Thursday, January 19, 2006

LAS PALABRAS AHOGADAS


En "La vida secreta de las palabras" una joven enfermera Hanna (Sarah Polley) es contratada para cuidar a un quemado (Tim Robbins), pasando varios días junto a él en una plataforma petrolífera, en alta mar. El enfermo ha perdido temporalmente la vista y ella parece muda, por lo que apenas existe más relación que la cura diaria. Él, un ser complicado pero de gran humanidad, insiste en provocar a la enfermera para que se dé a conocer. Al cabo de unos días va surgiendo una cierta complidad entre los dos, hecha de mutuo interés y bromas que relajan la tensión. Pero mientras Hanna no sea capaz de decir las palabras que la ahogan por dentro, no podrá existir verdadera amistad y seguirán siendo dos desconocidos, que podrán reir pero no con toda su risa, y podrán llorar pero no con todas sus lágrimas. El día antes de volver a tierra, Hanna dará el salto en el vacío. El momento de la confesión, cuando ella revela su secreto, es el de mayor solemnidad de la historia, cuando se profundiza el silencio y de tan espeso se manifiesta como un regalo: la verdad al fin compartida.
Cuando nos quejamos de que en nuestro entorno todo son conversaciones triviales, superficialidad...¿quién dará el paso de decir esa palabra verdadera que nos abra a los demás? ¿quién se dará a conocer? ¿quién dirá esa palabra que le deje desnudo ante el otro, para que el otro abrace su desnudez? Es un riesgo que intimida a muchos, porque -nos viene a decir en su película Isabel Coixet- somos responsables de lo que decimos y de lo que preguntamos: la palabra dicha, la palabra oída, cambian la realidad, comprometen la vida del que habla y del que escucha.Y después de hablar ya nada será igual al silencio.

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