dentro del museo, me dieron una silla de ruedas. Luis me iba empujando. Yo me sentía como un rey. La gente me abría la puerta, me dejaban subir primero al ascensor...Luis se portaba como una madre conmigo. Me llevaba a donde le decía y paraba donde yo le indicaba. Pero, en determinado momento, él iba a seguir adelante y yo quería quedarme un rato contemplando una obra. Entonces me dí cuenta de que yo podía manejar mi silla de ruedas. Algo tan evidente y ni se me había pasado por la cabeza: yo tenía brazos y manos, no era un inválido. Era tan cómodo ser conducido, entregarse a los cuidados de todos...y Luis está tan acostumbrado a tirar de los demás...Ahora, cada cierto tiempo, tengo que recordar la alegría que sentí cuando aprendí a dirigir mi silla; porque, sin darme cuenta, a veces me acomodo y me dejo llevar. La libertad o la dependencia es simplemente eso: algo que eliges. Pero en la libertad está la plenitud de la vida. Hasta pronto. Dale recuerdos a Calvino. Un beso.
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¿Qué tal el comienzo de las clases? Vaya suerte van a tener esos alumnos... yo desde aquí, a más de 900 km, también me siento un poco discípula tuya. Me ha encantado esta anécdota de la silla de ruedas. Libertad ó dependencia... A veces cuando te leo miro hacia atrás a ver si te encuentro. Tengo la sorprendente sensación de que conoces mi vida. No sé, es muy curioso, es que siempre das en la diana...
ReplyDeleteUn beso.
La independencia no se puede explicar,no hay palabras suficientes, aunque tú lo has hecho muy bien a través de esta ejemplificación de la silla de ruedas. Es un paso más, las puertas que se cierran han de abrirse y uno siente nuevas necesidades de exploración, de ganar confianza, de tomar decisiones. Es la libertad de decisión, tan preciada y añorada. A veces no valoramos en toda su medida esta capacidad que parece acompañarnos como una sombra. La facultad de elegir con responsabilidad es el mayor don del ser humano. Saludos
ReplyDeleteHola Princesa distante, pero próxima. Hay quien cree que no existen casualidades. Que todo encuentro es una cita, que el maestro (todos somos maestros de todos) llega cuando el alumno está preparado. También la prueba (la crisis, ese problema que cada cierto tiempo vuelve)...No estoy en tu pasado y sí. Tú estás también enseñándome cosas que tengo que aprender y ayudándome a recuperar mi pasado. Un beso.
ReplyDeleteQuerido Gatito, yo me paré porque me tenía que parar: la pierna me hizo parar. Parar también es importante, seguramente, como decisión y si uno no lo hace el cuerpo igual te lo impone. A veces caminamos demasiado tiempo seguido...No sé porqué te digo esto, pero quizás como contrapeso a ese esfuerzo de abrir más y más puertas y explorar constantemente. Lo que va llegando, ir abriendo los regalos de cada día...no sé si tiene sentido. Un abrazo.
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